Día 125. Sábado 18 de julio de 2020

Día 125. Sábado 18 de julio de 2020


Ayer me dijo mi marido que hoy se levantaba la cuarentena. No totalmente, aun así, muchas cosas volverán a la normalidad, si es que acaso, después de tamaña transformación a lo largo de cuatro meses es posible regresar a un estado igual y anterior. No lo creo.

Nadie es el mismo después de esto. Estoy segura de que así es.

A decir verdad la noticia me tomo de improviso y al mismo tiempo parecía hacer eco de mi propio estado interior que noto ligeramente flexibilizado.

Lo intempestivo del levantamiento me llevó a reflexionar que es hora también de poner punto final a estas líneas. Sin cuarentena, un diario de ella ya no tiene razón de ser.

Estoy muy agradecida por lo que este escrito hizo por mí, con todos sus estados de ánimo, algunos buenos, otros no tanto. Sin embargo cada día aportó un rayito de luz a esa oscuridad de la que afortunadamente logré salir. El ejercicio creativo de expresar mis sentimientos me ha conducido por un camino que resultó sanador para mi espíritu.

Es mi deseo que la persona que tropiece con esta obra pueda hallarle una utilidad igual o mayor.

Por lo pronto, este es el final de una etapa y el comienzo de otra.

Los dos o tres días saltados, el deseo de echarle un vistazo al software de mi mente, la exposición del tópico creación de la realidad propia y la llegada de nuevas lecturas fueron señales sutiles de que este escrito había agotado sus recursos.

Hoy, después de una mañana trabajando en mis proyectos y ya habiéndolos terminado decidí tomarme el resto del día para divagar y descansar.

Estaba sumamente entretenida mirando una serie que me encanta cuando repentinamente llegó el nuevo curso de acción: documentar el experimento que comencé hace dos días, algo que también vino con su nombre propio, Proyecto Gratitud.

Esas palabras que escribí, cuando me dije en voz alta y lo reproduje aquí, ahora hacelo en serio, fueron determinantes para que me decidiera por fin a empezar algo largamente postergado nada más que por flojera.

Y desde entonces, es decir, hace dos días, pongo todo mi empeño para pensar con gratitud, para dar las gracias de manera formal en un diario, para monitorear las palabras que digo, y clasificar los pensamientos que llegan a mi mente.

He tenido éxito despojándome de las quejas cuando llegaban y mandando a dormir la siesta a los temores que normalmente me acechan.

En ese lapso tan pequeño de cuarenta y ocho horas ya noto diferencias enormes en mi cuerpo y en mi estado de ánimo. Sin mentir y sin exagerar puedo afirmar que me siento tan radiante que estoy segura que mis células han empezado a destellar luz.

Maravillosamente bien no describe fielmente mis sentimientos de este aquí y este ahora.

La serenidad y la calma, cualidades esquivas en mi personalidad tendiente a la urgencia y el nerviosismo han llegado, y espero que para quedarse. Creo que puedo acostumbrarme a estar así de bien.

Un experimento como este pide ser documentado. En principio, porque si logro llevar mi vida al nivel de mis sueños, voy a querer saber cómo lo hice.

Y en segundo lugar, porque si trazo un camino válido de despertar personal, mi experiencia podría ayudar a más personas.

Oigo fuerte y claro el nuevo llamado y hacia allí voy, inmediatamente después de esta despedida formal. Debía darle un cierre.

Dicho sea de paso y en concordancia con mi estado de ánimo actual, vuelvo a dar las gracias a estas líneas por todo lo que han hecho por mí, sin ellas no habría podido capear el temporal que trajo la cuarentena.

Como escribí hace un par de días en una publicación, la cuarentena me devolvió a mi vieja condición de bicho raro, sin embargo, es divertido destacarse como la oveja negra en la blancura sin fin del rebaño.

Lejos de disgustarme por comportarme diferente, esta vez voy a utilizar mi rareza para hacer algo igual de raro: un diario de mi trabajo conmigo misma.

Esto no es un adiós. Es solo un hasta luego.

Tengo muy claro que mi misión en la vida tiene mucho que ver con escribir diarios y narrar mis vivencias

Gracias Diario de una Cuarentena. Fuiste un gran compañero de camino. No lo habría logrado sin vos.

Estoy lista para ingresar a la Nueva Era.

Que Dios nos bendiga a todos.



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