Día 117. Viernes 10 de julio de 2020

Día 117. Viernes 10 de julio de 2020


Recuerdo haber dicho el otro día que era buen tópico hablar un poco más de cómo crear la propia realidad.

Y se me vino a la mente la cuestión porque advertí el paralelo con otros dichos de Parise en el video que había visto, y lo que vengo haciendo estos días de evangelizar y vociferar en el desierto.

He logrado algunas conversiones sin buscarlas, pero lo que más me emociona es haber tenido éxito en plantear una duda lo suficientemente poderosa que haga a las personas ir por sus propias respuestas.

Y bueno, otras me mandan whatsapp para preguntarme qué demonios es lo que estoy diciendo y que por favor proporcione más información.

Parise había dicho de manera sentenciosa lo siguiente y parafraseo: La Nueva Era será desde el individuo hacia lo externo y no al revés. No sucederá algo afuera que cambie a las personas. El individuo que cambie podrá ejercer un cambio en la sociedad. No todo el mundo vivirá el cambio de era. Solo la experimentarán quiénes la hallen dentro de sí mismos.

Ya me siento dentro de esa nueva era, y además la estoy comunicando por todos los medios a mi alcance.

Sabía que la cuarentena era una tácita invitación a tomarme más tiempo en escribir mis reflexiones, pero nunca imaginé hasta qué punto me pasaría gran parte del día tipeando palabras aquí y allá. Escribo en este diario, escribo artículos, guías, publicaciones y mensajes. Escribo todo el día.

No siempre soy elocuente en mis textos, pero al parecer hoy sí. Sin fobia y sin pensarlo demasiado abrí Whatsapp y fui a los estados. Dije que gané quince dólares en dos meses desde que publico en Lbry y no tardé en ver que me llegaban mensajes preguntándome de qué se trataba eso.

Si llevo bien la cuenta, creo que ya son cinco o seis conversiones en dos días. No espero que todos los que me leen se abran una cuenta en Lbry. De hecho creo que la alternativa de hacerlo es algo que hay que reflexionar teniendo en cuenta prioridades e intereses.

La persona que usa Facebook para subir las fotos de su cumpleaños no ganaría dinero publicándolas en Lbry. Sin embargo, mi amigo Roberto, artista magnífico, escritor, músico cantautor, profesor de teatro de mente aguda y reflexiones acertadas sí sería furor en una plataforma como aquella.

O el amigo de mi marido, el Pela que se graba cocinando recetas argentinas y le pone un toque de buen humor a sus relatos gourmet recibiría muchas propinas. Naturalmente, soy su seguidora.

Estoy sorprendida de la respuesta del otro lado, porque un poco me había acostumbrado a la soledad de vociferar lo que pienso y ser ignorada. A chocarme con un incómodo silencio al hablarle a las paredes.

Al caer en desgracia para los algoritmos de redes, me empezó a parecer normal que únicas tres publicaciones que hice en los últimos setenta días hayan tenido apenas vistas. Y de los enlaces que comparto, ni eso, porque directamente nadie los ve, a menos que se vaya específicamente a la página en la cual lo publiqué.

Me acostumbre a sentirme cómoda en mi rol de loca desquiciada que afirma cosas inentendibles y es ignorada. Incluso esta circunstancia me dio un margen de nueva libertad, ya que en vez de atraer personas, las alejaba. Y mientras duró la condición respiré aliviada: eso equivalía a menos mensajes y notificaciones para responder y atender.

Y ahora me sorprendo porque la gente vuelve a prestarme atención otra vez, y camino con pies de plomo porque ya conozco los peligros y las responsabilidad de atraer la atención de otros.

Cuidado, me digo. Despacio, repito. No soy gurú de nadie. No soy maestra de nada. No estoy aquí para caerle bien a los demás. Ese no es mi cometido.

Si no guardo tiempo para crear mi propia realidad, flaco favor le hago a la humanidad. Si no me ayudo primero, no tendré nada con qué ayudar.

Y volviendo al tópico de crear realidad. Una de las maneras en que moldeo la mía es escribiendo. La palabra tiene mucho poder.

A veces es difícil a fines literarios escribir correctamente, y me dejo llevar por el arte de la prosa y las frases poéticas y sé que la creación de realidad puede verse afectada en esos casos.

Escribir “loca desquiciada que afirma cosas inentendibles” para referirme a mi misma es peligroso si mi mente subconsciente lo interpreta literalmente, ya que empezaré a comportarme como tal, pero a fines literarios le da más fuerza a lo que quiero comunicar y los lectores se ríen.

Por eso la creación de mi realidad la circunscribo a mi diario privado donde escribo afirmaciones repetitivas como “soy una artista brillante y prolífica”.

Las primeras veces que escribí esta frase ni yo me la creía. Mi mente me llamaba mentirosa ególatra, no-servís-para-nada. No obstante persistí durante meses hasta que mi crítica interna se cansó de reaccionar, y un día la afirmación se me hizo carne y sentí que de verdad era una artista brillante y prolífica.

De hecho mis acciones empezaron a reflejar esa nueva creencia, y empecé a producir obras a mansalva y a sentirme iluminada cada vez que me entregaba a la labor de creación.

Ya comenté que la primer parte de este diario lo escribí en treinta y seis días, logrando con ello un segundo libro. Estas líneas constituyen el tercero. Todo ello en menos de un año. Y solo me estoy refiriendo a las obras escritas. Creé muchas más cosas en esta cuarentena que en cinco años.

El primer paso para cambiar una realidad que disgusta, por otra más amable es definir con todas las palabras y de manera detallada que es lo que se quiere.

Decir no quiero ser pobre, no funciona. Decir quiero ser rico, tampoco.

La primera porque es una frase negativa. Y la segunda porque es demasiado vaga y ambigua.

Decir quiero ganar trescientos dólares antes de diciembre de 2020 vendiendo artículos digitales en mi tienda online es específico y el cerebro lo lee literalmente. En modo automático trabajará para que se presenten las oportunidades de hacer realidad dicha afirmación.

Esto es un primer esbozo en la creación de la realidad propia. El asunto tiene matices, vericuetos, sutilezas y obstáculos inconscientes que pueden impedir la materialización de los sueños y deseos. Pero es demasiada información para una única entrada de diario. Y además tengo que continuar escribiendo un artículo que le prometí a mi comunidad de Telegram.

También es la hora del mate, mi ritual preferido. Continuaré en otra ocasión.



◼️ Siguiente: Día 119. Domingo 12 de julio de 2020
◼️ Anterior: Día 116. Jueves 9 de julio de 2020

Índice

Report Page