Curiosidades de la historia con El Ministerio del Tiempo

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17 LA GENERACIÓN DEL 27 Y EL VANGUARDISMO

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LA GENERACIÓN DEL 27
Y EL VANGUARDISMO

La Generación del 27 se conoció y se formó en la Residencia de Estudiantes. Esta se creó como una idea innovadora dentro de la Institución Libre de Enseñanza, dirigida por Francisco Giner de los Ríos. Se pretendía crear un ambiente intelectual complementario a las clases universitarias. Alcanzó tal fama que durante el periodo entre las guerras mundiales se convirtió en epicentro de reunión de grandes personalidades; el científico Albert Einstein, el músico Igor Stravinsky o el arquitecto Le Corbusier fueron algunos que visitaron y expusieron su saber en la Residencia.

Las mujeres del momento no se quedaron atrás, la diputada y pedagoga María de Maeztu fundó la Residencia de Señoritas, donde acudieron grandes personalidades a dar conferencias como la científica Marie Curie, la abogada y política Victoria Kent —que también fue alumna— o la escritora y nobel Gabriela Mistral, entre otras. Además, la Residencia contó con la colaboración del Instituto Internacional de Boston y con becas internacionales de intercambio, lo que supuso una revolución que no solo favoreció a la mujer en el mundo universitario, sino que también fue epicentro de reunión de personalidades de todo el mundo.

CUADRO POR ENCARGO

Si decimos que uno de los mejores artistas del siglo XX fue Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Napomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad Mártir Patricio Clito Ruiz y Picasso, es probable no saber quién es hasta no llegar al final de semejante retahíla kilométrica.

Picasso fue el hijo varón de una familia acomodada. Nació en Málaga en 1881 y murió en Francia en 1973. Su padre fue profesor de dibujo y conservador del Museo de Bellas Artes de Málaga.

Se cuenta que Pablo Picasso fue dado por muerto al nacer y que en ese momento de incertidumbre solo a su tío se le ocurrió soplarle una bocanada de humo de su cigarro que lo resucitó.

Su primera obra la pintó a los ocho años tras acudir a una corrida de toros que, sin duda, debió dejarlo impresionado. La llamó El picador amarillo, y nunca se separó de ella. En La Coruña, donde vivió unos años con su familia, realizó su primera exposición, con trece años. En esta época el pequeño Pablo publicaba caricaturas y dibujos en revistas autoeditadas a mano.

Con dieciséis años se fue a vivir a Madrid para estudiar en la Academia San Fernando, pero la abandonó poco tiempo después de instalarse en la capital porque la atmósfera intelectual con la que se encontró allí no le convencieron ya que era muy distinta al modernismo catalán.

La vida sexual de Pablo Picasso fue muy activa. Con catorce años tuvo su primera relación en un burdel de Barcelona. Su primera conquista fue Fernande Olivier —modelo de varios artistas—. El pintor la terminó conquistando debido a su insistencia, y llegó a instalar en su estudio un altar dedicado a ella compuesto por la blusa que llevaba el día que se conocieron, un par de flores azules y un retrato de ella con una blusa que se había dejado olvidada en el estudio.

Picasso fue también un hombre muy posesivo, tanto, que a una de sus parejas la dejaba prácticamente secuestrada en casa por miedo a que le fuera infiel, cosa que acabó ocurriendo igualmente. Así es como apareció la segunda amante del pintor, Eva Gouel —cuyo verdadero nombre fue Marcelle Humbert—, quien murió prematuramente por cáncer, cuando Picasso estaba en pleno auge de su arte.

En 1917 conoció a la que sería su primera esposa, la ucraniana Olga Koklova, bailarina del ballet ruso con la que tuvo a su primer hijo, Paul. Olga era entonces una mujer de veinticinco años, bella, ambiciosa, tozuda y con aires de grandeza —aseguró a Picasso que era sobrina del mismísimo zar de Rusia—. Para cuando se conocieron, el pintor era ya famoso y rico. Se casaron un año después por lo civil y siguiendo el rito ortodoxo ruso. Sin embargo, el matrimonio no funcionó. Los problemas de convivencia hicieron que el artista huyese a París con tal de no seguir peleando con su esposa.

En 1927, paseando solo por la capital francesa, conoció a una joven de diecisiete años que se convertiría en uno de sus grandes amores, Marie Therese Walter. A pesar de la juventud de Marie Therese y de contar él con cuarenta y seis, mantuvieron unas prácticas sexuales clandestinas y de tintes sádico y masoquista.

Olga murió sin haber concedido el divorcio a Picasso. Y tras Marie Therese vinieron otras mujeres: Dora Maar, Francoise Gilot, Geneviéve Laporte, y su segunda esposa, Jacqueline Roque, con la que se casó con setenta y nueve años.

Fue también un trabajador infatigable; llegó a reunir una colección de aproximadamente trece mil quinientas pinturas, cien mil impresiones, treinta y cuatro mil ilustraciones y trescientas esculturas. Aunque participó en muchos movimientos artísticos, fue precursor del cubismo junto a Juan Gris y Georges Braque.

Una de sus obras más famosas fue producto de la Guerra Civil. En pleno conflicto, Franco obtuvo ayuda de la Alemania nazi y la fascista Italia, quienes decidieron atacar por cuenta propia el pueblo vasco de Guernica, uno de los símbolos de los fueros vascos. Fueron numerosas las tropas que se retiraron al lugar para preparar la defensa de Bilbao contra el bando franquista y por ello, el 26 de abril de 1937 fue bombardeado por aviones de la Luftwaffe. Dejó cientos de muertos y la localidad totalmente destruida. El hecho provocó tal impacto en la época que Guernica se convirtió en un símbolo de los horrores de la guerra.

El director general de Bellas Artes, Josep Renau, durante el gobierno de la Segunda República, encargó a Pablo Picasso que pintara el famoso cuadro con la intención de mostrarlo en la Exposición Internacional de París de 1937 y así llamar la atención de los ciudadanos y favorecer la opinión sobre el bando republicano.

Tras exhibirse en gran cantidad de galerías de todo el mundo, el Guernica se compró en una subasta por un español. Sin embargo, Picasso prohibió que el cuadro volviera a España hasta que el dictador Franco dejase el poder y volviese la democracia al país. Se quedó custodiado en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.

Es mucha la simbología empleada en la obra. También aparecen algunas de las conquistas amorosas del artista, en concreto, Dora Maar, con quien mantuvo una relación, a pesar de seguir casado con Olga y esperar un hijo de la joven Marie Therese.

DE LE CHAT NOIR A ELS QUATRE GATS

Els Quatre Gats era una especie de taberna, cabaret, restaurante y cervecería que servía como lugar de reunión y encuentro, así como buque insignia y espacio de referencia del movimiento modernista y bohemio catalán. Se ubicaba en la planta baja de la Casa Martí, un edificio neogótico de corte modernista proyectado por Josep Puig i Cadafalch en 1896 emplazado en la calle Montsió número 3 —aún existe— para una adinerada familia de la burguesía catalana del momento.

En el local se realizaban tertulias, reuniones y exposiciones de arte —aquí expuso por primera vez Picasso en 1900—, se organizaban veladas literarias y musicales, espectáculos de títeres y de sombras chinescas. Con este nombre se publicó también la revista Quatre Gats.

Fue regentado por Pere Romeu, un catalán que había estado en París y había trabajado en Le Chat Noir, y se inspiró, precisamente, en este local parisino, un cabaret de finales del siglo XIX.

El nombre Quatre Gats era un sinónimo de «cuatro gatos» en referencia a los «pocos» que eran los modernistas y los bohemios en aquel momento. Pere Romeo buscaba con ello un local con ambiente vanguardista y moderno.

Tras su estancia en Madrid, Picasso regresó a Barcelona en 1898 y comenzó a asistir a Els Quatre Gats. Allí entró en contacto con el modernismo catalán y con el pensamiento anarquista de Barcelona —muy influenciado por las miserias de la guerra de Cuba—. Todo ello imprimió y moldeó el carácter y la personalidad de Picasso y, en buena parte, de su obra. Obras como el Guernica no se podrían comprender sin conocer el carácter político de su autor.

En el año 1900 Picasso visitó París para asistir a la Exposición Universal de ese mismo año, se instaló en casa del pintor Isidre Nonell, gran exponente del impresionismo a quien había conocido en Els Quatre Gats, y conoció al artista francés Toulouse-Lautrec. A partir de entonces, Picasso viviría a caballo entre París y Barcelona.

EL POETA ROJO

Federico del Sagrado Corazón de Jesús García Lorca —nacido en Fuente Vaqueros el 5 de junio de 1898 y asesinado en el camino de Viznar a Alfacar el 18 de agosto de 1936—, fue uno de los mayores exponentes de la poesía, la prosa y el teatro del siglo XX. Adscrito a la Generación del 27, era diestro en otras muchas artes y, de hecho, entre sus amigos de universidad era más conocido por músico que por escritor o poeta.

Lorca nació en una familia acomodada y un tanto atípica para la época. Su bisabuelo paterno, Antonio García Vargas, ya vivía en esa misma localidad y a diferencia de la mayoría de sus vecinos sabía leer y escribir, por lo que durante muchos años desempeñó el cargo de secretario en el ayuntamiento —cargo hereditario que también ejerció su abuelo paterno—. Su familia, además, tenía aptitud para la música. Este mismo bisabuelo cantaba y era buen guitarrista, y uno de sus hijos, tío abuelo de Lorca, fue un bandurrista profesional en el famoso café de Chinitas —llegó a tocar delante de la reina Isabel II—. El abuelo de Lorca tenía tanto cariño a este hermano suyo, bandurrista, llamado Federico, que puso su nombre a un hijo —futuro padre de nuestro protagonista— y así lo heredó el autor.

La holgura económica en la familia de Lorca venía de lejos. Isabel Rodríguez Mazuecos, su abuela, era hija de acomodados labradores de Fuente Vaqueros, y compartía el amor por los libros de su marido. El padre de Lorca, Federico García Rodríguez, poseía terrenos en la vega donde cultivaba remolacha y tabaco, y su madre, Vicenta Lorca Romero, maestra de escuela, terminó por inculcar a sus hijos la pasión por la literatura.

Con los antecedentes culturales de su familia no es extraño que el Lorca adolescente se interesase por la música. En otoño de 1914 se matriculó en la Universidad de Granada en las carreras de Filosofía y Letras y Derecho. Por esta época empezó a frecuentar las tertulias junto a otros jóvenes intelectuales —los periodistas Melchor Fernández Almagro, José Mora Guarnido y Constantino Ruiz Carnero, los futuros poetas o críticos José Fernández Montesinos, Miguel Pizarro y José Navarro Pardo, y los pintores Manuel Ángeles Ortiz, Ismael González de la Serna o Hermenegildo Sanz—, en El Rinconcillo del café Alameda.

A quien le debemos el nacimiento de Lorca como escritor es, sin duda, a Martín Domínguez Berrueta, profesor de Teoría de la literatura y las artes que llevaba a su clase a distintos viajes por la geografía española: Baeza, Úbeda, Córdoba, Ronda, León, Burgos y Galicia. Fue en estos viajes donde Federico descubrió su vocación como escritor y fruto de ella surgía su primer libro en prosa Impresiones y paisajes, publicado en 1918 y que versaba sobre temas políticos e intereses estéticos.

En 1919, algunos de sus amigos de la tertulia se trasladaron a la Residencia de Estudiantes de Madrid y Lorca necesitó la ayuda de su profesor Fernando de los Ríos para convencer a sus padres de continuar sus estudios junto a ellos.

La Residencia de Estudiantes era entonces un hervidero de intelectuales, por lo que Federico se relacionó con los escritores y figuras más importantes de cada campo. Conocería entre otros a Luis Buñuel, Rafael Alberti o Salvador Dalí.

Para entonces, ya habría conocido —y de nuevo, gracias a Fernando de los Ríos— a Juan Ramón Jiménez, quien influiría en la visión de su obra poética y con quien llegaría a tener una estrecha amistad.

En mayo de 1921 conoció también a Manuel de Falla en Granada. La amistad que entablaron le llevó a emprender proyectos musicales, de cante jondo y títeres. En 1925 se fue con Dalí a Cadaqués (Girona) para pasar la Semana Santa, y el viaje marcó profundamente la vida y la obra de ambos.

A partir de estos años comenzaría la que para Lorca fue una de las crisis más hondas de su vida. El Romancero gitano se publicó en 1928 y aunque gozaba de éxito tanto por parte de la crítica como por la del público, Lorca temió entonces encasillarse como un autor costumbrista que defendía a los gitanos y ligado al folclore andaluz. También coincidió esta etapa con una ruptura con Emilio Aladrén, un escultor con quien mantuvo fuertes lazos afectivos. Por si fuera poco, recibió duras críticas de Dalí y Buñuel sobre su Romancero, lo que agravó su estado anímico.

En 1929, tras unos proyectos fallidos en forma de revista y de obra censurada —Don Perlimplín con Belisa en su jardín— por la dictadura de Primo de Rivera, Fernando de los Ríos apareció de nuevo al rescate del poeta. Le propuso un viaje a Nueva York, que el poeta calificaría como una de las experiencias más útiles de su vida. Fue aquí donde comenzó su Poeta en Nueva York, obra que se publicaría cuatro años después de su asesinato.

De Nueva York dio el salto a La Habana, ciudad cubana en la que exploró su música y cultura y en la que trabajó en nuevos proyectos y obras. Para cuando volvió a España nuestro país ya se encontraba en la Segunda República y pudo codirigir, junto a Eduardo Ugarte, La Barraca, un grupo de teatro universitario y ambulante creado con ayuda gubernamental. El proyecto formó parte de las misiones pedagógicas de Gines de los Ríos para acercar la cultura a zonas con poca actividad y escasos recursos.

Volvió a irse del país antes del inicio de la guerra, esta vez con destino a Buenos Aires, donde en 1933, la compañía de la actriz Lola Membrives estrenaba Bodas de sangre. Cosechó bastante éxito y Lorca triunfó gracias a su trabajo, a una gira por Hispanoamérica y a algunas conferencias. Entabló nuevas amistades —Pablo Neruda y Juana de Ibarbourou entre otros— y de regreso a España en 1934, terminó obras como Yerma, Doña Rosita la soltera, La casa de Bernarda Alba y Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Siguió representando obras con su Barraca, organizó clubes de teatro y expuso en conferencias. Sin embargo, España vivía para entonces un clima insostenible de violencia que terminó desembocando en la Guerra Civil.

Lorca llegó junto a su familia el 14 de julio de 1936 y en menos de una semana, el día 20, el centro de Granada ya estaba bajo poder falangista. Aunque él nunca se había afiliado a facción política alguna, durante la República disfrutó de un puesto de funcionario. Incluso conoció a Primo de Rivera gracias a la afición de este último por la poesía.

Tuvo por ello que buscar refugio en casa de su amigo Luis Rosales, algo que no le sirvió de nada. El 16 de agosto de 1936, la Guardia Civil se lo llevaba, acusado de ser un espía de los rusos, de haber sido secretario de Fernando de los Ríos… y por homosexual.

Su última noche la pasó en Víznar junto a otros dos detenidos —el maestro Dióscoro Galindo y dos banderilleros anarquistas— en una cárcel improvisada. Lo mataron el 18 de agosto a las cinco menos cuarto de la madrugada y dejaron su cuerpo en una fosa común anónima. Hoy siguen sin encontrarse sus restos.

UN CONTROVERTIDO CINEASTA

El 22 de febrero de 1900 nació en Teruel uno de los grandes genios del cine español: Luis Buñuel Portolés. Su vida está llena de giros y cambios: estudio ingeniería, acabó licenciándose en Filosofía y Letras, y terminó trabajando para el mundo del cine de todas las maneras posibles.

Fue uno de los estudiantes estrellas de la Residencia de Estudiantes, hecho que lo marcó profundamente desde el punto de vista personal y profesional; e incluso influyó en su forma de ver y vivir la vida, ya que se volvió muy naturista —llevaba una alimentación y una vestimenta muy particulares, e incluso se bañaba con agua helada—.

En la Residencia hizo grandes amistades que perdurarían toda su vida, como Salvador Dalí o Federico García Lorca, quien escribió el guion titulado Viaje a la luna, y que nunca llegó a rodarse. Será allí donde participará en la representación teatral de Don Juan Tenorio, de Zorrilla, en Toledo. En este cine club de la Residencia también participaban, entre otros, Salvador Dalí, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pepín Bello y Juan Ramón Jiménez.

Con quien más relación tuvo fue con Lorca y con Dalí, y solían salir juntos cuando estudiaban en Madrid. En una ocasión en que Salvador tenía que sacar unas entradas para el cine volvió media hora después diciendo:

—No entiendo nada. No sé cómo hay que hacerlo.

Y es que, según Buñuel, Dalí no tenía ningún sentido del dinero.

Por otra parte, las relaciones con las mujeres no eran muy buenas; siempre se trababa en la primera cita, como le pasó cuando fue a conocer a unas bailarinas jóvenes rusas y acabó discutiendo con ella sobre Rusia y su revolución. La bailarina fue tachada de «reaccionaria y asquerosa».

Pero no todo era estudiar en la vida de Luis Buñuel; también tenía un lado más travieso. En una ocasión intentó proyectar una película pornográfica en una sesión de cine infantil, y a veces cogía cubos de agua y los tiraba desde el balcón de su casa a desconocidos que pasaban por debajo —esto apareció en su última película Ese oscuro objeto de deseo—. Aunque lo que más le gustaba era disfrazarse de lo que no era, como cuando se disfrazaba de cura e iba a los peores bares para contemplar la reacción de la gente; también suplantó la identidad de un guía turístico del Museo del Prado y ofreció una visita guiada inventándoselo todo.

No buscaba premios, y una vez dijo que nada le disgustaría más que recibir un Oscar. Se tuvo que callar cuando en 1972 ganó uno a la mejor película extranjera por El discreto encanto de la burguesía.

El rodaje del documental Las Hurdes le salió gratis de casualidad. Un amigo anarquista, conocedor del proyecto de Luis, le dijo medio en broma que si le tocase el gordo de la lotería le pagaría la película. Al poco tiempo le tocó, y como buen cumplidor, no faltó a su promesa.

Luis Buñuel falleció en Ciudad de México el 29 de julio de 1983; viejo y sordo, solía leer una y otra vez el libro de Simone de Beauvier La vejez. Se dice que quiso poner su testamento a Nelson Rockefeller, el hombre más rico de la época. Un año antes, en 1982 publicó sus memorias tituladas Mi último suspiro.

UN ARTISTA DE BIGOTE ROCOCOCO

Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech, primer marqués de Dalí de Púbol (1904-1989), uno de los más grandes pintores surrealistas, también estudió en la Residencia de Estudiantes. Parece ser que Lorca le tiraba los tejos y él se dejaba hacer. Muchas de las cartas que el escritor le mandó fueron destruidas por la que luego sería su mujer, Gala, por culpa de los celos.

Sus padres tuvieron un hijo anterior al que también llamaron Salvador, pero murió con un año de edad, y estos creyeron y le dijeron que él era su reencarnación, cosa que Dalí siempre creyó.

Con su padre no se llevaba muy bien, y menos aún cuando después de fallecer su madre, este se volvió a casar. Terminó por ser expulsado de casa y desheredado. Dalí le dio un preservativo usado con su esperma y le dijo:

—Toma, ya no te debo nada.

Fue uno de los principales incitadores del surrealismo —«Yo soy el surrealismo», llegó a declarar—.

Su musa y gran amor fue Gala, a quien conquistó en la primera cita a pesar del desliz que tuvo al afeitarse las axilas y embadurnarse todo el cuerpo con su sangre, estiércol de cabra y aceite. La regaló un castillo, el de Púbol, donde Gala se retiraba a descansar, hacer reportajes para Vogue y recibir visitas.

La pareja tenía su casa de Portlligat, Cadaqués, en donde nada más entrar hay un oso disecado lleno de abalorios, y en el jardín una piscina con forma fálica rodeado de sofás-labios. Tenían también el teatro-museo de Figueres, de uso exclusivo para Salvador, y totalmente al estilo Dalí: la fachada está llena de fantasmas apoyados en muletas, y su ego era tal que pasaba horas mirando por un pequeño escondite las colas que hacían los turistas para entrar en su museo.

Como hemos comentado, Dalí no tenía mucho sentido del dinero, tanto es así que tenía un medio infalible para pagar en los restaurantes caros, y es que hacía un dibujo en sus cheques y lo firmaba. Sabía que el dueño del restaurante lo pondría en un marco a la vista de todo el mundo, ya que era un Dalí auténtico.

Sentía pasión por los coches, y solía decir que un artista era bueno cuando podía comprarse un coche, y un genio cuando podía tener un Cadillac. En el garaje de su teatro-museo está su coche —matriculado en Mónaco por cierto—.

Gala murió en 1982 y Dalí intentó suicidarse. Dijo que su intención era «entrar en un estado de animación suspendida, igual que hacen algunas bacterias». En el momento de su muerte, en 1989, estaba escuchando Tristán e Isolda, de Richard Wagner, su melodía favorita. Fue enterrado en el museo de Figueres, mientras que Gala está en el castillo de Púbol, aunque con una tumba a su derecha para su marido. En su testamento legó al Estado español toda su obra.

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