Carol

Carol


21

Página 34 de 40

Era sólo parecida, pensó, no exacta, no exacta, pero el reconocerla la había conmovido hasta la médula, y mientras miraba el cuadro crecía la sensación. Se dio cuenta de que el cuadro era exactamente el mismo, sólo que mucho más grande, el mismo que había visto tantas veces cuando era pequeña. Estuvo colgado mucho tiempo en el pasillo que llevaba al cuarto de la música. Era una mujer sonriente ataviada con el recargado vestido de alguna corte, con la mano apoyada en la garganta y la arrogante cabeza levemente vuelta, como si el pintor la hubiera atrapado en movimiento, de manera que incluso las perlas de sus orejas parecían moverse. Conocía las breves y bien moldeadas mejillas, los carnosos labios de coral que sonreían hacia un lado, los párpados contraídos con un matiz burlón, la frente fuerte y no muy larga que incluso en el cuadro parecía proyectarse un poco por encima de los ojos vivaces, que lo sabían todo de antemano, que sonreían y provocaban simpatía. Era Carol. En aquel largo momento en que no podía apartar los ojos del cuadro, la boca sonrió y los ojos la miraron burlones, se levantó el último velo y reveló el matiz burlón y malicioso, la espléndida satisfacción de la traición consumada.

Con un estremecimiento, Therese desapareció bajo el cuadro y bajó la escalera corriendo. En el vestíbulo de abajo, la señorita Graham le dijo algo, una pregunta ansiosa, y Therese se oyó contestarle con un estúpido balbuceo, porque aún estaba estremecida, sin aliento, y pasó junto a la señorita Graham para salir corriendo del edificio.

Ir a la siguiente página

Report Page