Breve historia de Roma

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Capítulo 3. La Roma etrusca y los reyes históricos

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3 La Roma etrusca y los reyes históricos

A finales del siglo VII a. C., el influjo cultural etrusco fue tan importante que se acepta la existencia de una «etrusquización» de la cultura lacial para tales fechas. En este sentido, Roma supo extraer de la influencia etrusca los elementos necesarios para poder construir su propia identidad. Así, por ejemplo, en el plano económico la propiedad colectiva fue reemplazada por la propiedad individual; en el plano urbanístico comenzó un proceso de urbanización y planificación en torno al Foro, con obras públicas y edificios monumentales que hicieron de Roma una ciudad de primer orden, y en el plano político se produjo la transformación de la comunidad gentilicia en un estado unitario bajo la autoridad de un rey que recibía su poder mediante una investidura sacra.

Tres fueron los reyes que la tradición vincula a la fase etrusca, entre finales del siglo VII a. C. y el año 509 a. C.: Tarquinio Prisco, Servio Tulio y Tarquinio el Soberbio.

TARQUINIO PRISCO

De oscuros orígenes, pero al parecer natural de la ciudad etrusca de Tarquinia y descendiente de una familia corintia asentada en Italia, Tarquinio Prisco no fue sólo el primer rey histórico de Roma del que existe constancia, sino que, en parte, fue el verdadero organizador de Roma, es decir, su verdadero Rómulo. Hacia el año 616 a. C. aparece como rey de los latinos, los sabinos y los etruscos asentados en torno al Palatino. Como sucesor electo de Anco Marcio, y tras dotar a la monarquía de un carácter laico, la tradición le atribuye la organización de estas gentes en las citadas tres tribus llamando a sus integrantes romanos, puesto que todos ellos se convertirían en habitantes de la nueva «ciudad situada junto al río» (en etrusco, ruma) bautizada como Roma. Así pues, Tarquinio Prisco sería el verdadero fundador del populus romanus y de la civitas romana.

De las reformas que se le atribuyen destacan dos: la del Senado, base del patriciado, y la del ejército. Respecto al Senado, modificó su composición elevando el número de sus miembros a trescientos con el ingreso de los patres minorum gentium, hombres ajenos al patriciado tradicional y partidarios de los planteamientos políticos del rey. En cuanto al ejército, las fuentes sitúan en este período el desdoblamiento de la caballería originaria en equites priores y equites posteriores, así como la duplicación de las centurias de caballeros, de tres a seis, instaurando la sex suffragia, es decir, los seiscientos jinetes que formarían junto con los tres mil infantes originarios la base del primitivo ejército romano.

Las primeras obras destinadas a dotar a Roma de cierta monumentalidad se llevaron a cabo bajo el reinado de Tarquinio Prisco. Se le considera el artífice de la conversión del Foro en un centro político y comercial, el responsable de la construcción de calles regulares como la Vía Sacra, de la edificación del Circo Máximo (recinto donde se celebraban eventos deportivos como las carreras de carros), de la introducción de prácticas etruscas como las luchas entre gladiadores o de la construcción de la Cloaca Máxima, que permitió drenar las zonas más pantanosas de la urbe.

Bajo el reinado de Tarquinio Prisco se pusieron en funcionamiento varios sistemas hidráulicos destinados a drenar el área pantanosa del valle del Foro. Entre ellos el más importante fue la Cloaca Máxima, obra que todavía sigue en uso.

Por otro lado, Tarquinio Prisco logró evitar las incursiones de los volscos en el sureste del territorio latino. Además, hacia el noroeste y a lo largo del valle del Anio hasta Campania, logró la conquista de gran parte de la región oriental del Lacio, los Prisci Latini, con lo que un total de nueve ciudades latinas tuvieron que reconocer la hegemonía de Roma. Estos éxitos le permitieron la consecución de dos objetivos fundamentales: ampliar el territorio romano hacia el sur para calmar las exigencias de una aristocracia cada vez más contraria a la política regia y controlar las vías del comercio centroitálico desde la desembocadura del Tíber hasta el área etrusca.

De acuerdo con la tradición, Tarquinio Prisco murió asesinado hacia el 579 a. C. por los hijos de Anco Marcio, como resultado de la enemistad que guardaba con un importante sector de la aristocracia.

SERVIO TULIO

Los orígenes, la condición social y la finalidad de las reformas políticas emprendidas por este rey suponen un verdadero enigma. Según la tradición, Servio Tulio accedió al trono a la muerte de Tarquinio Prisco gracias a la ayuda que le ofreció Tanaquil, la mujer del rey difunto, y su madre, Ocrisia, una esclava del palacio real donde aquel se había criado como esclavo (serve, en etrusco; servus, en latín). Servio Tulio latinizaría su nombre una vez en el trono, lo que justificaría el hecho de que los autores romanos se dividan entre quienes lo consideraban de origen etrusco y los que lo juzgan latino, mientras que los autores griegos lo consideran un individuo extranjero sin patria conocida. En este sentido, el emperador Claudio (41-54), el primer etruscólogo de la historia, lo identificará con el etrusco Macstrna, compañero de Celio Vibenna, un noble de la ciudad etrusca de Vulci que llegó a Roma con él tras una serie de contiendas en ciudades etruscas y latinas en las que presumiblemente murió el propio Tarquinio Prisco. Con la muerte de este, Macstrna lograría hacerse con el poder de Roma cambiando su nombre por el de Servio Tulio.

El emperador Claudio defendió que Macstrna, una etrusquización del término latino «magister», era en realidad un etrusco de Vulci que, expulsado de su ciudad junto con los hermanos Vibenna, logró ser rey de Roma. La escena de la tumba François de Vulci (mediados del s. IV a. C.) representa el enfrentamiento entre Servio Tulio y los Tarquinios en estrecha relación con la muerte de Tarquinio Prisco.

Sea como fuere, existe constancia de que Servio Tulio introdujo importantes cambios que transformaron a Roma en una ciudad-estado en la que la base dejó de ser la gens frente al civis o ciudadano:

Se calcula que durante el reinado de Servio Tulio Roma alcanzó una superficie de doscientas ochenta y cinco hectáreas, lo que hacía necesaria una ingente mano de obra para levantar unos muros de seis metros de altura que rodeasen todo el recinto urbano. En la imagen, lienzo de los muros servianos.

Rodeó el perímetro urbano de Roma levantando los muros servianos.

Sustituyó la primitiva organización gentilicia del cuerpo ciudadano por una organización de carácter territorial basada en el lugar de residencia.

Transformó las tres tribus existentes en cuatro tribus urbanas a las que asignó el nombre de cuatro regiones: Colina, Esquilina, Palatina y Suburana.

Creó dieciséis tribus rústicas a las que se vincularon los propietarios de tierras, los

adsidui

.

Potenció el prestigio político y religioso de Roma sobre todo el Lacio.

Con intenciones económicas y militares puso en práctica un ordenamiento centuriado de base timocrática, es decir, en función de la capacidad de renta de cada individuo, lo que originaría dos categorías:

classis

e

infra classem

. Los ciudadanos contribuirían con sus propios recursos a la formación del ejército, y en función de los mismos se les exigiría un armamento u otro.

Se dividió a la población en clases y centurias. Las clases eran cinco, integradas por propietarios cuyas yugadas (dos mil quinientos metros cuadrados) de tierra ascendían a veinte en la primera clase, quince en la segunda, diez en la tercera, cinco en la cuarta y dos en la quinta. La población así repartida se agrupaba en centurias militares hasta un total de ciento noventa y tres: dieciocho de caballería, integradas por los propietarios más adinerados, ochenta de infantes de la primera clase, veinte de la segunda, veinte de la tercera, veinte de la cuarta y treinta de la quinta. Existían, además, cinco centurias de auxiliares, que no combatían, integradas por los ciudadanos con menos recursos.

Creó una nueva asamblea ciudadana, los comicios por centuria o

Comitia centuriata

, en los que únicamente tomaban partido los ciudadanos que contribuían a la constitución del ejército (

infra classem

y proletarios estaban excluidos) y en la que a efectos de votación cada centuria equivalía a un voto.

Ordenó que todos los varones entre dieciséis y sesenta años, con residencia en Roma, cumpliesen el servicio militar.

En la colina del Aventino fundó el templo de Diana, cuyo culto estuvo vinculado con las capas populares.

La aplicación de todas estas medidas desencadenó una rebelión contra el rey, que murió asesinado en una conspiración tramada por su propia hija y por su yerno, Tarquinio el Soberbio.

TARQUINIO EL SOBERBIO Y EL FIN DEL RÉGIMEN MONÁRQUICO

La identidad y la llegada al poder de un rey populista contrario a los intereses de la aristocracia han generado múltiples discusiones entre los investigadores. No obstante, son varios los datos de su reinado que escapan de toda polémica: la reducción del poder del Senado, la reforma del calendario, la dedicación de un templo a Júpiter en el Capitolio, la ampliación de los intereses comerciales de Roma en el Tirreno y el fin del régimen monárquico en el 509 antes de Cristo.

Con la caída de Tarquinio el Soberbio ese año, los ciudadanos romanos reemplazaron el régimen monárquico por otro régimen político de carácter colegiado que evitase el vacío de poder, si bien muy probablemente el régimen monárquico pervivió todavía durante algunos años más y el republicano, en sentido estricto, no se instauró hasta el 504 antes de Cristo.

La fecha de inauguración del templo de Júpiter Capitolino, en el año 509 o en el 508 a. C., coincide con la que la tradición ha dado para la fundación del régimen republicano. Desde el principio se aplicó una práctica por la que cada año el praetor, como magistrado epónimo, clavaba un clavo en uno de los muros del templo, contados los cuales era posible realizar un cómputo de los años transcurridos. Cneo Flavio, edil en el año 304 a. C., contó 204, lo que conduce a la aceptación de la fecha que nos ha legado la tradición. Templo de Júpiter Capitolino. Maqueta Gismondi. Museo della Civiltà Romana, Roma.

Según la tradición, la caída del régimen monárquico fue el resultado de un motín de la nobleza al sentirse ultrajada por el rapto y la violación de Lucrecia, mujer del noble y guerrero Tarquinio Collatino, por Sexto, hijo de Tarquinio el Soberbio. Al no poder soportar tal deshonra, Lucrecia se suicidó. Como consecuencia, Sexto huyó a Gabii, donde murió, mientras que el resto de la familia real no tuvo más remedio que huir y refugiarse en la ciudad etrusca de Caere. Porsenna, miembro de la realeza de Clusium, habría llegado en su ayuda, pero no restableció al rey en su trono ni lo ocupó él mismo ante las ejemplares actuaciones de algunos nobles romanos.

Con este fatídico episodio se ponía fin a más de dos siglos de tradición monárquica, abriendo camino a un nuevo y colegiado régimen: la República.

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