Breve historia de Roma

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Capítulo 10. La dinastía de los emperadores flavios

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10 La dinastía de los emperadores flavios

INTRODUCCIÓN

Los conflictos civiles de los años 68 y 69 acabaron con la dinastía julio-claudia, lo que evidenció que a partir de ese momento el emperador no sólo debía asegurarse la adhesión de Roma y de Italia, sino que, además, debía contar con el apoyo de las provincias y de los efectivos militares en ellas asentados. El resultado del conflicto puso de manifiesto la posibilidad de poder elegir a un emperador fuera de Roma.

Por su parte, la dinastía flavia, que se instauró como consecuencia inmediata de la guerra civil, puso de manifiesto la fuerza de los ejércitos provinciales frente a las cohortes pretorianas. Los asimismo conocidos como Flavios se apoyaron en los caballeros, quienes terminaron sustituyendo a los libertos imperiales en los altos cargos de la Administración central. El período de ejercicio del poder de la dinastía se corresponde con los años de los gobiernos de Tito Flavio Vespasiano (69-79), de su hijo mayor de igual nombre, comúnmente conocido como Tito (79-81) y del hijo menor Tito Flavio Domiciano (81-96).

La mayoría de los escritores antiguos mantuvieron una opinión positiva hacia Vespasiano y Tito y, por el contrario, completamente negativa hacia Domiciano.

La tradición de afiliar en el Gobierno al heredero y la participación simultánea de los tres en diferentes magistraturas impide poder distinguir claramente las gestiones propias de cada uno, pues en conjunto adoptaron muchas decisiones administrativas parecidas y concluyeron obras iniciadas por su correspondiente antecesor.

LA DINASTÍA FLAVIA

Cuadro genealógico de la dinastía Flavia.

VESPASIANO Y LAS BASES DEL NUEVO PODER (69-79)

Con Vespasiano se puso fin a la práctica de vincular al emperador con viejas y adineradas familias aristocráticas, pues en realidad él mismo procedía de una humilde pero modesta familia oriunda de una pequeña aldea sabina próxima a la ciudad de Reate (Rieti). Pese a sus más que modestos orígenes familiares, Vespasiano logró alcanzar el trono imperial gracias a la profesionalidad y a la eficacia demostradas en sus gestiones administrativas y militares. Por consiguiente, representó un claro ejemplo de la promoción de las oligarquías municipales itálicas, obra ya iniciada por la política de Julio César y de Augusto.

Si bien es cierto que comenzó a contar el tiempo de su gobierno a partir de sus éxitos militares del 1 de julio del 69, Vespasiano no llegó a Roma hasta octubre del año siguiente, después de haber consolidado la sumisión de los judíos, la reorganización de Egipto y la anulación del peligro parto.

Confirmada su autoridad a partir del 1 de julio del 69, y tomando como punto de partida el modelo político augusteo, institucionalizó su poder con el propósito de hacerlo legalmente absoluto. En virtud de la lex de imperio Vespasiani, Vespasiano adoptó de una sola vez todos los poderes imperiales, además del derecho de poder ampliar el pomerio de la ciudad o el de la consideración del emperador como persona no sujeta a la ley.

Vespasiano inició la práctica de asociar en el ejercicio de su gobierno a su futuro sucesor, con lo que se acentuó en mayor grado el carácter monárquico de su régimen. De esta manera, introdujo a su hijo Tito, quien además de ejercer el consulado junto a su padre y de convertirse en el director de una nueva guardia pretoriana integrada exclusivamente por soldados oriundos de la península itálica, recibió el título de césar en el 69 así como el de princeps iuventutis, «príncipe de la juventud», junto a su hermano Domiciano, caso sin precedentes hasta el momento en el Imperio.

La lex de imperio Vespasiani, de la que tan sólo se conserva su parte final, permite comprender el carácter institucional dado al poder imperial de Vespasiano. Reproducción de la inscripción en bronce de la lex de imperio Vespasiani. Museos Capitolinos, Roma.

Aunque en ningún momento se hizo llamar rey, las bases del poder imperial de Vespasiano fueron las de una auténtica monarquía. Consolidó el culto imperial y nombró un consejo privado de asesores y un Senado que cumpliera las funciones de un consejo ampliado. Durante el 73-74, ejerció la censura junto a su hijo Tito, desde la cual pudo conformar un nuevo Senado del que expulsó a los miembros indignos e incorporó a un gran número de hombres nuevos procedentes de las oligarquías itálicas y provinciales de Occidente con el propósito de equiparar progresivamente a la población provincial a las condiciones estatutarias de la población de Italia —no obstante, a partir de entonces los senadores quedaron limitados casi exclusivamente no tanto al ejercicio de funciones políticas como a las gestiones administrativas—. Además, y con objeto de estimular la promoción social, Vespasiano reorganizó la estructura de la Administración elevando considerablemente el número de sus puestos.

Por lo que respecta a su programa edilicio, restauró el tabularium, reparó acueductos, reconstruyó templos, amplió la pavimentación de las calles de Roma y creó grandes almacenes de víveres, los horrea Vespasiani.

Por otro lado, solucionó la debilidad de la hacienda imperial mediante la reorganización de la política fiscal, gestión con la que obtuvo fama de tacaño entre los círculos senatoriales, llegando a decir Suetonio que cobraba impuestos incluso por el uso de las letrinas. Al mismo tiempo, reivindicó para el Estado la posesión de las tierras subcesivae, es decir, las tierras que no se habían visto afectadas por la limitación colonial, para luego venderlas al mejor postor, ganándose con ello la oposición del pequeño campesinado.

Un elemento indicativo del deseo flavio de acabar con el monopolio de privilegios ciudadanos de Italia se manifiesta en la concesión del derecho latino, ius Latii, a Hispania por Vespasiano. Con tal concesión, existía para la población latina la posibilidad de acceder a la ciudadanía romana per honorem, esto es, tras el ejercicio de una magistratura, adquiriendo la ciudadanía romana tanto el que la había desempeñado como todos cuantos se hallaran bajo su patria potestad. Con el ius Latii varias ciudades peregrinas abandonaron el uso del derecho local tradicional para reglamentarse en función del derecho romano. Busto de Vespasiano. Museo del Louvre, París.

Aunque en términos generales su gobierno fue pacífico, en el año 70 destinó a las fronteras renana y danubiana ocho legiones al mando de Petilio Cerial para derrotar a la rebelión capitaneada por Julio Civil. Por otro lado, en Britania, aprovechando la debilidad militar romana en la isla, una federación de tribus a las órdenes de Venucio invadió el territorio de los brigantes, el apoyo local más sólido de Roma. Con el fin de restablecer el orden en la isla, Vespasiano nombró como gobernador de Britania al propio Petilio Cerial. Con dicho gobernador, la actividad de Venucio fue relativamente sofocada, si bien esta no quedó totalmente liquidada hasta que Julio Agrícola fue nombrado gobernador en el 77. Agrícola no sólo llevó a cabo el sometimiento de las tribus rebeldes, sino que además acometió la conquista de Gales y la ampliación de los dominios romanos hasta las tierras bajas de la actual Escocia.

Vespasiano moriría el 23 de junio del 79 y Tito, su primogénito, lo divinizó y lo sucedió. Era la primera vez que un hijo sucedía a su padre biológico en el trono imperial.

TITO (79-81)

Tras el fallecimiento de Vespasiano, el Senado cumplió con la formalidad de asignar a Tito todos los poderes de su padre a la par que su hermano Domiciano quedó asociado al Gobierno. Su breve mandato estuvo presidido por el buen gobierno, el respeto por el Senado y el rechazo de los delatores con denuncias de traición.

A la guerra judaica, iniciada por Vespasiano, le quedaban importantes núcleos por someter, como Jerusalén o Masada, y fue Tito quien en el año 70 logró la caída de Jerusalén, la ciudad más importante de Judea. En este sentido, según Flavio Josefo, historiador judío y apologista de Roma, nada pudo hacer para evitar que la ciudad y su templo fueran arrasados por los soldados.

Tras la guerra judaica, parte de la población judía se dispersó por todo el Imperio. Entre los que permanecieron en Judea, convertida en provincia pretoria autónoma con una legión como fuerza de ocupación, predominaron los fariseos, que siempre habían realizado una interpretación más flexible del judaísmo y se habían mostrado dispuestos a colaborar con Roma. Francesco Hayez, La destrucción del templo de Jerusalén, 1867. Galería de Arte Moderno, Venecia.

A nadie le resultó extraño que Tito, como ya antes hicieran otros altos dignatarios acudiendo a importantes templos u oráculos de dioses extranjeros, visitara la ciudad egipcia de Menfis para hacer rituales ante el dios Apis. Sin embargo, la relación sentimental que Tito mantuvo entre el 75 y el 79 con Berenice, mujer judía y de familia real, chocó con los círculos antisemitas romanos ante la posibilidad de poder ser gobernados por una mujer extranjera. Presionado por los sectores senatoriales más tradicionales, Tito no tuvo más remedio que abandonarla a su llegada a Roma.

Tomada Jerusalén, se aplicó un nuevo impuesto por el que el diezmo que se pagaba al templo de la ciudad se convirtió en un impuesto obligado para destinarlo al fisco, Iudaicus fiscus. Arco de Tito en la vía Sacra y detalle del mismo, Roma.

Durante su gobierno, asimismo, Tito tuvo que hacer frente a tres grandes desastres: la erupción del Vesubio de agosto del año 79 en la que quedaron sepultadas las prósperas ciudades de Pompeya, Herculano y Estabia, y en la que murió el propio Plinio el Viejo, naturalista y prefecto de la flota en Miseno, que quiso estudiar el fenómeno in situ; el incendio de la ciudad de Roma en el 80, y la peste del mismo año, que provocó miles de muertos.

En lo que afecta a su política edilicia y de atención a la plebe de Roma, la conclusión del Anfiteatro Flavio, comúnmente conocido como Coliseo, en el monte Esquilino, fue su obra cumbre a todos los niveles.

Su más que temprana muerte, el 13 de septiembre del 81, fue sin lugar a dudas natural, si bien Domiciano, con quien Tito había guardado una tensa relación desde la niñez, acabó por ser considerado por algunos sospechoso de haberlo envenenado.

DOMICIANO (81-96)

Si bien mantuvo relaciones adulteras con su sobrina Flavia Julia, Domiciano contrajo matrimonio con Domicia Longina, mujer perteneciente a una de las familias senatoriales con mayor tradición, con el fin de restaurar el entendimiento con el Senado.

Vespasiano inició la construcción del mayor anfiteatro del Imperio, el comúnmente conocido como Coliseo por la gigantesca estatua de Nerón que existía en sus proximidades. Su construcción fue posible gracias al saneamiento de las finanzas públicas. Inaugurado por Tito y ampliado por Domiciano, contaba con un aforo de más de cuarenta y cinco mil espectadores que podían presenciar juegos gladiatorios o luchas con animales. En las imágenes, exterior e interior del Coliseo.

Fueron varios los rasgos que diferenciaron su gobierno del de su padre y hermano, al hacerse llamar dominus et deus contra la costumbre romana, es decir, señor y dios, lo que dotó a su poder de un carácter divino —hecho que provocó la oposición de un Senado que no estaba ideológicamente preparado para reconocer al emperador vivo como dios—; al ejercer una dura represión sobre judíos y cristianos, así como sobre los filósofos estoicos; al revestir el consulado diez veces; al celebrar tres triunfos sobre los dacios, o al hacerse proclamar imperator en veintidós ocasiones. No obstante, Domiciano continuó la política iniciada por su padre sobre las fronteras danubiana y renana y completó su reorganización con la creación en el año 92 de las provincias de la Germania Superior y la Germania Inferior. Asimismo proyectó ampliar la extensión de tierras cultivables en África o las explotaciones mineras, ahora en manos de libertos imperiales y no de publicanos.

Al igual que Vespasiano y Tito, Domiciano continuó la tradición de llevar a cabo distribuciones gratuitas de alimentos y dinero para la plebe alimentaria de Roma, es decir, al conjunto de plebeyos con domicilio en la capital del Imperio —aproximadamente doscientos mil—, buscando con ello el apoyo de la misma. Además de estas medidas, llevó a la práctica la concesión extraordinaria de donativos, congiaria, y la celebración de múltiples espectáculos públicos a los que la plebe podía asistir gratuitamente. Por otro lado, y según Suetonio, elevó el sueldo de los militares con el único propósito de ganarse su favor.

El talante autocrático y rigorista de su gobierno quedó evidenciado a través de una serie de medidas como la concesión del título de Augusta a su esposa, la condena a pena capital de varios senadores bajo la acusación de crímenes contra la majestad del Estado, la ejecución de artistas cuyas obras pudieran contener alusiones negativas a su persona, la acumulación de varios consulados o la exigencia de un alto nivel de moralidad pública cuando él mismo incumplía las normas.

Entre las campañas militares de Domiciano destaca la consolidación de los agri decumates, esto es, la región comprendida entre el Rin y el Danubio. Anverso de un áureo de Domiciano.

El endurecimiento progresivo de sus medidas con los senadores y su actitud despótica con el pueblo le llevaron el 18 de septiembre del 96 a ser víctima de un complot organizado por el Senado en el que participaron varios miembros del orden senatorial y libertos de la casa imperial, así como su propia esposa y los dos prefectos del pretorio.

Uno de los recursos más comunes para calmar y distraer a la población consistió en el reparto de trigo y en la celebración de espectáculos, acuñándose la famosa expresión de Juvenal panem et circenses. En la imagen, mosaico romano del siglo III en el que se representan escenas gladiatorias, Museo Arqueológico Nacional.

Con su asesinato, el Senado decretó la damnatio memoriae por la que el nombre de Domiciano quedó borrado de todos los lugares públicos. Acto seguido, el viejo senador Marco Coceyo Nerva fue elegido por el Senado como su sucesor iniciando entonces una nueva dinastía, la de los Antoninos.

Domiciano fue el responsable de la construcción en Roma de dos grandes complejos, el Forum transitorium y la Domus flavia, el nuevo palacio imperial sobre el Palatino como expresión arquitectónica del absolutismo monárquico. Planimetría realizada por Filipo Coarelli y panorámica del estado actual de la Domus flavia.

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