Baby doll

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43. Rick

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Señor Hanson, ¿le importaría dirigirse al tribunal?

La juez con cara de lechuza se quedó mirando a Rick con desprecio no disimulado. Rick observó la abarrotada sala, toda la gente que se había congregado allí por él. Vio a su madre, su rostro bañado por las lágrimas estudiándolo. Le había dicho que no viniera, pero sabía de antemano que no le haría caso.

«Eres mi niño. Estaré a tu lado hasta el final».

Le daba lástima, por no percatarse de quién era su hijo, o por negarse a aceptarlo.

Luego estaba Missy. Vaya desastre. Parecía como si no hubiera salido nunca de casa: pálida y demacrada, las raíces del pelo al aire, la ropa colgándole. Era una desgracia, pero no le sorprendía.

Pero era a Lily, a su Lily, a la que no podía dejar de mirar. Llevaba un peinado ridículo. ¿Por qué demonios podía apetecerle a alguien ser pelirrojo? No tenía sentido. Pero a pesar de eso, seguía estando impresionante. Hasta que abrió la boca. Entonces le entraron ganas de castigarla. De decirle que dejara de una vez de mentir. ¿Por qué no mencionaba los buenos momentos que habían compartido? ¿Todo lo que él había hecho por ella? La suprema educación que le había proporcionado, los libros que les regalaba a ella y a Sky. ¿Y Sky qué? Lily no podía negar que había sido un buen padre. Le había permitido criar a su hija juntos y ni siquiera lo había mencionado. Nada de nada.

Por la mañana al despertarse, había pensado que en parte le gustaría que Lily recuperase el sentido y se diese cuenta de que ella también lo había amado. Que la vida que llevaban era algo especial que nadie alcanzaría nunca a comprender. Pero Lily era una causa perdida.

Haber encontrado a Angela era una suerte. Ella sí que haría por él todo lo que hiciese falta. Angela le había pasado una nota antes de salir para los juzgados en la que le informaba de que todo marchaba según lo programado. El imbécil de su primo estaba apostado en el punto de encuentro acordado, ella había dejado a su criatura con su madre y tenía ropa y material de aseo preparado para él. Le había insinuado que le gustaría estar presente en los juzgados, pero Rick temía que hubiera podido llamar demasiado la atención. Le había dicho que siguiera con el plan y que muy pronto estarían juntos.

Rick había pasado la mañana ignorando las bromas de los carceleros, que lo alertaban de los nuevos «novios» que tendría en la cárcel, que le decían que estaría de suerte si conseguía sobrevivir allí una semana. Rick no les había hecho ni caso y se había vestido con el traje y la corbata que le había hecho llegar su madre. Su mejor venganza era saber que aquellos carceleros estaban condenados a una existencia infernal mientras que él saldría muy pronto de aquel lugar.

Le tocaba a él hablar. Su momento bajo los focos. Sabía que iba a ser analizado, que los programas de la mañana diseccionarían hasta la última peculiaridad y matiz de su conducta. Eso esperaba. Rick se puso en pie, inclinó la cabeza y se esforzó para transmitir arrepentimiento.

—Sé que he sido etiquetado de monstruo. Pero no creo que sea cierto. Creo…, creo que soy un hombre enfermo. Pero sé que no es excusa. Acepto mi castigo y prometo que después de hoy no volverán a oír hablar de mí. Desapareceré en el olvido y confío en que mis víctimas puedan encontrar la paz y la felicidad de ahora en adelante.

Complacido con su discurso, Rick volvió a sentarse. Deseaba aplausos y elogios, pero el silencio le pareció satisfactorio. Lily fijó la vista al frente y no cruzó la mirada con él ni en una sola ocasión. Su hermana, en cambio, lo taladró con la mirada. No le gustaba reconocerlo, pero la verdad, pensó Rick, era que estaba muy buena con aquel jersey negro ceñido que se adaptaba tan bien a sus curvas. Tal vez se equivocó al elegir. Tal vez. Miró a la juez, deseando que aquello terminara de una vez por todas. En cuestión de pocas horas, Rick estaría circulando a toda velocidad por la interestatal mientras todos aquellos idiotas se llevaban las manos a la cabeza sin poder creérselo. Bastaba con superar aquel espectáculo de niñatos ridículo y sería libre.

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