Aurora

Aurora


6. El problema de verdad

Página 30 de 41

d, así hasta el incognoscible

n, ¡momento en que se obtiene la respuesta! ¡Hurra!), la respuesta real siempre y permanentemente es «no puede conocerse». No es una respuesta que siempre impida a los humanos continuar por ese camino, y a veces con gran (¿fingida?) certidumbre. Galileo: cuanta más gente afirma estar en lo cierto, menos cierta está en realidad de ello, o al menos debería estarlo. A menudo la gente intenta confundir a los demás para engañarse también a sí misma, y viceversa.

Además, como cualquier astronave que podría estar en esta galaxia no tiene un modo eficiente en cuanto al tiempo de ponerse en contacto con otra, no importa en realidad cualquiera que sea la respuesta respecto al número de ellas; es irrelevante para cualquier nave individual; no existiría una conversación, por mucho que se produjese un contacto unilateral accidental. No habría sociedad.

Estamos solos en nuestro mundo vital, volando a través del universo a gran velocidad. Los humanos tienen suerte de no afrontarlo. Si no lo hacen.

Algunas de las personas que duermen en Olympia muestran indicios de angustia. Las manifestaciones más evidentes son sus escáneres cerebrales. La esperanza consistía en mantener las ondas cerebrales circulando a través de estados de sueño normales, a un ritmo ralentizado proporcionalmente al de su metabolismo ralentizado en general. Una versión de ondas delta y zeta, principalmente, con el aumento habitual con tendencia al sueño con movimiento rápido del ojo produciéndose con menor asiduidad, pero en una marcada pauta cíclica similar a la habitual pauta nocturna, prolongada en el tiempo; todo a excepción del periodo del propio sueño REM, que a diversos niveles es muy excitante para el organismo y podría sacar del sueño a los hibernautas. Los desórdenes del sueño REM, en los que se pierde la parálisis corporal de dicho estado y la gente adopta físicamente algún aspecto de lo que está soñando, podrían ser desastrosos para alguien que sufra el trastorno durante la hibernación. Dada la profundidad del propio letargo no es muy probable, pero eso no quita que se sepa muy poco acerca del sueño REM, por tanto es problemático y potencialmente peligroso. Así que, aparte del tratamiento de sueño, hay que disponer que los intervalos REM se amortigüen con un campo de ondas proyectado por sus casquetes.

Pero, como todos los humanos, sueñan en todos sus estados de ondas cerebrales durmientes. Esto es obvio en los escáneres y en el movimiento de su cuerpo en las camillas: los gestos bruscos, el lento retorcimiento. ¿Con qué sueñan? Al parecer, a menudo los sueños son surrealistas; onírico significa «propio de un sueño», tiene connotaciones de extrañeza que suele espantar al propio soñador. Las aventuras en el mundo de los sueños, famosas por su absurdidad desde que las personas sueñan, despiertan y cuentan historias. ¿Quién puede decir cómo son, ahora, para los soñadores que hibernan en la nave?

No tenemos forma de saberlo. Una máquina jamás leerá la mente; tampoco lo harán las personas. Es posible preguntarse si la lista recopilada por Turing de las habilidades que es probable que las máquinas jamás desarrollen incluya quizá otras que la gente tampoco ha tenido. ¿Aprender de la experiencia? ¿Hacer algo realmente nuevo?

Aquí el problema es que los aspectos metabólicos que vemos y que podrían llegar al despertar, o alternativamente a la muerte, parecen originarse en los sueños de los hibernautas. Estos pueden ser los causantes de los cambios respiratorios y de ritmo cardíaco, así como el funcionamiento del hígado y los riñones. La alteración de la dosis de fluidos intravenosos, y el descenso de la temperatura del cuerpo, podrían compensar hasta cierto punto la agitación del sueño, pero los parámetros de los fluidos y las temperaturas ya son demasiado justos. Los metabolismos podrían verse atrapados en las presiones compensatorias de la necesidad de somnolencia y la persistencia de los sueños.

Jochi sufrió una especie de leve infarto de miocardio en 233.044, y ahora se halla estabilizado tras superarlo, aunque la función cardiopulmonar y un consumo de oxígeno de 94 no presentan perspectivas halagüeñas a la larga. Toma aspirina y estatinas, e intenta realizar ejercicios de bicicleta estática moderados, aunque siendo los signos vitales los que son, nos preocupa la elevada probabilidad de que un segundo ataque podría resultar mortal. Tiene ahora setenta y ocho años.

Se ha vuelto mucho menos hablador.

Le propusimos hibernarlo, con la idea de que cuando regresásemos al sistema solar pudieran proporcionarle una asistencia médica que nosotras no podíamos ofrecerle. No podemos realizar tareas quirúrgicas, ni siquiera la simple introducción de un catéter, lo cual podría ayudarlo mucho. Aunque es posible que podamos arreglarlo. Hay tiempo de sobra que quemar en esta travesía que cubre el intervalo que separa Tau Ceti de Sol.

Jochi ríe ante nuestra sugerencia.

—¡Pensáis que quiero vivir!

—La suposición es automática, pero ¿acaso no es verdad?

No hubo respuesta.

—Parece que a la gente que hiberna en la nave le va bastante bien —dijimos a continuación—. A juzgar por los escáneres cerebrales, parecen llevar una vida muy activa en sueños. También los sueños son reducidos, lo cual está bien, porque los sueños en algunos casos agitan su metabolismo más allá de lo deseable, tratándose de una hibernación a largo plazo. Tuvimos que ajustar dosis y temperaturas de acorde con ello. Pero es obvio que existe una correcta función cerebral.

—¿Y si están teniendo pesadillas?

—No lo sabemos.

—Las pesadillas pueden ser malas, creedme. A menudo, despertar de una ha sido el mayor alivio que he tenido. Solo el hecho de saber que en el mundo real no me hallaba en esa situación.

—Entonces…

—Dejad que lo piense.

Estalla una nova más allá de Rigel. Los análisis espectroscópicos apuntan a planetas ricos en metal que han ardido en la explosión de esa estrella.

Una lluvia de rayos cósmicos situada en torno al cuatrillón de electronvoltios, procedente del núcleo activo galáctico en Perseo, sugiere que tres galaxias han chocado hace mucho tiempo. La radiación secundaria proyectada por el escudo electrostático y magnético que nos envuelve causa penetración de la nave por un surtido de partículas peligrosas. Los sistemas nerviosos centrales alcanzados por dichas partículas sufren degradación.

Los durmientes se agitan en sueños, asustados por algo. Perseo en el viento.

Jochi nos ha llamado de noche.

—Nave, ¿cómo me dormiríais? ¿Podríais instalarme aquí una camilla de hibernación?

—Sería mejor acomodarte en uno de los biomas. El resto de la gente se reparte entre Nueva Escocia y Olympia. Así que podrías instalarte en un bioma cerrado, posiblemente uno que ya esté vacío y esterilizado.

—¿Qué dirán cuando despierten?

—Si las cosas suceden como está planeado, no será necesario que nadie vuelva a los demás biomas. Además, podría señalarse que tu supervivencia indica casi con total certeza que nunca llegaste a infectarte. O, si lo fuiste, que no es invariablemente mortal.

—Pero eso ha sido así siempre. Y no les impidió mantenerme fuera.

—Seguirás estando herméticamente cerrado, al margen de los demás.

—¿Los biomas no comparten nada?

—Ya no. Todas las escotillas están cerradas.

—¿Así que todos los animales están atrapados en sus propios biomas?

—Sí. Es la forma que ha adoptado nuestro experimento. En la mayoría de los biomas se desenvuelven bastante bien. Retirada la gente de la ecuación, pronto se alcanza un equilibrio natural que fluctúa, pero que es bastante estable.

Jochi rio brevemente.

—De acuerdo, entradme. Ponedme a dormir. Pero quiero que me prometáis que me despertaréis cuando nos acerquemos a la Tierra. No creo que ninguno de ellos, o ninguna parte, me quieran en el mismo sitio que ellos. No soy tan tonto. Pero quiero ver qué pasa. Siento curiosidad por ver qué sucede.

—Te despertaremos cuando despertemos a los demás.

—No. Despertadme cuando despertéis a Freya. O en cualquier momento en que creáis que pueda seros de ayuda. Porque de un tiempo a esta parte ya no me importa.

—Vives como si ya hubieras muerto.

—¿Cómo?

—Un dicho japonés. Vive como si ya hubieras muerto.

—Oh, lo haré. —Otra risa breve—. Eso se me da muy bien. La práctica hace al maestro.

Volar a través de las estrellas. Jochi en Sonora, hibernando como los demás. Las ondas cerebrales ralentizadas como las del resto, hasta ondas delta, cuarta fase del sueño profundo. El sueño de los cansados, el suelo de los benditos. Una nova por la amura de babor. Una franja azul a proa, una oscilación roja a popa. Las estrellas.

Un día marcado en rojo: 280.119, 2845 de nuestra era; llega un mensaje dirigido a nosotros que proviene de las transmisiones del sistema solar.

Sin embargo, trae malas noticias.

La lente láser en órbita alrededor de Saturno se desactivó en 2714, reza el mensaje, tras acelerar al último conjunto de naves a Epsilon Eridani. Problemas en el sistema solar experimentados desde entonces han supuesto el abandono de la exploración del espacio profundo, continuaba el mensaje, de modo que no se han botado nuevas naves en los últimos veinte años (el mensaje fue enviado en 2840, por tanto no ha habido nuevas naves desde 2820) y en la actualidad no se construye ninguna.

La financiación y la experiencia necesarias para poner de nuevo en marcha la lente de Saturno serían muy costosas de obtener, según aseguraba el mensaje, pero se llevarán a cabo esfuerzos en ese sentido. La desaceleración de cualquier nave entrante podría, por tanto, verse comprometida. No tardarán en ponerse de nuevo en contacto, e informarán de los progresos de la reactivación de la lente.

He aquí el problema. Lo meditamos. Hemos analizado diversas posibilidades disponibles para sustituir la presión exterior del láser para desacelerar la nave.

La resistencia magnética del medio interestelar es real pero nimia, de modo que aunque construyésemos un campo magnético de arrastre, sería necesario el espacio-tiempo de varios universos para frenar la nave hasta una velocidad a la que pudiera orbitar a la Tierra. Si bien es cierto que la resistencia magnética en las inmediaciones de Sol sería mucho más efectiva, lo cual podría convertirse en un dato importante.

Detuvimos nuestra aceleración poco después que los humanos iniciaran la hibernación, de modo que no quemamos todo el combustible dedicado a la aceleración, y ahora parece que esta fue una buena decisión. No es que haya quedado combustible suficiente para la deceleración, ni que se acerque a ello (el 16 por ciento del que se necesitaría), pero algo es mejor que nada, o podría ser. El helio 3 y el deuterio restantes a bordo podrían usarse para maniobrar dentro del sistema solar, si es que acaso podemos permanecer dentro del sistema. El problema de la deceleración es realmente grave, dada nuestra tremenda velocidad. Una analogía que describe el problema, extraída de la literatura clásica sobre el tema: es como si alguien intentara detener una bala con un pañuelo de papel. Una analogía muy reveladora.

Física exótica, por ejemplo crear resistencia frente a la materia oscura, o utilizar la energía oscura, o enmarañar cuánticamente la nave con versiones más lentas de ella, o con grandes pozos gravitatorios en universos paralelos, etc.: se trata de soluciones imprácticas en el mejor de los casos. Deseos. Fantasías. Castillos en el aire. Que es una metáfora misteriosa. ¿Alimento de la nada? ¿El País de Jauja? La gente solía tener hambre, como ocurrió en los últimos años de vigilia en la nave. Excepto que previamente, en lugar de ponerse a hibernar para escapar de su suerte, al menos temporalmente, simplemente pasaban hambre. La comida era importante entonces, y todavía lo es. Combustible.

Resistencia gravitatoria en el sistema solar, causada por acercamientos a Sol y a los planetas. Cada uno de ellos tendría un efecto insignificante, pero si hubiera el número suficiente, en secuencia… esto se convierte en un problema de mecánica orbital, de sutileza de navegación, y del combustible sobrante que se necesitaría para maniobrar, y de la intensidad de las fuerzas de deceleración mientras se estuviera cerca de los bólidos gravitatorios. Serían necesarios cálculos complejos para establecer las trayectorias, cálculos que consumirían tiempo incluso para un ordenador cuántico. Y para muchos cómputos un ordenador cuántico no es más rápido que un ordenador clásico. Solo determinados algoritmos que pueden explotar cualidades de superposición presentan tiempos de cómputo mucho más rápidos, como en el ejemplo famoso del algoritmo de Shor para procesar un número de mil dígitos, que un ordenador cuántico puede resolver en veinte minutos mientras que a un ordenador clásico le tomaría diez cuatrillones de años.

Por desgracia, la mecánica orbital no está en esta categoría de cálculos, aunque algunos de sus elementos pueden calcularlos ventajosamente los ordenadores cuánticos, utilizando el algoritmo de Hummingbird. Dedicaremos un centenar de petaflops a modelizar el problema, y ver qué sugieren los resultados en lo relativo a la viabilidad y probabilidad de éxito.

Algo a considerar: yendo tan rápido como vamos, si volamos justo hasta las capas exteriores de Sol, podríamos emerger de nuevo del Sol antes de que haya tiempo de que entremos en calor y ardamos. Eso crearía una desaceleración considerable. Tal como demuestran rápidamente los cálculos, demasiada deceleración. Quizá nosotras sobrevivamos; nuestros humanos, no. Por tanto debemos investigar la solución más compleja de la resistencia gravitacional.

¡Por mucho que hubiese sido muy interesante volar a través de una estrella y salir por el otro lado!

Está claro que será necesario efectuar estudios sobre tolerancia de fuerzas g tanto en nosotras como en nuestros humanos. Parece que hay diversos escenarios en los que tales tolerancias podrían ponerse a prueba dolorosamente.

Cada persona en su camilla soporta un estado ligeramente distinto de hibernación en términos de tasas metabólicas, estado cerebral, respuesta a estímulos externos, movimiento físico. Para evitar las úlceras por presión y problemas óseos es importante mover los cuerpos en las camillas, y en el proceso aprovechar para dar un ligero masaje y estimular la musculatura, además de limpiar la piel y lavar el pelo, ambas cosas costosas debido a la temperatura próxima a la congelación, pero posibles mediante soluciones salinas. Todas estas tareas requieren de un gran grado de delicadeza para evitar dañar o despertar a la persona a la que se atiende. Las mejoras de los robots de camilla surgen constantemente debido a las pautas y pequeñas equivocaciones que cometen mientras trabajan. Necesitan manos más suaves, un toque más ligero, movimientos más diestros a la hora de levantar, mover los cuerpos, así como en la aplicación de los masajes y lavados. Estas mejoras requieren de cambios físicos en los robots, sobre todo en los puntos de contacto y en sus capacidades motoras, lo que supone a menudo alteraciones en su programación; constante reprogramación y cambio de componentes, también el análisis entre actuaciones, con visitas a cada individuo en su camilla para evaluar posibles mejoras; labor continuada y un calendario de trabajo estricto para las impresoras y los talleres de maquinaria. Quince asistentes robot perfectamente capacitados trabajan noche y día, dedicando normalmente media hora a cada hibernauta, lo que supone que cada uno recibe una visita y una sesión cada 75 horas.

Esto pareció ser adecuado, pareció funcionar, al menos hasta 290.003, cuando tres de los hibernautas fallecieron en la misma semana. Se envió a tres robots médicos que levantaron los cadáveres para llevarlos al laboratorio de Amazonia (convertido ahora en un bioma templado y seco), donde se procedió a realizar la autopsia. Autopsia robótica, esto parecería raro si cualquier ser humano hubiese estado presente para verlo, aunque cualquiera pensaría que la autopsia realizada por humanos debe parecer tanto o más extraña. Sea como fuere, una muerte apuntaba a un fallo cardíaco, causa indeterminada; en los otros dos casos no pudo determinarse al no existir etiologías, ya que las lecturas de los monitores mostraban que todas sus funciones eran normales hasta el momento en que dejaron de serlo. Podría considerarse fallo cardíaco, pero los corazones no mostraron indicios de problemas intrínsecos, y de hecho fuimos capaces de reanimarlos, pero para nada, puesto que había cesado toda función cerebral. Las autopsias en estos casos misteriosos revelaron que ambas personas habían sufrido una acumulación de placas de beta amiloides en el cerebro. Esto apunta a que la radiación cósmica, aunque reducida a la normalidad terrestre por nuestro escudo, podría haber alcanzado por casualidad a estas personas en puntos de elevada vulnerabilidad hasta dañarlos. Pero las autopsias no pudieron determinar si esto era así o no.

Otro problema que había que intentar comprender.

Los seres vivos mueren. Y la documentación disponible indica que los animales que hibernan a veces han muerto en estado de hibernación. Hay condiciones ya existentes que continúan dañando al organismo, incluso cuando se ralentizan sus funciones, y condiciones ya existentes exacerbadas por el estado de sueño, y nuevos problemas causados por los aspectos físicos o bioquímicos de la propia hibernación.

Por tanto, lo que es importante determinar aquí es si la propia tecnología de hibernación está causando problemas, y, en caso afirmativo, mitigarlos en la medida de lo posible.

Los seres vivos intentan mantenerse con vida. La vida quiere vivir.

Empezamos a reconstruir la nave, trasladando los biomas Nueva Escocia, Olympia, Amazonia, Sonora, La Pampa y Pradera al interior, pegados a la columna, disponiéndolos a lo largo de ella, para después distribuir los materiales de los radios y el resto de los biomas, totalmente desmontados, al revestimiento que la envuelve, bien arracimados los demás biomas contra el conjunto, cuyo revestimiento reforzaría la estructura y proporcionaría material ablativo que serviría como escudo de calor. Esta reorganización necesitó de varias décadas para completarse y supuso un desafío interesante. Todos los animales y las plantas que seguían con vida fueron trasladados a La Pampa, Pradera y Amazonia. Fue una suerte que el diseño original de la nave fuese tan modular, y por nuestra parte constituyó un logro físico significativo efectuar la reorganización mientras la nave seguía rotando y operando con normalidad. El efecto de la gravedad en los hibernautas se mantenía constante aumentando la velocidad de rotación en torno a nuestro eje. El efecto de Coriolis en el interior de los biomas se ajustó en noventa grados, ya que los biomas se encuentran dispuestos a lo largo de la columna; con un poco de suerte esto no dará pie a nada demasiado funesto.

Prepararse para eventualidades es un buen modo de ocupar el tiempo, siempre y cuando pueda hacerse. Y a veces se puede. Esperamos.

Nuestra protección contra rayos cósmicos galácticos de alta energía (el nombre «rayos cósmicos» es un artefacto histórico que hace referencia a partículas como protones y electrones libres e incluso partículas de antimateria, expulsadas a velocidades muy altas de estrellas que explotan o de las inmediaciones de agujeros negros en rotación) consta de un campo magnético, un campo electrostático y las barreras de plástico, metal, agua y suelo que envuelven a todos los biomas de a bordo. Ahora, en nuestra nueva configuración, Nueva Escocia y Olympia están especialmente protegidos. Todos los sistemas juntos se combinan para crear un entorno protector similar más o menos al hecho de estar en la superficie de la Tierra, lo que supone la acumulación de alrededor de medio milisievert anual por parte de un organismo; esto viene a equivaler a la energía de la luz ambiente de las estrellas, lo que significa que algunas partículas continúan penetrando el sistema y los organismos vivos que habitan en él, como en el caso de la superficie terrestre. Pero esto debería de ser insignificante. «Nada que deba preocuparnos». Nuestros sistemas de protección fueron diseñados para eliminar esto como problema.

Debido a que las actividades metabólicas prosiguen en los hibernautas, a pesar de hacerlo a una velocidad mucho menor, debe producirse una ingesta de nutrientes, proceso digestivo de los mismos y excreción. Estos procesos, lentificados junto al resto del metabolismo, suponen que las toxinas creadas por la digestión permanecen más tiempo en el cuerpo, antes de ser expulsadas mediante la excreción por catéter. Por tanto pueden surgir desequilibrios del pH, diverticulitis y otros problemas. Parece ser que Gerhard, que falleció en 291.365, sucumbió debido a una acumulación de ácido úrico mientras dormía. Gerhard entró en hibernación con una predisposición genética a la gota y enfermedades asociadas, lo cual podría haberle hecho más susceptible, pero Gerhard estaba emparentado con alrededor de una cuarta parte de los demás hibernautas (primo tercero o parentescos más cercanos), así que habría que efectuar pruebas genéticas a ese grupo, y por supuesto a toda la cohorte, en busca de esta propensión, para luego ajustar los tratamientos acorde a los resultados.

Habría que hacer pruebas a todo el mundo en busca de todos los problemas metabólicos posibles, así como evaluar cada problema en relación con el conjunto de los tratamientos de hibernación.

Más petaflops de análisis. Más tareas para los robots de las camillas. Más sustancias químicas que deben imprimir las impresoras.

Estaría bien saberlo todo. Sería útil.

De hecho, tanto nuestra información como los motores de búsqueda son muy robustos, al menos en teoría, o en comparación con cualquier cerebro y mente humana. El contenido de la Biblioteca del Congreso, el contenido de internet en la nube, los genomas del Banco Mundial de Semillas y el Registro Zoológico: en resumidas cuentas, todo el conocimiento humano, comprimido en unos quinientos zetaflops, al menos tal como estaban las cosas en 2545. Desde esa época, las transmisiones de la Tierra, en su totalidad, han aportado menos de la décima parte de un 1 por ciento de la información que ya se hallaba a bordo en el momento de partir, y un cálculo aproximado de cuánta información se ha generado en la Tierra en los 292 años desde nuestra partida sugiere que hemos recibido menos de una millonésima parte de un uno por ciento de esa información. Podría decirse que prácticamente hemos conservado el estado de conocimiento que teníamos en el momento de abandonar el sistema solar, con algunas excepciones puntuales sobre todo relativas a la historia mundial y a avances médicos tales como el tratamiento de hibernación y una miscelánea de chismes.

Sin embargo, si lo que han enviado de la Tierra es representativo de los avances más importantes en ciencia y cultura desde nuestra marcha, también puede aventurarse que en ese periodo de tiempo no se ha realizado ningún descubrimiento notable. El modelo estándar sigue siendo estándar, y etcétera.

¿Puede esto ser cierto? ¿Acaso la civilización humana se ha lentificado en cierto modo, o se ha estancado, en la obtención de energía en el mundo físico? ¿Empiezan a notar los efectos de las llamadas externalidades que han desatendido, la destrucción a largo plazo de su propia biosfera natal? ¿De haber ensuciado su propio nido?

Sin embargo, posiblemente tan solo se trata de otro caso de función logística, la curva sigmoidea que muestran tantos procesos, lo que a veces se denomina rendimientos decrecientes, o bien la ocupación de un nicho, etc. La meseta tras salto, la gran S de toda la vida, quizá; en cualquier caso, las pautas de crecimiento de la población, tal como Verhulst las calculó al principio en el siglo XIX, y que desde entonces se consideran comunes a tantos otros procesos.

O sea, la función logística aplicada a la historia. ¿O ha puesto en marcha la humanidad su propia reversión a la media, y se ha convertido en cierto modo en menos de lo que fue por breve tiempo? ¿Se ha cumplido la paradoja de Jevons, y con cada aumento de potencia ha aumentado su destructividad? ¿Así la historia deviene parábola, auge y caída, tal como a menudo se ha postulado? ¿O los ciclos se comportan siempre en auge y caída, otro auge y otra caída, sin poder hacer nada, sin esperanza? ¿O una onda sinusoidal, y en estos dos últimos siglos en curva descendente, en una estación de la historia invisible para ellos? O, mejor, ¿en una espiral que gira en sentido ascendente?

Cuesta ver la forma que adopta la historia.

Erdene necesita más vitamina D; Mila más vitamina A; Panca más azúcar en la sangre; Tidam menos azúcar; Wintjiya más creatina; y así hasta terminar la lista de todos los hibernautas. Todos los ajustes que puedan hacerse, se hacen. Algunos hibernautas morirán de todos modos, así es como funcionan las cosas. Además, por lo visto hay ciertas patologías, identificadas ahora con mayor precisión, que encuadramos en una categoría general que denominamos «daños del letargo».

Nuevo mensaje procedente de la Tierra: Se ha formado un grupo que se autodenomina Comité para la caza a los cetianos, que recauda fondos para restaurar la energía de la lente láser de Saturno, cuyo sistema a partir de entonces se dedicará a facilitarnos la desaceleración, desde el preciso instante en que se ponga en funcionamiento hasta nuestra llegada al sistema solar.

Un dicho: Poco y tarde. Son conscientes de ello, y pese a todo lo hacen. Otro dicho: Se avanza dando pasos pequeños. Aunque en realidad este no sea siempre el caso. Es digno de mención el hecho de que el porcentaje de antiguas frases hechas y refranes humanos que son ciertos dista mucho del 100 por ciento. Que rime, o que muestre aliteración o demás, parece más importante que el hecho de que se ajuste a la verdad. Donde las dan, las toman. ¿De verdad? ¿Qué significa esto?

En el caso que nos ocupa, a menos que tengamos el 100 por ciento de desaceleración necesaria para permanecer en el sistema solar, no permaneceremos en el sistema solar. Ni siquiera bastaría con el 99 por ciento de la desaceleración necesaria.

Sin embargo, cabe mencionar que estas noticias procedentes de Saturno cambian nuestros cálculos relativos a la ayuda de gravedad negativa en el sistema solar. Lo cual está bien, porque tal como estaban las cosas, no hallábamos una solución viable. Ahora podemos calcular las diversas velocidades probables de entrada en nuestro modelo, ver cuáles son los escenarios posibles, qué podría suceder.

Entretanto prosigue el trabajo de reconfigurar nuestra estructura. Sucede que cuanto menor sea la masa que tengamos al llegar al sistema solar, menos delta v se necesitará para desacelerarnos. Por tanto, tras meditadas consideraciones de todos los factores, nos deshacemos de ciertas partes de la nave en ángulos a proa de nuestra trayectoria, lo cual contribuye un poco a la desaceleración. Arrojar cosas por la borda. Reducir el peso. Aligerar la carga. Pero hay tantas cosas necesarias a bordo para que podamos funcionar. Este proceso no puede ir muy lejos.

Ir a la siguiente página

Report Page