Alba

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1 “El comienzo”

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Alba decidió salir a correr después del trabajo, hacer deporte muchas veces te libera “Y evita que pienses”, sabía que lo que había pasado la noche anterior había sido importante, había dejado claro a Borja lo que quería “¿o no?”, había tomado decisiones “propias” por primera vez, ahora solo lo quedaba pensar en lo que quería, algo que en su mente aún no estaba nada claro, pero si sabía lo que no quería y eso era vivir con Borja, “aún”.

Tardaría tiempo en saberlo, o quizás no, el destino era el que movía los hilos aunque ella creyera tener el control “casi total de su vida”, el destino quiso que girara a la derecha en la segunda calle en vez de seguir recto, el destino quiso   que se parara a observar a unos pequeños pajarillos que bebían en una fuente, el destino quiso que al mirar a la derecha, ahí estuviera “él”.

-Hola Alba

-Austin…

-¿Haciendo deporte?

-Eh…- “enajenación mental”- sí, salí a correr

-Genial- los dos desviaron sus miradas hacia un punto no concreto- ¿te apetece tomar algo? Un refresco, un té…, solo si te apetece- y Alba no supo por qué sus labios se movieron diciendo si, cuando su mente quería decir no.

Caminaron en silencio hasta una cafetería cercana y se sentaron en una de las mesitas de la terraza, todo estaba decorado de manera vintage, mesitas redondas de forja, de diferentes colores, sillas dispares, cada una de una forma y color, y en el centro de la mesa unas latas hacían de maceteros para unas pequeñas plantitas. El camarero les puso lo que habían pedido, té roibbos para Alba, café solo para Austin.

-¿Y tú? ¿Qué hacías por aquí?

-Iba a recoger mi nueva cámara, ya la tienen lista, me han contratado fijo en la revista, haré la sección de paisajismo, lo que significa viajar mucho, o sea que estoy encantado

-Oh dios mío, eso es genial Austin

-Si y lo mejor es que no se trata de un trabajo rutinario, tengo un horario bastante flexible por lo que podré compaginarlo perfectamente con el surf- Alba sonrió de la manera más sincera que lo había hecho nunca y pensó que quizá no era tan difícil eso de ser “amigos”, con Austin “todo siempre fluía de esa manera tan fácil, tan especial”- ¿Y tú? ¿Qué es de tu vida?

-Lo de siempre

-¿Qué es lo de siempre para ti?

-Mmm… trabajo y… estuve en Madrid, visitando a mis padres

-Que bien- el silencio se hizo palpable, los dos sabían que era el momento de hablar de él- ¿y Borja?

-Borja…bien, eh…estamos…somos…

-Estáis juntos, ya lo sé, no tienes por qué ponerte así

-Lo siento, es incomodo

-Lo sé- “si la tensión se hubiera personificado en ese momento hubiera sido un luchador de sumo, gordo, grande, fuerte y aterrador”

-Estás… ¿tú estás con alguien?- esa duda que había rondado por su mente desde hacía semanas “¿La habría olvidado ya?” En realidad no sabía por qué había preguntado eso…

-No

-¿No hubo nadie después de mí?

-¿Quieres que sea sincero?

-Siempre quiero que lo seas

-Estuve con Violetta, alguna vez… pero ya no hay nada de eso, no es lo que necesito, ella no…- ese “Ella no” se introdujo en la cabeza de Alba “y entonces ¿quién?”

-Ella  estaba con Jake ¿no?

-Sí, pero ninguno de los dos se lo tomó en serio, él es así, no vamos a pelear por una tía, no nos interesa a ninguno de los dos

-¿Una mujer objeto?

-No es eso Alba, ella vive su vida como quiere, si quisiera una relación seria la tendría

-Pues yo creo, que está enamorada de ti

-¿Qué dices?- “Los hombres y su extraña habilidad para omitir de su mente que una chica va detrás de ellos”

-Estaba celosa cuando nos veía juntos

-Es una amiga y no saldremos de ahí, ella lo sabe

-¿Nos vamos?- se levantaron de la mesa a la vez

-Tengo la moto aquí cerca, puedo llevarte, digo, vamos juntos, que idiota, vivimos en el mismo sitio- los ojos de Austin repararon en cómo se le marcaba a Alba la camiseta deportiva “Céntrate cabrón”.

Se montaron en la moto como solían hacerlo y Alba se agarró a su espalda como si nada hubiera cambiado, como si el tiempo no hubiera pasado, el mundo seguía corriendo aunque los dos se empeñaran en pararlo y con el mundo, sus vidas. Llegaron a casa, era tarde, Austin la miró entrar en el edificio y sintió como una electricidad, un magnetismo, una chispa que se disponía a arder, siempre le habían gustado los ascensores, era el único lugar del mundo en el que el tiempo parecía ir cien veces más despacio y la miró, había intentado evitarlo, pero la miró, se perdió en sus ojos verdes, casi transparentes que reflejaban su alma, las puertas del ascensor se abrieron, salieron.

-Gracias por el té

-No hay de que- “Una locura, todo este intento de acercamiento es totalmente absurdo”- oye Alba

-¿Sí?

-Podríamos volver a vernos- “aunque sea así, saber que te volveré a ver aunque no seas mía es lo que me mantiene vivo”

-Claro

-¿Te viene bien el fin de semana?

-Eh… creo que iré con Borja a su casa de campo, ya sabes, unos días para desconectar

-Ah, genial…. ¿mañana?

-Mañana…- “Austin para, estas pareciendo desesperado, que idiota soy”

-Puedo recogerte después del trabajo y te invito a una copa- “No sé si esto es buena idea” Alba no pudo más que asentir y entrar en casa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

29 “Te quiero”

Jueves por la mañana, tan solo eran las diez y Alba ya llevaba dos cafés en el cuerpo “¿O eran tres? Da igual” la cuestión era que estaba nerviosa, porque su mente le decía que parara y se calmase, se veía una y otra vez en una espiral llamada “Austin-Borja, Borja-Austin” y lo cierto es que no le gustaba un pelo. “¿No podría nunca separarse de ellos?” y por un momento pensó que lo mejor sería volver a España y empezar de cero, lejos de ellos “Quieroo que todo vuelva a empezaar, que todo vuelva a giraar, que todo venga de ceroo…” se encontraba tarareando la canción de Dani Martin cuando Borja cruzo la puerta, ella agachó la cabeza, se sentía… “¿Avergonzada?”  Hacia solo dos días le había dado un “plantón en toda regla, era para estarlo” y Borja se paró frente a ella de esa manera tan suya, con las manos en los bolsillos de su pantalón de traje y la espalda erguida, “con ese rostro esculpido por el propio Miguel Ángel (Disculpad el momento moñas)”.

-Ayer no me llamaste

-Salí a correr

-¿Haciendo ejercicio?- dijo al tiempo que retiraba la silla para sentarse

-¿Tan raro te parece?- dijo sin dejar de teclear en su ordenador

-Se me hace duro no dormir contigo cada noche

-Podrás hacerlo este fin de semana

-Eché mucho de menos anoche no hacerte el amor- Borja se acercó a ella y le dio un beso en los labios, de esos que acaban con un mordisco

-Estamos en el trabajo, por favor…- Borja salió del despacho riéndose y Alba, siguió trabajando.

“No había nada de malo en tener un amigo ¿no?, no hija, lo malo ocurre cuando ese amigo es el hombre que te trae de cabeza, del que sigues enamorada hasta las trancas” sin embargo cuando lo tenía cerca se sentía completa, puede que lo suyo no hubiese salido bien, pero eso no significaba que quisiera alejarlo de su vida. Unos porracitos delicados en la puerta de su despacho la despertaron, era la secretaria.

-Señorita Ramírez, el señor Gómez la espera en su despacho

-Si, gracias, ahora mismo voy- “Podía llamarme el mismo, Arg…”

-¿Qué quieres Borja?

-Cierra la puerta y siéntate- Alba lo hizo sin rechistar- ¿Quieres saber lo que quiero?- asintió- Quiero follarte y  que no salgas de aquí hasta que quedemos los dos completamente satisfechos

-¡Borja por Dios!- escandalizada se levantó para marcharse cuando Borja la agarró de las muñecas- no es el momento ni el lugar

-No puedo esperar a tenerte nena

Sus manos se deslizaron por sus caderas con facilidad y levantaron la falda negra de tubo que Alba llevaba, se arqueó al notar su erección frotándose contra ella, el aliento provocador que emanaba de su boca se posó sobre su cuello arrancándole un gemido, la cogió a horcajadas y la poso sobre la mesa de su escritorio, aparto todo lo que había sobre él, bolígrafos, papeles, el ordenador…para hacer que Alba se tumbara “Toda una fantasía digna de peli porno, el jefe y la empleada haciéndolo en el despacho…”, sus bocas se entreabrieron para encontrarse, buscaron el calor el uno del otro, Borja introdujo los dedos en la cavidad de Alba para notar lo húmeda que estaba, le frotó el clítoris con el dedo pulgar mientras la penetraba con los dedos

-Me pones tanto…- susurró en su oído

Se le erizó el vello de todo el cuerpo al notar casi cercano el orgasmo, Borja también lo noto y se colocó duro, erecto justo en su entrada para penetrarla fuerte, de esa manera que los volvía locos, Alba se abría para él y se estremecía al notarlo en su interior, se movieron en silencio, con firmeza, las patas del escritorio se movían a su compás arañando el suelo, Alba no pudo evitar fijarse en las marcas del suelo “No era la primera vez que lo hacía”, se mecieron acompasándose en un ritmo delicioso, envueltos de placer, el uno del otro, de los dos y entonces un clímax lo arrasó todo, Borja se dejó ir sobre ella y Alba se quedó mirando al techo, insatisfecha y desconcertada, había una chispa que faltaba, algo que era lo que daba el pistoletazo de salida para que ella alcanzara el orgasmo “¿Faltaba el amor?”.

Llegó la tarde, Alba saldría de trabajar en media hora, necesitaba una ducha después de lo que había ocurrido esa mañana, se sentía húmeda, sucia y sobre todo se sentía incapaz de salir con Austin sintiéndose así, se sentía “La mujer promiscua”, sentía que lo engañaba, sentía vergüenza cuando pensaba en ello “Solo somos amigos, solo amigos”. La pantalla de su i-phone se encendió, un mensaje, corto, pero que daba significado, algo especial en cada letra:

“Te recojo en un rato, As.”

Y a su mente volvieron aquellos días en los que podía subirse en aquella moto y dejarse llevar, sentirse como pez en el agua en aquel mundo que no le correspondía, sentirse feliz al fin y al cabo.

Austin se había esmerado en arreglarse aunque intentaba no parecerlo “Parecía torturarme apropósito con esos malditos vaqueros ceñidos”, llevaba una camisa de cuadros remangada al codo y unas gafas de aviador “De esas de ven pa’ca que no te suelto” y ahí estaba Alba con su falda mal colocada, el pelo alborotado, un maquillaje casi inexistente y las bragas sucias.

Se subieron a la moto tras un conciso beso, Alba se alegró de no encontrarse a Borja a la salida y no tener que darle ninguna explicación, condujeron tranquilos con esa brisa característica de Londres, fría y húmeda pero agradable, pararon frente a un bar de copas pequeño en un barrio concéntrico de la ciudad, luces neones decoraban la entrada y pasaron al interior, sillones blancos con mesas bajitas de cristal, una bola de discoteca daba vueltas en el centro del local, una barra también neón iluminaba la estancia, se sentaron en una esquina junto a la ventana

-¿Qué quieres tomar?

-Un Gin tonic

-Pónganos un gin-tonic con limón y una cerveza- el camarero se alejó no sin antes depositar la mirada en las piernas de Alba

-¿Qué tal el día?

-Estoy agotada- “Y tan agotada…”

-Bueno mañana os cogéis unas pequeñas vacaciones ¿no?

-Si, será un finde de relax

-Yo he estado en la revista, tendré que recorrerme todos los parques de Londres para un reportaje

-Genial

-Oye ¿Qué piensa Borja de esto?

-¿De qué?

-De que nos veamos

- No sabe nada- tragó saliva- ¿debería saberlo?

-No, claro que no, solo somos dos amigos que toman una copa

-Si- agachó la cabeza como si así desaparecieran sus incertidumbres, sus miedos…- ¿No has pensado en salir con alguien?

-No tengo interés en ninguna relación, de ningún tipo, ni siquiera sexual- y Alba no pudo sentir otra cosa que alivio “¿Pero por qué?”- me tocaste muy hondo Albita- dijo al tiempo que daba un sorbo a su cerveza

-Pero algún día tendrás que rehacer tu vida ¿no?- “Y ahí estábamos de nuevo, hablando de nosotros”.

-Cuando la rehagas tu

-Yo la he rehecho , estoy con Borja

-Si a eso lo llamas estar…

-Tú no sabes nada de mi vida

-Se mucho más que ese tío- la tensión era palpable “¿Me estaba reprochando que saliera con Borja?”

-No tienes ningún derecho a decirme eso

-Alba te conozco bien, se lo que te inquieta, se lo que sientes, puedo verlo y lo noto, solo al verte aparecer noto esa electricidad que nos invade a los dos, estabas haciéndolo bien, estabas encontrando tu sitio, lo estábamos haciendo los dos, pero lo estropee, sé que lo hice

-La culpa no fue solo tuya Austin, te mentí, no te dije lo que estaba sintiendo por Borja

-¿Lo amas? Se sincera por favor y te juro que dejare de molestarte

-Lo amaré- “¿De dónde había salido toda esa sinceridad?”

-Te mereces a alguien que te amé cada día, que piense en ti constantemente, necesitas a alguien que te ayude a hacer realidad tus sueños, hace mucho que asumí que esa persona no soy yo, alguien que sepa hacerte feliz, alguien que no deje pasar la oportunidad de estar contigo por el miedo…- “Una declaración de amor, la única declaración de amor que me han hecho…quería gritarle que sí, que esa persona era él, que todo eso era él…” Alba se levantó apurando su copa

-Tengo que irme, aún tengo que preparar la maleta

-¿Puedo darte un abrazo?- Austin se levantó y se acercó a ella abriendo los brazos, ella solo se dejó hacer, acurrucándose en su regazo, un abrazo de despedida de esos de “Espero que la vida te vaya bien” y le besó la mejilla con esa calidez tan suya, Alba se despidió con la mano y salió por la puerta del local.

Un taxi la dejó en casa en menos de diez minutos, iba subiendo las escaleras cuando recibió una llamada de Borja

-¿Hola?

-¿Dónde estás?

-Pues…en casa

-Pues estoy en tu puerta y no hay nadie

-Eh…- “¿Qué cojones hace ahí?”- quiero decir que estoy llegando a la puerta, estoy subiendo la escaleras- Borja colgó el teléfono sin decir nada más.

Llevaba el mismo traje que esta mañana, no había pasado por casa para cambiarse, con las manos en los bolsillos, fruncía el ceño “¿enfadado?”

-¿Qué haces aquí?- le dio un beso relámpago sobre los labios mientras abría la puerta y le dejaba entrar, Borja no pudo evitar al acercarse a ella un perfume masculino impregnado en su pelo, un perfume que no era de él.

-Quiero que vengas a dormir en mi casa, mañana saldremos temprano para la casa de campo

-Ah… tengo que hacer la maleta ¿me esperas?- desapareció en su habitación- siéntate y coge lo que quieras de la nevera

No tardó ni diez minutos en guardarlo todo, se había vuelto una experta en hacer maletas, se sentía orgullosa, se dirigió al salón donde se sentaba Borja con una copa de vino casi acabada en la mano.

-¿Nos vamos?- el solo asintió

La noche había caído sobre Londres, las calles se alumbraban con esa luz tan particular y Alba absorta en sus calles, en sus rincones, se dejó llevar por la ciudad que le atrapaba y por primera vez desde que había llegado sintió que estaba allí por alguna razón, que el tiempo, el destino o quizá el karma, la habían llevado hasta allí, se sentía en casa.

Entraron en el amplio salón del apartamento de Borja y Alba fue a dejar las maletas a la habitación, escuchó ruido en la cocina así que se acercó hasta allí.

-Cenaremos en la terraza ¿Quieres ir llevando las cosas?- Alba afirmó con la cabeza.

La terraza era un precioso rinconcito chillout dentro del minimalismo y la sobriedad que desprendía la casa, plantas en cada rincón, perfectamente cuidadas, farolillos de colores colgaban del techo, unas sillitas de madera y una mesa a juego, en el centro de la mesa había un par de velas que Alba encendió, olían a canela, se sentaron a cenar en silencio, Borja había preparado sushi.

-Eres el hombre perfecto, guapo, rico, inteligente y ¡sabes cocinar!

-Has olvidado lo de acosador

-Si, también eres un acosador- Alba apoyó la cabeza sobre su hombro y exhalo ese perfume que iba directa a su entrepierna

-Alba- ella se incorporó para mirarle a la cara- te vi salir del trabajo- Alba tragó saliva e intento que el nudo que tenía en su garganta bajara- te montaste en moto con un chico y te fuiste… ¿es él?- “¿Él?”

-Es…es… Austin, un amigo

-El famoso amigo…

-Si, el famoso amigo…- la mente se le heló un segundo- no tienes derecho a espiarme Borja

-¿Qué?, en primer lugar te vi por casualidad y en segundo lugar soy tu novio y tengo derecho a saber dónde estás o con quien sales ¿no te parece?- Alba tragó saliva de nuevo, sabía que Borja llevaba razón- la próxima vez que quedes con tu amante que no sea en la puerta del trabajo

-No somos amantes, solo somos amigos- Borja se levantó de la mesa y recogió todos los platos de una sola vez.

Alba se quedó allí parada mirando las estrellas que casi no se apreciaban en el oscuro cielo de Londres. Se decidió a levantarse, Borja fregaba los platos en la cocina, se acercó a él agarrándolo por la cintura, lo sabía, Borja siempre había sabido que Alba no le daba el cien por cien de ella, siempre supo que su corazón no era suyo.

-Te quiero- un te quiero silencioso, casi inaudible, de esos que salen porque tienen que salir, nada más pronunciarlo la culpabilidad se asentó en su corazón, sintió un dedo acusador diciéndole “mentira”.

Fueron a la cama en silencio, se desnudaron en silencio, y Borja pensó que al menos por una noche más la tendría, que sería suya aunque no fuera completa, lo hicieron como animales, con furia, con deseo, con lujuria “¿Con enfado?” se desgarraron las entrañas y se desgarraron el alma, contra más se acercaban más daño se hacían, follaron con fuerza, gritando, jadeando, sintiendo ese placer tan carnal en que a veces se resume la existencia, se dejaron ir entre espasmos, agarrados, el sexo parecía mantenerlos unidos el tiempo que durara.

Abrazados en la cama, Borja acariciaba el  pelo de Alba

-Miénteme otra vez- y sin saber porque, Alba supo perfectamente lo que le estaba pidiendo

-Te quiero.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

30 “Rehaciendo mi vida”

Salieron temprano con el primer amanecer, recorrieron las carreteras inglesas con el mundo a sus pies, en solo dos horas habían llegado a la preciosa casa de campo, se encontraba en pleno bosque rodeada de esos árboles característicos, un pequeño lago también se encontraba cerca, dejaron las maletas en el rellano y Borja le enseñó la casa, estaba recubierta de madera, paredes y suelo, una alfombra de pelo “espero que sintético” a los pies del sofá marrón de cuero “también espero que sintético”, una chimenea de piedra y una cocina estilo americana con la típica barra de bar, también de piedra, todo era precioso, rustico y acogedor, una serie de habitaciones en la misma línea de la casa, el baño de la zona superior con un jacuzzi precioso de porcelana en color beige.

-Esta casa debe valer una fortuna

-Era de mis padres, la reformé por completo, me gusta venir aquí para desconectar

-¿Siempre vienes solo?

-No siempre

Decidieron ponerse ropa cómoda y pasear por el bosque, hacía algo de frio, pero el relax y la paz que emanaba el campo, hacía que pudieran por un momento olvidar sus respectivos problemas. Pasearon junto al lago, pequeños patitos nadaban tranquilamente, el agua era cristalina y tenía pinta de estar helada, Alba cerró los ojos, se embriagó de la naturaleza, llenó sus pulmones de una respiración nueva, como si volviera a nacer.

Para almorzar decidieron ir al pueblo de Castle Combe, en el condado de  Wiltshire, a veces elegido como el pueblo más bonito de Inglaterra “Mis ojos pueden decir que es totalmente cierto” abundaba la tranquilidad y belleza, un pequeño pueblo detenido en el tiempo.

Las casas típicas de la villa eran de estilo Cotswold, y fueron construidas con paredes gruesas de piedra y tejados de cerámica. Pasear por ellas les resultó algo realmente encantador.

Callecitas estrechas, empedradas, todo rodeado de pintorescas casitas y tiendas con tejados apuntados de madera, casas irregulares, cada una a su manera, aportaban un encanto especial, entraron en un pequeño restaurante y degustaron una carne asada recomendación del cocinero, junto con un buen vino de la zona, a Alba todo le pareció tan maravilloso, que lo único que pudo sentir es que no lo merecía “No merecía tenerlo a él, no merecía que él me amara, ni que me diera todo esto” sintió que sin quererlo usurpaba el puesto de otra, para el que Borja había reservado todo esto.

Volvieron paseando hasta la casa cuando ya caía la noche, estaban cansados, pero Borja insistió en preparar la cena mientras ella se daba un baño.

Toda mujer sueña con ese momento, es algo que las películas de Walt Disney meten en nuestra conciencia desde pequeñas, el sueño de calzarse el zapatito de cristal, de llevar el vestido ideal, de ser una princesa, ese sueño de que el príncipe azul llegue cabalgando en su corcel blanco y te prometa una eternidad de felicidad.

Alba había pensado muchas veces como seria ese momento ideal, cuando su príncipe se arrodillara ante ella y abriera una pequeña caja de terciopelo rojo para mostrarle un anillo de diamantes caído desde el mismísimo cielo, un anillo que se deslizaría por su dedo a la perfección, que encajaría en una conjunción perfecta. Bajó las escaleras vestida con un vestido camisero rosa palo, iba descalza, le gustaba el tacto de la madera en sus pies.

Se sentó en la mesa del comedor donde Borja había preparado una fuente de fondue de 4 quesos, mini hamburguesas de atún y canapés de anchoas y queso camembert.

-Estas hecho un cocinillas- Borja solo sonrió

Cenaron en silencio, acompañados de un buen vino y una sugerente música que danzaba a su alrededor de una forma realmente sutil.

Para el postre, Borja había preparado una falsa tarta de queso, presentada en pequeños vasitos de cristal. La velada perfecta, el menú perfecto, el hombre perfecto “¿o no?”, todo lo que algún día soñó, solo se encontraba a unos pasos de ella. Decidieron sentarse en el pequeño porche donde se encontraba uno de esos columpios que cuelgan del techo, Alba siempre había querido tener uno, se sentaron agarrados de la mano, observando el reflejo de la luna en el calmado lago, la brisa era agradable, sus respiraciones se encontraban sin encontrarse.

-Alba

-¿Qué?- entonces fue, cuando el mundo se paró por un instante, cuando ese sueño, esa película de Disney los eligió como protagonistas, Borja se arrodilló ante ella metiendo la mano en su bolsillo, una pequeña cajita de terciopelo rojo que acarició antes de abrir

-Quiero pedirte algo- “Pánico” Alba solo pudo sentir pánico, cuando debía sentirse en el día más feliz de su vida “¿Habían dejado de interesarme estas cosas?”. La cajita se abrió mostrando un delicado anillo de oro blanco con más diamantes juntos de los que Alba nunca podría haber imaginado, solo cerró los ojos apretándolos con fuerza, Borja deslizó el anillo en su dedo anular, despacio y armándose de todo ese valor que un hombre necesita, simplemente lo dijo- ¿Quieres casarte conmigo?- “Lo dijo” Una boda, una boda en una iglesia grande con vidrieras de colores, un vestido largo hasta los pies, un ramo de rosas blancas, una ceremonia en una hacienda al aire libre, con sus familiares y amigos, una casa, grande y espaciosa, con jardín, un perro ¿quizá un pastor alemán? Y los hijos ¿dos, tres?, Alba se dedicaría a los niños, una familia feliz al fin y al cabo “¿Por qué todo eso dejaba de tener sentido?” y el anillo se detuvo, se encajó a mitad de camino

-No me entra

-Eh… no te preocupes, lo mandaremos a arreglar- Borja volvió a guardar el anillo en su caja. No encajaba, no era perfecto, ese no era el anillo, ese no era el hombre- ¿no vas a contestar?

-Si- un “si” sin aliento, sin vida

-¿si vas a contestar o si…?

-Sí, me caso contigo

 

31 “Dejando atrás…”

-¿Qué te casas? ¡Alba estás como una puta cabra!

-Gracias- Sonia no podía contener ni su asombro, ni su risa- ¿Quieres dejar de reírte?

-Lo siento- dijo al tiempo que secaba sus lágrimas producto de la risa- Es que no te veo tía, no te veo…- las dos guardaron silencio, un silencio insípido- Estás contenta ¿no?

-Claro- respondió instintivamente- es lo que siempre he querido

-Boda por todo lo alto ¿eh?

-Si, bueno, no se…la verdad es que aún no hemos hablado nada

-¿Y él anillo?- dijo Sonia reparando en su mano desnuda

-Eh, no me entraba- dijo acariciándose el dedo anular

-Ah- y por un momento Alba pensó que Sonia había pensado lo mismo que ella “Si el anillo no entra, ese no es el anillo, ni el hombre. Era una señal con luces neones a tutiplén”- ¿se lo has dicho ya a tus padres?

-No, solo lo sabes tú, por ahora

-¿Se lo has dicho a Austin?- “¿De dónde cojones salía esa pregunta?”

-¿Por qué debería decírselo?

-Bueno, se supone que mantenéis una idílica relación de amistad- dijo al tiempo que se levantaba del sofá recogiendo las tazas de café ya vacías.

-Pues déjame decirte que no es tan idílica

-Bueno Alba, solo creo que…debe saberlo- “Tenia que decírselo”

-Voy a terminar de destrozarle el corazón

-Déjame decirte que ya se lo has destrozado querida

-Perdona pero fue él quien se follo a otra y fue él quien me dejó

-No te cubras de gloria Albita, tu no follaste pero el tonteo con tu jefe también cuenta

-¿Se puede saber desde cuando estas de su parte?- dijo Alba creciendo en su ofuscación

-No estoy de su parte Alba- dijo Sonia con esa voz tan calmada que le salía a veces- solo digo que las cosas podían haber sido de otra manera, piensa bien lo que vas a hacer- dijo mientras acariciaba con cariño su mano derecha.

Y Alba solo pudo callar, porque en el fondo Sonia llevaba razón, “Tenia que pensarlo, una boda no es algo que se toma a la ligera, se suponía que iba a estar con Borja para toda la vida… podía llegar a ser cómodo, ¿pero era eso lo que quería? ¿Una relación cómoda?”

Hay noticias que se asimilan mejor con el estómago lleno, así que Alba se había encargado de hacer un bizcocho de arándanos, no era lo que se dice “repostería creativa”, pero estaba bien y era un detalle “Toma Austin te he traído un bizcocho, por cierto, que me caso con Borja. No”. Austin  abrió la puerta tras observar la silueta de Alba por la pequeña mirilla, estaba guapa, llevaba el pelo recogido en una coleta de caballo, los labios pintados en un tono granate oscuro, unos pantalones vaqueros que se ajustaban a su cuerpo y una camisa blanca metida por dentro “Para mi desgracia, estaba muy guapa”.

-Eh… ¿Qué…?- “Que guapa joder, que guapa”- ¿Qué haces aquí?

-He traído esto- dijo Alba enseñando el pequeño plato con un bizcocho redondo y deformado cubierto por papel film. Austin abrió la puerta dejándola pasar, sin mediar palabra.- Perdona, debería haber avisado de que venía, a lo mejor tenías planes

-No, que va- dijo con desdén- eso- dijo al tiempo que señalaba el bizcocho- pega con café ¿verdad?

-Sí, creo que si- se echaron a reír.

Austin se retiró a la cocina y Alba se sentó en el salón, no pudo evitar pensar en sus cuerpos desnudos sobre la alfombra, sudorosos, dándose todo el amor que les quedaba. La cafetera sonaba de fondo, decidió sentarse en uno de los cojines bordados que tanto le gustaban, pero la postura no era lo que se dice “cómoda, dentro de lo cómoda que se puede estar cuando le dices a tu ex que te casas con otro”, Austin llegó con dos tazas de café bien cargadas y se sentó en la alfombra, frente a ella.

-Entonces ahora seremos como esas parejas de abuelitas que quedan para tomar café y cotillear ¿no?, tú has traído bizcocho, mañana me tocan a mí las magdalenas- se echaron a reír, habían cambiado muchas cosas, pero algo que no había cambiado era como se iluminaban los ojos de Austin al mirarla.

-Dudo que sepas hacer magdalenas- rieron más.

Saborearon el silencio un trozo de bizcocho.

-Joder, está muy bueno, no sabía que se te daba bien la repostería- “Seguro que si sabes en que postura me gusta correrme, Albaaa” puso mentalmente los ojos en blanco.

-Gracias, es la primera vez que hago algo así, la miré en internet- Alba agachó la mirada hacia sus manos.

-¿Has venido por algo en especial?- “Din, din, din ¡Bingo!”

-Sí, tengo que decirte algo

-Me da mucho miedo cuando dices eso- Sus peores temores, el perderla para siempre, el caer en un abismo sin salida, se le vinieron a la garganta esperando por salir.

-Me caso- así, sin más “sin vaselina” Austin se sintió “¿traicionado?”

-Que te casas…

-Si- trago saliva, deslizó por su garganta el poco aliento que le quedaba- Bo…Borja me lo pidió, el sábado

-Enhorabuena- bajó la mirada hasta fijarla en el suelo y más abajo, como si pudiera atravesar las paredes, llegar al subsuelo, hasta el centro de la tierra y más abajo, a un lugar en el que no tuviera que fingir alegrarse por algo que le hacía inmensamente infeliz “¿Quién me haría feliz ahora? ¿Quién llenaría, mis besos, mi cama, mi vida?”.

Callaron, mucho tiempo, más de lo permitido, tanto que la incomodidad se había dejado de notar, no había nada que decir, Alba había tomado una decisión, que aun siendo la correcta o no, los apartaba irremediablemente al uno del otro, los alejaba para siempre, era un punto y final, un final de verdad.

-¿Estás…feliz?

-Si- “Doy saltos de alegría”

-No pareces muy convencida, el café debe de haberse quedado helado de darle tantas vueltas- Alba soltó la taza inmediatamente dejándolo en la mesa, siguió mirando sus manos entrelazadas y Austin fijó su mirada en sus dedos largos, estilizados, los imaginó recorriendo cada centímetro de su piel, los imaginó ágiles, simplemente pasando las páginas de un libro al leer, cualquier cosa entre sus manos se volvía grácil, sinuosa y “perfecta”, se fijó que en sus dedos faltaba un anillo, pero no dijo nada- ¿Por qué no me miras a la cara?

-Porque si lo hago es muy probable que cambie de opinión- lo miró con los ojos llenos de lágrimas atascadas, con el corazón en la garganta, lo miró hecha pedazos, unos pedazos que ni siquiera recordaban a la antigua Alba.

-Alba, el matrimonio es algo muy serio, se supone que es para siempre ¿estas segura de que estas preparada? Y te lo digo como amigo y porque…me importas, mucho- “No, no lo estoy, jamás lo estaré si no eres tú el que me espera al otro lado del altar”

-Sí, es solo que, es todo muy repentino…

-Ya…

-Tengo que irme

-De acuerdo- Alba se levantó arrastrando su cuerpo, estaba de pie casi por inercia y se dirigió a la puerta sin volverse para mirarlo, “¿Era una despedida?” Así lo sentían los dos, como una fría despedida, estaban intentando estirar del hilo aun sabiendo que acabaría por romperse, hizo girar el manillar de la puerta y la atrajo hacia ella- Espera- su mano derecha recorrió el brazo de ella hasta alcanzarle la mano, la acarició con suavidad, ambos tensaron su cuerpo bajo sus pieles, con un suave movimiento la hizo girar, se tuvieron frente a frente, se ahogaron en sus miradas como la primera vez, Alba notó su corazón desbocado, notó el tacto de su piel activando su circulación, como si con un solo roce la hubiera devuelto a la vida, estaban cerca “Muy cerca, demasiado…” podían olerse, podían sentir su calor, sus respiraciones trabajosas se entremezclaron y se quedaron así unos segundos- Alba piensa esto bien- los susurros iban directos a su boca, como si le besaran sus palabras- no se trata de mí, se trata de tu vida, no te cases sino es lo que quieres, te mereces ser feliz- “Austin y sus palabras correctas dichas en los momentos correctos”. Alba no dijo nada, simplemente salió por la puerta dejando atrás todo lo que algún día la hizo feliz.

 

 

 

 

 

 

 

 

32 “Insatisfacción emocional”

Pasaron los días, las semanas, los meses y llegó el frio, las largas jornadas de trabajo, hacía unos días que Alba se había mudado a casa de Borja ¿Para qué? “Para no tener que encontrarme a Austin por el pasillo”, poco a poco se acomodaron, la vida avanzaba sin detenerse, se acomodó, estableció una zona de confort de la que no quería salir, trabajo, pareja, la comodidad de sentirse segura, lo que siempre había querido y de hecho pensó que podría acostumbrarse a ello, pero indudablemente, había algo que le faltaba y ese algo era “él”, porque por mucho que se empeñara él seguía estando ahí, los días pasaban y seguía siendo él el que esperaba ver al otro lado al despertar, miraba su anillo “Un precioso anillo que podría pagar mi antigua casa” y solo podía ver desgracia, una atadura que se avecinaba a cogerla para no soltarla, asfixia, era la única sensación que en los últimos días la podía hacer sentir viva, se estaba equivocando, lo sabía, muchas veces se preguntaba si en realidad había elegido algo “¿Había elegido por mí misma? ¿Había elegido casarme con Borja o simplemente me había dejado arrastrar por los acontecimientos?”. Lo cierto es que no la llenaba, ni su relación con Borja, ni el trabajo, ni siquiera los días que quedaba con Sonia para tomar algo era capaza de estar presente, era como si hubiera dejado de ser ella, de sentir, como si no pudiera más que dejarse llevar, arrastrada por las olas de un mar cada vez más agitado y lo peor de todo es que no quería salir. No quería dar el paso, no era capaz de decir hasta aquí, de decidir ser feliz, de verdad.

Octubre, estaba sentada en una cafetería cerca del British Museum, Sonia la saludó desde fuera, llevaba una faldita corta negra, unas botas negras bajitas con hebillas, una blusa blanca metida por dentro y un cárdigan color crema, entró por la puerta moviendo las caderas y haciendo sonar las botas de tacón, se dieron dos besos sonoros.

-¿Qué tal estás guapa?

-No me quejo- sonrió, vacía. El camarero se les acercó en cuestión de segundos y mientras tomaba nota fijo su mirada en el pronunciado escote de Sonia.

-¿Crees que podrá leer lo que acaba de escribir? ¡Si no paraba de mirarme las tetas!

-Es que estás que te sales

-Gracias, no como tú

-Y dale, tú al grano

-¡Es que no te arreglas! ¿Se puede saber qué te pasa?- Alba había empezado a perder el interés por verse guapa, había dejado de maquillarse, había pasado de los tacones y las faldas ajustadas para dar paso a la ropa cómoda y casual y que conste que no le gustaba, ella nunca había sido así, pero le faltaba motivación, todo hay que decirlo.

-Estoy cansada, la verdad solo pienso en dormir, el trabajo me tiene agotada

-Pues lo tienes fácil solo tienes que pedirle a Borja que te reduzca las horas

-No es tan sencillo

-Bueeno…- puso los ojos en blanco- ¿Qué tal os va?

-¿A quién?

-A Borja y a ti ¡¿A quién va a ser?!

-Eh… si como siempre, bien

-Ya…- Sonia la miró de reojo mientras ponía azúcar a su café.

-¿Qué tal tú? El trabajo y eso…

-Tss para que quejarme, al menos tengo libres los fines de semana y me han subido el sueldo así que, no me quejo

-Me alegro

-¿Cuándo empezarás a preparar las cosas para la boda?

-No será hasta abril

-Hay parejas que se llevan preparándolo meses

-Si, bueno tenemos que sentarnos a hablar del tema, Borja está muy liado

-Ya, como siempre- bebieron de su taza casi a la vez- quería decirte que si no tienes nada que hacer este fin de semana daré una fiestecita en casa, solo con unos pocos amigos ¿Te apuntas?

-No estoy para fiestas Sonia

-No seas aguafiestas hombre

-No se…

-Piénsatelo anda, me tengo que ir, entro a trabajar en diez minutos

-Que te vaya bien- Sonia le dio un beso en la mejilla y salió por patas, contoneando sus delgadas piernas bajo la faldita.

Alba tenía el resto de la tarde libre, así que decidió cogerse el metro hasta la casa de Borja y pasar la tarde metida en la cama leyendo algún libro. Aunque se sentía de lo más rara con las llaves de su casa en la mano, era lo más normal que Borja se las hubiera dado, también era lo más práctico, iban a casarse… hizo girarla en la cerradura y entró en silencio en la casa como si estuviera “robando”, la casa estaba oscura y como siempre olía a muebles nuevos, mezclado con el perfume de Borja y el característico ambientador de lavanda.

Dejó las llaves en el recibidor y se acomodó en el salón, se quitó los zapatos y encendió la televisión poniéndola muy bajito, solo para no sentirse tan sola en ese enorme piso. Las estanterías de Borja siempre resultaban abrumadoras y de hecho nunca podía encontrar el libro que buscaba, Romeo y Julieta, Otelo, Carmen… “No más dramas, gracias” y al final se decidió por una novela de Carlos Ruiz Zafón, ya había leído algunos de sus libros hacia años y le encantaba el toque de misterio que ponía a sus libros. Necesitaba distraerse y desechar toda clase de pensamientos. Se acomodó en el sofá beige de piel y cogió una de las mantitas de terciopelo que Borja “bueno, su asistenta” doblaba cuidadosamente y colocaba en una cestita a los pies del sofá, eso le daba un toque más “home sweet home” dentro del minimalismo de la casa, encendió la pequeña lamparita y se puso a leer, no tardó ni diez minutos en que sus pensamientos se disiparan y no es que el libro no fuera interesante “Que lo era”, si no que tenía mucho en lo que pensar. Desechó en rotundo la idea de la fiesta “no estaba el horno para bollos”, no le apetecía ningún tipo de fiestas y menos del tipo de las de Sonia, que acababa siendo o una catástrofe o algo parecido a una bacanal, “No”. Intentaba pensar lo menos posible en todo lo que su vida había cambiado en tan solo unos meses, desde que se trasladó a Londres no había podido asentarse, tener una rutina, seguir unos ritmos marcados por el reloj, había dado vueltas, había retrocedido “¿Y ahora?” ahora se sentía en el mismo punto en el que había empezado, con el corazón roto y muchos sueños guardados en el cajón de su mesita.

Borja la despertó dos horas más tarde:

-Bella durmiente- Alba se sobresaltó

-Eh… ¿Cuánto tiempo llevo dormida?

-No lo sé, acabo de llegar- era guapo, de todos los adjetivos que se le ocurrían para definirlo la palabra era “guapo”, incluso con la corbata descolocada y el pelo desaliñado.

-Estás muy guapo

-Gracias- Borja depositó un beso en la frente de Alba y se dirigió a la ducha

Alba recogió sus cosas, avergonzada, como cuando tu madre te pilla con la habitación desordenada. Cenaron en la pequeña mesita del salón, un buen vino “a juzgar por la etiqueta” y un quiche de verduras que Borja había dejado hecho el día anterior, la conversación fue de todo menos amena.

-¿Estás bien Alba? Te noto distraída

-Eh…no, nada- “Estaba pensando en lo insatisfecha que me siento emocionalmente”

-Has estado con tu amiga esa esta tarde ¿no?

-Sonia

-Eso

-Si

-¿Y qué tal?

-Ni si quiera la conoces

-Bueno, ¿Cómo habéis pasado la tarde?

-Hemos charlado un poco y tomado un café, tenía que trabajar- Alba no sabía si le dolía mas que no conociera el nombre de sus amigas o que ni siquiera le importaba- Me ha invitado una fiesta, en el piso- Borja abrió los ojos como platos

-¿Una fiesta de veinteañeros?- se echó a reír- ya no te pega eso

-Tengo 22- las ganas de ir a la fiesta aumentaban por momentos- nunca me han gustado ese tipo de fiesta pero bueno, supongo que…

-Ve- la interrumpió

-¿Qué?

-Que vayas, pásalo bien, te vendrá bien despejarte ¿Cuándo es?

-El sábado

-Me viene perfecto porque tengo mucho que trabajar

-Genial- siguieron comiendo en silencio y Alba se llenó de incertidumbres, “Su indiferencia” la mataba lenta y dolorosamente “¿Podría interesarse por venir conmigo no? Presentarle a mis amigos, no sé, que se moviera en mi circulo” pero sabía que eso a él no le interesaba.

Alba se fue a la ducha y se desmaquilló cuidadosamente, cuando se fue a la cama Borja ya estaba allí, sin camiseta y leyendo un libro. Por muchas cosas que le molestaran de él y aunque su personalidad la mayoría de las veces le pareciera “un auténtico asco” tenía que reconocer que “Estaba para quitarle el conocimiento a orgasmos”. Alba se metió en la cama con su camisón de franela rosa palo y Borja no apartó la vista de su libro, ella solo pudo esbozar un buenas noches sin respuesta y darse la vuelta en la cama.

 

33 “La fiesta”

Pues ahí estaba Alba, con una invitación a una fiesta que se había visto obligada a aceptar y unas ganas cada vez más imperceptibles de todo lo que tuviera que ver con la palabra Boda.

Mandó un mensaje rápido a Sonia:

“Iré a la fiesta, pero no te pongas histérica ¿Qué me pongo?”

El móvil no tardó mucho en vibrar sobre la mesa.

“Wiii Que alegría que me das. Ponte guapa, mejor SEXY”

Alba creció en indignación a cada palabra que leía:

“¿Y para que se supone que tengo que estar SEXY?”

Empezó a desesperarse cuando en diez minutos Sonia no había contestado, así que se puso a trabajar en lo que tenía sobre la mesa, dos horas y media de papeleo después, Alba se fue a almorzar y ni siquiera fue a buscar a Borja, porque, tal y como habían acordado “El trabajo es el trabajo” decidieron que lo más acertado era no mezclar su relación con el trabajo y así se sentirían mas cómodos, evitando las habladurías, aunque a esas alturas era más que obvio que “se cocía algo”.

Pilló un sándwich rápido de Starbucks y una coca cola y volvió a la oficina, a seguir con su “apasionante trabajo”.

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