Alba

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1 “El comienzo”

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A la salida del trabajo se decidió a pasar por alguna tienda a gastarse los ahorrillos en algún vestido bonito de esos que te pones “una vez y no más”, por primera vez en mucho tiempo necesitaba verse guapa y “Sexy ¿Por qué no?” así que pasó por Mango y encontró un vestido monísimo rebajado a 120 libras “Una ganga eh”, era negro, ajustado, muy sencillo, con el cuello cerrado por delante y con un bonito escote atrás en la espalda, que llegaba hasta la zona “prohibida”, era corto “demasiado, quizá” y provocativo “puede”, pero en ese momento no le importó, no supo si fue la indiferencia de su futuro marido o el cúmulo de cosas que formaba esa vida que no le llenaba, pero sintió adrenalina y se sintió bien “Divertirse un poco no hace daño a nadie”. Cuando llegó a casa de Borja se lo encontró cortando verduras en la cocina, Alba se acercó a darle un casto beso en los labios.

-¿Dónde estabas?- Alba respondió a su pregunta con una amplia sonrisa y mostrándole la bolsa de la tienda- ¿Qué te has comprado?

-Nada, es un vestido para mañana

-Ah, genial

-¿Qué estás cocinando?

-Nada, solo es merluza, la voy  a hacer con verduritas al horno

-¿Quieres que te ayude?

-No, déjalo, ponte cómoda

Alba fue a la habitación para ponerse el pijama abrigado de gatitos “el pijama antimorbo” pero pensó que para lo que Borja la tocaba no pasaba nada por ponérselo. La faltaba de sexo podía ser normal quizás en una pareja que lleva años juntas, pero ellos llevaban apenas unos meses, sin quitar que el inicio de su relación había sido “cuanto menos, raro” al principio lo achacó al estrés, pero ahora empezaba a pensar “Que se guardaba para llegar virgen al matrimonio. No me jodas”.

Cenaron en silencio en el salón y hablaron de su tema estrella, el trabajo. Cuando terminaron, Alba decidió irse a la cama

-¿Vienes?

-No, tengo que terminar algunas cosas para el lunes, tengo una reunión temprano

Alba no dijo nada, simplemente se acostó y se tapó la cabeza, absorta en el pensamiento de una monotonía vacía y el futuro de un matrimonio que abocinaba al fracaso.

El sábado amaneció como un día cualquiera, Alba alargó el brazo en la cama y para su sorpresa, “Nótese la ironía” Borja ya se había levantado, había tomado por costumbre salir a correr los fines de semana desde bien temprano, era y siempre había sido un hombre independiente y Alba lo sabía, Borja, con sus rutinas, sus costumbres y sus manías, con sus pormenores, Borja era un hombre con su propio espacio, que quería “pero a su manera”. Se levantó de la cama y fue a la cocina a preparar un café, decidió darse una ducha rápida y ponerse a desayunar, Borja llegó cuando le había dado el primer  bocado a una de sus tostadas.

-Buenos días- Alba solo sonrió- No te me acerques, voy directo a la ducha- y desapareció por el pasillo hacia el baño.

Alba estaba recogiendo los platos cuando Borja la rodeó desde atrás con sus fuertes brazos, esos brazos firmes que la hacían retozar “cuando quería”. La hizo dar media vuelta hasta que se tuvieron cara a cara, sus respiraciones se cruzaron tan agitadas como inseguras, se notaba en el ambiente, un compromiso, un compromiso que asfixiaba, “Y no tenía nada que ver con la boda, sino cuando te comprometes a hacer algo y debes hacerlo como todos esperan que hagas, cuando tienes miedo a fallar”, la mano de Borja se deslizó por debajo de la camiseta de gatitos que Alba se había puesto, acarició uno de sus pechos por encima del sujetador, la cogió en brazos y la llevó hasta el sofá, los dos se besaron con desesperación, se arrancaron la ropa, demasiada necesidad, demasiada, de cosas que no tenían, de otras muchas que jamás habían estado, se tumbó sobre ella con la ropa aún a medio quitar y la penetró con fuerza, se movieron rápido, Borja le acarició el clítoris con el pulgar y le regaló besos dispersos por su cuello, ambos se precipitaron al desenlace, enzarzados en lo que parecía “más una lucha de poder que hacer el amor”, se corrieron entre jadeos sonoros y sudorosos, sin más se levantaron del sofá. Borja se encaminó hacia el baño y Alba no pudo más que volver a ponerse la ropa y seguir lavando los platos en la cocina. “¿Era eso lo que quería? ¿Era eso lo que esperaba de la vida? Un polvo rápido, pasar el rato ¿y después?”

Borja salió de la ducha colocándose la corbata, la miro de reojo mientras Alba colocaba los platos secos en su repisa.

-Te he dicho mil veces que no tienes por qué limpiar, ya lo hará la asistenta- “A veces llegaba a ser un completo repelente”

-Y yo te he dicho mil veces que no me importa hacerlo, así me siento menos inútil…

-¿Quieres que lo hablemos?

-¿Qué hay que hablar Borja?- se giró para mirarle y se encontraron frente a frente con unos ojos que se desgarraban el uno al otro.

-Esto… lo que hacemos

-Eres tú el que hace días que no quiere tocarme, me echas un polvo rápido en el sofá y te levantas como si nada ¿Qué cojones quieres hablar Borja?

-Déjalo- se mesó el pelo y se pasó las manos por los ojos con gesto cansado- no comeré aquí hoy, tengo una comida de trabajo

-Pues me voy  a mi casa

-¿Qué?- se retaron con la mirada como dos auténticos titanes- esta es tu casa

-No pienso quedarme todo el día sola, me quedaré con Sonia en casa

-Haz lo que quieras- salió dando un portazo que hizo retumbar las paredes

“¿Era posible que a Borja se le hubiera pasado tan rápido el interés? Y lo que es peor ¿era posible que se me hubiera pasado tan rápido a mí?”

Sonia la recibió con los brazos abiertos y pequeños besitos por la cara, su gesto cambio al verla con una pequeña maleta de viaje y un neceser pequeño

-Tranquila, es para esta noche

-¿Te quedarás a dormir y todo?

-Sí, no me apetece escuchar a Borja decirme que no son horas de llegar para una futura mujer casada

-Que le den, es un sieso

Comieron pizza y vieron “Chicas malas” mientras se pintaban las uñas de un color granate intenso, hablaron, rieron, se sintieron a gusto la una con la otra, no hablaron de hombres, solo hablaron de ellas.

A las ocho llegarían los invitados así que dado el poco tiempo que tenían y que dos botellas de vino ya las habían puesto “alegres” arreglarse no fue tarea fácil, a eso le añadieron el pequeño tamaño del baño y que a Alba se le habían olvidado coger sus planchas del pelo. Así que en esa tesitura se encontraban, compartiendo planchas y mascara de pestañas cuando llamaron a la puerta, Sonia se precipitó acomodándose la falda y poniendo la música a toda pastilla. Las primeras en llegar fueron dos de sus compañeras de trabajo rubias, altas, “pivonazos en toda regla” y que además, llegaron acompañadas, de una botella de vino cada una.

Alba se colocó el vestido y se vio aún más guapa que cuando se lo probó en la tienda, el pelo lo había dejado liso hacia uno de los lados y en los labios, el tono Diva de MAC. Se entretuvieron haciéndose fotos las cuatro y subiéndolas a Instagram mientras llegaron el resto de invitados.

Sin saber cómo pasó, en cuestión de diez minutos la casa se llenó de gente, tanta gente que Alba tuvo que tomarse un respiro en la pequeña terracita de la cocina.

Sonia abrió la puerta de nuevo y apareció John, había olvidado lo guapo que era y también había olvidado lo que Sonia y el habían empezado a tener, aunque esta no había sido muy clara en detalles, se acercó a ella y la cogió de la cintura, se dieron dos besos apretados, como esos dos amigos que hace tiempo que no se ven.

-Joder cada día estas más guapa Albita

-Gracias- sus miradas se cruzaron lo suficiente para entender lo que se querían decir

-Estás…

-Bueno, estoy bien

-Vas a casarte

-Sí, me caso- le dedicó una mirada triste una que le decía “Mi amigo se merece ser feliz y no lo será sin ti”.

Sonia los salvó a ambos del aprieto cuando tiró del brazo de John y desaparecieron dentro del salón. Nunca había visto la casa tan llena de gente, todos charlaban bastante alto, la música retumbaba hasta las paredes y algunos ya llevaban algunas copas de más.

Entonces la atmosfera cambió, un cumulo de sensaciones, un calor que se le subió hasta la garganta, sin ni siquiera mirarlo ya sabía que él estaba allí, Alba se giró sobre sí misma y se lo encontró justo detrás de ella, parado, más bien “petrificado”, se miraron, se retaron por segundos y por último se adularon.

-Hola

-H-o-l-a- “Gracias cerebro de Alba por hacerme parecer subnormal”

-Sonia no me dijo que vendrías- se acercó mas

-Ni a mí que tú vendrías

-¿No vas a darme un beso?

-¿Debería dártelo?- Austin se acercó hasta rozar su cara, notó su barba que empezaba a raspar, apartó uno de los mechones de su pelo colocándolo detrás de la oreja y le dio un beso cálido sobre la mejilla, un beso que la llenó por completo, que la catapultó hasta lo más alto, meses atrás, cuando todo era más fácil y que ellos se encargaron de hacerlo lo más difícil que pudieron.

-Voy a por algo de beber- desapareció entre la gente, mientras Alba temblaba bajo su copa de Martini, se atusó el pelo nerviosa “Esto sí que no lo esperaba, había sido una jugada sucia” se debatió entre ir a tirarle la copa a Sonia encima o simplemente marcharse a casa, optó por la segunda, más civilizada y consecuente, así que se encaminó hacia la puerta cuando Austin la agarró de la muñeca y la hizo girar- ¿Ya te vas?

-Eh…

-¿No será por mí no?

-No tengo porque irme porque tu estés aquí, es la fiesta de mi amiga

-Ah

-¿Puedes soltarme?- y la soltó.

Alba se sentó en el sofá en un rincón, mientras dos chicas charlaban animadamente dándole la espalda, no sabía si habían sido cuatro o cinco copas, las que se había servido sin levantarse del sofá, y sonó una canción, una canción que aún los hacía especiales, que los hacía saber que daba igual el tiempo que pasara, que daba igual el sitio del mundo en que se encontrasen, esa canción siempre les haría sentir que lo que fueron, fue algo tan real como inolvidable. “Stay With Me” Austin sonrió de medio lado apoyado en la pared justo en frente de ella, Alba le evitó la mirada cuanto pudo, que no fue mucho, Austin simplemente se acercó y le tendió la mano

-No puedes negarme esto

Alba se levantó agarrada a su mano, el alcohol le dio un mareíllo singular, pero le dio igual, se encaramó a su cuerpo y se dejó llevar mientras Sam Smith no dejaba de cantar, se llenó todo, todo lo que necesitas que esté lleno, giraron, balancearon sus cuerpos como si se tratara de una canción interminable, como si se tratara de la canción de sus vidas. Aún no sabe si fue el alcohol o simplemente “una broma macabra de mi subconsciente” lo que le hizo a Alba pegarse a sus labios, un beso apretado, fuerte, se relajaron, Austin entreabrió los labios para dejar entrar la lengua de ella, un beso húmedo, después de tanto tiempo, cargado de una electricidad especial, una electricidad que ambos sabían que ningún otro ser encima de la tierra les podría hacer sentir. Austin deslizó su mano entre la piel al descubierto que dejaba el escote de su espalda y susurró entre dientes “Como me gusta este vestido”. Pero la canción se acabó, el reloj siguió y la música electrónica siguió rebotando en el salón, todavía estaban agarrados, pero habían vuelto a ser Austin y Alba, los mismo Austin y Alba que meses atrás habían decidido que no tenían suficiente valor para amarse, con todas sus letras y todas sus consecuencias, se soltaron despacio, como en un intento de despegar sus cuerpos unidos por algo más que por algo tangible, Alba deslizó su mano por sus labios y desapareció por el pasillo hacia el baño. Se miró al espejo, sus ojos estaban rojos por el alcohol, su pelo estaba alborotado “¿Qué acababa de hacer? Iba a casarme joder, no podía hacerle esto a Borja”. Salió del baño y se encontró a un Austin que la esperaba junto a la puerta con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón vaquero.

-¿Estás bien?

Alba no contesto, se fue hasta la que un día fue su habitación y recogió sus cosas, buscó a Sonia por toda la casa hasta que dio con ella en el salón tirada en el suelo “Si, revolcándose literalmente en la alfombra en una especie de baile ritual”

-Oye Sonia me voy

-¿Qué?

-¡Que me voy!- dijo alzando la voz por encima de la música

-¿Ya?- dijo mientras se ponía de pie, Sonia sin tacones le llegaba casi por debajo del pecho

-Si tengo que…

-¿Qué ha pasado? ¿Es por Austin?

-¿Por quién va a ser?- puso los ojos en blanco- tengo que irme, esto no está bien.

Y desapareció de su antiguo piso cargando su bolsa de viaje, tacones en la mano y una culpabilidad menos palpable de lo que se suponía políticamente correcto.

 

 

34 “Decisiones equivocadas”

A Borja no la entusiasmó verla allí a esas horas de la madrugada y menos aún en su estado.

-¡¿Cómo se te ocurre aparecer aquí borracha? ¡Ya no eres una niña Alba, por Dios!

-Yo creo recordar que había pedido un marido, no un padre

-Esto no es normal

-¿Y que es normal? ¿un novio al que no le atraigo?

-¿de dónde cojones sacas eso?

-¡De ti! ¿crees que todo se arregla con un polvo rápido encima del sofá? Pues te equivocas

-¿Se puede saber a qué viene eso? ¿Qué coño quieres de mi Alba? Estoy cansado, no me apetece tener que obligarme cada noche a empujar dentro de ti

-Ah… lo has dejado todo muy claro

-No estábamos hablando de esto ¿ahora vas a darle la vuelta para hacerme parecer a mí el malo?

-Nadie es el malo aquí, solo somos dos personas tomando decisiones equivocadas.

Y Alba salió por la puerta por la que había entrado tan solo diez minutos antes.

La música retumbaba desde la calle, “la fiestecita iba para largo”, tenía el rímel corrido por la cara y todo el glamour con el que había empezado la noche se había disipado casi a la misma velocidad que su “amor” por Borja. Tomó el ascensor hasta su planta y se dispuso a entrar de nuevo en su antiguo piso, cuando la puerta del vecino de al lado se abrió, Austin salió semidesnudo al pasillo, llevaba unos bóxer negros ajustados.

-¿Alba estás bien? Creí que te habías ido…

-Creíste bien- ambos miraron hacia el interior del piso donde se armaba esa juerga descomunal

-Si quieres puedes pasar y quedarte en mi casa- “Gracias, dioses del Olimpo por traerme al mismísimo Apolo en forma de tentación, tiene cojones”

-Ni de coña

-Tienes cara de estar cansada y no estarías aquí si no lo necesitaras, una buena ducha y a la cama, seré bueno, lo juro- dijo poniéndose la mano sobre el corazón y esbozando esa sonrisa devastadora.

Alba solo pudo asentir y entrar en casa de Austin arrastrando los pies. Todo estaba tal y como lo recordaba, como se había quedado meses atrás, cuando decidió ser “una completa idiota sin remedio”.

-Perdona el desastre de verdad- dijo Austin mientras recogía varios ceniceros del suelo y algún que otro botellín. Alba sonrió.- Puedes pasar a la ducha, ya sabes dónde está.

Alba se dio una ducha rápida, intentando evadir los recuerdos, intentando no ser absorbida por ese cumulo de sensaciones maravillosas que sintió en un pasado, se puso el pijama que había traído, quizá “demasiado provocativo para la situación”, un culote que dejaba ver parte de su trasero, con una camisetita de tirantas roja, a juego con el culote. Salió al salón pero no lo encontró allí, observó desde el ventanal que daba a la terraza la pequeña lucecita anaranjada de un cigarrillo, se acercó a él y quitándoselo de la mano, tomó una honda calada de su cigarro.

-No recuerdo que fumaras

-Ni yo…

-Eh…- dijo tomándola de la barbilla para hacerle levantar el rostro- Por muy grave que sea, todo tiene solución en esta vida Albita, excepto la muerte.

-Excepto nosotros- a ambos se les escapó una risotada triste

-Tienes razón, nosotros no tenemos solución.

Estaban muy cerca, sus respiraciones se rozaban suavemente, el calor que desprendían sus cuerpos los llamaba a actuar, a olvidar los errores, a recuperar aquello perdido que un día dio sentido a todo, aquello sin lo que habían dejado de vivir, el uno para el otro.

Alba lo agarró del cuello y se estampó contra sus labios, lo deseaba como nunca antes, necesitaba sentirse de nuevo viva, necesitaba encontrar a la Alba que Austin había despertado, deslizaron sus labios por los del otro suavemente, Austin la agarró levantándola del suelo y ella lo recibió rodeándolo con las piernas, siguieron besándose salvajemente, arrancándose gemidos, el deseo reprimido de un amor que se escapaba, Austin la estampó contra la pared y se separó de sus labios para besar su cuello, deslizó sus dedos hacia su hendidura, para comprobar que estaba preparada, húmeda, ardiente, le levantó el pequeño vestido negro y se bajó los pantalones hasta las rodillas.

-¿Estás segura de esto?- dijo Austin sin apartar los ojos de ella

-No estoy segura de nada- dijo acariciándole la sien- te deseo

Austin agarró su miembro, caliente y excitado, lo colocó en su entrada para penetrarla con suavidad, un gemido la hizo explotar en mil sensaciones, calientes, sudados, empezaron su ritmo incesante contra las baldosas de ladrillo de la terraza, se besaron, arrancándose gemidos el uno al otro, hasta que esa sensación mágica les recorrió el cuerpo, nublándole la vista y los sentidos, se corrieron, juntos, abrazados, agarrados a una esperanza, a por un momento ser solo, de nuevo, Austin  y Alba.

Se sentaron en el suelo, apoyados sobre la pared de la terraza.

Había sido “un error, un delicioso error, que no se debía repetir”.

 

 

 

 

 

 

 

35 “Los errores se pagan”

Dolor de cabeza y sed como si se hubiera tragado un desierto, así se levantó Alba a la mañana siguiente, resaca, pero “de culpabilidad”.

Austin dormía a su lado, enredando sus piernas con las de ella, lo habían hecho, y lo habían vuelto hacer en la cama.

Se levantó colocándose la sábana a modo de toalla y se dirigió a la cocina a por un buen vaso de agua, miró el móvil “las 14:30 ¡Joder!”, fue corriendo hacia la habitación y comenzó a vestirse.

Austin se despertó y observó cómo se colocaba el vestido sentada en un taburete.

-Tengo que irme ¡Son las 14:30! ¿Cómo he podido dormir tanto?

-Cuando te relajas y te olvidas de todo, descansas bien- dijo mientras se encendía un cigarrillo aún tumbado en la cama. Ella hizo una mueca de burla “Ese cabrón llevaba razón”- te acompaño- se levantó de la cama poniéndose los calzoncillos tirados junto a la lámpara.

Se dirigieron a la puerta en silencio.

-Austin  yo…- dijo volviéndose para mirarlo- siento mucho lo que ha pasado- Austin enarcó las cejas asombrado “no lo sientes Albita a mí no me engañas”- algunas copas de más eso es todo.

-Los dos sabemos que eso no es todo- dijo acercándose a sus labios con cuidado, ella se apartó bruscamente- Austin se tapó la cara riendo

- ¿De qué te ríes?

-¿Ahora que se supone que somos? ¿Amantes?

-No somos nada, te he dicho que ha sido un error

-Te estas engañando a ti misma, no hubieras venido aquí a buscarme si no fuera lo que de verdad deseabas

-No vine a buscarte

-¿Ah, no?, sabias que en casa de Sonia no podrías dormir con la que tenía montada, viniste por algo y fue por mi

-Eres un creído, arrogante- dijo enfurecida y salió de allí dando un portazo.

Ni una sola llamada, ni un solo mensaje “Le importas una mierda, entérate Albita”, Borja se había olvidado de su presencia, estaba enfadado, pero “Tampoco fue para tanto ¿o sí?”, bueno ahora sí que era para tanto “¿Cómo iba a mirarlo a la cara después de lo que acababa de pasar? Hay dos caminos o le dices la verdad y acabas con la farsa o te callas como una puta y te salvas el culo” ninguna de las dos opciones le entusiasmaba.

Un taxi la dejó en la puerta del lujoso bloque de pisos donde se encontraba el apartamento de Borja, se dirigió al interior con las llaves en la mano y se sintió “una absoluta sinvergüenza” al entrar en su casa después de todo como si nada, unos vecinos vestidos de arriba abajo con lujosas marcas la escrutaron al verla entrar en el descansillo, subió en el ascensor con la mente en blanco y cuando este se paró, hizo girar la llave en la cerradura para entrar en casa de Borja, las luces estaban apagadas, las persianas bajadas, parecía una de esas casas que llevan años cerradas esperando a ser vendidas, “ni rastro de existencia humana”, anduvo hasta la cocina, “nada”, de ahí al salón, “nada”, tampoco en la habitación.

Decidió relajarse dándose un baño en la gigantesca bañera de hidromasaje, pero antes se cargó una buena copa de vino “la resaca se combate con alcohol señores”, necesitaba evadirse de la realidad aunque fuera por unas horas.

Llenó la bañera hasta el borde e hizo que rebosara al introducirse dentro, cerró los ojos al notar el contacto con el agua tibia, las manos de Austin recorriendo su cuerpo le vinieron a la mente, besando sus muslos, su cuello, sus labios, como hacía meses atrás lo había hecho, como si nada hubiera cambiado, siendo solo Alba y Austin, aunque fuera por un día. Sacudió la cabeza intentando borrar los recuerdos pero resultaba imposible, hacía tanto tiempo que su cuerpo lo deseaba, tanto… que ni siquiera su mente se había parado a pensarlo. Tras la ducha se metió en la cama y se tapó la cabeza, se durmió al instante agotada.

Se despertó a las ocho de la tarde, se sentía desorientada, se levantó sobresaltada pero comprobó que Borja no había llegado, decidió enviarle un mensaje y se llevó diez minutos pegada a la pantalla sin saber que poner, no sabía que decir, ni si aún había algo que decir, solo quería recuperar esa estabilidad que Borja le daba, si no era ya demasiado tarde.

“¿Borja dónde estás? Estoy preocupada”

Un tick azul apareció en la pantalla como “leído” pero no contestó, ni en ese momento ni en los dos días siguientes.

“Los errores se pagan”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

36 “Por nuestro futuro”

-No tenías derecho a hacer eso- Borja se apoyó sobre el respaldo del escritorio de su oficina

-Alba este no es momento para discutirlo, lo hablaremos en casa

-¡Ah ¿Pero piensas volver a casa?!

-Te he dicho ya que si- dijo apretando los nudillos sobre el escritorio

-Me debes una explicación

-Y tú a mí también- se retaron con la mirada- fuera de aquí

-¿Me vas a echar?

-He dicho que te marches a tu oficina

-¡Gilipollas!- dijo al tiempo que le tiraba una montaña de papeles al suelo y salía como un rayo de la oficina. Hacía mucho tiempo que no estaba tan cabreada.

En la puerta varias chicas cuchicheaban mirándola sin apartar la vista. Se dirigió a su despacho y apoyada en la mesa comenzó a llorar, treinta minutos más tarde Borja entró por la puerta de su despacho.

-Quiero hablar contigo

-¿Ahora sí?

-Ahora

-Pues ahora no

-No vamos a jugar al gato y al ratón ¿te enteras? Esto no es ningún juego- estaba realmente enfadado, nunca lo había visto así- nos casamos dentro de tres meses, hay muchas cosas que deberíamos tener ya en marcha y tú te encargas de ir a fiestecitas y emborracharte en vez de asumir tus responsabilidades

-Tu enfado ha sido excesivo- dijo cabizbaja- ¡Y no eres nadie para castigarme!

-No era un castigo, simplemente no tenía ganas de verte

-¿Dónde has estado?

-En un hotel

-¿Harás eso siempre?

-¿El qué?

-Desaparecer cuando algo no te guste, irte para no verme la cara- silencio.- ¿no vas a contestar?

-No voy a rehusar mi postura, llevo razón

-Nunca te han llevado la contraria ¿eh? ¡Cómo se nota!- dijo Alba en tono sarcástico cruzándose de brazos.

-Perdóname- dijo Borja acercándose más a ella, que se había levantado de su silla

-¡Fuiste tú el que me animó a ir a la fiesta!- replicó indignada

-Lo sé, llevabas días decaída y quería que te divirtieras- la atrajo hacia el cogiéndola del brazo y la abrazó refugiándola en su pecho, a Alba un dolor incesante le llenó el pecho, era ansiedad.

-No vuelvas a hacer eso- entonó muy bajito

-Lo prometo- tragó saliva- Alba- la miró a los ojos agarrando a su cara con las manos- tengo miedo, nunca he estado tan cerca de la vida que quiero, todo esto me abruma, me da miedo que te me escapes- Alba solo calló- solo pensar que pueda pasar algo con ese idiota de Austin me entran ganas de matarlo- Alba tragó saliva y cerró los ojos llenos de dolor.

Tras un casto beso, Borja se dio la vuelta y salió de la oficina sin decir una palabra más.

El móvil de Alba se encendió a la hora de comer con una llamada, era Sonia.

-Ehhh

-¿Qué pasa Sonia?

-¿Estás bien? Vaya voz…

-Borja y yo no estamos  muy bien que digamos…

-Y tanto que no estáis bien ¡Te has follado a Austin! ¿No pensabas contármelo?

-No me puedo creer que ese imbécil te lo haya contado

-Jajajajaja

-¿De qué coño te ríes?

-Él no me ha contado nada, lo supuse yo solita, pero parece que te has delatado- “Joder”

-Cierra el pico por favor

-Tranquila ya sabes que soy una tumba ¿Cómo estuvo?

-¿Qué cómo estuvo? No se volverá a repetir

-¡Venga ya! El que prueba repite…- dijo carcajeándose al otro lado del teléfono

-Tengo que colgar, tengo mucho trabajo

-Vaalee, luego hablamos

-Adiós

Sonia sacaba lo mejor y lo peor de ella casi al mismo tiempo, tenía esa habilidad.

A las ocho de la tarde pasó por el despacho de Borja y este ya se había ido, así que se dirigió a su casa.

Borja al escuchar la llave girar, colocó rápidamente todo en su sitio. Alba entró por la puerta y encontró la casa totalmente a oscuras, Borja se acercó a ella y la besó suavemente en los labios, sin decir nada, la agarró de las manos para conducirla al salón, sobre la mesa, una botella de vino, dos copas y dos platos de sushi, había colocado velas a lo largo y ancho del salón, Alba sonrió con tristeza.

-¿Te gusta?- Ella asintió.

Se sentaron en la larga mesa de comedor y comenzaron a degustar la comida en silencio.

-Solo quería pedirte perdón- hizo una pausa para coger aire- por todo.

Alba se sintió en ese momento “un ser despreciable ¿A dónde había ido a parar su ética y su moral? Lo estaba engañando cruelmente, a su marido… futuro marido…”

-Olvidémoslo todo ¿vale?- “¿Se lo dices a él o a ti misma? Cállate cerebro”. Borja asintió y levantó la copa iniciando un brindis.

-Por nuestro futuro- ella levantó la copa y las hicieron chocar “Por nuestro futuro, juntos o separados…”

-Toma- Borja alargó la mano, acercándole un sobre de color blanco, ella se apresuró a abrirlo intrigada “Dios mío que no sea un regalo, no me hagas sentirme peor…” le sudaban las manos y le costó lo suyo abrir el “puñetero sobre”, acabó por romperlo y dos billetes de avión cayeron al suelo, se agachó para recogerlos, “Madrid”

-¿Nos vamos a Madrid?

-Es hora de que elijas el vestido y comencemos a prepararlo todo, ya que la boda será allí, necesitamos estar allí

-¿Y el trabajo?

-No te preocupes por eso, he pedido un mes libre tanto para mí como para ti, estaremos en España durante el mes de febrero y volveremos en marzo para volver en abril una semana antes de la boda ¿te parece?- lo había planeado todo “sin contar conmigo” de nuevo Alba se veía arrastrada más por los acontecimientos que por sus “propias decisiones”

-Si

-Estupendo

Terminaron de comer en silencio y Alba se levantó para recoger los platos, Borja le siguió hasta la cocina y comenzó a besarle la nuca “Austin”, a rozarle la piel con sus cálidas manos “Austin”, todo la transportaba a él, todo le recordaba a él, a su manera de besar, a su manera de acariciarla, de hacerle el amor, a su manera de hacerla sentir una mujer completa. Borja la hizo girar para besarle los labios y se perdieron en la habitación, en las sabanas, haciendo y deshaciendo lo que estaban construyendo, haciéndose “el amor” como si fuera la última vez, porque ambos sabían que en cualquier momento “podía ser la última vez”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

37 “Amargo desliz”

Alba salió del trabajo a la una para comprar algo rápido de comer, fue hacia la cafetería de la esquina donde ponían  aquellos sándwiches grasientos y poco saludables “es lo que hay”. Había optado por un “total look black” para su ultimo día de trabajo, llevaba un pantalón negro de vestir tobillero, que combinaba a la perfección con sus adorados stiletto, una blusa negra semitransparente y un abrigo negro de pelo “por supuesto artificial” para combatir el frio invierno de Londres.

Le entusiasmaba tan poco la idea de ir a España casi tanto como la idea de casarse, ya imaginaba a su madre dando saltos de alegría, viéndole probarse todos los vestidos o a sus amigas decidiendo que ponerse, “estrés” un estrés que no le apetecía en absoluto, elegir vestido, elegir iglesia, elegir menú, “elegir, elegir, ELEGIR…” todo era elegir, algo que para una persona como Alba no era tarea fácil “indecisa por naturaleza” como su padre.

Al doblar la esquina para cruzar la calle chocó con alguien corpulento, el sándwich que este llevaba quedó pegado en su abrigo "mierda", le sudaban las manos, le palpitaba el corazón, se miraron a los ojos “Austin, ¡Maldita casualidad!”.

-Joder Alba cuanto lo siento

-¡Mierda! ¿Eso es mahonesa?

-Lo siento…- Puso esa cara de gatito asustado que siempre iba seguida de una sonrisa digna de actor de Hollywood de los años 50.- Vamos a mi casa, te lavaré el abrigo

-No me da tiempo, tengo que volver al trabajo

-Nos da tiempo, estamos aquí al lado, solo tenemos que coger el metro y llegaremos en cinco minutos- “Maldita tentación, deja de joderme”

-Es mejor que vaya a casa a cambiarme

-Bueno como prefieras- Alba le dio la espalda y comenzó a caminas “¡Que cojones!”

-¡Eh!- grito cuando ya se iba y este se giró

-En realidad acabas de mancharme mi querido abrigo de pelo artificial, no deberías irte de rositas- a ambos se les escapó una sonrisa- iremos a tu casa y rápidamente le quitaras la mancha ¿De acuerdo?

-Si sargenta- hizo el gesto de saludo militar y ambos empezaron a reír como críos

-Vamos…

En el metro se tuvieron que mantener de pie por la gran afluencia de gente, iban pegados, “demasiado pegados” y la situación comenzaba a ser excitante. Austin llevó su mano hacia la espalda de Alba y bajó suavemente deslizando la mano por dentro de su pantalón hasta agarrar su trasero, Alba dio un respingo.

-Eres un descarado- dijo muy cerca de su boca y con los dientes apretados

-Te encanta- se acercaron más y más, sus bocas casi se rozaban. Llegaron a la estación y tuvieron que salir del metro

Entraron en el portal a trompicones, Alba le agarraba de la mandíbula para besarlo con fiereza, se pararon frente al ascensor y tras unos segundos esperando, este se abrió, de él salió una vecina que los miraba con los ojos como platos, mientras movía la cabeza en señal de negación, seguían dándose el lote como adolescentes. En el ascensor se relajaron un poco, manteniendo distancia y calmando sus respiraciones “¿Qué coño estás haciendo Alba?”. Haciendo caso omiso a sus pensamientos entraron en el piso de Austin, desnudándose por el pasillo, hasta que Alba lo tumbó de un empujón en la cama, se colocó encima de él a horcajadas y le regaló besos delicados por su fibroso torso, Austin entornó los ojos, le agarró la cara con las manos y susurró:

-Por mucho tiempo que pase, por muchas mañanas en las que nos levantemos separados, por muchos besos que  nos falten, te esperaré siempre Alba.

Se besaron, como si fuera el último, deslizando sus lenguas al interior de su boca, acoplando sus labios y hasta sus corazones. Una lágrima brotó del rostro de Alba y cayó empicada hacia el cuello de Austin, se miraron con lastima, solo podían sentir lastima de ellos mismos, que no supieron amarse, se hicieron  el amor, se llenaron por completo, por unas horas en las que parecía que el tiempo se detenía, que no avanzaba esa vida loca en la que se habían montado y tras el clímax, se tumbaron boca arriba en la cama, mirando el techo, contemplando todo aquello que les faltaba, lo que les faltaba para dar el paso de dejarlo todo atrás y estar juntos “¿Podría hacer eso?” se preguntó Alba mientras observaba el rostro serio e impasible de Austin.

-¿Qué estamos haciendo?- Austin ni siquiera la miró, siguió sin mostrar un ápice de sentimientos aunque se estuviera rompiendo por dentro.- ¿Qué somos?- Austin se giró y la miró con el rostro descompuesto

-No lo sé- Alba comenzó a llorar tapándose la cara, estalló, todo lo que había guardado, salía en forma de lágrimas, todo aquello que no dijo cuándo debía, lo que quería, lo que necesitaba y lo que no quería. Austin se levantó de la cama y fue a vestirse al baño.

Se sentó en la taza del wáter con las manos ocultándole la cara “¡Joder!” maldijo para sus adentros, porque por mucho que quisiera ella nunca sería suya, mientras él le daba todo lo que tenía, ella se lo daría a otro “¿Qué esperas a cambio Austin? Nunca dejará a Borja por ti” Él no era nadie para pedirle algo así, tenía dos opciones, disfrutar de esto, lo que les quedaba, los trozos de una relación hecha trizas o echarla de su casa en ese momento y olvidarla para siempre, salió rápido del baño y Alba estaba de pie en el salón.

-Tengo que decirte algo

-No, déjame hablar a mí- en sus ojos veía toda la madurez que algún día pensó que le había faltado- se acabó Alba, quiero que te vayas de mi casa y que no vuelvas por aquí

-Te recuerdo que has sido tú el que me dijo que viniera…

-Lárgate

Alba salió por la puerta con el abrigo manchado y el corazón, “lo que quedaba de él” aún más herido.

Sonia abrió la puerta y le dio un abrazo sin preguntar, eso es lo que hacía ser a Sonia tan especial, era capaz de entender a sus amigos sin necesidad de explicaciones.

-Alba- susurró, y está comenzó a llorar.

Dos tés y una hora más tarde. Se encontraban sentadas en la mesa del salón.

-¿Qué vas a hacer?

-No lo sé…- dijo mordiéndose el labio, Sonia agarró su mano y la acarició con suavidad

-Alba, yo no soy quien para decirte que debes hacer, tú eres quien debe tomar tus propias decisiones, solo eso te hará aprender y crecer ¿Quieres que te diga una cosa?- Ella asintió- Piensa en tu boda, visualízala- Alba lo hizo, “una boda al aire libre, todo decorado de estilo muy elegante, en tonos blancos y azul, su color favorito, lleno de flores, las mesas decoradas con farolillos…”- ¿Como ves a tu marido?- Ella no lo veía, veía a su familia, a ella misma vestida de blanco…- Alba, tú quieres una boda no un marido.

Alba le dio un beso a su amiga y se levantó.

-Tengo que irme- y sin más se encaminó a casa de Borja, tenía que hablar con él.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

38 “Confío en lo nuestro”

Llegó al piso y dejó las llaves en la entrada, buscó su nombre en contactos y lo llamó.

-¿Dónde estás?

-Borja, me encontraba mal y me he venido a casa

-No puedes faltar al trabajo cuando te salga de las narices Alba, eso no es profesionalidad

-Lo siento

-¿Estás bien? Tienes una voz…

-Sí, estoy bien, me duele la cabeza es solo eso

-Bueno, túmbate y tomate una pastilla, esta noche nos vemos

-Adiós

Y Borja colgó.

Alba se dio un baño relajante, con una bomba de baño de Lush que tenía guardada para una ocasión especial, esta no era una ocasión especial “o quizás si” y pensó, y buscó las palabras “No estoy preparada para casarme, Deberíamos darnos un tiempo…” o quizá algo más sincero “No te quiero”.

Borja aparecía por la puerta a las 22:30, estaban todas las luces apagadas y en el salón bajo un par de mantas, se acurrucaba Alba.

-Alba ¿Estás bien?

-Si, perdona- se secó las lágrimas con la mano intentando disimular

-No estás bien, tiene que haber pasado algo grave, me estás asustando

-No, nada…

-Habla- dijo con el rostro impasible mientras encendía la luz del salón, se fijó en los ojos rojos y tristes de su prometida- sé que llevo unos días raros pero es el estrés, te prometo que todo irá a mejor, confió en lo nuestro- Ese “confió en lo nuestro” se repitió en la cabeza de Alba sin parar, se abrazaron y se dieron un escueto beso. Alba se tragó sus palabras, sus pensamientos, y los enterró en lo más profundo de si “Confió en lo nuestro”.

 

 

 

 

 

 

 

39 “El principio del fin”

El 1 de febrero, Alba tenia las maletas preparadas, llevaba un vestido negro ajustado “como si estuviera de luto” y en cierta manera lo estaba, dejaba todo de nuevo y de nuevo la razón era un hombre, si se iba a España y se casaba con Borja, olvidaría a Austin como lo hizo con Alex, pero Austin no era Alex y ella lo sabía. Se levantaron temprano y se encaminaron a la puerta maletas en mano, cerraron la puerta con llave, al menos por un mes…

John apareció en casa de Austin a las siete de la mañana

-¿Qué coño quieres tío?- Austin estaba desaliñado, parecía que llevaba dias sin afeitarse y muchos más sin peinarse, tenía ojeras y una botellas de “Absolut Vodka” vacía en la mano “Lo cierto es que la soledad es peligrosa, es adictiva, una vez que te das cuenta de cuanta paz hay en ella, no quieres lidiar con nadie”

-Necesito que me lleves al aeropuerto, te lo pedí la semana pasada- Austin abrió los ojos confundido

-Lo siento tío, se me ha ido la olla, me pongo algo decente y nos vamos

John se iba a Irlanda a visitar a su familia, unos meses, había sido un viaje precipitado, sin mucho planear, simplemente este había dicho que lo necesitaba.

A esa hora el aeropuerto estaba ya lleno, el taxi los dejó en la puerta y Borja se encargó de pagar al chofer, un chico rubio de ojos azules les llevó las maletas hacia el interior. Borja se acercó a Alba por detrás y le colocó una mano casta en la cintura. En ese momento una moto demasiado familiar pasó por su lado y John se bajó quitándose en casco.

-Gracias tío, te debo una- dijo dándole la mano a Austin al tiempo que le daba con la palma de la mano en la espalda. Austin asintió. Cuando John se giró vio a Alba parada frente a ellos- ¡Eeeh Albita!

Borja se giró y lo desafío con la mirada, Alba quiso hablar, decir algo, pero se le habían amontonado las palabras en la garganta, ahí estaba el, como una broma cruel del destino, como si el universo intentara decirle algo por enésima vez, porque él siempre estaba ahí, en las malas y en las peores y cuando menos necesitaba verlo, ahí estaba él.

-¡John! ¿Qué tal?

-Me voy a Irlanda a visitar a mi familia, necesito desconectar un poco

-Ya, me alegro, es… genial- se giró para mirar a Borja- este es Borja, mi…

-Su futuro marido- dijo este estrechándole la mano “Cuidado, el macho dominante se acaba de manifestar”

-Encantado- tragó saliva- os deseo lo mejor, ya hablaremos Albita- le dijo acariciándole el hombro de manera fraternal y se adentró a toda prisa en el edificio.

Cuando John desapareció, la moto ya no estaba allí y tampoco su conductor, Alba se quedó mirando a la nada “Así mejor ¿no?” Sin despedidas, ni dramas.

-¿Vamos? Dijo Borja mirándola, ella asintió y se dirigieron hacia lo que sería el principio del fin.

Las primeras dos semanas fueron agotadoras, habían ido de catering en catering, de salón en salón, buscando el lugar ideal, la comida ideal, y nada parecía ser lo más adecuado, ni lo suficientemente ostentoso, ni perfecto que Alba había imaginado, así que acabaron optando por una finca a las afueras de Madrid, La Bella Rosa, el lugar era precioso, parecía sacado de un verdadero cuento de hadas, al menos tenían el sitio. El problema más grave vino cuando Alba tuvo que ir de tienda en tienda probándose decenas de vestidos y contra más se probaba, más confundida se sentía, se suele decir que cuando te pruebas “tu vestido” sabes que es ese, y Alba confiaba en que ese momento llegara, no ayudaba demasiado el ir acompañada de su madre, que cada vez que se probaba uno tenía que echar mano de un pañuelo para secarse las lágrimas de emoción, “Desesperante”.

La cosa con Borja seguía igual, poco sexo, poco cariño y poco de todo.

Cuando se dieron cuenta, había llegado la hora de volver y volvían con una boda casi preparada pero sin vestido.

-Alba es imposible que no te guste ninguno

-No sé, ninguno es mi estilo, necesito otra cosa, algo más personal…

-Lo mejor será que elijas algo rápido aquí en Londres y se acabó, con que sea blanco está bien…

“Con que sea blanco está bien…” Alba llevaba soñado con su boda desde pequeña y ahora que la tenía delante de sus narices no era capaz de tomar ni una sola decisión, por suerte Borja se había mostrado bastante partícipe y prácticamente todo lo había decidido él “No sabía que eras tan indecisa…” le repetía y ella solo se limitaba a asentir.

Llegaron a casa cansados y tras una rápida cena viendo la tele se fueron a la cama prácticamente sin hablar.

Llegó el lunes y la vuelta a la rutina, después del trabajo Alba decidió pasarse a ver a Sonia, y allí estaba ella, tan sonriente como siempre, le dio un abrazo fuerte y se sentaron en el sofá.

-Cuéntame qué tal va todo

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