Alas de sangre

Alas de sangre


Capítulo 6

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SEIS

Opino que de todos los poderes sello de los jinetes, el de la reparación es

uno de los más valiosos, pero no podemos permitirnos volvernos laxos

ante la presencia de tal sello, pues reparadores hay pocos; y heridos,

muchos.

—GUÍA MODERNA PARA CURANDEROS

DEL COMANDANTE FREDERICK

Unas llamas de agonía me devoran la parte alta del brazo y el pecho mientras Dain me lleva cargada por el pasadizo de abajo que nos saca del Cuadrante de Jinetes, sobre el acantilado y hacia el Cuadrante de Curanderos. Básicamente es un puente de piedra, cubierto y rodeado de más piedra, lo cual lo convierte en un túnel suspendido con unas cuantas ventanas, pero no tengo la claridad mental suficiente para observarlo todo en lo que avanzamos a toda velocidad con los enormes pasos de Dain.

—Ya casi llegamos —me asegura, con sus brazos firmes pero cuidadosos sobre mis costillas y bajo las rodillas, mientras mi brazo inutilizado descansa sobre mi pecho.

—Todos vieron cómo te exaltaste —susurro, esforzándome por bloquear el dolor de mi mente como lo he hecho tantas veces antes. Suele ser tan sencillo como crear un muro mental que rodea el tormento pulsante de mi cuerpo para luego decirme que el dolor solo existe en esa caja, así que no lo puedo sentir, pero esta vez no está funcionando tan bien.

—No me exalté. —Cuando llegamos a la puerta, la patea tres veces.

—Gritaste y me sacaste en brazos de ahí como si yo fuera alguien importante en tu vida. —Me concentro en la cicatriz en su mentón, en la barba incipiente sobre su piel bronceada, en lo que sea que me distraiga de sentir la profunda destrucción en mi hombro.

—Sí eres alguien importante en mi vida. —Patea de nuevo.

«Y ahora todos lo saben».

La puerta se abre y Winifred, una curandera que ha estado junto a mí demasiadas veces como para contarlas, da un paso atrás para que Dain pueda meterme al lugar.

—¿Otra herida? Parece que tus jinetes quieren abarrotar nuestras camas y… Ay, no. ¿Violet? —Sus ojos se abren en una expresión de sorpresa.

—Hola, Winifred —logro decir pese al dolor.

—Por aquí. —Nos lleva a la enfermería, que es un largo pasillo con camas, la mitad de las cuales ya están ocupadas por personas vestidas con el negro característico de los jinetes. Los curanderos no tienen magia, así que utilizan tinturas tradicionales y estudios médicos para sanarnos lo mejor que pueden, pero los reparadores sí. Espero que Nolon ande por aquí, pues él se ha encargado de repararme durante los últimos cinco años.

El sello de la reparación es excepcionalmente poco común entre los jinetes. Tienen el poder de arreglar, restaurar y devolver cualquier cosa a su estado original, desde ropa desgarrada hasta puentes pulverizados, pasando por huesos humanos rotos. Mi hermano, Brennan, era reparador, y se hubiera convertido en el mejor en la historia.

Dain me acomoda con cuidado sobre la cama a la que nos trajo Winifred, y luego ella se acerca a la orilla del colchón, cerca de mi cadera. Cada arruga de su rostro es un consuelo mientras acaricia mi frente con su mano avejentada.

—Helen, ve por Nolon —le ordena Winifred a una curandera de aproximadamente cuarenta años que va pasando por ahí.

—¡No! —grita Dain, con un dejo de pánico en la voz.

¿Por?

La curandera cuarentona pasa la vista entre Dain y Winifred, pues claramente no sabe a quién obedecer.

—Helen, ella es Violet Sorrengail, y si Nolon se entera de que estuvo aquí y que no lo llamaste, pues… tú te las vas a ver con él —dice Winifred en un engañoso tono tranquilo.

—¿Sorrengail? —repite la curandera con voz demasiado alta.

Intento enfocarme en Dain para evadir el dolor punzante en mi hombro, pero la habitación está comenzando a dar vueltas. Quiero preguntarle por qué no quiere que me reparen el hombro, pero otra oleada de dolor amenaza con dejarme inconsciente, así que lo único que puedo hacer es soltar un gemido.

—Ve por Nolon o va a hacer que su dragón te coma viva con todo y tu maldita cara, Helen. —Winifred enarca una ceja plateada, ignorando a Dain, que insiste de nuevo en que no llamen al reparador.

La mujer se pone pálida y luego desaparece.

Dain acerca una silla de madera a mi cama, y el rozar de las patas contra el suelo crea un rechinido horroroso.

—Sé que te duele mucho, Violet, pero quizá…

—¿Quizá qué, Dain Aetos? ¿Quieres verla sufrir? —le pregunta Winifred, con tono de regaño—. Le dije que te harían pedazos —masculla, acercándose más a mí, y sus ojos grises están llenos de preocupación mientras me recorren, evaluando el daño. Winifred es la mejor curandera en todo Basgiath, ella misma prepara todos los tónicos que prescribe, y me ha curado más heridas de las que puedo contar a lo largo de los años—. Pero ¿me hizo caso? Por supuesto que no. Tu madre es terriblemente obstinada, carajo.

Toma mi brazo lastimado y hago un gesto de dolor cuando lo levanta un par de centímetros y me toca el hombro.

—No hay duda de que está roto —anuncia Winifred, chasqueando la lengua y con las cejas enarcadas, sin quitarle la vista de encima a mi brazo—. Y me parece que necesitaremos a un cirujano para ese hombro. ¿Qué pasó? —le pregunta a Dain.

—Lucha —le explico con una sola palabra.

—Calla. Tú tienes que ahorrar energía. —Winifred vuelve a mirar a Dain—. Ayuda en algo, muchacho, y cierra las cortinas. Entre menos personas la vean herida, mejor.

Él se pone de pie y rápidamente hace lo que le pidieron, recorre la tela azul alrededor de nosotros para crear un cuarto pequeño pero efectivo que nos separa de los otros jinetes que terminaron aquí.

—Tómate esto. —Winifred saca un frasquito con líquido ámbar de su cinturón—. Se encargará del dolor en lo que te componen.

—No puedes pedirle a Nolon que la repare —protesta Dain mientras la curandera retira el corcho del cristal.

—Los dos la hemos estado reparando durante los últimos cinco años —dice ella, acercándome el botecito—. No quieras venir a decirme qué puedo hacer y qué no.

Dain mete una mano bajo mi espalda y la otra bajo mi cabeza, ayudándome a incorporarme un poco para que pueda beber el líquido. Está amargo, como siempre, pero sé que va a funcionar. Cuando termino de tragar, Dain me acomoda sobre la cama y se vuelve hacia Winifred.

—No quiero que sufra, por eso estamos aquí. Pero si está tan malherida, estoy seguro de que podemos ver si los escribas la aceptan como un ingreso tardío. Apenas ha pasado un día.

Mientras proceso su lógica para no querer que me atienda un reparador, mi rabia se abre paso entre el dolor lo suficiente para hacerme hablar.

—No me voy a ir con los escribas.

Luego suspiro y cierro los ojos mientras un zumbido placentero recorre mis venas. Pronto hay una buena distancia entre el dolor y yo, y al fin puedo pensar con algo de claridad, así que me obligo a abrir los ojos de nuevo.

Al menos, creo que es pronto, porque escucho una conversación a la que claramente no le estuve poniendo atención, así que supongo que ya pasaron algunos minutos.

La cortina se abre y Nolon entra, apoyando su peso en el bastón. Le sonríe a su esposa y sus dientes muy blancos contrastan con su piel morena.

—¿Me llamaste, mi…? —Su sonrisa se desvanece en cuanto me ve—. ¿Violet?

—Hola, Nolon. —Me obligo a curvar los labios hacia arriba—. Te saludaría con la mano, perouno demis brazos nosirve yelotro losiento muuuuuypesado. —Dioses, ¿estoy arrastrando las palabras?

—Suero de leigheas. —Winifred le ofrece una pequeña sonrisa a su esposo.

—¿Vino contigo, Dain? —Nolon le lanza una mirada acusatoria a Dain, y de pronto me siento de quince años otra vez, llegando en brazos de mi amigo porque me rompí el tobillo mientras trepábamos algo que no deberíamos andar trepando.

—Soy su líder de pelotón —responde Dain, moviéndose un poco para que el reparador pueda acercarse a mí—. Ponerla bajo mi mando fue lo único que se me ocurrió para mantenerla a salvo.

—Y no lo estás logrando mucho que digamos, ¿verdad? —Nolon lo mira con suspicacia.

—Es día de evaluación física para los combates —explica Dain—. Imogen, una de segundo año, le dislocó el hombro y le rompió el brazo a Violet.

—¿En el día de evaluación física? —gruñe Nolon mientras corta la tela de mi camisa de manga corta con una daga. El hombre tiene por lo menos ochenta y cuatro años y aún se viste con la ropa negra y las armas envainadas de los jinetes.

—Ssssumamáera. Unadelasss separa…separa…ssseparatistasde FennnRiorson —explico lentamente, intentando enunciar, pero sin éxito—. Y yossssoyuna Sorrengail, asíque loentiendo.

—Pues yo no —gruñe Nolon—. Nunca estuve de acuerdo con la manera en que reclutaron a esos chicos para el Cuadrante de Jinetes como castigo por los pecados de sus padres. Jamás habíamos tenido a personas obligadas en ese cuadrante. Nunca. Y hay buenas razones para eso. La mayoría de los cadetes no sobrevive, aunque supongo que ese es el punto. Como sea, está claro que tú no tendrías que sufrir por el honor de tu madre. La general Sorrengail salvó a Navarre al capturar al Gran Traidor.

—Entonces, no la vas a reparar, ¿verdad? —pregunta Dain en voz baja, para que no puedan escucharlo afuera de la cortina—. Lo único que pido es que los curanderos hagan su trabajo y dejen que la naturaleza se tome el tiempo que necesite. Sin magia. No hay esperanza para ella si vuelve con un yeso o tiene que defenderse mientras su hombro sana de la cirugía reconstructiva. La última le tomó cuatro meses. Esta es nuestra oportunidad para sacarla del Cuadrante de Jinetes mientras aún respira.

—Nomevoyairconlosesdribas. —Quiero hablar bien—. Esdribas —intento de nuevo—. ¡Esdribas! ¡Carajo! Repárame.

—Yo siempre te repararé —me promete Nolon.

—Solo. Esta. Vez. —Me concentro en cada palabra—. Si. Los otros. Ven que necesito. Reparación. Todoeltiempo, vana. Pensar. Que soy débil.

—¡Y por eso tenemos que aprovechar esta oportunidad para sacarte! —Se me aplasta el corazón al escuchar el pánico en la voz de Dain. No puede protegerme de todo, y ver cómo me rompo y, al final, mi muerte, lo va a arruinar—. Salir de aquí e irte directo al Cuadrante de Escribas es la mejor opción que tienes para sobrevivir.

Lo miro con rabia y elijo mis palabras cuidadosamente.

—No voy. Abandonar a los jinetes. Solo para que mamá. Me regrese a rastras. Me. Quedo. —Giro la cabeza y toda la habitación da vueltas mientras busco a Nolon—. Repárame… pero soloestavez.

—Sabes que te va a doler horriblemente y que te seguirá doliendo por un par de semanas, ¿verdad? —me pregunta él, sentándose en la silla junto a mi cama y mirando mi hombro.

Asiento. No es mi primera reparación. Cuando eres tan quebradizo como yo desde que nací, el dolor de las reparaciones está en segundo lugar después del de la herida original. Básicamente es un día cualquiera.

—Por favor, Vi —me ruega Dain—. Por favor, cambia de cuadrante. Si no es por ti, hazlo por mí… porque no hice algo antes. Debí detenerla. No puedo protegerte.

Quisiera haber descubierto su plan antes de tomarme la pócima de Winifred, porque se lo hubiera podido explicar mejor. Nada de esto es resultado de algo que él haya hecho, pero se va a sentir culpable como siempre.

—Yatomé midecisión —digo tras respirar hondo.

—Vuelve al cuadrante, Dain —le ordena Nolon sin levantar la vista—. Si fuera cualquier otra persona de primero, ya te hubieras ido.

Dain me sostiene la mirada con sus ojos angustiados.

—Vete —insisto—. Teveo enla formación porla mañana. —De todos modos, no quiero que presencie esto.

Él pasa saliva para tragarse la derrota, asiente, se da la vuelta y se va por la abertura de la cortina sin decir nada más. Espero con todo mi corazón que lo que elegí hoy no termine destruyendo a mi mejor amigo después.

—¿Lista? —me pregunta Nolon, pasando las manos por encima de mi hombro.

—Muerde esto. —Winifred me acerca una tira de cuero a la boca y la tomo entre los dientes.

—Aquí vamos —masculla Nolon, y levanta sus manos sobre mi hombro. Su ceño se frunce en gesto concentrado antes de hacer un movimiento de torsión.

Un dolor inclemente estalla en mi hombro y mis dientes se entierran en el cuero mientras grito. Aguanto un segundo y luego otro antes de desmayarme.

 

 

Las barracas están casi llenas para cuando vuelvo por la noche, con el brazo derecho adoloridísimo en un cabestrillo azul claro que me convierte en un blanco aún más obvio, si es que eso es posible.

Los cabestrillos hablan de debilidad. De fragilidad. Dicen que eres un lastre para el ala. Si me rompo así de fácil en la colchoneta, ¿qué va a pasar si me monto a un dragón?

El sol hace mucho que se puso, pero el pasillo está iluminado por el suave resplandor de las luces mágicas mientras otras chicas de primero se alistan para dormir. Le sonrío a una que tiene una tela manchada de sangre pegada al labio hinchado, y ella me devuelve el gesto seguido de una mueca de dolor.

Veo tres catres vacíos en nuestra fila, pero eso no significa que esos cadetes están muertos, ¿verdad? Podrían estar en el Cuadrante de Curanderos como yo o quizá están en los baños.

—¡Ya volviste! —Rhiannon se levanta con un salto de su cama, ya vestida con sus shorts y camiseta para dormir, y noto el alivio en sus ojos y sonrisa al verme.

—Ya volví. Perdí una camisa, pero ya volví.

—Te pueden dar otra mañana. —Me da la impresión de que quiere abrazarme, pero al ver mi cabestrillo da un paso atrás y se sienta en la orilla de su cama. Yo hago lo mismo en la mía, quedando de frente a ella—. ¿Cómo salió todo?

—Me va a doler durante unos días, pero estaré bien mientras lo tenga inmovilizado. Sanará por completo antes de que comencemos con los retos sobre las colchonetas.

Tengo dos semanas para averiguar cómo puedo evitar que esto pase de nuevo.

—Yo te ayudaré a vestirte —me promete—. Eres la única amiga que tengo aquí, por lo que prefiero que no te mueras cuando las cosas se pongan más difíciles. —Una esquina de su boca se eleva en una sonrisa juguetona.

—Haré lo posible por no morirme. —Sonrío pese al dolor en mi hombro y brazo. El efecto del tónico ya pasó y me está empezando a doler horrible—. Y yo te ayudaré en historia. —Apoyo mi peso sobre la mano izquierda, que se desliza bajo mi almohada.

Ahí hay algo.

—Somos invencibles —declara Rhiannon, que está siguiendo con la mirada a Tara, la chica voluptuosa de cabello oscuro de Morraine, mientras pasa junto a nuestras camas.

Saco un librito, no, es un diario, con una nota doblada encima que dice «Violet» con la letra de Mira. Abro la nota con una sola mano.

Violet:

Esperé hasta leer las listas esta mañana y no estás en ellas, gracias a los Dioses. No me puedo quedar. Me necesitan en mi ala, y aunque pudiera seguir aquí, no me dejarían verte. Soborné a un escriba para que dejara esto en tu catre. Espero que sepas lo orgullosa que me siento de ser tu hermana. Brennan me escribió esto el verano antes de mi ingreso al cuadrante. Me salvó, y te puede salvar a ti también. Agregué algo de mi sabiduría ganada a pulso por aquí y por allá, pero la mayor parte es suya, y sé que él hubiera querido que tú lo tuvieras. Él te hubiera querido viva.

Te quiere,

Mira

Trago saliva para deshacer el nudo en mi garganta y dejo la nota a un lado.

—¿Qué es? —me pregunta Rhiannon.

—Algo de mi hermano. —Las palabras apenas logran salir de mis labios mientras abro la tapa del cuaderno. Han pasado años desde la última vez que vi los trazos fuertes de sus letras, pero ahí están. El pecho se me aplasta y una nueva oleada de pena me va llenando—. El libro de Brennan —digo en voz alta, leyendo la primera página, y luego paso a la segunda.

Mira:

Eres una Sorrengail, así que vas a sobrevivir. Quizá no tan espectacularmente como yo, pero no todos pueden alcanzar estos niveles, ¿verdad? Ya en serio, esto es todo lo que he aprendido. Mantenlo a salvo. Escóndelo. Tienes que vivir, porque Violet está observando. No puedes dejar que te vea destruida.

Brennan

Las lágrimas se me agolpan en los ojos.

—Solo es su diario —miento, pasando algunas páginas. Puedo escuchar su tonito bromista y sarcástico al ver sus palabras como si estuviera aquí, haciendo chistes ante el peligro con un guiño y una sonrisa. Cómo lo extraño, carajo—. Murió hace cinco años.

—Ay, lo… —Rhiannon se acerca, con los ojos llenos de compasión—. Nosotros tampoco quemamos todo siempre. A veces es lindo tener algo, ¿verdad?

—Sí —susurro. Tener esto es valiosísimo, pero sé que mamá lo lanzaría al fuego si lo encontrara.

Rhiannon se reclina en su cama, abre su libro de historia y yo vuelvo a la historia de Brennan, que comienza en la tercera página.

Sobreviviste al parapeto. Bien. Mantente atenta durante los próximos días y no hagas nada que llame la atención. Dibujé un mapa donde podrás ver no solo dónde están los salones, sino también dónde se reúnen los instructores. Sé que estás nerviosa por los retos, pero no deberías, no con ese gancho derecho que tienes. Puede que parezca que eligen a los oponentes al azar, pero no es así. Lo que los instructores no te dicen es que deciden cuáles serán los retos desde una semana antes, Mira. Cualquier cadete puede pedir un reto, claro, pero los instructores ponen oponentes buscando deshacerse de los más débiles. Eso significa que cuando comience el combate real, los instructores ya saben a quién te enfrentarás ese día. Este es el secreto: si sabes dónde buscar y puedes colarte sin que nadie te vea, sabrás con quién vas a pelear y así podrás prepararte.

Ahogo una expresión de sorpresa y me devoro el resto de la entrada mientras la esperanza va floreciendo en mi pecho. Si sé con quién voy a pelear, podré comenzar con la batalla antes de llegar a la colchoneta. Mi mente se pone a trabajar y un plan empieza a tomar forma.

Dos semanas, ese es el único tiempo que tengo para conseguir todo lo que necesito antes de que comiencen los retos, y nadie conoce el territorio de Basgiath como yo. Todo está aquí.

Una sonrisa comienza a llenarme lentamente la cara. Sé cómo sobrevivir.

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