Alas de sangre

Alas de sangre


Capítulo 27

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VEINTISIETE

Por su gran valor que fue más allá del deber en la batalla de Strythmore,

donde no solo consiguió la destrucción de una tropa tras las líneas

enemigas, sino que además salvó las vidas de todo

un batallón de infantería, recomiendo que Mira Sorrengail reciba la

Estrella de Navarre. Pero, si los criterios no se cumplen, aunque les

aseguro que sí, bajar su condecoración a la Orden de la Garra sería una

pena, pero suficiente.

—RECOMENDACIÓN PARA UN PREMIO DEL COMANDANTE POTSDAM A

LA GENERAL SORRENGAIL

—Entonces ¿lo único que haremos será esperar a que pase algo? —pregunta Ridoc la tarde siguiente, reclinándose en la silla tras dejar sus botas en una esquina de la mesa de madera que se extiende por todo lo largo del salón de informes.

—Sí —dice Mira desde la cabecera. Luego gira la muñeca, haciendo que Ridoc se vaya de espaldas—. Y no pongas los pies en la mesa.

Uno de los jinetes de Montserrat se ríe y cambia los indicadores sobre el enorme mapa que ocupa la única pared de piedra en la habitación curva y con un gran ventanal. Es el torreón más alto en el puesto y ofrece unas vistas increíbles de la cordillera de Esben.

Hoy nos separaron en dos grupos. Rhiannon, Sawyer, Cianna, Nadine y Heaton pasaron la mañana con Devera en este cuarto, estudiando batallas anteriores que han tenido lugar aquí, y ahora están patrullando.

Dain, Ridoc, Liam, Emery, Quinn y yo pasamos el día volando dos horas sobre los alrededores con un agregado: Xaden. Ha sido la peor distracción desde anoche que llegó.

Dain no deja de lanzarle miradas de odio y hacer comentarios sarcásticos.

Mira también se la pasa vigilándolo, y ha estado sospechosamente callada desde anoche.

¿Y yo? Aparentemente ni siquiera puedo quitarle los ojos de encima. Hay una energía palpable en cualquier habitación a la que entra y me recorre la piel como una caricia cada que nuestras miradas se encuentran. Incluso en este momento, estoy consciente de cada una de sus respiraciones mientras está sentado junto a mí a la mitad de la mesa.

—Consideren esto como Informe de Batalla —continúa Mira, viendo con algo de desprecio a Ridoc, quien se está levantando torpemente para volver a su silla—. Esta mañana recorrimos un cuarto del tramo por el que volamos normalmente, así que, si hubiera sido el patrullaje de siempre, apenas estaríamos llegando para reportarle lo que vimos al comandante. Pero, para matar tiempo y ya que estamos aquí reunidos como el vuelo de la tarde, finjamos que nos encontramos con un nuevo puesto de avanzada fortificado cruzando la frontera… —Se gira hacia el mapa y pone una tachuela con una banderita roja cerca de una de las montañas como a tres kilómetros de la frontera de Cygnisen.

—¿Tenemos que suponer que simplemente apareció de la noche a la mañana? —pregunta Emery con tono abiertamente escéptico.

—Es para poder armar una discusión, muchachito de tercero. —La expresión de Mira lo hace erguirse en su silla.

—Me gusta este juego —dice uno de los jinetes de Montserrat que está en un extremo de la mesa, poniendo las manos detrás de su nuca con los dedos entrelazados.

—¿Cuál sería nuestro objetivo? —Mira observa a casi todos alrededor de la mesa, pero es claro que se salta a Xaden. Anoche, le echó un solo vistazo a la reliquia de la rebelión en su cuello y se fue sin decir una sola palabra—. ¿Aetos?

Dain se sobresalta en su lugar, donde estaba viendo con odio a Xaden, y voltea hacia el mapa.

—¿Qué clase de fortificación tienen? ¿Hablamos de una estructura de madera enclenque? ¿O algo más firme?

—Como si pudieran construir una fortaleza de la noche a la mañana —masculla Ridoc—. Tiene que ser de madera, ¿no?

—¿Por qué se lo toman tan literal, carajo? —Mira suspira y se frota la frente con un pulgar—. Bueno, digamos que ocuparon una bodega que ya estaba ahí. Es de piedra y todo.

—Pero ¿los civiles no pidieron ayuda? —pregunta Quinn, rascándose su barbilla puntiaguda—. El protocolo pide que los lugares que estén tan perdidos en la montaña lancen señales de alerta. La gente tendría que haber encendido su faro de alarma para avisar a los jinetes que estaban patrullando, y en ese momento los dragones en el recorrido les habrían avisado a los demás dragones disponibles en el área. Los jinetes que están en esta habitación hubieran salido primero como reacción inmediata mientras los demás despertaban, y con eso los jinetes habrían evitado que tomaran la bodega.

Mira suelta un bufido y se agarra de la orilla de la mesa con las manos, viéndonos fijamente de uno en uno.

—Todo lo que les enseñan en Basgiath es teoría. Analizan ataques pasados y aprenden esas maniobras de combate tan… teóricas. Pero las cosas aquí afuera no siempre salen de acuerdo al plan. ¿Por qué no hablamos de todos los imprevistos que pueden ocurrir, para que sepan qué hacer cuando pasen, a diferencia de discutir por qué no debimos perder la bodega?

Quinn se reacomoda en su silla, incómoda.

—¿Cuántos de los de tercero que están aquí han sido llamados? —Mira se yergue y pone las manos sobre su ropa negra y la correa que sostiene la espada sobre su espalda.

Emery y Xaden levantan la mano, aunque lo de Xaden es apenas un gesto.

Dain se ve como si estuviera a punto de explotar.

—No puede ser. No nos llaman al servicio hasta después de la graduación.

Xaden tensa la boca y asiente, ofreciéndole un gesto sarcástico con el pulgar arriba.

—Sí, claro. —Emery se ríe—. Espérate al próximo año. Ni siquiera puedo contar todas las veces que hemos estado en una habitación como esta en los fuertes en el interior de Navarre porque llamaron a sus jinetes al frente por una emergencia.

Dain se pone pálido.

—Ya que aclaramos eso… —Mira mete una mano bajo la mesa, saca varias cosas a escala y pone una bodega de piedra de quince centímetros al centro de la mesa—. Atrápenlos. —Uno por uno, nos va lanzando miniaturas de dragón en madera pintada hasta quedarse ella con el último—. Finjan que Messina y Exal no existen y somos el único pelotón disponible para recuperar la bodega. Piensen en el poder que hay en esta habitación. Piensen en lo que cada jinete ofrece y cómo usarían esas habilidades en conjunto para lograr su objetivo.

—Pero no les enseñan eso a los de primero —dice Liam en voz baja junto a mí.

Mira ve la marca mágica y ondulada en su muñeca, pero hay que reconocerle a Liam que no se acomoda la manga. A veces es difícil recordar que los de tercero son los primeros jinetes que trabajarán junto a los hijos de los líderes de la rebelión tyrrish, una rebelión que pudo dejar a nuestras fronteras desprotegidas y a la gente inocente de Navarre como muertos de guerra. Todos en esta habitación nos hemos acostumbrado a Liam, a Imogen… incluso a Xaden. Pero los que están en servicio activo nunca han volado con nadie marcado por una reliquia de la rebelión.

Los jinetes tyrrish que siguieron siendo fieles a Navarre durante la revuelta recibieron ascensos en vez de castigos, y, en cambio, asesinaron y ejecutaron a los jinetes que se pusieron en contra del rey y del país. Y, así como mi dolor por la pérdida de Brennan salió contra Xaden aquel primer día en el parapeto, habrá más de un jinete que canalice erróneamente su propia rabia hacia los marcados.

Me aclaro la garganta.

Mira posa sus ojos sobre los míos y enarco una ceja en obvio gesto de advertencia.

«No te metas con mis amigos».

Sus ojos empiezan a llenarse de sorpresa, pero el gesto desaparece de inmediato y vuelve su atención a Liam.

—Puede que no les enseñen esta estrategia de batalla a los de primero porque están ocupados intentando mantenerse sobre el lomo de sus dragones. Ya probaron un poco de lo que es la estrategia en la Batalla de Pelotones, y mayo se acerca, lo cual significa que los Juegos de Guerra están por comenzar, ¿verdad?

—En dos semanas —responde Dain.

—Pues llegan en buen momento. No todos sobrevivirán a los juegos si no están preparados. —Me sostiene la mirada por un instante—. Pensar así le dará ventaja a su pelotón, incluso a toda su ala, pues les garantizo que su líder de ala ya está evaluando a cada jinete según sus habilidades.

Xaden juega con el dragón miniatura, pasándolo entre sus nudillos, pero no responde nada. No le ha dicho ni una sola palabra a Mira desde que llegó.

—Así que, hagámoslo. —Mira se levanta—. ¿Quién está al mando? —Se voltea para ver a Quinn—. Y finjamos que no tengo tres años más de entrenamiento que el que tenga el grado más alto entre ustedes aquí.

—Entonces, yo estoy al mando. —Dain se yergue y levanta el mentón un par de centímetros.

—Aquí está nuestro líder de ala —comenta Liam, señalando a Xaden—. Yo diría que eso lo pone al mando.

—Para el ejercicio, podemos fingir que no estoy aquí. —Xaden deja su dragón sobre la mesa y se reclina en su silla, poniendo un brazo en el respaldo de la mía, lo que provoca que Dain apriete los dientes de rabia.

—Dale a Ateos el puesto que todos sabemos que desea.

—No seas cretino —susurro.

—No me has visto ni cerca de lo cretino que puedo llegar a ser.

Giro la cabeza tan rápido que me mareo, y me quedo con la boca abierta al encontrarme con Xaden de perfil. Fue su voz pero… en mi maldita cabeza.

Él se voltea para verme y los destellos dorados en sus ojos reflejan la luz. Podría jurar que escucho cómo se ríe en mi mente, aunque tiene los labios cerrados con esa sonrisita de superioridad que me acelera el pulso.

—Me estás viendo fijamente. Las cosas se van a poner raras en unos treinta segundos si no dejas de hacerlo.

—¿Cómo? —murmuro, furiosa y confundida.

—Igual como hablas con Sgaeyl. Todos estamos maravillosa e insoportablemente conectados. Esta es solo una de las ventajas. Aunque empiezo a pensar que debí probarlo antes. La expresión en tu rostro es increíble. —Me guiña y vuelve a mirar al frente.

El. Infeliz. Me. Guiñó. Y ¿eso es una pequeña sonrisa?

—Eres. El. Líder. De. Ala —cada palabra de Dain tiene que luchar por salir entre sus dientes apretados.

—Ni siquiera debería estar aquí —responde Xaden, encogiéndose de hombros—. Pero, si te hace sentir mejor, para los Juegos de Guerra recibirás órdenes de tu líder de sección, Garrick Tavis, el cual a su vez las recibirá de mí. Harán sus maniobras como pelotón por el bien del ala. Solo finge que soy uno más de tu pelotón y úsame como prefieras, Aetos. —Xaden se cruza de brazos.

Me volteo para ver a Mira, que está siguiendo el minuto a minuto con las cejas enarcadas.

—A todo eso, ¿qué haces aquí? —pregunta Dain con tono retador—. Sin ofender, señor, pero no esperábamos a alguien de más alto rango en este viaje.

—Sabes bien que Sgaeyl y Tairn son pareja.

—¿Tres días? —contraataca Dain, acercándose a la mesa—. ¿No aguantaste tres días?

—No tiene nada que ver con él —interrumpo, dejando mi dragón sobre la mesa con un poco más de la fuerza necesaria—. Es cosa de Tairn y Sgaeyl.

—¿No has pensado que tal vez vine porque no soporté estar lejos de ti?

Le doy un codazo en el bíceps. No lo dice en serio. No cuando sigue sosteniendo que besarme fue un error. Y si está diciendo la verdad… Ni siquiera voy a pensar en eso.

—Ya, ya, vas a revelar el secretito de cómo nos comunicamos, si no puedes evitar ser tan… violenta. —Apenas logra disimular una sonrisa. Es obvio que le encanta tener la última palabra.

Necesito descubrir cómo diablos lo hace para poder discutirle mentalmente.

—Obviamente ibas a salir en su defensa. —Dain me lanza una mirada llena de rabia—. Aunque cómo se te pudo olvidar que este tipo te quería matar hace seis meses; eso es algo que nunca voy a entender.

—No puedo creer que te hayas atrevido a decir eso.

—Qué profesional, Aetos. —Xaden se rasca la reliquia en su cuello, pero estoy completamente segura de que no siente comezón—. No hay mejor forma de resaltar las habilidades de liderazgo.

Uno de los jinetes suelta un silbido.

—¿No prefieren sacársela y medírsela, muchachos? Sería más rápido.

Liam ahoga una carcajada, pero sus hombros se sacuden igual.

—¡Basta! —Mira azota una mano sobre la mesa.

—Ay, por favor, Sorrengail —se queja el jinete que hizo el comentario con una enorme sonrisa.

Tanto Mira como yo nos giramos para verlo.

—Le hablaba a la Sorrengail mayor. Es lo más entretenido que hemos visto en años.

Niego con la cabeza y observo a la gente alrededor de la mesa.

—Mira tiene la capacidad de extender un escudo si se caen las protecciones, así que lo primero que haría sería enviarla a explorar el área con Teine. Necesitamos saber si nos enfrentamos a infantería o jinetes de grifos.

—¿Quieres hacer tu trabajo? —le pregunto a Dain con una dulce sonrisa—. O sea, cómo se te pudo olvidar que eres el líder del pelotón es algo que nunca voy a entender.

Aprieta el dragón en su puño mientras aleja sus ojos de los míos.

—Quinn, ¿puedes hacer un viaje astral desde el lomo de tu dragón?

—Sí —responde ella.

—Entonces te pediría que viajes a la fortaleza para buscar puntos débiles —anuncia Dain—. Y que al regresar tengas un informe detallado. Lo mismo con Liam. Usaríamos tu visión a larga distancia para ver si te es posible ubicar dónde están los jinetes de grifos y si pusieron trampas.

—Bien. Los puntos débiles son la puerta de madera —anuncia Mira mientras Quinn y Liam ponen sus dragones donde les corresponde—, y los ciudadanos navarros que tienen en los calabozos.

—Adiós a la idea de hacer estallar todo —dice Ridoc.

—Tú controlas el aire, ¿verdad? —le pregunta Dain a Emery—. O sea que puedes darles forma a las llamas de tu dragón y llevarlas a las áreas de la bodega donde está el enemigo sin matar civiles.

—Sí —responde Emery—, pero tendrá que estar dentro de la bodega.

—Entonces tendrás que entrar a la bodega —dice Mira, y se encoge de hombros.

Emery se sorprende al escuchar esto.

—¿Quieres que deje mi dragón y vaya a pie?

—¿Por qué crees que nos dan tanto entrenamiento de combate mano a mano? ¿O vas a dejar que muera toda esa gente inocente? —Mira hace un movimiento con la muñeca y el dragón de Emery sale volando de su mano y llega a la de ella. Lo pone en el centro de la bodega—. La verdadera pregunta es: ¿cómo te acercas lo suficiente sin que te maten? —Recorre la mesa con la mirada—. Pues supongo que los demás estarán ocupados combatiendo a los grifos que vuelen cuando se suelte el fuego.

—¿Cuál es tu sello, Aetos? —pregunta Quinn.

—Tu rango no te permite saberlo —responde Dain, y mira a casi todos en la mesa, menos a Xaden. Luego repite la acción y, al fin, suelta un suspiro—. ¿Alguna idea?

¿En serio el cuadrante obliga a Dain a mantener en secreto lo de que puede ver recuerdos? ¿Cuando intentó agarrarme la cabeza el día en que quemaron a Amber, fue porque perdió el control? ¿Cómo ha llegado hasta aquí sin decirle a nadie cuál es su sello? —Niego con la cabeza.

—Claro. —Tomo el dragón de Xaden y lo empujo hacia la bodega, poniendo un pie mental en los Archivos donde guardo mi poder y usándolo para levantar la figurita de dragón y dejarla flotando sobre la estructura—. Basta de ignorar que tienes a alguien con un poder increíble para controlar las sombras a tu disposición y pídele que oscurezca toda el área para que nadie te vea aterrizar.

—Tiene razón —dice Mira, pero sus palabras suenan tensas.

—¿Puedes hacer eso? —Dain se voltea para ver a Xaden a regañadientes.

—¿Lo preguntas en serio? —replica Xaden.

—Es solo que no sé si puedes cubrir un área tan…

Xaden pone una mano a unos centímetros sobre la mesa y unas sombras salen debajo de nuestras sillas, llenan la habitación y la vuelven tan oscura como la noche. El corazón me da un vuelco cuando mis ojos solo ven negro.

—Relájate. Solo soy yo. —El fantasma de una caricia pasa sobre mi mejilla.

Él solo es un poco… aterrador. Le lanzo ese pensamiento, pero no hay respuesta. Quizá nuestra comunicación no es de ida y vuelta, porque no creo que pueda hablarle como él lo hace conmigo.

¿Qué dijo Sgaeyl sobre los sellos? «Refleja quién eres en el fondo de tu ser». Tiene sentido. Mira es protectora. Dain necesita saberlo todo. Y Xaden… tiene secretos.

—Mierda —exclama alguien.

—Puedo cubrir todo este puesto, pero creo que asustaría a algunas personas —dice Xaden, y las sombras desaparecen, perdiéndose bajo la mesa.

Tomo aire y noto cómo todos en la mesa fuera de Emery, quien sin duda ya conocía este truco de Xaden, se ven un poco verdosos.

Incluso Mira, que está viendo a Xaden como si fuera una amenaza que necesita analizar.

Esto me revuelve el estómago.

—Espero que no se te hayan ocurrido cosas mientras estábamos en lo oscurito —bromea Xaden, y así como así, la pena que sentía por ese cretino se evapora. Ni siquiera me molesto en voltear a verlo y solo levanto un dedo.

Él se ríe y yo aprieto los dientes.

—Sácalo de mi cabeza —le digo a Tairn.

—Ya te acostumbrarás —me responde.

—¿Esto es normal entre todas las parejas de dragones y sus jinetes?

—Par algunos. Es una gran ventaja en las batallas.

—Pues es una monserga para mí en este momento. —Extraño a Andarna. Estamos tan lejos que casi ni puedo sentirla.

—Entonces bloquéalo como lo haces conmigo… o empieza a contestarle —refunfuña Tairn—. Tú también tienes el poder de ser una cretina. Créeme.

—Y ¿cómo exactamente se supone que le conteste? —Le lanzo varias miradas de enojo a Xaden, pero él está concentrado en la batalla contra la bóveda imaginaria.

—Averigua cuál de los caminos hacia tu mente es el suyo.

Ah, perfecto. Será facilísimo.

Terminamos la operación hipotética en la que cada uno usa su poder de la mejor manera posible… menos yo. Pero cuando llega el momento de enfrentar a los grifos al vuelo, Tairn les gana a todos los demás dragones que están aquí.

—Bien hecho —dice Mira y revisa su reloj de bolsillo—. Aetos, Riorson y Sorrengail, quiero hablar con ustedes en el pasillo. Los demás, pueden irse.

Como no tenemos más opción, salimos detrás de Mira hacia la escalera en espiral.

Ella cierra la puerta y lanza una línea de energía azul que cubre la entrada.

—Una barrera de sonido —dice Dain, sonriendo—. Genial.

—Cállate. —Mira se da la vuelta en el último escalón y pone un dedo en la cara de Dain—. No sé qué mosca te picó, Dain Aetos, pero ¿se te olvidó que eres líder de pelotón? ¿Y que tienes muchas posibilidades de ser líder de ala el próximo año?

Ay, mierda, está enojada, y eso es algo con lo que yo no quiero tener nada que ver. Doy un paso atrás, pero como Xaden está en el escalón de debajo de mí, no tengo adónde ir.

—Mira… —comienza a decir Dain.

—Teniente Sorrengail —lo corrige Mira—. Lo estás arruinando, Dain. Sé cuánto quieres tener su puesto el próximo año. —Señala a Xaden—. Que no se te olvide que crecimos separados solo por unos tres metros. Y lo estás arruinando porque… ¿Por qué? ¿Por qué te enoja que Violet se vinculara con la pareja de la dragona de él?

El calor me enciende las mejillas. Mi hermana nunca ha sido de las que suavizan lo que quieren decir, pero… guau.

—¡Él es lo peor para ella! —dice Dain.

—Ah, eso no te lo discuto. —Mira se le acerca—. Pero no se puede hacer nada respecto a las elecciones de los dragones. No les interesan las opiniones de los insignificantes humanos, ¿sabes? Pero, lo que sea que esté pasando entre ustedes dos… —ese dedo va y viene entre Dain y yo— está jodiendo a su pelotón. Si yo lo vi tras cuatro días con ustedes, es obvio que su gente lo sabe. Y de haber sabido que ibas a ser tan cuadrado e inflexible con las cosas que ella no puede controlar, jamás le hubiera dicho que te buscara al bajar del parapeto. —Me lanza una mirada y luego vuelve a dirigirse a él—. Ustedes dos han sido mejores amigos desde los cinco años. Encuentren la forma de arreglar su cagadero.

Dain está tan tenso que parece que podría quebrarse por la mitad, pero se voltea para verme y asiente.

Yo hago lo mismo.

—Bien, ahora, vete —ordena, señalando hacia la puerta con un movimiento de cabeza. Dain cruza la barrera de sonido y se va—. Y tú… —Baja dos escalones y clava a Xaden con una mirada—. ¿Esto es lo que Violet puede esperar el próximo año?

—¿Que Aetos sea un imbécil? —pregunta Xaden, relajando las manos a sus costados—. Probablemente.

Mira entrecierra los ojos.

—Los dragones en pareja suelen unirse a jinetes del mismo año por lo mismo. No puedes esperar que tu ala o sus instructores los dejen ir y venir cada tercer día.

—Yo no lo elegí —dice Xaden, encogiéndose de hombros.

—¿Qué quieres que hagamos? ¿Qué les digamos a los dragones gigantes con aliento de fuego cómo van a ser las cosas? —le pregunto a mi hermana.

—¡Sí! —exclama, y se da la vuelta hacia mí—. Porque no puedes vivir así, Violet. Serás tú quien termine perdiéndose los entrenamientos que necesitas, porque él es el más poderoso de los dos en este momento. Pero, si no te concentras en entrenar, así será siempre. Nunca llegarás a ser la persona en la que te puede convertir Tairn. ¿Eso es lo que quieres, Riorson?

—Mira —susurro, y niego con la cabeza—. Lo estás juzgando mal.

—Escúchame. —Me agarra de los hombros—.

Puede que él controle a las sombras, Violet, pero dale chance y te convertirás en una sombra tú también.

—Eso no va a pasar —le prometo.

—Va a pasar si se lo permites. Matar a alguien no es la única manera para destruirlo. Evitar que alcances todo tu potencial me parece un excelente camino para la venganza que juró cobrarle a nuestra madre. Piénsalo, y piénsalo bien. ¿Qué tanto lo conoces en realidad?

Tomo aire. Confío en Xaden. Al menos eso creo. Pero Mira tiene razón, existe una infinidad de maneras para acabar con alguien sin quitarle la vida.

—Eso pensé. —La expresión en su mirada se convierte en algo peor que enojo: es lástima—. ¿Siquiera sabes por qué odia tanto a nuestra madre? ¿Por qué ponen a los chicos como él en el parape…?

—Estoy aquí —la interrumpe Xaden, subiendo un escalón para quedar junto a mí—. Por si no lo habías notado.

—Es difícil no notar tu presencia —responde ella.

—No me estás escuchando. —Xaden baja la voz—. Estoy. Aquí. Tairn no se la llevó a Basgiath. Él no demolió las barreras con las que lo bloquea para llenarla con sus sentimientos. No le exigió que volara hasta el otro lado del maldito reino. Tu hermana sigue aquí. Yo dejé mi puesto, mi trabajo y a mi oficial ejecutiva a cargo de mi ala. Ella no se está perdiendo ni mierda.

—Y ¿el próximo año? ¿Cuándo te estrenes como teniente? ¿Qué «mierda» se va a perder entonces? —pregunta Mira.

—Ya veremos. —Tomo la mano de mi hermana y le doy un apretón—. Mira, él ha usado cada minuto libre que tiene preparándome para los retos en la colchoneta o llevándome a volar con la esperanza de que al fin encuentre la manera de quedarme en mi maldito asiento sin que Tairn me detenga. Él…

Mira hace un gesto de pesar con todo el cuerpo.

—¿No te puedes quedar en tu asiento?

—No —le respondo en algo que es apenas un susurro, y el calor de la vergüenza me quema la piel.

—¿Cómo diablos no vas a poder? —Está con la boca abierta.

—¡Porque no soy tú! —grito.

Esto la hace retroceder como si le hubiera dado una cachetada, y nuestras manos se separan.

—Pero si… ya te ves mucho más fuerte.

—Mis músculos y articulaciones son más fuertes porque Imogen me hace levantar esas horribles pesas, pero eso no me… compone.

Mira palidece.

—No. No lo decía por eso, Vi. No eres algo que necesite componerse. Es solo que ignoraba que no puedes sostenerte en el asiento. ¿Por qué no me dijiste?

—Porque no hay nada que puedas hacer al respecto. —Finjo una sonrisa sarcástica—. No hay nada que nadie pueda hacer sobre esto que soy.

Un largo e incómodo silencio se planta entre nosotras, pues, aunque somos muy cercanas, hay muchas cosas que no nos contamos.

—Está mejorando —comenta Xaden con tono tranquilo—. Las primeras semanas fueron… desastrosas.

—Oye, Tairn siempre me atrapó antes de que llegara al suelo —le discuto.

—Pero por poco —se queja él, y luego se dirige a Mira—. No tienes que confiar en mí…

—Qué bueno, porque no confío. Todo ese poder en manos de alguien con tu historial es un problema, pero saber que sus dragones están tan obsesionados el uno con el otro que no puedes pasar más de tres días lejos de Violet es inaceptable en todos sentidos… —De pronto se queda completamente inmóvil y sus ojos se desenfocan.

—¡Un grupo de grifos viene hacia acá! —anuncia Tairn a voz en grito.

—¡Mierda! Las protecciones fallaron —murmura Mira, que aparentemente está recibiendo la misma alerta de parte de Teine. Luego me toma por los hombros y me envuelve en un abrazo—. Tienes que irte.

—¡Podemos ayudar! —le digo, pero ella me aprieta con tanta fuerza que no me puedo ni mover.

—No pueden. Y si Tairn está usando su poder para que te quedes en el asiento, también le está costando. Tienes que irte. Largo de aquí. Si me quieres, Violet, te irás para que no tenga que preocuparme además por ti. —Me suelta y ve a Xaden mientras nuestro pelotón sale por la puerta de arriba y baja corriendo por las escaleras—. Llévatela ya.

—¡Vámonos! —grita Dain—. ¡Ya!

—Aunque no confíes en mí, soy tu mejor arma —le dice Xaden a Mira con un tono severo.

—Si lo que dices es verdad, entonces eres la mejor arma de ella. La otra mitad del pelotón estará aquí en poco tiempo, y Teine calcula que tenemos unos veinte minutos antes de que lleguen los grifos. —Los ojos de Mira se clavan en los míos—. Tienes que ponerte a salvo, Violet. Te amo. No te mueras. No se me antoja ser hija única. —Y esta vez no hay sonrisa juguetona como cuando me dejó en Basgiath el Día de Reclutamiento.

Xaden me jala hacia él mientras Mira sube corriendo lo que queda de las escaleras hacia el techo.

Esto no puede estar pasando. No puedo huir a un lugar seguro y dejar a mi hermana aquí, sin una sola manera de saber si está viva o muerta. Esto se siente como la clase de cosas de las que jamás nos hablan en Informe de Batalla.

No puede ser, carajo. Todas las células de mi cuerpo se rebelan ante la sola idea de irme.

—¡No! —Intento zafarme, pero no tiene caso. Xaden es demasiado fuerte—. ¡Mira!, ¿y si te lastiman? La velocidad de Tairn podría ser lo único que te salve. Al menos deja que nos quedemos.

Mira sobre su hombro hacia la puerta, pero sus ojos tienen una expresión férrea.

—¿Quieres que confíe en ti, Riorson? Sácala de aquí y busca la manera de que se quede en su asiento. Ambos sabemos que morirá si no lo logra.

—¡Mira! —grito, arañando a Xaden, pero ya me lleva a media escalera, sosteniéndome por la cintura con un brazo como si pesara menos que la espada que cuelga sobre su espalda—. ¡Te amo! —grito hacia lo alto del torreón, pero no hay forma de saber si me escuchó.

—¿Puedo confiar en que vayas sola por tu maleta? —me pregunta Xaden mientras me lleva por el pasillo de las barracas—. ¿O voy a tener que sacarte de aquí sin lo que sea que hayas traído?

—Yo la traigo. —Con esto, me suelta.

Solo me toma unos minutos agarrar mis cosas y las de Rhiannon, pues nuestras maletas están intactas e incluso guardamos las capas. Luego regreso al pasillo donde me espera Xaden, con su propia maleta colgada al hombro. Se ve considerablemente más pequeña que cuando llegó, y ni quiero pensar en lo que está dejando para sacarme más rápido de aquí.

No me molesto en mirarlo y voy a la puerta, pero él me toma por el codo y me da la vuelta.

—No. Es demasiado peligroso abandonar los muros de la fortaleza. Vamos a subir. —Me rodea la cintura con un brazo y me lleva al torreón más cercano casi cargando—. Sube.

—¡Esto es una estupidez! —le grito, sin importarme que todos los miembros de nuestro pelotón que están subiendo el mismo torreón puedan escucharnos—. ¡Tairn podría ayudarlos!

—Tu hermana tiene razón. Necesitas sobrevivir, así que nos vamos. Ahora, sube, carajo.

—Dain —digo al darme cuenta de que está justo delante de nosotros.

Se da la vuelta y toma la maleta de Rhiannon, colgándosela al hombro.

—Por primera vez, Riorson y yo estamos de acuerdo. No solo tenemos que sacarte a ti, Violet. Piensa en todos los demás de primero. —La súplica en sus ojos me cierra la boca—. ¿Vas a condenar a muerte a todo un pelotón sin entrenamiento? Porque yo sí sobreviviría. Cianna, Emery y Heaton también. Y todos sabemos que el maldito Riorson no tendrá problemas. Pero ¿Rhiannon? ¿Ridoc? ¿Sawyer? ¿Quieres cargar con sus muertes? —me pregunta, y sus palabras suenan entrecortadas mientras subimos corriendo hacia la puerta abierta.

Esto no se trata de mí.

Salimos al techo justo cuando Emery está montándose en su dragón, quien está posado peligrosamente en el muro mucho más delgado que el del cuadrante.

Ay, dioses, desde este ángulo va a ser imposible que me suba a Tairn.

—Ridoc y Quinn ya están en el aire —nos informa Liam mientras Emery se echa a volar hacia donde esperan Cath y Deigh, batiendo el aire con sus alas.

—¡Sigues tú! —le grita Xaden a Liam, y Dain asiente.

Deigh tira una parte de la mampostería con la fuerza de su aterrizaje, y Liam se echa a correr por el estrecho camino que lo lleva al enorme Rojo Cola de Dragón.

—Sigues tú, Aetos —anuncia Xaden.

—Vi… —Dain empieza a discutir.

—Es una orden. —No hay espacio para el debate en su tono y todos lo sabemos, especialmente cuando Cath toma el lugar de Deigh en el muro—. Yo la cuido. Vete.

—Vete —repito. No podría vivir sabiendo que por mi culpa algo le pasó a Dain. Puede que haya sido un cretino los últimos meses, pero eso no cancela los años que ha sido mi mejor amigo.

Parece que Dain quiere pelear, pero al fin asiente y mira a Xaden.

—Voy a confiar en que la sacarás de aquí.

—Eso está de moda aquí —responde Xaden—. Súbete a tu dragón para que pueda montarla en el suyo.

Dain me mira con intensidad y luego se da la vuelta y corre para subir por la pata de Cath de una forma que me recuerda mucho al Guantelete.

—¿Dónde estás? —le pregunto a Tairn al ver el cielo vacío sobre nosotros.

—Ya casi llego. Estaba haciendo lo que podía hacerse.

—No puedo —le digo a Xaden, dándome la vuelta dentro de sus brazos para quedar de frente a él—. Los demás ya se fueron. Cuéntalo como el favor que me debes, no me importa. Podemos quedarnos. No puedo dejarla aquí. Está mal, y es algo que ella jamás me haría a mí. Tengo que quedarme por ella. Tengo que hacerlo.

Hay tanta compasión, tanto entendimiento en su mirada, que cuando me suelta, creo que quizá sí me dejará quedarme. Luego sus manos van a mis mejillas y se deslizan hacia mi nuca mientras su boca se posa sobre la mía.

El beso es intenso y desesperado, y me entrego completa, sabiendo que podría ser el último. Su lengua me recorre la boca con un hambre que le correspondo elevando la cara para que pueda ir más adentro.

Dioses, esto no solo es tan bueno como en mis fantasías en las que recordaba aquella noche. Es mucho mejor. La otra vez fue muy cuidadoso, pero ya no hay nada de dudas en la forma en que se proclama dueño de mi boca, nada de precaución en el ansia que late en mis entrañas. No rompe el beso hasta que ambos estamos jadeando, y luego apoya su frente contra la mía.

—Vete por mí, Violet.

—Ya casi llego —dice Tairn.

Xaden estaba haciendo tiempo para que llegaran Tairn y Sgaeyl. Siento el corazón como una piedra y su peso me clava los pies en el suelo.

—Te voy a odiar por esto.

—Sí. —Asiente y en su cara veo un sincero arrepentimiento mientras se separa de mí—. Puedo vivir con eso. —Sus manos me sueltan la cara y van a mis brazos para levantarlos hasta que tengo forma de T—. Brazos arriba. Ponte fuerte.

—Vete. Al. Diablo.

La enorme silueta de Tairn aparece detrás de él y Xaden se echa al piso justo cuando mi dragón pasa volando sobre su cabeza y su sombra me cubre por un segundo antes de que sus garras me agarren como han hecho incontables veces tras caerme a medio vuelo.

—¡Tenemos que regresar!

—Ya hice todo lo que pude y no voy a poner tu vida en riesgo. —Sigue elevándose y luego me avienta a su lomo con un movimiento que ya tenemos bien practicado—. Ahora, agárrate para que podamos ganarles.

Miro sobre mi hombro y veo a Xaden sobre Sgaeyl acercándose rápidamente a nosotros, y detrás de ellos, a cientos de metros más abajo, una docena de grifos rodean el puesto.

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