Alas de sangre

Alas de sangre


Capítulo 33

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TREINTA Y TRES

La incapacidad de controlar un sello poderoso es un peligro tan grande

para el jinete (y para todos los que estén cerca de él), como

no manifestar ninguno.

—GUÍA DEL COMANDANTE AFENDRA PARA EL CUADRANTE

DE JINETES (EDICIÓN NO AUTORIZADA)

Jamás en toda mi vida me había vestido tan rápido, y ni siquiera me molesto en ponerme las fundas de los muslos.

—¿Qué hora es? —le pregunto a Xaden mientras me pongo el vestido y los zapatos y me quito el cabello de la cara.

Que haya una formación urgente y obligatoria para todo el cuadrante significa que tenemos que estar ahí ya.

Las protecciones están fallando. ¿Cuántos navarros vamos a perder?

—Cuatro quince. —Termina de atarse las botas y ya está armado hasta los dientes mientras recojo mis fundas, casi segura de que me falta una—. Te vas a congelar allá afuera.

—Estaré bien. —Me hinco para buscar la daga que me falta y la saco jalándola por la correa de la funda.

—Toma. —Xaden me lanza una de sus chamarras de vuelo y se me atora en el cabello—. Si Garrick tiene razón y estamos bajo ataque, supongo que mandarán a los mayores a los puestos de guardia del interior, así que no creo que pases mucho tiempo en la formación. No soporto la idea de que tengas frío.

Y eso significa que él se va a ir.

Mi corazón da varios vuelcos mientras meto los brazos en las mangas de su chamarra con movimientos torpes. Va a estar bien, ¿verdad? Solo será una tarea en el interior, y él es el jinete más poderoso en todo el cuadrante.

Como tengo las manos llenas de armas, no discuto cuando se pone a abotonarme la prenda sobre el pecho.

—Tenemos que irnos a la formación. —Acuna mi cara entre sus manos—. Y si me tengo que ir, no te preocupes. Estoy seguro de que Sgaeyl me regresará en unos días. —Se inclina y me da un beso fuerte y rápido—. Desearte me va a matar. Vámonos.

¿Lo mejor de un colegio de guerra en el más absoluto caos? Nadie nota cuando salgo del cuarto de mi líder de ala y me pierdo en el mar de jinetes, todos vistiéndose para ir a la formación. No hay nadie que no esté con la adrenalina al tope, demasiado ocupados intentando recuperar la compostura como para ver lo que estoy haciendo o el roce de la mano de Xaden con la mía antes de que se vaya hacia donde están reunidos los líderes cerca de la plataforma en el patio.

Y no soy la única que aún trae el uniforme de gala.

El viento sopla con cierta fuerza mientras voy a la formación, pero al menos la chamarra de vuelo de Xaden me sostiene el cabello.

—Más vale que sea algo bueno, porque al fin iba a ver si tenía una oportunidad con esa hermosa curandera morena —se queja Ridoc mientras se forma detrás de mí.

Liam está a mi derecha, aún abotonándose el uniforme.

—¿Buena noche? —le pregunto.

—Estuvo bien —masculla, y sus mejillas se sonrosan bajo la luz de la luna.

—¿Alguien ha visto a Dain? —le pregunto a Nadine cuando llega a su lugar detrás de mí.

—Todos los líderes de pelotón están en la junta —me responde por encima del hombro mientras Rhiannon viene trotando hacia acá.

Al llegar, suelta un enorme bostezo, me lanza una miradita y luego se voltea para verme completa.

—Violet Sorrengail —susurra, acercándose a mí—. ¿Traes la chamarra de vuelo de Riorson?

Liam se gira de inmediato y maldigo su estúpido buen oído.

—¿Cómo se te ocurre? —Mi actuación de sorpresa es una porquería y mejor me pongo a guardar las fundas en todos los bolsillos que tiene esta cosa. Solamente son tres, pero todos mucho más profundos que los de mi propia chamarra.

—Pues, no sé. ¿Porque te queda enorme y tiene tres estrellas justo aquí? —Se da unos golpecitos en la parte de su uniforme donde solo se ve una estrella.

Mierda. Es evidente que ninguno de los dos estábamos pensando con claridad.

—Podría ser de cualquiera de tercero —digo, encogiéndome de hombros.

—¿Con un escudo del Ala Cuatro en el hombro? —Enarca una ceja.

—Eso lo limita un poco —reconozco.

—¿Y un emblema de líder de ala bajo las estrellas? —se burla.

—Bueno, ya, es suya —susurro mientras el comandante Panchek sube a la plataforma seguido del padre de Dain y los líderes de ala. A Xaden le sale muy bien lo de no voltear a verme, pero no se podría decir lo mismo de mí, en especial cuando es casi seguro que lo van a mandar lejos de aquí y aún puedo sentir su boca sobre mi piel.

—¡Lo sabía! —Rhi sonríe de oreja a oreja—. Dime que fue bueno.

—Rompí su ventana. —Hago una mueca y mis mejillas se encienden.

—¿Cómo? ¿Le aventaste algo? —Frunce el ceño.

—No. Eché rayos… muchos, y quebré su ventana. —Señalo con los ojos hacia la plataforma—. Y míralo, ahí está ahora, tan tranquilo y compuesto. —Mi pecho se aplasta al preguntarme cuál será su versión real. ¿La que está ahí arriba, con todo el control, listo para dirigir a su ala, o la que tenía dentro de mí hace menos de media hora, la que dijo que no me merece, pero que se va a quedar conmigo?

Xaden no se ve para nada contento y su mirada se clava en la mía por un milisegundo.

—Son los malditos Juegos de Guerra.

El alivio y la incredulidad me llegan de golpe en la misma medida.

—¿Bromeas? —¿Nos sacaron de la cama por los Juegos de Guerra?

—No.

—Carajo. —Rhiannon sonríe de nuevo—. Ojalá alguien me hiciera romper ventanas.

Volteo para verla y pongo los ojos en blanco.

—Ay, por favor, has tenido muchos más…

—Hola, Aetos —dice Rhiannon, apoyándose en mi hombro para esconder con su mano la insignia y el rango de Xaden—. Qué buena manera de despertar, ¿no?

Dain ve a Rhiannon como si hubiera tomado demasiada hidromiel y se acerca al pelotón.

—No, la verdad no. —Nos mira a los demás—. Sé que es temprano… o tarde, dependiendo de la noche que hayan tenido, pero hemos pasado todo el año entrenando para esto, así que despierten ya. —Se da la vuelta para quedar de frente a la tarima mientras Panchek se acomoda en el podio.

—Gracias —le susurro a Rhiannon, que ya volvió a su lugar. No tengo ganas de escuchar a Dain regañándome por mis elecciones. Esta noche no.

—¡Cuadrante de Jinetes! —grita Panchek, y su voz llena todo el patio—. Bienvenidos al último evento de los Juegos de Guerra de este año.

Un murmullo recorre la formación.

—La alerta que hicimos sonar es parecida a la que se activaría si fuera un ataque real y lo hicimos para ver qué tan rápido reaccionaban. Ahora vamos a continuar con este ejercicio. Si las fronteras fueran atacadas simultáneamente y las protecciones fallaran, serían llamados al servicio para reforzar las alas. Coronel Aetos, ¿nos harías el honor de leer el escenario?

El papá de Dain pasa al frente con un pergamino en mano y comienza a leer.

—El momento que tanto habíamos temido ha llegado. Las protecciones que hemos dedicado la vida a sostener están cayendo, y ha habido un ataque sin precedentes y multinivel en nuestras fronteras, con jinetes de grifos situando nuestros pueblos. Ya se reportan grandes cantidades de pérdidas de vidas civiles y de infantería, además de las muertes de múltiples jinetes.

Le echa muchas ganas al melodrama.

—Igual como lo haríamos si fueran un batallón listo para luchar, enviaremos a sus alas en todas direcciones —continúa, enfocándose en cada ala hasta llegar a la nuestra—. El Ala Cuatro irá al sureste. Cada pelotón elegirá cuál puesto de esa región va a reforzar. —Levanta un dedo—. Los puestos se concederán a los primeros que los pidan, pero a los líderes de ala se les asignarán los suyos con el fin de determinar cuáles serán los cuarteles para este ejercicio.

Se dirige a cada líder mientras da órdenes, pero mira en nuestra dirección, sin duda buscando a Dain, antes de dirigirse a Xaden. Algo en la manera en que su sonrisa vacila por un instante me pone en alerta.

—Riorson, tu cuartel para el Ala Cuatro estará en Athebyne. Líderes de ala, armen los pelotones para su cuartel como prefieran, utilizando a todos los jinetes de su ala que quieran. Consideren esto una prueba a su liderazgo, pues no hay restricciones en un escenario real. Recibirán órdenes actualizadas cuando lleguen a sus puestos elegidos para este ejercicio de cinco días.

¿Athebyne? Eso está fuera de las protecciones… es adonde Xaden fue en su misión secreta. Mis ojos buscan los suyos, pero él no ha dejado de ver al coronel.

—¿Cinco días? Esto va a estar muy divertido —exclama Heaton con una alegría aterradora, pasándose la mano sobre las llamas púrpura que se tiñó en el cabello—. Nos vamos a la guerra falsa.

—Sí —agrega Imogen en voz baja—. Creo que sí nos vamos.

—Igual que en la vida real, sus líderes de pelotón tienen que tomar sus decisiones rápidamente y reportarse en el campo de vuelo en menos de treinta minutos —anuncia Panchek—. Pueden irse.

—Tairn.

—Ya voy para allá.

—Vamos a tomar el puesto de Eltuval, el más al norte en la región que nos asignaron —dice Dain, dándose la vuelta para quedar de frente a nosotros mientras Rhiannon vuelve a apoyarse en mi hombro, tapando la insignia de Xaden—. No me voy a quedar en un puesto costero cuando sabemos que Poromiel no elegiría atacar por ahí. ¿Alguien tiene algún problema con eso?

Todos negamos con la cabeza.

—Bien. Ya escucharon al comandante. Tienen treinta minutos para cambiarse, empacar lo que puedan cargar para cinco días y lanzarse al campo de vuelo.

La formación se rompe y todos nos vamos a nuestras habitaciones.

—¿Qué órdenes crees que nos vayan a dar cuando lleguemos? —me pregunta Rhiannon mientras intentamos cruzar por el embotellamiento de cadetes que intentan entrar a las barracas todos al mismo tiempo—. ¿Que busquemos más huevos?

—Supongo que ya lo descubriremos.

Me toma diez minutos vendarme las rodillas y preparar mis hombros para un largo vuelo; luego me visto, me toma otros cinco minutos desenredarme el cabello por cómo me lo dejó Xaden y luego trenzarlo, lo cual me deja exactamente cinco para empacar. Echo su chamarra en mi mochila por si acaso a alguien se le ocurre meterse a mi cuarto mientras no estoy.

—Ponte todas las dagas que tienes —me ordena Xaden, y su voz me toma por sorpresa.

—Ya traigo doce. —Sigo echando cosas en mi pequeña maleta.

—Bien.

—Te veo en el campo de vuelo, ¿verdad? —Si se va sin decirme adiós, lo voy a buscar hasta encontrarlo y lo mataré yo misma.

—Sí. —Su respuesta es brusca, pero termino de empacar y salgo para encontrarme con Rhiannon y Liam en el pasillo.

Se puede sentir la emoción entre la multitud que va caminando hacia el campo de vuelo. La gente de la cocina nos entrega paquetes de comida cuando pasamos por el área común. Claramente vamos a desayunar en el vuelo.

Cuando llegamos, me toma un segundo procesar lo que estoy viendo. Todos los dragones del cuadrante están en el campo, formados igual que lo hacemos nosotros en el patio, y cientos de luces mágicas flotan en lo alto como estrellas, dándole al espacio una atmósfera extraña, como si estuviéramos en un gran salón en vez de en el campo de vuelo. Es hermoso y amenazante al mismo tiempo.

Hay una mezcla nerviosa de energía y emoción y más de una persona está vomitando lo que tomó mientras el campo se llena de jinetes.

—Vamos a ganar —anuncia Rhiannon, que va caminando junto a mí entre las alas y todos esos dragones que gruñen y sueltan mordiscos al aire. Esta noche, no solamente nosotros estamos nerviosos—. Somos los mejores. Vamos a ganar. —En su rostro no hay nada más que determinación—. Ya casi puedo saborear el título de líder de pelotón del próximo año.

—Claro que lo vas a conseguir —le digo, y luego volteo para ver a Liam—. ¿Y tú? ¿Quieres bañarte de gloria para que puedas convertirte en líder de pelotón? —Seguro que lo eligen con sus habilidades para la lucha y las calificaciones perfectas en todas las clases.

—Ya veremos. —Está inusualmente tenso, pero seguimos caminando.

Llegamos hasta donde están nuestros dragones y noto que Tairn está en el espacio que debería ser de Cath, obligando a la dragona de Dain a ponerse más allá mientras su jinete nos cuenta. Mi dragón ególatra ya está ensillado y con Andarna bajo su ala.

Mierda. Van a obligar a Andarna a ir con nosotros.

—Y si nos ataca el enemigo, buscar el lugar más cercano donde puedas esconderte igual que en el escenario anterior. Eres demasiado brillante y eso puede ser un problema —le dice Tairn.

—De acuerdo.

—¿Qué traes puesto? —le pregunto a Andarna, que sale del ala de Tairn con la cabeza muy en alto y pavoneándose con una cosa encima que parece una montura, pero no lo es.

—Me lo mandó a hacer el líder de ala. ¿Ya viste? Se engancha a la de Tairn.

No puedo contener una sonrisa al ver el triángulo en el lomo de Andarna que sin duda encaja con el del pecho de Tairn.

—Es increíble.

—Solo es por si no les puedo seguir el ritmo. ¡Y así ya puedo acompañarlos!

Una razón más para adorar a Xaden.

—Me encanta. —Me volteo para ver a Tairn, que está ocupado lanzando mordidas al aire hacia Cath para que le dé más espacio—. ¿Necesitas que te acomode algo?

—Ya lo hice todo.

—Tal como imaginé. —Y, de pronto, me doy cuenta. Cinco días. Mierda—. ¿Vas a estar bien si te separ…?

—¡Segundo Pelotón! —grita Dain—. Prepárense para el vuelo de cuatro horas que será la primera parte de nuestro viaje. Tenemos que mantener una formación cerrada los primeros quince minutos en lo que los pelotones se dispersan. — Se voltea para verme y luego mira sobre mi hombro—. ¿Líder de ala?

Me giro para encontrarme con que Xaden viene hacia acá, con las empuñaduras de dos espadas asomándose sobre sus hombros, y siento que no puedo respirar. ¿Cómo me voy a despedir de él frente a toda esta gente? Y, peor que eso, ¿cómo van a aguantar nuestros dragones?

—No te preocupes, Plateada —me dice Tairn con tono seguro—. Todo es como tiene que ser.

—¿En qué te puedo ayudar? —le pregunta Dain, irguiéndose.

—Te necesito —me dice Xaden.

—¿Disculpa? —suelta Dain antes de que yo pueda siquiera asentir.

—Relájate, solo se quiere despedir —le explico.

—Si alguien se va a despedir, eres tú de él —me corrige Xaden, señalando a Dain con la cabeza—. Estoy armando el pelotón para mi cuartel y tú vienes conmigo. También Liam e Imogen.

Me quedo con la boca abierta. ¿Que qué?

—Pero claro que no —grita Dain, acercándose hacia nosotros—. Ella es de primero, y Athebyne está fuera de las protecciones.

Xaden lo observa con un falso gesto de confusión.

—No escucho que me discutas lo mismo por Mairi.

Miro sobre mi hombro y, claro, Liam está con el mentón levantado frente a Deigh. Es casi como si ya se lo esperara.

—¿Qué está pasando? —le pregunto a Xaden.

—Liam es el mejor cadete de los de primero, aunque lo hayas puesto como guardaespaldas de Violet —le aclara Dain, cruzándose de brazos.

—Y Sorrengail manipula los rayos —replica Xaden, dando un paso más hacia mí, y me roza el hombro con el brazo—. Y no es que te deba una explicación, jinete de segundo, porque no te la debo, pero Sgaeyl y Tairn no pueden estar separados por más de un par de días…

Claro. Ahora todo tiene sentido.

—¡Hasta donde sabes! —exclama Dain—. O ¿en serio me vas a decir que Sgaeyl estaba a punto de perder la cordura cuando te apareciste en Montserrat? Nunca has puesto a prueba realmente cuánto tiempo pueden pasar separados.

—¿Gustas preguntárselo tú? —le pregunta Xaden en tono de broma.

Se escucha un gruñido bajo mientras Sgaeyl se acerca con una expresión amenazadora en los ojos. El corazón se me sube a la garganta por Dain. No importa qué tanto tiempo haya pasado cerca de ella, siempre hay una parte de mí que la ve como la sentencia de muerte que es.

—No lo hagas. Se sabe que mueren jinetes durante los Juegos de Guerra, y ella está más segura conmigo —dice Dain—. Le podría pasar cualquier cosa cuando estemos lejos de Basgiath, y peor si te la llevas más allá de las protecciones.

—No voy a rebajarme a responderte eso. Es una orden.

Dain lo mira con un gesto suspicaz.

—O ¿este siempre ha sido tu plan? Separarla de su pelotón y usarla para satisfacer tu sed de venganza contra su madre.

—¡Dain! —Niego con la cabeza hacia él—. Sabes que eso no va a pasar.

—¿Lo sé? Se la pasa hablando de que si tú te mueres él se muere, pero ¿estás segura de que es verdad? ¿Estás segura de que Tairn no sobreviviría a tu muerte? ¿O todo ha sido parte del plan para ganarse tu confianza, Violet?

Ahogo un grito.

—Basta ya.

—Por favor, ríndete ahora que estás en el suelo, Aetos —le dice Xaden, furioso—. ¿Quieres la verdad? Está mucho más segura conmigo fuera de esas protecciones que contigo dentro de ellas. —La expresión en sus ojos es muy parecida a la de Sgaeyl y de pronto entiendo por qué lo eligió. Los dos son implacables, los dos están dispuestos a aniquilar a lo que se interponga entre ellos y lo que quieren.

Y Dain está en el camino de Xaden.

—Basta. —Pongo una mano en su brazo—. Basta, Xaden. Si quieres que vaya contigo, iré. Así de fácil.

Su mirada se posa en la mía y de inmediato se suaviza.

—No es posible —susurra Dain, pero reverbera en mis huesos como si me hubiera caído un rayo.

Me doy la vuelta y retiro la mano del brazo de Xaden, pero es obvio por la expresión de Dain que sabe que hay algo entre nosotros… y está herido. Se me abre un hueco en el estómago.

—Dain…

—¿Él? —Sus ojos se desorbitan y el rostro se le ruboriza—. Tú y… ¿él? —Niega con la cabeza—. La gente dice cosas y pensé que eran chismes, pero tú… —La decepción le encorva un poco la espalda—. No te vayas, Violet. Por favor. Va a hacer que te maten.

—Sé que crees que Xaden tiene motivos ocultos, pero confío en él. Ha tenido muchas oportunidades y jamás me ha hecho daño. —Me acerco a Dain—. En algún momento vas a tener que aceptarlo.

Dain se ve horrorizado por un segundo, pero de inmediato lo esconde.

—Si tú lo elegiste… —Suspira—. Supongo que eso tendrá que bastarme, ¿verdad?

—Sí. —Asiento. Gracias a los dioses que esta locura está por terminar.

Traga saliva y se acerca para susurrarme al oído.

—Te voy a extrañar, Violet. —Luego se da la vuelta para irse con Cath.

—Gracias por confiar en mí —dice Xaden mientras me acerco a la pata de Tairn.

—Siempre.

—Tenemos que irnos.

Hace una pausa, como si fuera a decir algo más, pero luego solo se da la vuelta. Viéndolo ir hacia Sgaeyl, me doy cuenta de que los dos hombres más importantes de mi vida se están alejando de mí en este momento, en direcciones opuestas, y por la que acabo de elegir, mi vida está a punto de cambiar para siempre.

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