Aforismos

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X. Inmensidad de lo pequeño

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X. INMENSIDAD DE LO PEQUEÑO

[…] DIOS es tan infinito en el insecto como en el Sol […].

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Ésas son razones espermáticas: pequeñas pero importantes para muchos.

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Es polvo de diamante: ya no tiene brillo pero ayuda a pulir brillos.

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También las representaciones son una vida y un mundo.

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No hay duda de que si el hombre no se cortara las uñas, éstas le crecerían excesivamente y le dificultarían muchas de las acciones que hoy lo enaltecen. Esta mutilación ha sido de gran provecho. Por eso siempre he considerado que morderse las uñas es un instinto de educarse y por eso uno se muerde las uñas ante una pregunta espinosa o ante cualquier problema difícil. Si no se logra mucho con ello, al menos se practica el perfeccionamiento.

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Caminar en dos piernas no es natural para el hombre, pero se trata de una invención que lo enaltece.

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Quien tiene menos de lo que ambiciona, debe saber que tiene más de lo que merece.

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En todos y cada uno de los asuntos hay mucho que diferenciar y distinguir. Si un genio apasionado, aunque presuroso, se contentara con el conocimiento de múltiples fragmentos, rendiría mucho más que un pensador lento, pues tiene más ingenio. Si Kästner se hubiera concentrado en la teoría de la luna de 1745 en adelante, habría logrado más de lo que hasta ahora se ha logrado en ese campo. Si el pensador lento se ocupara de muchas cosas, rendiría menos que una mente apresurada.

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Una secta que no escupe es preferible a una que no come frijoles.

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Tal vez mis preguntas de física podrían llevar el título de Legados. También se legan minucias.

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Uno se inclina con demasiada facilidad a creer que si se tiene talento, trabajar debe ser más fácil. ¡Ser humano, si quieres hacer algo grande, no dejes de palpar tu cuerpo!

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Ahí donde el ojo ve borrosamente ya hay una especie de muerte. Si carecemos de imagen nítida, carecemos de representación.

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Si este libro no hubiera sido escrito en la tarde de hoy, dentro de 1 000 años, entre las seis y las siete, en cierta ciudad de Alemania, se dirían cosas muy distintas a las que realmente se dirán […].

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Siempre es una buena señal que los artistas puedan ser obstaculizados por pequeñeces para ejercer su arte adecuadamente. Forkel metía sus dedos en harina cuando deseaba tocar el piano; y otro gran pianista —de quien me habló el profesor Meister— no podía tocar si no se había cortado las uñas mucho tiempo antes. A una cabeza mediocre estas cosas no le estorban, pues su discernimiento nunca llega tan lejos y su rasero es demasiado burdo.

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Roma, Londres, Cartago no son sino nubes relativamente duraderas, que van cambiando de forma y finalmente desaparecen. ¡Con cuánta frecuencia el hombre toma por sustancialmente distintas cosas que sólo se distinguen por un más o un menos!

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La gente no escoge con agrado el número 1 de la lotería. “¡Tómalo —grita la razón—, puede ganar los 12 000 táleros tanto como cualquier otro.” “¡Por el amor de Dios, no lo tomes! —grita un je ne sais quoi—, ¿desde cuándo un número tan pequeño representa grandes sumas?” Y no lo tomamos.

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[…] ¿Qué será del género humano antes de que desaparezca? El mundo bien puede rotar como hasta ahora por otro millón de años, en cuyo caso 5 000 años serán como 1/4 de año en la vida de un hombre de 50, apenas 1/12 del tiempo que pasamos en la universidad. ¿Qué hice el último cuarto de año? Comí, bebí, hice experimentos eléctricos, escribí almanaques, me reí al ver un gatito, jugué con muchachitas y así transcurrieron 5 000 años del pequeño mundo que soy yo.

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La tendencia humana de interesarse en minucias ha conducido a grandes cosas.

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El mundo que está más allá de los lentes es más importante que el que está más allá del océano, y quizá lo alcancemos justamente en “el más allá”.

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Si la agudeza es un lente de aumento, el ingenio lo es de disminución. ¿Creéis acaso que los descubrimientos sólo se logran con lentes de aumento? Me parece que se han hecho más descubrimientos con lentes de disminución o por lo menos con instrumentos similares del mundo intelectual. Por un telescopio invertido, la Luna se ve como Venus, y con el ojo desnudo, como Venus visto por un telescopio en posición correcta. Con unos binoculares de ópera, las Pléyades se verían como una nebulosa. Es posible que al mundo, tan hermosamente sembrado de árboles y vegetación, un ser superior como nosotros le parezca enmohecido. A través de un telescopio invertido, el más hermoso cielo estrellado nos ve despoblados.

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Unas cuantas docenas de millones de minutos hacen una vida de 45 años y algo más.

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Algo tan natural para el hombre como pensar o arrojar bolas de nieve.

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Para el sabio no hay nada grande ni pequeño, sobre todo cuando filosofa (presupongo que no está hambriento ni sediento, y que si está enfermo no ha olvidado tomar su dosis; que está en un momento en el que puede escribir tratados sobre cerraduras que suenen tan importantes y sean tan instructivos como una jus naturae). Los mínimos sucesos cotidianos, los sucesos de a centavo, encierran tanta universalidad moral como los más grandiosos, según saben los escasos iniciados. Una gota de lluvia contiene tal cantidad de cosas buenas y artificiales que no debería valer menos de medio florín en las farmacias […].

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Es curioso que sólo los hombres extraordinarios hagan descubrimientos que después parecen tan simples y fáciles. Esto hace suponer que se requieren conocimientos muy profundos para distinguir las relaciones más simples —pero auténticas— entre las cosas.

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La astronomía es quizá la ciencia con menos descubrimientos debidos a la casualidad. Ahí es donde el intelecto humano aparece en toda su grandeza, donde mejor ha aprendido cuán pequeño es […].

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Nuestra vida es comparable a un día de invierno. Nacemos entre las 12 y la una, no amanece sino hasta las ocho, oscurece antes de las cuatro y morimos a las 12.

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Alguien recorre una recámara de un lado a otro, sin poder tomar una decisión; de repente ve un rodillo de madera con el que ha logrado varios grabados y ese palo le da presencia de ánimo para decidirse. Quizá de un modo borroso lo toma por un bastón de mariscal.

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Una mente ingeniosa, y por lo tanto apresurada, aprende con menor profundidad que una menos ingeniosa y mejor educada, pero le saca mayor partido a lo poco que sabe.

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Newton supo dividir los colores, ¿cómo se llamará el psicólogo que nos diga cuáles son las causas que generan nuestros actos? Percibimos la mayoría de las cosas cuando ya son demasiado grandes. Si veo la semilla de la bellota con el microscopio o si veo un árbol de 200 años con el ojo desnudo, estoy igualmente lejos del principio. El microscopio sólo sirve para confundirnos más. Hasta donde llegan nuestros telescopios, vemos soles en torno a los cuales probablemente giran planetas. La brújula señala que algo similar ocurre en nuestra Tierra. ¿Y qué si esto fuera progresivo y en cada grano de arena giraran polvitos en torno a otros polvitos que a nosotros nos parecen quietos como estrellas fijas? Es posible que haya un ser a quien nuestro universo visible le parezca un brillante grano de arena. La Vía Láctea podría ser un miembro orgánico, ¿en qué grado se explicaría la vegetación a partir de este sistema? Sólo hay una recta y hay infinidad de curvas: si un cuerpo se mueve, hay una infinidad de posibilidades contra una de que se trate de una curva, y en cada curvatura se puede establecer un punto medio. Puesto que el movimiento circular es el más constante, como lo podemos ver en los planetas, tanto en sus movimientos de rotación como de traslación, es probable que también sea la forma original de todo movimiento. Sólo la luz parece ser una excepción; aunque supuestamente sea difícil, también la luz se curvea. Puesto que ya muchos artistas de la medición han asumido que todo este sistema gira en torno a un cuerpo invisible, ¿por qué no podría ser nuestro planeta un sistema de estrellas fijas?

Estamos aquí, en un globo de arena. No hay duda de que nuestra Tierra es el más excepcional grano de arena ni de que nuestra alma es la sustancia más excepcional; aquél es lo que habitamos y ésta lo que somos. ¡Si al menos por un instante pudiéramos ser otra cosa! ¿Qué sería de nuestra razón si todos los objetos realmente fueran aquello por lo que los tomamos?

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Ante una obra menor siempre pienso: “es sólo un librito de patrullaje que busca el sitio donde pueda anclar uno mayor”.

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Es ridículo suponer que en ocasiones uno no está capacitado para nada. Justo cuando se siente suficiente fuerza para suprimir un instinto básico (el instinto de ejecutar y actuar) es cuando se tiene mayor capacidad para emprender algo definitivo y singular. En esta especie de estupefacción el alma distingue cosas descomunalmente pequeñas, así como en los estados de entusiasmo sólo se ve lo descomunalmente grande […].

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[…] Lo que es superficial seriamente puede ser profundo cómicamente.

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Un buen efecto novelístico: ofrecer un mapa según la idea que el protagonista tiene de la Tierra. Un mundo redondo; al centro, la aldea del protagonista, con todos y cada uno de sus molinos; luego aparecen las ciudades cercanas, París y Londres ya se ven muy pequeñitas y todo va disminuyendo a medida que se aleja de la aldea.

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