Aforismos
V. Ángeles y animales
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V. ÁNGELES Y ANIMALES
ASÍ se reirán de nosotros nuestros primos: el ángel y el mono.
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El perro es el animal más despierto y sin embargo duerme todo el día.
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Errar es humano también en la medida en que los animales no se equivocan, o se equivocan poco, y entre ellos sólo los más inteligentes.
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En nuestros tiempos, donde los insectos coleccionan insectos y las mariposas hablan de mariposas.
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Me gustaría saber si los animales son más tontos dormidos que despiertos. Si es así, poseen algún tipo de razonamiento.
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Con frecuencia he visto a las cornejas paradas en los lomos de los cerdos mientras éstos apacientan, en espera de que destierren un gusano para volar, atraparlo y regresar al lomo. Hermoso símbolo del compilador que desentierra y del escritor astuto que se lo apropia sin gran esfuerzo.
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Hasta los perros pueden mejorar si se les educa adecuadamente. Para ello, hay que procurar que estén en contacto con niños y no sólo con personas de razón; así se humanizan. Ésta es una manera de comprobar mi frase: “hay que dejar a los niños con personas apenas un poco más sabias que ellos mismos”.
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Si un ángel nos hablara de su filosofía, creo que algunas frases muy bien podrían sonar como “2 por 2 son 13”.
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También los salvajes huyen más del estruendo de la escopeta que de la bala.
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Sus ojos, aun cuando estaban quietos, revelaban sagacidad e inteligencia, del mismo modo en que un galgo inmóvil revela habilidad para correr.
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Sería posible que un ser viera con mayor facilidad el futuro que el pasado. En el instinto de los insectos ya hay algo que nos hace pensar que se guían más por el futuro que por el pasado. Si los animales pudieran recordar el pasado como anticipan el futuro ya habríamos sido superados por algún insecto. Sin embargo, tal parece que la capacidad de anticipar guarda una relación inversa a la de recordar.
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Es verdad que era algo burdo, pero en su sociedad venía siendo como una cebra entre asnos.
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El animal que se ahoga en una lágrima.
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Sería estupendo que se inventara un catecismo, o más bien un plan de estudios, para transformar a los hombres del tercer estado en castores. No conozco mejor animal en estas tierras de Dios: sólo muerde en cautiverio, es industrioso, muy afecto al matrimonio, astuto y tiene una piel excelente.[1]
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La naturaleza del hombre lo exige, y la del mono lo aceptaría.
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No te haré sombra, animalito (era una araña). El Sol te pertenece tanto como a mí.
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Los caballos de palo no sirven para carruajes. No se les puede apalear.
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Un murciélago puede ser visto como un ratón transfigurado a la manera de Ovidio: al ser perseguido por un ratón maligno, pide alas a los dioses y éstos se las conceden.
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Si bien los peces son mudos, sus vendedoras hablan por todo lo que ellos callan.
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Los pájaros de más colores son los que peor cantan. Lo mismo sucede con los hombres; jamás hay que buscar pensamientos profundos en un estilo bombástico (como el de Zimmermann).
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Nada más seguro para la mosca que colocarse en el matamoscas.
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El asno me parece un caballo traducido al holandés.
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El asno es tanto más ridículo por parecerse al caballo, pero el caballo no se ridiculiza por el asno.
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En todo momento hacemos algo que ignoramos. Esta capacidad irá en aumento hasta que llegue el día en que el hombre haga todo sin saberlo; su misma razón será la de un animal pensante. La razón tiende a lo animal.
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El hombre puede adquirir aptitudes y puede ser un animal donde le plazca. Dios crea a los animales, el hombre se crea a sí mismo.
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Va muy de acuerdo con el orden de la naturaleza que los animales desdentados tengan cuernos, ¿qué hay de extraño en que a veces le suceda lo mismo a los hombres y mujeres de edad avanzada?
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Altruismo. Si una persona aplasta algo lejos de mí o sin que yo me dé cabal cuenta, debo pensar que era una pulga hasta que no pueda demostrar apodícticamente que era el piojo.
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¿Sabéis que cuando se paga a destajo está permitido ser prolijo? Detesto la descripción de una batalla que dura menos que la batalla misma.
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Un gravamen para los ángeles, es decir, un impuesto per capita en el cielo.
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[…] Nunca hay que ser tan cauteloso como al juzgar que algo es “oscuro”. No hay ningún arte en encontrar algo oscuro. Los elefantes y los perros poodle podrían encontrar quién sabe qué cosas oscuras.
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El simio más perfecto no puede dibujar un simio. Sólo el hombre puede hacerlo. Pero también sólo él lo considera una ventaja.
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[…] El animal sólo puede verse como sujeto de sí mismo; el hombre también como objeto de sí mismo.
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La naturaleza ha dotado a los animales de suficiente inteligencia para su supervivencia. Todos saben reaccionar cuando ella está en juego. Vaillant ofrece muy buenos ejemplos sobre la conducta de los animales ante la proximidad del león. En cuanto al hombre, la naturaleza lo ha protegido del miedo a la muerte con la casi instintiva creencia en la inmortalidad.[2]
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Que el hombre es el ser supremo también se deduce de que ningún otro ha tratado de refutarlo.