Zero
Segunda parte » Capítulo 47
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CAPÍTULO 47
Lawrence se cruzó de piernas. Estaba sentado justo frente a mí, con su escritorio de patas de esfinge entre ambos. Su semblante era tan inescrutable que no pude descifrar qué sentimiento dominaba en su interior.
—Lo mejor es que me diga la verdad, señor Bradford.
Otra vez. Había escuchado esa misma frase cinco veces ya. Al menos podía cambiar el discurso…
Las manecillas de mi reloj marcaban las ocho y cuarto de la noche. ¡Las ocho! Cuando había vuelto al internado, después de que Dimitri diera conmigo en la capilla abandonada, no eran ni las siete.
Había sido él quien me había arrastrado, literalmente, hasta la silla en la que estaba sentado. Al parecer, mientras yo perseguía a Zero por el bosque, él había puesto patas arriba Drayton para localizarme. Perder a su «principal sospechoso» había encendido todas sus alarmas y no había dudado en armar un revuelo con tal de encontrarme. Tres cuartos de hora después dio conmigo en la iglesia, mientras yo tanteaba el suelo y las paredes por quinta vez. Para entonces, estaba tan furioso que me había sacado del interior casi en volandas.
Tal vez por eso no había puesto ningún impedimento cuando Lawrence se había ofrecido para someterme a un interrogatorio exhaustivo a fin de descubrir con exactitud en qué había invertido aquellas horas que había estado sin vigilancia.
—Ya se lo he dicho —respondí, aburrido—. Ha sido Zero.
—Mire, señor Bradford. Me gustaría entender lo que ha pasado esta tarde. Nada más. No voy a amonestarle.
—Me da igual si me amonesta o no. Le he contado cuanto ha pasado desde el principio hasta el final. ¿Qué más quiere que haga? —Lawrence se masajeó el puente de la nariz.
—¿De verdad pretende que crea que Zero le atacó y que luego huyó?
—¡Sí! Eso es justo lo que ocurrió.
—Ya —masculló, poco convencido—. ¿Y que usted le persiguió por el bosque hasta la capilla abandonada?
—Sí. ¡Exacto!
—Da la casualidad, señor Bradford, que hemos revisado los alrededores después de su… «incidente» y no hemos encontrado una sola prueba que confirme sus palabras. Nada que indique que Zero estuvo con usted.
Lancé un bufido. Pues claro que no había pruebas. ¡Era el maldito Zero de quien estábamos hablando! Si dejara huellas a su paso no sería el mejor ladrón del mundo.
—Le conozco desde hace muchos años, señor Bradford. Le conozco a usted, conozco de lo que es capaz… y también de lo que no es capaz. Y mentir nunca ha sido uno de sus fuertes. ¿Por qué insiste ahora en ensuciar su reputación y la de su familia con invenciones imposibles de creer?
¿¡Cómo tenía la desfachatez de decirme que me conocía!? Si me conociera sabría que yo no tenía nada que ver con Zero. Si realmente me conociera no se habría plegado a los deseos de Dimitri ni habría instalado en mi habitación cámaras por cada rincón. Di un puñetazo en la mesa y el tintero que contenía la pluma del director se volcó.
—¡Usted no sabe nada de mí! —le espeté. Lawrence se echó hacia atrás, sorprendido por mi reacción.
—Señor Bradford…
—¡No! —exclamé—. Le estoy diciendo la verdad y usted no me cree. Pero sí cree a otras personas que van diciendo mentiras sobre mí.
El rostro del director se contrajo.
—Me temo que no le entiendo.
—¿Ah, no? —Aquello me enfureció aún más—. Déjeme que le refresque la memoria. ¿Le suena de algo el nombre de Dimitri Cooper? Sí, exacto. El policía que lleva persiguiéndome desde que he llegado a Drayton. ¿Y qué me dice de las pantallas que tiene guardadas ahí? —pregunté, apuntando hacia la puerta que conducía al archivo.
—¿Cómo sabe usted eso?
No iba a responder a su pregunta porque hacerlo habría significado revelar muchas cosas que prefería dejar enterradas donde estaban. Además, tampoco tenía sentido que siguiera discutiendo con Lawrence. No iba a ganar nada. Mi prioridad era otra. Ya tendría ocasión de ajustar cuentas con él.
Me levanté de mi silla y me encaminé hacia la salida.
—¿Adónde cree que va? —me soltó Lawrence.
—A cualquier sitio en el que no tenga que aguantar sus falsedades, director.