Zero

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Segunda parte » Capítulo 48

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CAPÍTULO 48

Dimitri me estaba esperando fuera. Me miró de arriba abajo en cuanto salí del despacho, deteniéndose en los desgarrones de mi camisa y en el arañazo que me cruzaba la cara. Sí, lo sé. No debía de lucir mi mejor aspecto… Pero tampoco hacía falta que se recreara en ello.

—Por lo que se ve, no puedo despistarme ni un segundo porque cuando lo hago siempre intentas escapar. ¿Tienes miedo, acaso?

No era recomendable ponerse irónico conmigo cuando estaba de mal humor. Me detuve en seco, con toda mi rabia cargándose en mi interior.

—¿Por qué debería tener miedo? Que yo sepa, no es ningún delito salir del internado. ¿O es que va a acusarme de ser Zero por pasear por el jardín?

—Estoy empezando a cansarme, chaval —dijo Dimitri. Sus ojos grises desprendieron un brillo peligroso—. Estoy harto de tu insolencia y de tus caprichos. Si fuera por mí, si no estuvieras protegido por la familia Bradford, ya estarías cumpliendo condena. Aún así, te advierto algo. Acabaré contigo. Cerraré este caso. Y cuando lo haga iré a la cárcel para reírme de ti —me llegó una bofetada de su aliento, mezcla de tabaco rancio y regaliz amargo. Arrugué la nariz—. Eres solo un cobarde que huye cuando se siente acorralado.

—¡No estaba huyendo! Perseguía a Zero. Lo que pasa es que estás tan obsesionado con que yo soy culpable que no ves nada más allá de eso.

—¡No me vengas con estas, Bradford! —Dio un paso hacia mí y yo me eché hacia atrás de forma instintiva—. Te vi y los dos lo sabemos. Te tuve a tan solo un palmo de distancia. Te reconocí. El niño mimado de Los Ángeles que acaparaba todas las revistas del corazón por sus excesos y sus extravagantes caprichos. Tú eres el ladrón de los cien millones.

—Zero está jugando contigo.

—¿En serio? —replicó Dimitri, con un deje burlón—. Desengáñate. En esta historia, tú no eres el héroe. Eres el villano. Así que deja de hacerte la víctima de una vez.

—No. Eso es lo que tú quieres hacer creer a todos. A Lawrence, a la policía, al gobierno. ¡A todos! Pero yo soy inocente. Y voy a demostrártelo.

—Muy bien. Como quieras. Al final, terminaré atrapándote.

Y eso significaba que ya podía ir olvidándome de protagonizar otra aventura como la que había tenido aquella tarde.

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