Tony

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PARTE 2 TONY » Capítulo 18

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El sonido del piano la recibió nada más llegar a la casa. La música la envolvía con su cadencia, una nueva melodía desconocida para ella conseguía que su corazón latiera al mismo ritmo. Traspasó la entrada motivada por descubrir quién era el que tocaba tan bella composición, y se sorprendió gratamente cuando posó sus ojos sobre Tony.

Este le sonrió con dulzura. Movió la cabeza levemente, sin dejar de tocar, y la animó a que se acercara hasta él.

Raquel no dudó en obedecerlo. Se sentó en la banqueta, en el espacio que le dejaba el músico, y escuchó con deleite la melodía.

—Es preciosa —señaló ella en cuanto paró de tocar el piano.

—Todavía necesita algunos arreglos…

La joven asintió, conforme con lo que le decía.

—¿Cuándo la has compuesto?

—Esta noche —dijo levantándose del banco y frotándose la nuca nervioso—. No podía dormir… Apareció de repente. —Se encogió de hombros resignado.

—¿Y tiene letra?

Él asintió.

—¿Quieres leerla? —Raquel movió la cabeza afirmando con rapidez—. También necesita ajustarse, pero…

La joven le arrebató con ansia de entre las manos la libreta que había cogido de encima de la mesa, arrancándole una carcajada.

—Déjame que le eche un vistazo y luego hablamos.

Este asintió y se apartó de ella para ir a la cocina, donde tomó una botella de agua del frigorífico. Estaba algo nervioso ante lo que Raquel pudiera opinar sobre la canción.

Bebió un gran trago de agua y expulsó el aire que retenía.

Tenía que ser valiente. No todas las críticas pueden ser favorables y quizás esta nueva composición no era tan buena como él creía.

—Tony, deja de darle tantas vueltas a la cabeza y vuelve al salón —se regañó en voz alta a sí mismo.

Sonrió para sus adentros y, tras contar mentalmente hasta tres, abrió la puerta de la cocina aventurándose a lo que podría encontrarse en el salón.

—Es… es… —A la joven no le salían las palabras.

—¿Tan mala es? —preguntó con temor.

Raquel se acercó hasta él y negó con la cabeza.

—Es preciosa.

El músico se dio cuenta de que había llorado.

—¿Seguro? —Le limpió las lágrimas que se habían deslizado por sus mejillas—. Has llorado…

Ella asintió, le rodeó la cintura y buscó su mirada.

—Es nuestra historia, somos nosotros…

Este apoyó su frente en la cabeza de ella y suspiró.

—Pensé que estaría bien contarla, pero si tú no quieres…

Raquel negó de inmediato.

—No, está bien. Es preciosa —repitió.

Tony le sonrió feliz.

—¿De verdad te gusta?

Le dio un beso en la boca y asintió.

—Me encanta.

El músico posó las manos en su cara sin despegar los ojos de su mirada azabache.

—No sabes lo feliz que me haces.

—¿Por qué? No es necesario que yo te diga que la canción es perfecta para que tú lo veas.

—Para mí es importante tu opinión —confesó posando sus labios sobre los de ella y robándole un dulce beso.

Raquel apoyó la cabeza en el pecho masculino y suspiró.

—Ya la tienes —anunció—. Ya tienes la canción para la discográfica.

—Bueno…

Levantó la cara extrañada al escucharle dudar.

—¿Qué sucede?

Tony tomó su mano y la llevó hasta uno de los sofás, donde se sentaron.

—Ha venido Alejandro…

—¿Aquí? —preguntó interrumpiéndole, mirando a su alrededor por si veía a su agente.

—Sé que hablaste con tu padre y le contaste lo de mi «problema». —Le dio en la punta de la nariz con cariño, sonriéndole—. Gracias.

Ella se encogió de hombros, quitándole importancia al asunto.

—Sí, pero no sabía que vendría.

—Parece ser que tu padre y él son viejos amigos…

—Eso me dijo.

—Y han encontrado una solución a todo este lío.

Lo miró con la boca abierta ante el anuncio.

—Ohh…, Tony, no sabes cuánto me alegro. —Se abalanzó sobre él, arrancándoles sendas carcajadas.

Compartieron multitud de besos sin parar de reír.

Cuando se tranquilizaron, el músico la sentó sobre él.

—También estoy contento.

Esta asintió mientras le acariciaba los brazos desnudos.

—¿En qué han pensado? —se interesó por la solución al problema.

Tony llevó sus manos hasta el corto cabello de ella y enredó sus dedos con delicadeza.

—Piensan que si subimos la canción a internet, sin ofrecérsela a la discográfica, podríamos tener la oportunidad de llegar a bastante gente…

—Y así hacer fuerza sobre ellos para poder negociar.

Él asintió.

—Es jugárnosla y tenemos muchas papeletas para perder. No es fácil competir con una gran discográfica y no tendremos las mismas herramientas para llegar a tanto público, pero quizás con la ayuda de tu padre y los contactos de Alejandro…

—¿No tienes ninguna cláusula de exclusividad con ellos? —interrogó Raquel.

Tony movió la cabeza a ambos lados.

—Parece que algo hay, pero Alejandro, tras estudiar el contrato que me ata a ellos, dice que hay un recurso legal que podemos utilizar si lo hacemos de esta forma, pero…

—Es una opción —le cortó antes de que comenzara a dudar.

Él volvió a mover la cabeza de manera afirmativa.

—Puede ser que perdamos…

—Puede ser que venzamos.

Tony sonrió.

—Si estás a mi lado, me veo capaz de todo.

Pasó sus dedos por el cabello de él y asintió feliz.

—Siempre…

El músico le robó un beso.

—Pero necesito tu ayuda.

Ella asintió con rapidez.

—Dime, ¿qué necesitas?

Le acarició el rostro, dejó que sus dedos le delinearan el cuello y llevó las manos hasta su espalda, donde se colaron por debajo de su camiseta verde.

—Necesito que cantes conmigo…

Intentó alejarse, pero él la retuvo sujetándola de la cintura.

—Tony, pídeme cualquier otra cosa, pero eso, no.

La agarró la cara y la acercó a la suya.

—No puedo hacerlo sin ti. —La besó con delicadeza, robándole el alma.

—No es buena idea. —Negó con la cabeza con poca convicción.

—Sí, es una gran idea.

Ella observó sus ojos pardos, donde las estrellas brillaban con esperanza.

—Pero ya sabes que…

Este chistó silenciándola.

—Esa canción no será perfecta si no estás a mi lado —susurró—. No tendrás que estar en ningún escenario. Solo cantaremos en un estudio. Tú y yo…

Raquel se llevó la mano hasta su cuello.

—Pero mi voz es más grave ahora…

El joven posó sus manos sobre la de ella y acarició la piel de esa zona que era más oscura a la del resto del cuerpo.

—Tienes una voz preciosa. —Enfrentó su mirada sin dejar de acariciarla—. Es desgarrada, intensa y descarada. —Raquel se sonrojó—. El tono de voz necesario para que mi canción… nuestra canción —se corrigió— sea perfecta.

—¿Estarás a mi lado?

Tony asintió sin dudar.

—Siempre…

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