Salmo

Salmo


El holandés errante

Página 8 de 22

E

L

H

O

L

A

N

D

É

S

E

R

R

A

N

T

E

DIARIO DE UN ENFERMO

5 DE JULIO. HE EMPEZADO A TOSER. TOSO que toso. Toda la noche, sin parar. Tendría que dormir, pero toso.

7 de julio. He pedido hora con el médico.

10 de julio. Me dio un golpecito con el martillo y dijo «¡Hum!». ¿Qué significa este «¡Hum!»?

11 de julio. Me han hecho una radiografía. Muy bonita. Toda negra, y las costillas, blancas.

20 de julio. Les felicito, queridos camaradas. Tengo tuberculosis. ¡Adiós, mundo cruel!

30 de julio. Me han enviado al sanatorio Espíritu Sano, que está en un balneario. Me han dado dinero para las 2.ooo verstas de viaje y un billete gratis en tercera clase con un jergón.

1 de agosto… Y con chinches. Estoy viajando. El paisaje es muy bonito. Los chinches son tan grandes como cucarachas.

3 de agosto. He llegado a Siberia. Muy bonita. He tenido que ir un tramito más a caballo, solo 293 verstas. Mucho kumís.[*]

6 de agosto. ¡Vaya con el kumís! Dicen que ha habido un error. Usted no tiene tuberculosis. Me hacen otra radiografía. Veo mi riñón. Es terriblemente repugnante.

8 de agosto. Y por eso escribo desde Rostov del Don. Es una ciudad muy bonita. Voy al balneario Regalo del Sol, en Kislovodsk.

12 de agosto. Kislovodsk. Ni mucho menos. El riñón está la mar de bien. Dicen: ¿quién demonios le ha enviado aquí?

15 de agosto. Escribo desde el barco. Parece que tengo sífilis hereditaria y voy a Crimea (en secreto). Tengo vómitos por culpa del mareo. ¡Maldito sea este tratamiento!

22 de agosto. ¡Yalta sería una ciudad maravillosa si no fuera por la medicina! Esta ciencia es un misterio. Aquí me han encontrado lombrices y una apendicitis retrocecal. Me voy a Lípetsk, provincia de Tambov. ¡Adiós, elemento acuoso del mar Negro!

25 de agosto. En Lípetsk, todos se sorprenden. El doctor es muy simpático. Con respecto a lo de las lombrices, dijo:

—¡Ellos sí que son lombrices!

Me acompañó a la ventanilla, me miró a los ojos y me dijo:

—Tiene una afección cardíaca.

Ya estaba tan acostumbrado a estar todo podrido que ni siquiera me sobresalté.

—¿Dónde tengo que ir? —me limité a preguntar. Resultó que a Borzhomi. ¡Hola, Cáucaso!

1 de septiembre. En Borzhomi ni siquiera me dejaron deshacer la maleta. No nos dedicamos al reuma, dicen. ¡Resulta que ahora soy reumático! ¡Qué poco, qué poco viviré en este mundo cruel! Me voy otra vez a Siberia, al…

10 de septiembre. … ¡Al mar glorioso, al sagrado Baikal! Las vistas son increíbles, pero hace un frío que pela. El médico siberiano dijo que era estúpido ir a un balneario cuando están a punto de empezar las nieves. Lo que tiene que hacer es ir a un sitio cálido, dice. Lo voy a mandar a Crimea, me dice. Ya he estado allí, le digo.

Merci. ¿Y dónde estuvo?, me pregunta. En Yalta, le digo. Y dice: lo voy a mandar, dice, a Alupka. Bueno, ¿a Alupka?, pues a Alupka. Me da igual, como si me manda al quinto infierno. Me compré una pelliza y me marché.

25 de septiembre. En Alupka está todo cerrado. Me dicen: váyase a casa; si no, me dicen, va a recorrerse toda la república como un vagabundo. Lo mando todo al cuerno y me voy a casa.

1 de octubre. Ya estoy en casa. Mientras estaba fuera, mi mujer me ha engañado. He ido al médico. Me dice: está usted sanísimo, me dice, como una manzana. Y entonces, le pregunto, ¿por qué me han hecho ir de aquí para allá? Y me contesta: ¡ha sido un error! Bueno, un error… No pasa nada. Mañana iré a trabajar.

Enfermo n.º 555. Mijaíl.

1925

Ir a la siguiente página

Report Page