Reina

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Pablo,

algo malo/bueno de las nuevas tecnologías es la disponibilidad inmediata de los recuerdos. Con la apertura de un par de pestañas de Instagram puedes acceder a cada instante que has decidido guardar, fuere en forma de brevísimo vídeo o como cuadrado fotográfico. Cada comentario es un trocito mínimo de un alma. Ya hay casos de comentarios que perduran más allá de la muerte del emisor. Internet no es eterno, pero a lo eterno se asemeja.

Notarás que estoy sentimental. Hay una foto de este año en la que estáis todos juntos, o casi. Se me hace rarísimo. El pie de foto es «familia». El pie de foto me destroza.

No me permito llorar, pero es que a lo mejor no he dejado que me veáis llorar lo suficiente. Os quiero muchísimo y me duele no estar. Me duele saber que me voy a perder tantas, tantísimas cosas; que en muchas ocasiones no formaré parte del sustantivo «familia» más que como una ausencia (o ni eso). Me duele que a veces esto no me duela, pero es que imaginarme que no os duela a vosotros es todavía más insoportable. No os tengo en la cabeza todo el rato. Sé que vosotros a mí tampoco. Y es muy difícil que ser consciente de eso no sea un puñal en el pecho.

Os quiero. No voy a poder disfrutar de vosotros todo lo que quisiera a finales de este mes, pero os quiero, y lo repito, y lo repito porque no lo digo lo suficiente, porque no basta, porque normalmente cuando tú me lo dices yo soy incapaz de responder lo mismo, cuando alguien me lo dice yo soy incapaz de dar la réplica: os quiero y os echo de menos.

No puedo no llorar cuando escucho la canción que me hiciste por mi cumpleaños. O cuando pienso en ella siquiera. No creo que ninguno de los dos nos imagináramos las cosas mientras tú cantabas «a ver si te vas ya a París y no vuelves nunca más». Era una idea, una posibilidad, un sueño; no era nada. No había peso al cantar eso. Ya no. Ya cumplí. Ya me he ido.

Por eso es cruel lo que antes era tierno. Encadenar esa frase sobre París con «qué te voy a contar / si sabes que es verdad / cuando te digo que te quiero / y que sé que tú me quieres más». Echo tanto en falta la rutina contigo. Echo de menos todo contigo y a veces me descubro susurrándome que ojalá estuvieras aquí. Porque no sé si nunca volveré del todo a Madrid, pero sé que te quiero demasiado como para perderte y como para perderte por eso, estemos donde estemos.

Por favor, no te vayas nunca demasiado lejos.

Bien à toi,

ELIZABETH

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