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Tercera parte. El beneficio de Cristo » Venecia » El ojo de Carafa (1547)

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El ojo de Carafa (1547)

Carta enviada a Trento desde la ciudad pontificia de Viterbo, dirigida a Gianpietro Carafa, fechada el 1 de enero de 1547.

Al ilustrísimo señor mío Giovanni Pietro Carafa, en Trento.

Señor mío meritísimo, el extraño hecho que me apresuro a referir merece ser debidamente ponderado.

Sé fehacientemente que El beneficio de Cristo ha comenzado a circular por varios lugares. En los últimos meses ha sido adquirido en Ravena, Ancona, Pescara, y también más al sur, a lo largo del litoral adriático. Eso significa que las partidas viajan por vía marítima, en navíos capaces de transportar discretas cantidades de libros. Y no debe de tratarse de unos pocos cientos de ejemplares, mi señor, sino de miles, hasta el punto de que resulta difícil creer que sea labor de una sola imprenta. Dada la zona de difusión debe de tratarse de algún impresor veneciano o ferrarés, residente con toda seguridad en los territorios de esos estados que más obstáculos oponen a la entrada de la Inquisición romana.

Sé que la autoridad de V. S. no se extiende hasta el territorio de la Serenísima, pero a pesar de ello podría resultar útil echar la pulga detrás de la oreja de los inquisidores venecianos y del duque Hércules II de Este. No creo, en efecto, que estos quieran dar la imagen de que permiten la impresión de un libro sobre el que ha caído la excomunión del Concilio.

Una cosa extraña es que en Viterbo nadie parece saber nada de los responsables de esta nueva difusión. Parece precisamente que esta vez el cardenal Polo y sus amigos no tienen nada que ver en ello. Hay que sospechar que se trata de una amplia operación, con una brillante mente dirigiéndola, pero ajena al círculo de los espirituales.

Pues bien, como sabe mi señor, en Venecia encuentran cobijo muchos radicales criptoluteranos. Podría ser, por consiguiente, sumamente útil reunir una mayor información acerca de sus actividades, sin levantar las sospechas de los venecianos, que como es sabido son muy susceptibles en lo que se refiere a las injerencias en sus asuntos por parte de la Santa Sede.

Beso las manos de Vuestra Señoría, a cuya gracia me encomiendo,

De Viterbo, el día primero del año de 1547,

el fiel observador de Vuestra Señoría,

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