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Tercera parte. El beneficio de Cristo » Venecia » El diario de Q.

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El diario de Q.

Viterbo, 14 de enero de 1547

Sobre el Concilio

El Emperador no ha perdido el tiempo. El viejo león conserva sus garras. Ha hecho venir a los lansquenetes al Trentino. Y con ellos la peste, que siempre los acompaña.

El mensaje es claro: tras la derrota de su paladín en el Concilio, los cardenales permanecen atentos. Ese inepto del Papa se había puesto a lanzar señales de entendimiento a los franceses. Pero Carlos será siempre Carlos, regente del Sacro Imperio Romano, que nadie intente tramar nada contra él a sus espaldas.

El Concilio ha sido suspendido, lo trasladarán a Bolonia, lejos del aliento apestoso de los lansquenetes. Eso dicen.

Sobre Carafa

Carafa debe andarse con cuidado: el Emperador no es hombre de dejarse dominar, acaba de demostrarlo. Tal vez sea por eso por lo que el viejo tarda en lanzar a la Inquisición tras la pista de El beneficio de Cristo, de quién lo tiene y de quién lo redactó. Reginald Pole está en el corazón todavía de muchos, es del agrado del Papa y más aún del Emperador.

O tal vez no sea más que un modo calculado de dilación. Tal vez el viejo piensa que los tiempos no están maduros aún, son muchos los peces que deben caer todavía en la red, es preciso que el libro circule. Pero juega con fuego, porque junto con el libro se difunden las ideas.

Sobre la nueva difusión del libro

¿Quién puede tener interés en arriesgar tanto por imprimir y vender El beneficio de Cristo?

Si Pole y los espirituales no tienen nada que ver, ¿quién es el responsable?

Un mercader, un hombre, o más hombres, con olfato para los negocios. Pero ¿por qué? Uno puede lucrarse también con otras publicaciones, sin necesidad de exponerse a ir a la cárcel o exponer la vida por un burdo compendio de calvinismo.

Hay algo que aún se me escapa. He de seguir mi instinto.

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