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Capítulo 27

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CAPÍTULO 27

KATY

Daemon dio un paso hacia atrás, retrocediendo realmente ante la acusación.

—No —dijo con voz ronca—. No puede ser.

—Lo siento —se excusó Matthew—. No podía dejar que pasara esto.

—¿Que pasara qué? —preguntó Dee. Tenía la cara pálida y las manos apretadas a los costados.

Matthew no le quitó los ojos de encima a Daemon. Su voz, su ser entero, rogaba que Daemon comprendiera lo impensable.

—No puedo seguir perdiéndoos a todos… Vosotros sois mi familia, y Adam está muerto. Está muerto por lo que quiere Dédalo. Tenéis que comprenderlo. Es lo último por lo que quería volver a pasar.

Una fría sensación me recorrió las venas.

—¿Volver?

Los vibrantes ojos azules de Matthew se deslizaron hacia mí, y fue como si hubieran levantado unas persianas. Por primera vez pude ver la desconfianza y el odio en su mirada. Era tan potente y poderosa que llegaba hasta el otro lado de la habitación y se aferraba a mí.

—Por eso no nos mezclamos con humanos. Los accidentes ocurren, y está en nuestra naturaleza salvar a las personas que queremos. Por eso no queremos a los humanos. ¡Todo conduce a esto! En cuanto uno de nosotros se ve envuelto con un humano, Dédalo aparece tan solo unos pasos por detrás.

—Oh, Dios mío. —Dee se cubrió la boca con las manos.

Paris hizo un suave chasquido con la lengua.

—Eso es una razón muy mala para traicionar a aquellos que consideras tu familia.

—¡Tú no lo entenderías! —Matthew se libró del agarre de Archer—. Si tengo que sacrificar a uno para salvar a todos los demás, lo haré. Lo hubiera hecho. Hubiera sido para mejor.

Me había quedado boquiabierta, totalmente estupefacta durante unos segundos, pero entonces recordé esa noche en que Daemon y yo habíamos ido a encontrarnos con Matthew después de haber visto al Arum entrar en la casa con Nancy; la misma noche que Matthew había confirmado que si Beth estaba viva Dawson también tendría que estarlo.

Había muchas cosas que Matthew sabía y que jamás habíamos cuestionado, como el hecho de que conociera aquel lugar y jamás lo hubiera mencionado anteriormente. El terror creció dentro de mí mientras lo observaba fijamente.

Luc inclinó la cabeza hacia un lado.

—¿Qué te ofrecieron? ¿Que todos los demás quedarían en libertad si tan solo entregabas a uno de ellos? Es un intercambio justo. ¿Una vida a cambio de unas cuantas?

Iba a vomitar.

—Querían a Daemon y a Kat —explicó, y sus ojos se deslizaron hasta Daemon—. Prometieron que todos los demás saldrían con vida de esto.

—¿Te has vuelto loco? —chilló Dee—. ¿Cómo crees que eso iba a ayudar a nadie?

—¡Lo hará! —rugió Matthew—. ¿Por qué te crees que os dejaron en paz a ti y a Daemon? Los dos conocíais la relación de Dawson, y que Bethany sabía la verdad sobre nosotros. Todos estábamos en peligro, tenía que hacer algo.

—No. —La voz tenue de Beth sacudió la habitación—. Fue mi tío quien nos delató…

—Tu tío confirmó lo que ya sospechaban —escupió Matthew—. Cuando vinieron a verme con respecto a vosotros, me dieron una elección. Si les contaba la verdad sobre el alcance de vuestra relación y lo que tú sabías, dejarían en paz a todos los demás.

—Hijo de puta. —Los contornos del cuerpo de Daemon comenzaron a difuminarse—. ¿Les entregaste a Dawson? ¿A mi hermano? —El veneno emanaba de sus palabras.

Matthew negó con la cabeza.

—Sabéis lo que hacen con los Luxen que rompen las normas. Jamás se vuelve a oír hablar de ellos, y amenazaron con llevaros a todos. —Se volvió hacia Ash y Andrew—. Incluso a vosotros. No tenía elección.

La energía chisporroteó a través de la habitación.

—Sí, acaban en Dédalo —dijo Archer, flexionando las manos—. Justo el mismo lugar al que acabas de enviar a Daemon y Katy.

—¿Les hablaste de Beth y de mí? —La voz de Dawson se rompió a mitad de la frase.

Matthew volvió a asentir con la cabeza.

—Lo siento, pero tú los habías expuesto a todos ante ellos.

Daemon parecía afligido, como si hubiera recibido un puñetazo en el estómago, pero el calor repentino que comenzaba a acumularse en la habitación no provenía de él. Venía de Dawson, que emanaba una fina corriente de energía.

—Ahora es lo mismo. —Matthew unió las manos, como si estuviera a punto de ponerse a rezar—. Tan solo quieren a Daemon y a Katy. Todos los demás, incluidos tú y Beth, quedaréis después en libertad. Tenía que hacerlo. Tenía que proteger…

Dawson reaccionó con tanta rapidez que si alguien en la habitación hubiera querido detenerlo, no habría podido hacerlo. Se inclinó hacia atrás y envió un fogonazo de energía pura e inestable directamente hacia Matthew. El rayo de energía lo golpeó directamente en el pecho y lo hizo girar.

Sabía que Matthew estaba muerto antes de que golpeara el suelo.

Sabía que fue Dee quien gritó.

Sabía que fue Daemon quien me agarró del brazo y me sacó de la habitación.

Sabía que fue la voz de Archer la que se alzó sobre el caos, uniéndose a Daemon para dar órdenes.

Y sabía que teníamos que salir de allí. Rápido.

Pero nunca hubiera esperado que Matthew fuera capaz de hacer nada parecido, ni que Dawson lo matara sin pestañear siquiera.

—Quédate conmigo, gatita. —La voz profunda de Daemon se deslizó sobre mi piel mientras pasábamos junto a la cocina—. Necesito que…

—Estoy bien —lo atajé, observando a Luc, que giraba para arrastrar a una asombrada Ash hasta el vestíbulo—. Están viniendo. Ahora.

—Puedes apostar el culito a que sí —dijo Archer, que se llevó una mano hacia atrás y extrajo una pistola.

—No me gusta que hables del culo de Kat, pero, aparte de eso, ¿adónde vamos? —preguntó Daemon, agarrándome la mano con más fuerza—. ¿Cuál es el plan? ¿Salir corriendo como locos de aquí?

—Suena bien —dijo Andrew—. Salvo que queramos que nos atrapen.

—No. —Luc mantenía un ojo cuidadoso sobre Dawson y Beth. El Luxen todavía tenía cara de furia total—. Saldremos de la ciudad, en dirección a Arizona. Tengo un sitio que esos cabrones no van a encontrar, pero tenemos que salir de la ciudad.

Daemon le lanzó una mirada a su hermano.

—¿Te parece bien? —Cuando Dawson asintió con la cabeza, Daemon me soltó y caminó hacia su hermano para ponerle una mano sobre el hombro—. Has hecho lo que tenías que hacer.

Dawson colocó una mano sobre la de Daemon.

—Y lo haría otra vez.

—Muy bien, si ya ha terminado el momento de estrechar lazos familiares, a todo el que se meta en uno de esos coches lo espera un viaje bastante largo —dijo Paris, agitando un llavero con las llaves de los coches—. Si alguno piensa que no está preparado para arriesgar la vida por todos los demás, entonces que se quede atrás. Y si alguno nos la juega allí fuera, yo mismo me lo cargaré. —Mostró una sonrisa bastante encantadora—. Y probablemente disfrutaré haciéndolo.

Daemon le lanzó una mirada envenenada, pero dijo:

—Secundo eso.

—Yo ya he llegado hasta aquí —señaló Andrew, encogiéndose de hombros—. Ya que estoy, llegaré hasta el final.

Todo el mundo miró en dirección a Ash.

—¿Qué? —preguntó ella, colocándose unos mechones cortos de pelo detrás de las orejas—. Mirad, si no quisiera formar parte de toda esta locura, me habría quedado en casa, pero aquí estoy.

No le faltaba razón, pero quería preguntar por qué ella o Andrew lo arriesgarían todo por nosotros, cuando ni Beth ni yo les caíamos demasiado bien. Entonces lo comprendí: no se trataba de nosotras. Se trataba de Daemon y Dawson… Se trataba de la familia.

Podía apoyarlos en eso.

Fuimos rápidamente hacia la puerta principal, pero, en el último segundo, le agarré el brazo a Daemon.

—¡Espera un momento! Tengo que ir arriba.

Archer se volvió.

—Sea lo que sea, podemos dejarlo atrás. No es importante.

—Daemon… —Mis dedos se clavaron en su brazo. Asumía que todo el mundo tenía sus carnets de identidad encima. No lo sabía, pero necesitaba nuestros papeles. Teníamos que tenerlos.

—Mierda. —Había comprendido de qué estaba hablando—. Ve hacia fuera. Yo seré más rápido.

Asentí y salí corriendo para volver a unirme a Archer.

—¿En serio? —gruñó en voz baja—. ¿Esos papeles son tan importantes?

—Sí.

No teníamos anillos. No teníamos un certificado con nuestros nombres reales, y sí, no era real, pero teníamos esa licencia, nuestras identidades falsas, y en ese momento aquellas cosas lo significaban todo. Eran nuestro futuro.

Dawson ya había instalado a Beth en el asiento trasero de un utilitario. Ash y Andrew estaban subiéndose al mismo coche que ellos.

—Ve con ellos —le dije a Archer, sabiendo que él los mantendría a salvo—. Nosotros iremos con Paris y con Luc.

Archer no dudó. Interceptó a Dawson y se puso detrás del volante.

—Será mejor que sea yo quien conduzca si la cosa se pone fea. Confía en mí.

Dawson no parecía muy convencido, y en ese momento era una réplica exacta de su hermano, pero hizo algo que Daemon básicamente no hacía nunca: no discutió. Se metió en el asiento del copiloto y cerró la boca.

Un segundo después, Daemon apareció detrás de mí.

—Están en mi bolsillo trasero.

—Gracias.

Nos subimos en el todoterreno, con Paris detrás del volante y Luc en el asiento del copiloto. Luc se giró hacia nosotros mientras cerrábamos las puertas.

—Siento lo de Matthew —le dijo a Daemon—. Sé que estabais muy unidos, que era vuestra familia. Ha sido horrible, pero la gente hace cosas horribles cuando está desesperada.

—Y cosas estúpidas —murmuró Paris en voz baja.

Daemon asintió mientras se reclinaba sobre su asiento. Me miró y levantó el brazo más cercano a mí. Yo no lo dudé y, con un dolor fiero en el corazón, me moví hacia él para apretarme contra su costado. Su brazo me rodeó, y sus dedos se me clavaron en el hombro.

—Lo siento —le susurré—. Lo siento mucho.

—Chist —contestó él—. No tienes nada que sentir.

Había muchas cosas que sentir. Cosas que ni siquiera era capaz de asimilar mientras salíamos del camino de entrada al garaje. Y había otras cosas, como el hecho de que probablemente Dédalo estuviera yendo en dirección a nosotros en ese instante. No, no podía pensar en ello. El pánico ya estaba hirviendo a fuego lento en mi interior, intentando clavar sus garras en mí. Sería inútil si perdía los estribos.

La verja que teníamos enfrente no se abrió. Daemon me abrazó con fuerza al ver que Paris no se detenía, sino que seguía avanzando hasta abrirse camino a la fueza por la verja de metal.

—Menos mal que estamos en un todoterreno —comentó Luc.

Daemon estiró el brazo para coger el cinturón.

—Tendrías que llevar esto —me dijo.

—¿Y tú qué? —le pregunté mientras dejaba que me abrochara el cinturón en el asiento central.

—Soy más difícil de matar.

—En realidad… —dijo Luc arrastrando las palabras— probablemente soy yo el más difícil de matar.

—Vuelves a mostrar síntomas del síndrome del niñito especial —murmuró Daemon.

Luc resopló mientras Paris aumentaba hasta alcanzar una velocidad vertiginosa por la estrecha carretera, con Archer pisándonos los talones muy de cerca.

—¿Llegaron a mostraros en Dédalo su arma más bonita?

—Nos mostraron muchas cosas —dije, inclinándome hacia un lado mientras Paris llegaba a una curva.

—¿Y qué hay de esa pistola especial que tienen? —Luc puso un pie encima del salpicadero, y esperé que el airbag no fuera a saltar en ningún momento cercano—. Esa que puede derribar a un Luxen con un solo disparo… El PEP, Proyectil de Energía Pulsada.

—¿Qué? —El estómago me dio un vuelco mientras miraba alternativamente a Luc y a Daemon—. ¿Qué clase de arma es esa?

—Es una especie de pulso energético que interrumpe las ondas lumínicas… Alta tecnología. Algo así como el ónice, pero muchísimo peor. —Daemon dejó caer las cejas—. No llegué a verla, pero Nancy me habló de ella.

—Es un arma electromagnética —explicó Luc—. Y es muy peligrosa para cualquier cosa que se encuentre a su alrededor. Si la utilizan, es porque no se andan con bromas. Ese maldito cacharro interrumpe las señales, y puede incluso dañar a los humanos, ya que el cerebro, los pulmones y el corazón están todos controlados por electricidad de bajo voltaje. El Proyectil de Energía Pulsada no es fatal para los humanos a baja frecuencia, pero para nuestra clase es letal, sin importar la frecuencia.

Me quedé helada.

—¿De un disparo?

—De un disparo —repitió Luc con gravedad—. Probablemente vosotros dos no tenéis nada de qué preocuparos, ya que os quieren con vida, pero debéis daros cuenta de que si sacan las pistolas grandes va a morir gente.

Me quedé paralizada, incapaz de tomar aliento. Más gente iba a morir.

—No podemos dejar que eso ocurra. —Me giré hacia Daemon, acercándome tanto como me permitía el cinturón—. No podemos dejar que la gente muera porque…

—Lo sé. —Daemon tenía la mandíbula tensa con determinación—. Y tampoco podemos volver. Tan solo hay que salir de aquí antes de que tengamos que preocuparnos de nada de eso.

El corazón me martilleaba en el pecho mientras lanzaba una mirada hacia Luc. Él no parecía tan convencido. Sabía que Daemon estaba tratando de tranquilizarme, y lo apreciaba, pero la culpa se encontraba por encima del terror. Si alguien moría…

—Para —dijo Daemon en voz baja—. Sé lo que estás pensando. Para.

—¿Cómo podría no pensar en eso?

Daemon no tenía ninguna respuesta. El terror creciente era como un agujero infinito, que aumentaba de tamaño a medida que nos acercábamos a la pululante ciudad al ocaso. Las luces de neón rojas y azules de las vallas publicitarias y las luces parpadeantes resultaban violentas, más que acojedoras.

El tráfico se detuvo al sur del bulevar, una caravana infinita de vehículos que parecía más un aparcamiento que una carretera.

—Maldita sea —dijo Paris, golpeando el volante con las manos—. Menudo inconveniente.

—¿Inconveniente? Ese es el eufemismo del año. —Daemon agarró la parte posterior de su asiento—. Tenemos que salir del tráfico. Aquí somos patos esperando a que nos disparen.

Paris resopló.

—Salvo que tengas un aerodeslizador en el bolsillo trasero, no veo cómo esperas que salgamos de aquí. Hay carreteras secundarias que podríamos tomar, pero están mucho más adelante.

Con dedos temblorosos, me desabroché el cinturón y me incliné hacia delante, hasta que mis rodillas quedaron apretadas contra la palanca de cambios. Una mirada rápida hacia atrás confirmó que Archer se encontraba allí.

—¿Por qué no se mueve el tráfico en absoluto? Mirad —señalé. La hilera de coches que salía de la ciudad se extendía todo el camino desde la señal del Caesar’s Palace hasta abajo—. Está completamente parado.

—No hay que entrar en pánico todavía —dijo Paris, y una sonrisa animada cruzó su rostro—. Probablemente sea solo un accidente, o alguien corriendo desnudo entre el tráfico. Son cosas que pasan; después de todo, estamos en Las Vegas.

Alguien en el exterior hizo sonar una bocina.

—O lo más probable es que hayan bloqueado el tráfico en la salida interestatal —insistí—. Yo solo lo digo.

—Creo que está tratando de mirar el lado bueno y estúpido de las cosas, gatita. ¿Quiénes somos nosotros para añadir una dosis de realidad a la mezcla?

Me pasé las palmas sudorosas por los muslos y me disponía a responder cuando un sonido amortiguado me llamó la atención. Me eché hacia atrás para mirar por la ventana del copiloto.

—Oh, mierda.

Un helicóptero negro volaba por encima de la ciudad, increíblemente bajo. Parecía como si las palas giratorias fueran a chocar contra un edificio en cualquier momento. Podría ser cualquier helicóptero, pero tenía la horrible sensación de que se trataba de Dédalo.

—Voy a echar un vistazo —dijo Luc, llevando una mano hasta la puerta—. Quedaos aquí. Volveré.

Luc salió del todoterreno y comenzó a avanzar entre los coches antes de que ninguno de nosotros pudiera contestar. La irritación cruzó el rostro de Daemon.

—¿Crees que eso ha sido sensato?

Paris se rio.

—No, pero Luc siempre hace lo que quiere. Volverá. Es así de bueno.

Un suave golpecito en la ventana trasera me hizo dar un salto enorme. Tan solo era Dawson.

Daemon bajó la ventana.

—Tenemos problemas.

—Me lo imaginaba. ¿El tráfico no avanza en absoluto? Eso no es bueno. —Dawson se inclinó hacia delante. Como siempre, verlos juntos resultaba un tanto desconcertante al principio—. ¿Ha ido Luc a mirar?

—Sí —contesté, presionando las manos entre las rodillas.

Alguien detrás de Dawson, en el otro carril, soltó un silbido. Él lo ignoró.

Luc regresó y se montó en el todoterreno, sujetándose el pelo suelto en una coleta corta.

—Chicos, tengo una mala noticia y una buena noticia. ¿Cuál queréis primero?

Los nudillos de Daemon se pusieron blancos de apretar el asiento con fuerza. Sabía que estaba a dos segundos de cargarse a uno de los chicos que había delante.

—No lo sé. ¿Qué tal si empiezas por la buena?

—Bueno, pues hay una barricada en la carretera, a un kilómetro y medio de aquí. Eso nos da un poco de tiempo para pensar en algo.

Las palabras me salieron roncas.

—¿Eso es la buena noticia? ¿Cuál es la mala?

Luc hizo una mueca.

—La mala es que tienen una especie de equipo de SWAT recorriendo la fila de coches, comprobando todos y cada uno, así que el tiempo para tomar una decisión es extremadamente limitado.

Me quedé mirándolo fijamente.

Daemon creó una obra maestra a partir de tacos. Se apartó del asiento, haciendo balancear el coche, y un músculo se tensó en su mandíbula.

—No vamos a acabar así.

—Eso me gustaría pensar a mí —replicó Luc, y miró por la ventana frontal negando lentamente con la cabeza—. Pero incluso yo estoy pensando que nuestra mejor opción es abandonar los coches y salir corriendo.

—¿Correr hacia dónde? —preguntó Dawson, estrechando los ojos—. No hay nada salvo desierto alrededor de Las Vegas, y Beth… —Se apartó del coche y se pasó los dedos por el pelo—. Beth no puede correr durante varios kilómetros. Necesitamos otro plan.

—¿Tienes tú uno? —soltó Paris—. Porque somos todo oídos.

—No puedo hacerlo. —Dawson dejó caer la mano sobre la ventana—. Si vosotros queréis correr, lo comprendo, pero Beth y yo tendremos que quedarnos aquí, en algún sitio. Marchaos vosotros…

—No vamos a separarnos —atajó Daemon, con un matiz afilado en la voz a causa de la furia—. Otra vez no. Permaneceremos juntos, pase lo que pase. Tengo que pensar en algo, tiene que haber algo… —Perdió el hilo de sus palabras.

El corazón me dio un vuelco.

—¿Qué?

Daemon pestañeó lentamente y después se rio. Yo fruncí el ceño.

—Tengo una idea —dijo.

—Estamos esperando —soltó Luc, chasqueando los dedos.

Los ojos de Daemon se estrecharon, fijos en el chico.

—Si vuelves a chasquearme los dedos, te…

—¡Daemon! —grité—. Céntrate. ¿Cuál es tu idea?

—Es arriesgado, y una completa locura.

—Vale. —Dejé libres mis manos—. Suena como algo que se te ocurriría a ti.

Daemon sonrió con suficiencia, y después centró la mirada en Luc.

—Es algo que dijiste. Sobre que su fuerza se encuentra en el hecho de que nadie sabe nada acerca de ellos… Nadie sabe nada acerca de nosotros. Si cambiamos eso, nos pondremos por delante de ellos. Van a estar demasiado ocupados tratando de arreglar lo que hemos hecho como para buscarnos a nosotros.

Mi cerebro apenas podía procesar lo que decía.

—¿Estás sugiriendo que nos expongamos?

—Sí. Salimos allí fuera y montamos el mayor espectáculo posible para que los humanos se vuelvan locos. Crearemos un escándalo tan grande que nos servirá de distracción.

—¿Como en el Área 51? Salvo que esta vez…

Esa vez sería épico y completamente incontrolable.

Daemon golpeó el lateral del todoterreno con las manos, ganándose una mirada de indignación por parte de Luc.

—Entonces, hagámoslo.

—Esperad —dijo Paris.

Daemon lo ignoró y fue a abrir la puerta. Hubo una serie de clics, y Daemon le lanzó una mirada de aturdimiento a Paris.

—¿Acabas de encerrarme con el cierre de seguridad para niños?

—Sí. —Paris lanzó las manos hacia arriba—. Tenéis que pensar en esto primero.

—No tenemos que pensar en nada —replicó Dawson—.

Es un plan lo bastante bueno. Causamos suficiente caos, y después deberíamos poder escapar.

Luc se inclinó por encima de su asiento, de rodillas. Sus ojos de amatista estaban fijos en los hermanos.

—En cuanto hagamos eso, no habrá vuelta atrás. En Dédalo estarán aún más furiosos y tendrán más ganas todavía de atraparnos.

—Pero nos dará tiempo para escaparnos —argumentó Daemon, cuyas pupilas estaban comenzando a resplandecer—. ¿O es que tienes un problema con humillarlos en público?

—¿Problema? —Luc se rio—. Creo que es brillante. Honestamente, me encantaría ver sus caras cuando descubran que hay Luxen caminando por ahí en las noticias de la noche.

—Entonces, ¿cuál es el problema? —quiso saber Dawson, lanzando una mirada rápida a la línea de coches que teníamos delante. Todavía no había ningún movimiento.

Luc golpeó la parte trasera de su asiento.

—Tan solo tenéis que estar seguros de lo que estáis a punto de desatar. No se trata solo de Dédalo: la comunidad Luxen al completo se enfadará con nosotros. Por mi parte, estoy más que dispuesto a causar una rebelión… y esto va a ser una rebelión.

—Hay otros —añadió Paris rápidamente—. Usarán esto para su propio beneficio, Daemon. Se aprovecharán del caos.

Tragué saliva con fuerza, pensando en el desagradable porcentaje de Luxen que había mencionado Dasher.

—Estamos atrapados entre una montaña y un volcán a punto de explotar.

Los ojos de Daemon se encontraron con los míos, y supe lo que había decidido. Si tenía que elegir entre su familia y el resto del mundo, elegiría a su familia. Puso la mano sobre la manilla de la puerta.

—Abre la puerta.

—¿Estás seguro? —le preguntó Luc solemnemente.

—Tan solo aseguraos de que ningún humano sale herido —dijo.

Una sonrisa ancha y salvaje cruzó el rostro de Luc.

—Bueno, entonces creo que ha llegado el momento de que el mundo sepa lo geniales que son los extraterrestres.

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