Louise
LA MUERTE
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LA MUERTE
Recuerdo el día que mi abuelo se fue delante de mí, le apreté fuerte la mano, jamás había deseado tanto transmitir paz a una persona como en aquel momento. Solo quería que estuviera tranquilo, que no hubiera miedo, o el menos posible. Nos lo dijimos todo en aquella última mirada. Todo el amor de una vida en aquel último contacto de nuestras pupilas, me llenó de su vida, de su legado, de su meritoria existencia. Jamás pensé que alguien pudiera recibir tanto en aquel lapso, el cual tuve el privilegio de presenciar. «Te quiero aitona» le dije por última vez, gracias por haber sido como eres y por todo lo que me has dado, te prometo que voy a ser un hombre de honor y lucharé en tu nombre. Quería que se fuera orgulloso y así fue, y así se fue quedándose en mi corazón para siempre, «agur aitona» vi como asentían sus ojos, y luego se apagó. Me impresionó ver su pecho quieto, frío, tan lejos de la vida habiéndola tenido dentro solo segundos antes. Entonces entró en la habitación, pude sentir el embrujo oscuro de su inmensidad alrededor de su cama.
A veces me pregunto cómo será ese momento cuando llega…
Solo espero que no me lleve antes de que llegue a la última página de esta confesión. Que permita, por lo menos, que sea la última que salga de mi mano, antes de que ella haga que se resuelvan todas las dudas… y nos volvamos a ver, allá donde quiera que estés.