Louise

Louise


EL PEZ

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EL PEZ

 

«La proximidad de los sueños, el alcanzarlos, se asemeja a sacar un pez del agua. El pez, tu sueño, está lejos, fuera del alcance, en el agua, y tú estás en tierra firme. ¿Qué puedes hacer? Primero necesitarás la fe. Tan esencial que se convertirá en las olas que empujarán el pez hacia donde te encuentras. Después  está la perseverancia, que te dará un número ilimitado de intentos para poder coger el pez, aunque nadie te asegura que vaya a morder el anzuelo. Y por último está la esperanza, que, incluso cuando estés a punto de coger el pez, se te resbale y vuelva a caer al agua, esta te asegura que el pez siempre estará ahí, esperando a que lo vuelvas a intentar.

Pero no olvides que, ante todo, deberás tener  siempre la caña preparada,  y nunca apartar la vista del mar»

 

—Interesante...

—Esa caña, Louise, es tu mente. ¿Qué será mejor, intentar pescar tu pez con una que esté hecha polvo, o con una caña robusta, resistente, con un carrete profesional  y una pita a prueba de monstruos marinos?

—Vale... entiendo... ¿qué más puedo hacer para ir mejorando mi mente?

—Otra de las cosas importantes es que los sueños  se nutren de nuestra positividad, por lo que cuanto más aprendamos a quitar nuestros pensamientos negativos de la cabeza, más posibilidades crearemos para llegar a ellos. Piensa que ahí fuera  también hay millones de personas siguiendo tu mismo sueño, pero nunca olvides que tu proyecto, tu sueño, tiene algo que los demás no tienen, algo que lo hace único. Anímate creando  pensamientos positivos para reemplazar los negativos; «A veces las cosas no salen como uno quiere, pero siempre se pueden buscar como uno desea». Para ello, una de las tácticas que más resultado me ha dado, es la de la rosa sobre el mar.

—¿La rosa sobre el mar? ¿Qué es eso? ¿Una visión?

—Magnifico, Louise, por ahí van los tiros... Hubo una época en la que no paraba de imaginarme cosas malas y preocupantes. Todo eran secuencias de temas angustiosos. Dejé pasar el tiempo, con lo que estos pensamientos no solo no fueron desapareciendo, sino que el problema  se fue agravando. Entonces supe que si no hacía algo, nunca iba a dejar de tener la cabeza llena de mierda. Empecé a caminar hacia la playa, y mientras llegaba solía pensar: «Creo que tengo una enfermedad terminal.» «Ya no tengo ganas de seguir adelante.» «Me van a desahuciar porque llevo cuatro meses sin pagar el alquiler.» «Me siento fatal porque el otro día quedé con el abogado y no fui.» «¿Con qué le voy a pagar el colegio a la cría?» «Creo que mi mujer me pone los cuernos con mi mejor amigo.»

—Vaya, estabas hecho un Cristo...

—Pues, no sé si lo estaba, pero lo pensaba, que es lo mismo o peor.

—¿Qué hiciste para salir del bache?

—Pues,  cuando llegué a la playa, con toda esa polución mental,  me puse de rodillas en la arena, frente al mar, me calmé y empecé a escuchar el silencio, y mirando al horizonte me imaginé una rosa gigante rodeada de luz sobre el mar que abarcaba todo el cielo. Cuando tuve la imagen  delante, intenté retenerla durante unos  segundos, respiré hondo y me fui...

—¿Y ya está? ¿Así se te fueron todos esos demonios de la cabeza?

—No, Louise, esto, como todo lo que te estoy contando, es cuestión de práctica.

Cuando volvía a casa, seguía pensando en todas aquellas cosas horribles,  pero de forma intermitente, intentaba pensar en la rosa gigante rodeada de luz sobre el mar, aunque esta se esfumaba rápidamente. Al día siguiente, volví a la playa e hice el mismo ritual. Me arrodillé, miré a la inmensidad azul y allí volví a imaginar aquella tremenda rosa gigante rodeada de luz sobre el mar. A diferencia del día anterior, mientras volvía a casa, me era más fácil pensar e intercalar la imagen de la rosa con las de los problemas. Ya no era algo intermitente, cada vez se hacía más fuerte la imagen en mi mente, y cuando lo practicas a menudo, como sigo haciendo, entonces creamos ese lazo que hará que cuando tu cerebro eche mano de sus imágenes negativas, sucesivamente y de forma automática, sin darnos cuenta, la imagen positiva de la rosa sobre el mar que hemos creado saltará ocupando el puesto. El cerebro se ha acostumbrado a que cuando salta el pensamiento desagradable le siga la imagen de la rosa de forma mecánica. Y así, prácticamente, los pensamientos malos, aunque siempre los hay, se reducen,  lo cual nos da mayor positividad, esencial para alcanzar nuestros sueños.

«Primero hay que enseñarle a la mente a pensar en positivo, para después poder sentirnos positivos.» O sea que, cada vez que pienses en algo malo, créate tu imagen positiva, piensa en tu rosa gigante rodeada de luz sobre el mar.

 

Tercera regla fundamental; Nunca dejes nada para mañana.

—Sí, conozco el refrán.

—¿Conoces el porqué?

—Pues no. Sinceramente pienso  que en realidad el momento preciso para hacer las cosas en la vida no existe. O las haces o no las haces, da igual cuándo las hagas.

—Te equivocas Louise. Si haces las cosas lo antes posible el resultado siempre es más  favorable. El otro día cuando estuve en tu casa, solo tuve que fijarme en tu pica de platos para darme cuenta de ello.

—Pero… ¿qué tiene que ver fregar los platos con todo esto?

—Mi querido Louise. A veces, en las pequeñas cosas de la vida se esconden grandes respuestas.

—Soy todo oídos…

—Pongamos que, cada uno en su casa, solo puede fregar los platos una vez al día. Mira, yo, siempre friego los platos justo después de comer y tú, siempre los friegas antes de comer. Los dos hemos fregado las mismas veces; una. Pero tu pica está todo el día sucia llena de platos grasientos  y la mía en cambio está todo el día limpia y reluciente.

 

 

»Otra cosa muy importante, Louise, ¿cuáles son tus aficiones?

—Pues, no sé, lo normal, ir de compras, ver la tele, chatear con el Whatsapps, cotillear en el Facebook, el Fútbol...

—Los sueños siempre son algo muy especial de cada uno. Todos tenemos un sueño diferente, y para buscar algo diferente, tendrás  que empezar a hacer las cosas de forma diferente. No puedes pretender buscar algo tan personal como un sueño, si te dejas llevar por los hábitos de gran parte de la mayoría de la sociedad.

—¿Y qué puedo hacer diferente a los demás?

—Todo lo que te propongas, Louise, pero yo, cuando me conciencié de que quería perseguir mi sueño de ayudar a los demás, supe que tendría que realizar grandes cambios en mi rutina habitual. El momento en que decidí empezar a cambiar mis costumbres, a enseñarle  al cerebro quién manda, fue delante de las escaleras mecánicas del metro.

—¿Si? Siempre hay dos, la escalera normal y la mecánica.

—En efecto. Aquel día, antes de subir por cualquiera de las dos, me fijé en algo que llevaba tiempo llamándome la atención. De cada cien personas que subían, dos o tres lo hacían por la escalera normal y los demás escogían  la mecánica como forma normal de subir. Aquellos dos o tres me demostraron que se podían hacer las cosas de manera diferente. Al principio, cuando volvía a ponerme frente a las dos escaleras, me costaba decidirme por la normal.  Incluso, me daba vergüenza no hacer las cosas como el resto, pero algo en el fondo me decía que yo no quería subir cómodamente como el 98% de la población, que escogía la vía fácil. Yo quería cambiar, hacer las cosas de forma diferente. Al ponerme frente  a ellas, todavía mi cerebro, después de tantos  años, estaba acostumbrado a subir por la mecánica. Pero con la práctica y a base de esfuerzo, de ir siempre por la normal, aunque vayas con peso, llegues tarde o estés cansado, al final, cuando llegaba a las escaleras, sin darme cuenta, mi cerebro escogía la normal, automáticamente. Y ya jamás he vuelto a subir por la escalera mecánica,  lo que hace que algunos al verme se animen a subir por la normal, activando el ejercicio, y que otros les sigan a ellos. Es una simple escalera, pero ya le estás enseñando al cerebro a hacer las cosas de forma diferente, especial, como tus sueños.

 

 »De  esta forma, positivizando y haciendo las cosas de forma diferente, también darán  su fruto a la hora de tener nuevos pensamientos, planteamientos que te eran desconocidos. Empezarás a pensar mejor y de forma más objetiva y peculiar: «Hoy por ti, mañana por ti». «La curiosidad le dio al gato una vida llena de emociones». «Todo tiempo pasado fue... anterior.» «El cliente no tiene la razón... tiene el dinero.» «El tiempo no enseña si uno no quiere aprender.» «Piensa mal y acertarás, piensa bien y cruzarás el umbral de la moralidad, allá donde el bien y el mal no se cuestionan» o «Más vale conocer que bueno o malo conocido». Pasarás del lado de la mente donde la perfección no existe, a pensar que toda la perfección que seas capaz de imprimir en los detalles de tu proyecto será insuficiente. Pasarás del conformismo de pensar «sé tú mismo» a pensar «sé quien tú quieras ser». Tus pensamientos, sean de la índole que sean, serán cada vez más renovados y exclusivos, exclusividad que te acercará a tus sueños.

»Por otra parte, perseguir un sueño siempre requiere  esfuerzo, o sea que es importantísimo rechazar  todas las comodidades que realmente no necesites para mantenerte en forma. «Cuanto más  tenemos, menos somos» y nosotros necesitamos sentirnos llenos, en plenitud, vitales. Te pondré un ejemplo de cómo detectar que nos estamos dejando llevar por las comodidades:

«Si tienes pudor  a la hora de compartir, significa que no estás de acuerdo con la forma de haber obtenido aquello que posees.»

»Tengo un coche nuevo, pero te lo ha comprado tu marido.

»Tengo una fortuna, pero se trata de una herencia que recibiste.

»He conocido Estados  Unidos, pero te pagaron el viaje con todo incluido.

»La principal causa de sensación de vacío en la vida, es no obtener lo que deseamos por nuestros propios medios.

»El que se haya comprado una bici, haya ahorrado mil euros con su frente y se haya costeado una excursión comarcal, se sentirá absolutamente satisfecho, en plenitud consigo mismo y, por supuesto, estará encantado de contártelo.

»Dejar que otros consigan las cosas por ti, hará que nunca tengas nada, sintiéndote vacío y alejándote de tus sueños.

»Practica la austeridad. La austeridad es libertad, la ruptura de las cadenas del consumismo, y toda libertad supone otro gran complemento en tu bagaje. Evita las comodidades, Louise, rechaza todo lo que no conlleve sacrificio. Cintas transportadoras, no cojas el autobús turístico... patéate las calles. Coger el coche para ir a por el pan dos manzanas más abajo. El 99,9% de todos los artículos de una teletienda. Incluso si eres un billonario y tienes tres mayordomos a tu disposición en tu palacete, quédate con uno  y échale una mano de vez en cuando en esas tareas que nunca hiciste. Verás como te sientes mejor. Qué decir de cosas como que te escriban un libro o casarte con alguien para que solucione tus problemas económicos. Separa de ti todo lo que con un poco de sacrificio, o mucho, lo puedas obtener igual, por leve o costoso que parezca. Esto aumentará tu capacidad de sacrificio, que sin duda tus sueños requerirán.

Practica la toma de decisiones. Es igual de importante tener  claro y escoger qué clase de bocadillo queremos de la carta, que tomar una decisión en la que está en juego nuestra vida o nuestro patrimonio. La decisión es el enemigo de la duda y hay que ejercitarla. Queremos ese, el de pollo vegetal con nueces, la mente seguirá enviándonos opciones de cambio, porque también nos gusta el de jamón ibérico o el de atún, pero no la escuchamos, ya hemos escogido. ¿Quieres dejar el trabajo en la oficina de toda la vida y perseguir tu sueño?… Sí.

»Otra de las cosas que exige un sueño es la atención hacia él. Los sueños siempre hay que perseguirlos de cerca, no vaya a ser que el día que se hagan realidad, tu no estés allí para vivirlos.

—Ya sé lo que me vas a decir, que vea menos la tele, que no esté todo el día colgado del teléfono o mirando el Facebook durante horas...

    —Mira, Louise, yo un día le prohibí la entrada  a la tele en casa, y desde entonces empecé a dedicarle muchas más horas a aquello que buscaba.  Leyendo, indagando, pensando, creciendo, y solo consumía la información que realmente necesitaba. Sé selectivo con la información que consumes porque «la información que consumas hoy será la base de los pensamientos que tendrás mañana.» Las ideas de la base de tu sueño necesitan de una información adecuada y de calidad. Desde que dejé de ver telediarios, conozco el mundo y la sociedad mejor que nunca. La información real, veraz, siempre está más cerca de lo que te imaginas.  Está escondida en el aire de las calles, entre la gente... Quieren distraerte,  convertirte en algo superficial que no dé guerra, y tú eres único e irrepetible, todos lo somos. No dejes que te manipulen, eso les viene de perlas a los de arriba, para tejemanejear a sus anchas,  para vaciar tus bolsillos y absorber tus ilusiones. Cuando  quería entretenerme, normalmente solo veía cine en mi portátil y documentales de historias positivas de otras personas  que habían alcanzado sus sueños, para empaparme de ello. Y libros, muchos libros, en ellos se encuentran la temática de todos los sueños,  sea el que sea el tuyo. También me quité mi ADSL, porque me daba cuenta de que el 75% de lo que consumía en Internet también era reemplazable, y solo lo usaba en el bar de abajo, lo que me hacía ser objetivo a la hora de buscar algo y no dejarme llevar por el «pantalleo». Y por último, los sueños son algo muy íntimo, por lo que todo lo que rompa tu intimidad será tiempo perdido y una distracción innecesaria. Mézclate lo justo con el resto y con quien debas, con aquellos que están luchando por lo mismo que tú. Necesitas tiempo para ti, así que, todo lo que rompa  esa sintonía será perjudicial. Aquel día cogí el Whatsapp y lo borré, porque estaba dándome cuenta de que me habían creado una necesidad falsa de comunicarme con los demás, que yo no tenía, ni me convenía.

Curiosamente, seguí recibiendo todos los días el mensaje de «Error de Whatsapp» pero créeme,  no había ningún error, sino un gran acierto. Estaba harto de que un  ruidito pisoteara mi intimidad. Y cada quince días, más o menos, sigo hablando  con mi familia por teléfono. Un periodo de tiempo que hace que por lo menos tengas algo que contar y no utilizar el maldito vocabulario automático, que parece que te dicta lo que tienes que decir.

Y hablando de hablar, creo haberte oído decir que te gusta el Fútbol, ¿no es cierto?

—¿También me vas a prohibir  el fútbol? Oye, creo que te estás pasando.

—Yo no vengo a prohibirte nada Louise. Yo solo vengo a enseñarte las delgadas líneas que las actividades esconden entre el bien y el mal, en relación a alcanzar tus sueños. A respetar las delgadas líneas de lo moral porque son invisibles fronteras que separan dos mundos muy diferentes. El fútbol me parece un espectáculo increíble y emocionante lleno de momentos épicos para la historia:  11/07/2010 La red hundiéndose hasta el fondo antes de que el balón saliera de la bota de Andrés Iniesta en Johanesburgo. Final de la Champions League 2001/2002 Hampden Park  de Glasgow. La pierna izquierda de Zinedine Zidane iluminada mandando el balón a la escuadra en una bolea imposible. 22/06/2002 El balón de Joaquín que nunca sobrepasó la linea de fondo en el Mundial de Corea. Son tantos...

—¿A dónde quieres llegar?

—Ponte en situación...

«¡Messi! ¡Messi! Va a lanzar el penal. Es la final. Solo un paso más pequeño  mago. Mira la pelota, levanta la mirada, arranca, vamos Messi solo una vez más, la va a chutar, ya lo tiene, lo va lograr, la golpea y... ¡Noooo! La mandó al grade- río...

»—¡Enano de mierda,  cabrón! ¡Eres un traidor, vete a tu país! ¡Hijo de puta! ¡Uuuuuuu!»

 

—¿Sabes Louise, por qué se enojan tanto todas esas personas que empiezan a insultar y a maldecir desde las gradas? (Lo mismo ocurre con los “radicales” que rompen la ciudad fuera del estadio)

—¿Porque su equipo va perdiendo?

—No Louise. Se enfadan porque saben que en realidad no están viviendo su propio sueño. Porque saben que están intentando vivir esa sensación a costa del sueño de otro. Que no han  sido capaces de emprender su propia jugada en la vida, y mi querido amigo, recordarte que no has tenido  el valor de afrontar tu propio destino en esta vida es lo que más duele. Por eso gritan. Los estadios son los teatros de los sueños. De los sueños...  de los que están en el campo. Nunca dejes que tus sueños dependan de nadie.

—¿Y el Facebook?

—¿El Facebook?

 

 

 

Nota de autor

 

 

Desde luego que con el tema de las redes sociales, definitivamente nos han metido (a nosotros, a los de a pie) un gol por toda la escuadra o, si lo prefieren, nos la han metido bien doblada y sin preservativo moral. ¿Se acuerdan de los genuinos famosos de los años 80 y 90? Perdían la privacidad y la intimidad a cambio de millones de dólares y por lo menos había que correr detrás de ellos para robarles unos cuantos posados. En cambio ahora, se las han ingeniado (ellos, los de arriba) para que nosotros solitos regalemos nuestros bienes más preciados entorno a nuestra vida privada, a cambio de CERO. Valiéndose de nuestra sobornable vanidad y nuestro ego embaucable, «mira lo que soy, mira lo que tengo, mira lo que hago, y como guinda de la ordinariez, MIRA LO QUE COMO». Vendiéndonos una moto sin motor que pretende hacernos creer en vano que las relaciones virtuales se asemejan a las orgánicas. Engañándonos con la burda mentira de que las comunicaciones interactivas van a llenar el vacío de nuestra inevitable soledad natural, cuando lo único que la puede apaciguar es el contacto directo entre personas. Un plan perfecto, aprovechando nuestras debilidades, como siempre «el miedo, el estatus, el ridículo, la inferioridad», una estrategia maestra que les hace ganar millones de dólares a unas pocas compañías (a ellos, a los de arriba). La verdad, deberían quitarle lo de sociales y dejarlo simplemente en redes. Redes en las que hemos caído, como diría el jovencito Frankenstein, como abnormals. A veces me pregunto hasta qué punto puede el hombre llegar a ser torpe, iluso y zopenco. Desde luego que hemos «mejorado» desde las cavernas y los templarios. O mejor, diría que simplemente hemos cambiado, porque seguimos teniendo una psicología y siendo una especie lamentable (los de arriba y los de abajo).

 

»Estar todo el día enseñando tu vida en Facebook es el síntoma más claro de que en tu vida hay un vacío importante. No lo hagas público, llénalo.

»Escapa de todos los vicios, Louise, te robarán tu tiempo, tu dinero, tu salud, tu fortaleza mental, tu talento y tu energía. Acércate a la ética, a la moralidad y a la virtud.

—No consumas publicidad. La publicidad prostituye la filosofía. El hombre la obliga a hacer la calle para vender en sus anuncios y tú necesitas acercarte a todo lo que la respete, porque  ella será una luz imprescindible en tu equipaje. Evitarás tener la cabeza llena de basura emocional y eso será esencial para tener la mente centrada y saludable, apuntando hacia tu sueño. Ten iniciativa y actitud en cualquier momento o lugar.

»Entras al vagón de metro, de cada treinta pasajeros, uno lleva un libro y veinte están buscando con cara mustia en la pantalla  del móvil, algo que nunca encontrarán en él. Ni siquiera saben lo que buscan. Solo uno lleva un libro, ahí tienes tu oportunidad de separarte de los hábitos del resto, que sean  dos los que lean. No importa la cantidad, importa la acción, el acto. Todo el mundo ve la tele, sube por la escalera mecánica, está enganchada a el Whatsapp, al Facebook, poca gente lee. Está bien, ese es tu momento, empieza a hacer las cosas de forma diferente, enséñale a tu mente quién manda. Tus sueños lo necesitan.

—Sí, la verdad que la mayoría de la gente no hace nada por cambiar su vida y luego se quejan de su suerte.

—Mira, ahora que has sacado el tema. Has dicho quejarte de la suerte. Te contaré un último cuento.

 

 

»Eric, desde el balcón presidencial, separó los labios de los de aquella mujer exuberante, miró a su derecha, extendió el brazo y la multitud guardó silencio ante la llegada de sus palabras.

»«Hoy es el primer día de la humanidad, en el que la paz sola reina en todo el mundo.»

»Y la masa de gente que ocupaba todo el horizonte, explotó de júbilo, alabando con los brazos al aire la presencia de un ser tan extraordinario. Eric se había convertido en una voz universal, pero la noche anterior fue la más difícil de su vida.

»Eric vio, en la pantalla  de su ordenador, que el mundo corría peligro y tuvo que arriesgarlo todo, incluso su propia vida, para evitarlo.

»Eric gobernaba el mundo bajo su bandera blanca y el planeta hervía después de tanta rabia contenida.  Los máximos dictadores de otras dos grandes potencias estaban a punto de pulsar el botón rojo, convirtiendo el planeta en una mina antipersonas.

»Eric, antes de emitir aquellos cinco minutos por el canal principal y frenar a los líderes corruptos con sus  palabras profundas y trascendentales, tuvo que jugarse el tipo viéndoles a los dos en persona y recorriendo un largo camino en busca de la solución.

»Antes de encontrarles, Eric tuvo que cruzar  mares, desiertos y junglas para que sus palabras llenas de fe y sentido común les llegaran en persona a los dictadores.

»En uno de esos mares, sufrió  un naufragio, en el que unos pocos salvaron la vida, entre ellos, él. Antes de coger aquel barco, estuvo a punto de estrellarse cruzando el desierto a toda velocidad con una moto. En aquel desierto, conoció al hombre  que le vendió la única moto que había en aquel lugar olvidado y que, cosas de la vida, era el único superviviente de un accidente de avión ocurrido en la zona. Antes de conocerlo, Eric tuvo que coger un vuelo para llegar hasta allí, un vuelo que habría perdido si ella no hubiera puesto su Lamborghini a toda pastilla por los campos  Elíseos, saltándose todos los semáforos. Un largo recorrido desde el hotel donde Eric, mirando al horizonte por la ventana, tuvo aquella sensación de que tenía que reaccionar para lograr lo más importante que jamás nadie había logrado. Ella era una experta piloto, la mente más rápida de todas las que estaban en la fiesta del hotel. Al camarero se le derramó la copa de champan en la camisa de Eric. De no ser por él, nunca  la hubiera conocido a ella, que también esperaba en la cola del baño, justo cuando Eric recibió la noticia. Allí se enamoraron y se vieron por primera vez. Eric llegó a la fiesta una hora antes con su amigo Vincent. Antes  de la fiesta, Eric estaba en casa relajado viendo la tele y Vincent entró por la puerta del salón.

 

»—¡Hey! ¿Qué pasa, Eric? Oye, me han llamado los chicos y me han dicho, que han organizado una fiesta increíble en el hotel del centro. ¿Qué, te vienes?

»—No, no, gracias por la invitación, pero estoy a gusto aquí tirado en el sofá haciendo zapping.

»—Vale, me voy, tienes pollo en la nevera y ¡no te bebas mis cervezas!

»—Que no, pesado, ve tranquilo.

Y antes de que Vincent cerrara la puerta para marcharse...

»—¡Vincent!

 

—Vaya... qué de cosas chulas consiguió el Eric ese...

—Sí, Louise, pero lo ves, a la suerte hay que darle la oportunidad de que  exista. Hay que  dar el primer paso, si no nada ocurrirá. El que espera algo, pierde el tiempo. Cuántas veces has oído frases como «Si dios quiere, todo llegará», «Ya vendrán tiempos mejores» o «Año de nieves, año de bienes» ¿Quieres ver cómo la nieve va sepultando tu esperanza?  Es tu mente intentando engañarte para que no la pongas a trabajar. A ella también le cuesta levantarse  del sofá, como a Eric al principio. Nada llegará, Louise, todo... habrá que ir a buscarlo.

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