Legacy

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C omencé a intranquilizarme, estaba segura de que volvería esta noche. ¿Qué demonios hacía conmigo? Solo sentía una enorme necesidad de estar junto a él. Ese hombre misterioso había logrado lo que ninguno, pese a saber que algo no encajaba, no estaba segura de qué era, quizás sus silencios tan ambivalentes. A veces me trataba con una delicadeza que me conmovía, pero en otros momentos se dejaba arrastrar por una pasión que me incendiaba, como si tuviera la urgencia de tomarme y hacerme suya, de marcar su territorio. Cómo podía un solo hombre tener esas dos caras, de cualquier manera estaba perdida, Dhark me había robado el corazón y era demasiado tarde para negarse a sentir lo que mi interior me dictaba.

Me senté en el sofá y suspiré recordando los besos compartidos y esos fascinantes ojos azules glaciales y su porte arrogante, ¡santa madre de los novios guapos y misteriosos!, iba a enloquecer de tanto pensarlo y esperarlo. Un mensaje en el móvil me interrumpió:

 

“Jhamiena, estaré enseguida contigo. Tuyo, Dhark”

De pronto el timbre la sacó de sus divagaciones, Ziva sonrió sabiendo que detrás de la puerta estaba su hombre, se levantó de un salto y se alisó la falda, corrió hasta el recibidor, pero antes se detuvo para mirarse al espejo, se arregló la melena con los dedos y concluyó que estaba perfecta.

Cuando abrió la puerta, aquella mirada le despertó un deseo que no supo comprender. Ziva fue arrojada a una hoguera de pasión. ¿Cómo una simple mirada podía hacerle sentir todo aquello? Dhark la tomó entre sus brazos, lanzándose a su boca, la besó con furia, había esperado todo el día para estar a su lado. Si supiera que había estado encerrado y que no pudo descansar durante todo el puto día esperando que fuera de noche, deambulando por la mansión como tigre enjaulado, desesperado por tenerla entre sus brazos (pero la luz del sol se lo impedía, los vampiros no podían salir…)

Ziva agitó las largas pestañas, él cerró la puerta con el pie sin apartarse de ella, luego la tomó entre sus brazos y la llevó hasta el sofá, la deseaba tanto que incluso le dolía, pero iba a hacer las cosas como ella quería, conocerse y ganarse toda su confianza, no tenía que ser tan difícil… aunque también se sentía afligido, anhelaba tanto contarle sus secretos, sobre todo que supiera que era un vampiro y que podía sentirse segura a su lado, que jamás le haría daño, todo lo contrario. Sin embargo, sabía que los humanos tenían un concepto aterrador de su raza.

—¿Cómo has estado, Jhamiena?

—Ha sido un día agotador —confesó ella.

Jugueteando con los mechones oscuros de su amado, le dijo que había discutido con Zac. Dhark sintió la respiración agitada, sin duda algo le preocupaba, por lo que la animó a contárselo. Ella le explicó que estaba intranquila por él. Empezó a relatarle la historia de Abby y de su trágica muerte. Dhark se tensó, pensando que Zac y él tenían mucho en común.

—Mi hermano era tan agradable, a veces me siento culpable por su amargura.

—¿Por qué, Ziva?, ¿qué culpa tendría una criatura tan dulce como tú?

—Porque perdimos a nuestros padres siendo muy jóvenes y Zac tuvo que asumir el papel de padre. Se encargó de trabajar el doble para que no me faltara nada, lo cual me hace sentir orgullosa pero también culpable. Apenas era una niña y no pude ayudarle en nada, y cuando todo parecía llegar a la normalidad en nuestras vidas, apareció ella, que terminó por destrozarlo.

—¿A qué te refieres?

—Abbie no era la mujer indicada para él, se convirtió en otra carga de preocupación para Zac, se trataba de una persona destructiva y cargaba sobre los hombros de mi hermano muchos traumas personales que la llevaron por el mal camino, ese fue el problema. Zac es demasiado caritativo y pensó que su amor la salvaría, pero fue todo lo contrario, lo destruyó hasta convertirlo en el hombre herido que es hoy.

—Jhamiena, no te aflijas, tu hermano encontrará la luz de su salvación, todos pasamos por una etapa oscura en nuestras vidas, hasta que aparece un ángel que está dispuesto a sacarnos del infierno —sentenció Dhark.

En el fondo era una confesión, Ziva era un ángel y él estaba sumergido en el pozo de las almas corrompidas, que no tenían ninguna posibilidad de redención, hasta que ella llegó a su vida y sin que lo supiera lo estaba salvando cada día, quería contárselo todo… Ella, por su parte, captó el mensaje. ¿Conque Dhark entendía a Zac? Quiso saberlo, lo animó a confesárselo.

Dhark sacudió la cabeza, tensando todo el cuerpo. ¿Acaso quería contarle toda la verdad sobre Anya? La miró abatido, nunca lo había hablado con nadie, pese a lo cual sus labios se entreabrieron y comenzó a confesarle aquello que le oprimía el corazón. Escogió muy bien sus palabras.

—Yo también perdí a alguien, Ziva, hace mucho tiempo —afirmó

Al decirlo, pensó que habían pasado tantos años, casi cien, algo que guardó siempre para sí.

—Anya… —murmuró Dhark dolorido, llevó la mano a su pecho instintivamente, porque aún le dolía.

—¿Qué pasó con ella?

Dhark se negó a contarle la verdad, Ziva no podía saberlo, la había matado con una daga clavada en el centro de su corazón, había muerto entre sus brazos con los ojos fijos en los suyos. Dhark sacudió la cabeza y se obligó a remover aquel recordatorio.

—Murió entre mis brazos, prefiero no hablar de eso…

—Lo siento mucho.

—Estás cansada, amor mío, te llevaré a la cama y me quedaré a velar tus sueños.

Ziva sonrió apenas, se quedó perdida en aquellos ojos azules, sin darse cuenta se quedó dormida de nuevo al lado de aquel cálido cuerpo.

Dhark la llevó con cuidado hasta la habitación, la colocó sobre la cama acomodando los almohadones, le gustaba observar cómo dormía. ¿Soñaría con él?

 

 

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