Jane

Jane


CAPÍTULO 48

Página 50 de 81

CAPÍTULO 48

 

Sloane Street, jueves 25 de abril de 1811

 

Mi querida Cassandra,

Puedo devolverte el cumplido agradeciéndote el inesperado placer de tu carta de ayer y, dado que me gustan los placeres inesperados, me hizo muy feliz.

Feliz, esa era la palabra que mejor describía su estado de ánimo. Tras años de largo peregrinaje por el desierto había entrado en la Tierra Prometida, igual que el Pueblo Elegido... Quizá fuera una comparación algo exagerada, pero así se había sentido ella, más o menos, al instalarse en su hogar de Chawton. Atrás quedaban los años de Bath, con sus tristes recuerdos, y la escala en Southampton, que no había sido tan terrible, pero sí igual de transitoria.

Tenían un hogar, su madre se encontraba mucho mejor de salud y de ánimos, Charles estaba a punto de regresar a Inglaterra con su mujer y sus dos hijas, Frank había vuelto a ser padre hacía tan solo cuatro días, el proceso de publicación de Sense and Sensibility avanzaba firme y seguro, y ella lo estaba disfrutando en compañía de sus queridos Henry y Eliza.

No, por supuesto que nunca estoy tan ocupada como para dejar de pensar en S & S.. No puedo olvidarme, como una madre no puede olvidar a su hijo mientras lo amamanta; y te estoy muy agradecida por tu interés. He recibido dos hojas para corregir, pero la última solo nos lleva a la primera aparición de Willoughby. La señora Knight lamenta de la forma más halagadora tener que esperar hasta mayo, pero yo apenas espero que salga en junio. Henry no lo descuida, ha apresurado al impresor y dice que volverá a verlo mañana. El trabajo no se detendrá durante su ausencia, se lo enviarán a Eliza.

Casi no se creía que estuvieran hablando de esos detalles. ¿Mayo? ¿Junio? Mientras se publicara... Sí, era cierto, a veces le entraban algunos ataques de impaciencia y se lamentaba de que todo fuera tan lento. Pero, cuando eso ocurría, traía a su memoria lo acontecido las veces anteriores y se le pasaban las prisas. Lo único importante en esos momentos era que no surgiera ningún imprevisto que impidiera la publicación.

Estoy muy complacida por el interés que muestra la señora Knight en el libro y, cualquiera que sea el resultado en cuanto a su opinión sobre mí, desearía sinceramente que su curiosidad pudiera ser satisfecha antes de lo que ahora parece probable. Creo que le gustará mi Elinor, pero no puedo basarme en nada más.

Su mecenas y protectora, la querida señora Knight, se estaba mostrando tan atenta y cariñosa con ella como siempre; pero esta vez se lo agradecía aún más. Las ilusiones se gozan mejor en compañía, y era conmovedor sentir el interés y el apoyo de su familia en esos momentos tan especiales. ¿Qué opinarían del libro? Su círculo más íntimo ya lo conocía y les había gustado. ¿Los demás? Habría de todo, como era lógico, pero Jane confiaba en que hubiera más partidarios que detractores. Al menos al principio. Necesitaba una buena dosis de autoestima antes de poder enfrentarse a las críticas negativas.

Y, además, estaba la cuestión económica. Que el señor Egerton hubiera aceptado publicar la obra era todo un logro, ya que los editores no querían comprometer su nombre y el de su sello con obras de baja calidad. Además, ellos se encargarían de la impresión, distribución, publicidad y control de ventas. Todas esas tareas eran imprescindibles y de gran relevancia, pero la responsabilidad económica recaía por completo en la autora. La publicación de Sense and Sensibility iba a suponer un riesgo muy superior a sus posibilidades, que afrontaría con la ayuda de su familia, en especial de sus actuales anfitriones. Si llegaban a cierto número de ventas, se recuperaría el dinero adelantado por el editor y, a partir de ese momento, lograría ciertos beneficios. Eso sería algo fantástico y muy recomendable, pero de momento se conformaba con que las pérdidas no fueran muy cuantiosas.

Mientras tanto, la vida seguía su curso y el buen humor de Jane facilitaba que encontrara motivos de alegría en casi todo. Las salidas al teatro, los paseos por los jardines de Kensington, las visitas, los bailes, las cenas... Incluso había sido objeto de elogio durante la recepción organizada por Eliza un par de días atrás. El señor Knatchbull, hermano de su querida protectora, se refirió a ella como “una señorita de aspecto muy agradable”. No era el mayor de los halagos que se podía soñar, pero, dadas las circunstancias, era suficiente.

-Una no puede pretender nada mejor a estas alturas –se dijo Jane, sonriendo para sí-. ¡Agradecida si continuara así algunos años más!

Eliza se había resfriado el domingo anterior al quedar expuesta al frío de la noche unos minutos, mientras se solucionaba un ligero problema con los caballos del coche en el que viajaban. Aunque no se trataba de nada grave, habían cancelado sus compromisos de los próximos días para que pudiera descansar y reponer fuerzas.

Jane le contó todas estas minucias a su hermana, que llevaba algunas semanas en Godmersham y permanecería allí hasta que Edward viajara con su familia a la Casa Grande de Chawton. En su carta, Cass le había puesto al día del estado de la familia Knight. Gracias a Dios, todos estaban muy bien y los pequeños volvían a ser tan alegres y ruidosos como siempre. Fanny parecía ser la única excepción ya que, según Cassandra, la joven estaba pasando una de las crisis propias de su edad y situación, aunque no se trataba de nada grave. Jane le dedicó un recuerdo cariñoso a su sobrina y se dispuso a concluir su carta.

Imagino que en ese ambiente podrá recuperar pronto su felicidad. No tengo nada más que decir.

 

Afectuosamente tuya.

J.A.

 

Transmítele todo mi cariño de un modo especial a mi ahijada.

 

La pequeña Louisa iba camino de cumplir siete años, y era una chiquilla afectuosa y encantadora. La diferencia de edad entre madrina y ahijada iba a imposibilitar que su relación con ella fuera tan íntima como la que la unía a su hermana mayor. Pero si Fanny era como una hermana, Louisa podría ser como una hija. No pretendía suplantar a su admirada madre –nadie podría suplir a Elizabeth-, pero intentaría colmar de atenciones a Louisa y a sus otros sobrinos, para paliar de algún modo las caricias y besos perdidos.

Ir a la siguiente página

Report Page