Hunter

Hunter


CAPÍTULO XXIV

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CAPÍTULO XXIV

June se despertó gritando con el cuerpo bañado en sudor, su respiración acelerada y una sensación de desasosiego oprimiendo su pecho.

—Sólo ha sido una pesadilla. —intentó consolarse, pero la imagen era tan vívida que parecía real.

Storm se acercó a ella y frotó su lomo contra ella, ofreciéndole consuelo. Ella se abrazó al cuello del animal e intentó dejar su mente en blanco pero tenía el recuerdo de su sueño grabado a fuego.

Hunter, postrado de rodillas, vencido, con una jauría de vampiros atacandole, en los preludios de su muerte. Ella gritó su nombre con todas sus fuerzas hasta perder la voz rogándole que no se rindiera.

Había perdido la cuenta de los días que habían transcurrido desde que Hunter la dejara en aquella casa perdida en mitad de ninguna parte. No había recibido visitas y no se había relacionado con nadie, tal y como él le indicó. Todavía tenía bastantes provisiones en la despensa, con lo que tampoco le había sido necesario abandonar la vivienda para ir a por más.

Había pasado los largos días y las más largas noches con la única compañía de su fiel amigo Storm, compartiendo sus preocupaciones sobre el Alas Negras, especialmente tras la pesadilla que atormentaba su descanso, temiendo que jamás regresaría a por ella.

La amplia biblioteca de la que estaba provista la cabaña estaba haciendo más llevadera la extensa espera, había devorado prácticamente la mitad de los libros durante aquel tiempo de soledad. Aquella noche se encontraba abstraída en las aventuras de unos piratas, recostada en el sofá, bajo la tenue luz de una pequeña lámpara, ataviada únicamente con un amplio jersey de lana gruesa al calor del fuego de la chimenea. Storm permanecía a su lado, dormitando, tendido sobre la alfombra. Fuera, la lluvia azotaba con fuerza los cristales de la vivienda creando una música con su repiqueteo.

De pronto, Storm se alzó, nervioso, agitado y comenzó a ladrar en dirección a la puerta del refugio. Miraba en dirección a la entrada, la miraba a ella, y volvía de nuevo su atención hacia la puerta, meneando su cola.

Ella se dirigió, caminando con sus pies descalzos hasta la puerta. Nada más abrirla, el animal se escabulló engullido en la oscuridad. Un relámpago cruzó el cielo, iluminando por un instante la explanada que se extendía a su alrededor. Tiempo suficiente para que ella viera la figura imponente del Alas Negras, plantado bajo la lluvia, con sus alas desplegadas. Los ojos de June tardaron unos instantes en adaptarse a la penumbra del exterior para poder distinguir los rasgos de Hunter.

Storm se había acercado a él, inclinando su cabeza en señal de sumisión. El inmortal se agachó para rascar tras las orejas del animal, con sus cabellos negros, empapados, cayendo sobre sus hombros y espalda. Se alzó de nuevo cuando la percibió frente a él. Ella se acercó tímidamente, con precaución, cuando lo que en realidad deseaba era correr a sus brazos. Su aspecto era el mismo de siempre, pero parecía diferente, envuelto en un aura mística, poderosa. Se detuvo a un par de metros de distancia para observarle. Su cuerpo sólo estaba cubierto por unos vaqueros rasgados, hechos jirones, de un color indefinido por los restos de sangre, pero no parecía herido.

Él dijo, con voz profunda, clavando en ella una mirada intensa.

—Ya está, la ciudad es mía, ahora sólo me faltas tú.

Ella sonrió y trató de abrazarle. Pero Hunter colocó la mano sobre su clavícula, para mantener una cierta distancia entre ellos. Quería mirarla, quería perderse en esos ojos castaños con motas verdes antes de que sus labios anhelantes se fundieran. Rasgó con sus colmillos la piel carnosa de su labio y mientras la besaba se deleitó con el delicioso sabor de su sangre.

Su mano, la misma que tenía posada en su clavícula descendió acariciando la lana mojada de su jersey, y se desplazó por su espalda, buscando la piel desnuda bajo esa prenda, atrayendo su cuerpo hacia él. Se ayudó de la otra mano para alzarla por ambos muslos y encajar sus piernas alrededor de su cintura, mientras se zambullía en su cuello, percibiendo en sus fosas nasales la fragancia de su piel mojada. Ella enredó sus manos entre los cabellos húmedos del Alas Negras. Hunter se arrodilló, tumbando a June sobre el manto de hierba mojada y barro. Se hizo un hueco entre sus piernas para quedar tendida sobre ella.

Él la despojó de su jersey empapado. Ella alzó los brazos por encima de su cabeza para facilitarle la maniobra. Hunter apresó sus muñecas con ambas manos para inmovilizarla, mientras sonreía con malicia. Pese a la lluvia y al aire frío, las caricias del inmortal mantenían su cuerpo caliente. Lamió las gotas de lluvia que resbalaban por su pecho desnudo, atrapandolas con su lengua, dejando un reguero de fuego abrasador allá por donde pasaba. Ella forcejeó, para intentar liberarse, provocando las carcajadas del Alas Negras. Una risa sensual que la encendió aún más. Aprisionó uno de sus pezones entre los dientes, con suavidad, trazando círculos con su lengua alrededor del pequeño botón inhiesto, mientras June se retorcía bajo su cuerpo gimiendo atormentada.

Hunter giró sobre sí mismo, arrastrándola con él, de tal manera que fue el inmortal quien quedó tendido de espaldas sobre la hierba, con June sentada a horcajadas sobre él, cediéndole el control. Ella posó sus manos sobre el torso desnudo de Alas Negras recorriendo sus pronunciados músculos. June comenzó a mecerse sobre él, muy despacio, sintiendo la presión de su miembro endurecido todavía encerrado en la prisión de sus vaqueros, mientras las yemas de sus dedos dibujaban los trazos tribales del tatuaje que cubría el pecho del inmortal. Descendió sus manos por los marcados abdominales de Hunter hasta que sus dedos se perdieron por debajo de la cinturilla del pantalón, entreteniéndose antes de soltar el botón del vaquero. Él alzó levemente la pelvis para permitir que ella deslizara unos centímetros hacia abajo su pantalón, suficientes para dejar su polla liberada.

Ella continuó su tortura, restregándose contra él. Hunter inclinó ligeramente la cabeza hacia atrás, mientras emitía un gruñido, enfebrecido por la fragancia de June, mostrando sus colmillos a la noche. Colocó ambas manos sobre las caderas de ella buscando el acceso a su interior. Ella le recibió con un gemido mientras él se deslizaba dentro de la cálida humedad de su sexo. June continuó con un rítmico balanceo, apoyando sus manos sobre el pecho de Hunter, retirándose unos centímetros para luego volver a caer sobre él. El inmortal deslizó uno de sus dedos sobre la columna vertebral provocando que se le erizara el vello.

Pese a estar dentro de ella, todavía la sentía muy lejos. El Alas Negras se incorporó hasta quedar sentado y la envolvió entre sus brazos. Besó el ángulo de la mandíbula descendiendo por su garganta, rasgando la tersa piel de su cuello, saboreando las escasas gotas de sangre que rezumaban del pequeño arañazo. Aunque la excitación le instaba a tomarla con más fuerza, se forzó a seguir con ese ritmo, dilatándose en la hermosa sensación de sus cuerpos unidos, deleitándose con cada segundo que pasaba en su interior.

Ella estiró con fuerza de los mechones de Hunter, aproximándolo más a ella, en una invitación para que clavara los colmillos en su garganta. Él la aceptó con sumo gusto y succionó despacio aquel mágico elixir mientras seguía sosteniendo a June, guiándola para que incrementara la velocidad de sus movimientos. Ella imprimió un giro a sus caderas cada vez que descendía sobre el miembro inhiesto del inmortal buscando con desesperación la liberación de sus cuerpos enfervorecidos. Hunter alejó su boca del cuello de ella antes de que la bestia de su interior que clamaba su trofeo consiguiera hacerse con el control y fuera demasiado tarde para conseguir detenerse. Ella se inclinó hacia atrás, jadeando, mientras la lluvia arrastraba las últimas gotas de sangre que resbalaban desperdiciándose por su cuerpo. Una descarga eléctrica recorrió sus cuerpos al unísono cuando ambos estallaron en éxtasis. El Alas Negras apoyó la cabeza sobre el pecho de ella, dejándose mecer por el sonido acelerado de su corazón, mientras ella posaba la suya sobre él, acariciando sus cabellos negros empapados, ensuciados de barro, mientras susurraba:

—Te he echado de menos…

Él guardó silencio, abrazándola con más fuerza. La había añorado tanto que le dolía reconocerlo.

Permanecieron unos minutos abrazados, mientras su respiración regresaba a su ritmo normal, más profundo, más pausado. La lluvia seguía cayendo sobre sus cuerpos, arrastrando la suciedad de su piel, pero las caricias del agua se habían tornado frías. June tembló, todavía acunada entre los brazos del Alas Negras.

—Creo que deberíamos entrar. Me vendría bien una ducha caliente.

Ella se puso en pie y entró a la carrera en la vivienda, dejando sus huellas marcando el suelo. Recibió con gusto la cálida bienvenida de las llamas de la chimenea. Storm hacía ya un rato que los había dejado a solas y secaba su pelaje frente al fuego. June fue directa al baño, accionó el grifo del agua caliente y dejó que ésta templara su cuerpo helado.

Hunter la siguió. Cerró la puerta del cuarto de baño mientras el vapor del agua caliente empañaba la estancia. La observó a través de la mampara, mientras ella enjabonaba sus cabellos cobrizos para eliminar los restos de barro de ellos. Sintió una punzada de deseo al ver sus manos deslizándose por su cuerpo desnudo. Anheló fervientemente que esas manos que acariciaban su piel fueran las suyas.

Se deshizo de sus vaqueros destrozados y se metió en la ducha, colocándose a su espalda, tan cerca que su presencia provocó un escalofrío que recorrió el cuerpo de June. Se inclinó sobre su cuello para inhalar el aroma de su piel, mezclada con el perfume de los jabones. Ella recibió su aliento como una sensual caricia y se echó hacia atrás buscando el contacto con el cuerpo del Alas Negras, sintiendo su erección. Ella alzó uno de sus brazos para mantener a Hunter pegado a su cuello.

Él se apretó aún más a ella y sus manos se deslizaron hacia su vientre, envolviendola en un abrazo. Una de ellas se dirigió hacia arriba, acariciando con el pulgar la piel rugosa de la areola de su pecho mientras la otra se perdía entre los rizos de su entrepierna. Ella jadeó cuando sus dedos rozaron su clítoris y un estremecimiento recorrió su cuerpo cuando uno de ellos se aventuró a indagar en su interior. Mientras sostenía su cuerpo con la mano que atormentaba su pezón, deslizó la otra hacia el muslo, haciendo que alzara su pierna para permitirle el acceso a su interior desde atrás. Con un suave empujón su miembro se deslizó dentro de ella. Se retiró despacio, para volver a hundirse en ella con más fuerza. Ella gimió cuando sintió a Hunter llenándola de nuevo. El Alas Negras imprimió un mayor ritmo a sus embestidas hasta que sintió cómo los músculos de ella se contraían en torno a su verga. Él reprimió su necesidad de derramarse en su interior y dolorosamente, salió de ella. La giró para quedar frente a ella, para fundirse en su mirada de ojos castaños tintada de placer y, acariciando su mejilla, sus labios paladearon el sabor de su boca. Ella alzó los brazos para rodear su cuello mientras él la izaba del suelo y salía de la ducha, tras cerrar el grifo, para dirigirse hacia la habitación.

La depositó con suavidad sobre las sábanas de algodón de la cama, con su cuerpo todavía húmedo. Con movimientos felinos se acercó a ella, besándole la cara interna del muslo. Resbaló la lengua por su piel, lamiendo con cuidadosa suavidad el pequeño botón enchido de su clítoris, extremadamente sensible tras la descarga de placer anterior. El cuerpo exhausto de June, volvió a excitarse ante las caricias del inmortal.

Sedienta de su boca, ella estiró del pelo de Hunter, para que ascendiera por su cuerpo hasta sus labios. Él obedeció, pero antes se entretuvo besando cada rincón de su cuerpo. Se miraron a los ojos mientras ella acariciaba la polla endurecida del Alas Negras y la guiaba de nuevo a su interior. Con firmes acometidas fue llevándolos a ambos cada vez más cerca de la cima. Los gemidos de ella mientras alcanzaba el clímax estimularon más al ya enardecido Alas Negras que no tardó en seguirla, emitiendo un gruñido salvaje, casi animal cuando alcanzó el orgasmo.

Después se dejó caer a su lado, y la abrazó con ternura, mientras sus dedos recorrían su piel, dispuestos a explorar de nuevo su cuerpo.

—¿No te sacias nunca? —el cuerpo de June gratamente dolorido clamaba un descanso.

—Siempre quiero más de ti, siempre necesito más de ti. —contestó, mostrando sus colmillos.

June se quedó sin aliento ante la intensidad de aquellos ojos azules bañados en deseo. El inmortal la acunó entre sus brazos mientras sus dedos se enredaban con sus rizos cobrizos mientras susurraba:

—Descansa, pequeña. Mañana volveremos a casa.

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