Hitchcock

Hitchcock


Periodo norteamericano » 1966. Cortina rasgada

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(TORN CURTAIN - 1966)

Producción Universal, Alfred Hitchcock; Estados Unidos.

Dirección: Alfred Hitchcock.

Guión: Brian Moore.

Fotografía (en color): John F. Warren.

Edición: Bud Hoffman.

Diseño gráfico: Albert Whitlock.

Vestuario: Edith Head.

Asistente personal de Hitchcock: Peggy Robertson.

Intérpretes: Paul Newman (Michael Armstrong), Julie Andrews (Sarah Sherman), Lila Kedrova (condesa Kuchinska), Hans-Jörg Felmy (Heinrich Gerhard), Günter Strack (profesor Karl Manfred), Wolfgang Kieling (Gromek), Tamara Toumanova (bailarina), Ludwing Donath (profesor Lindt), David Opatoshu (Jacobi), Mort Mills, Carolyn Conwell, Arthur Gould-Porter, Gloria Gorvin.

Duración: 128 minutos. // Rodada en el pueblo de Camarillo, en Long Beach, en la University of Southern California y en los estudios Universal, Hollywood. Estrenada en 1966.

SINOPSIS: El profesor estadounidense Michael Armstrong llega junto con su asistente y prometida Sarah Sherman a una convención de físicos en Copenhague, donde hace público su deseo de ser acogido por el gobierno de Alemania del Este. Su decisión es recibida con sorpresa, especialmente por Sarah, que no puede explicarse lo que considera una traición; aun así, lo sigue a Alemania del Este, contra la voluntad de él. Allí, Armstrong le confiesa que su actuación obedece a un plan para obtener información de parte de un científico llamado Lindt, quien puede tener la respuesta a muchos años de investigación de Michael sobre los sistemas de seguridad contra misiles. Michael recibe ayuda de parte de un grupo clandestino de disidentes alemanes, pero tiene que asesinar a Gromek, vigilante asignado por el gobierno para vigilarlo. Armstrong y Sarah son descubiertos en el momento en que Lindt revela la clave que buscaban y tienen que huir en un autobús preparado por los disidentes. Ayudados por la condesa Kuchinska, logran llegar a Estocolmo.

Desesperado por el fracaso de

Marnie, la ladrona (y por su fracaso personal con Tippi Hedren), Hitchcock decidió, quizá muy apresuradamente, embarcarse en un

thriller del tipo que conocía tan bien, pero el resultado fue francamente desolador. Paul Newman está completamente fuera de lugar con su actitud de «actor de método» que molestó a Hitchcock durante todo el rodaje. Julie Andrews parece luchar por verse lo más desangelada posible durante todo el proceso y, salvo algunos aciertos formales, el filme se sostiene tan solo para poder ver dos de las secuencias más interesantes de la obra de su autor.

La primera secuencia, cuando Armstrong sostiene un duelo «algebraico» en un pizarrón contra otro profesor, es prodigiosa pues, como observa García Riera, «nos envuelve y emociona a pesar de que nuestra comprensión de las fórmulas escritas sea nula», pues «sabemos que de ellas depende el delicado balance mundial». Esta es la máxima prueba de pericia narrativa en una dirección y podemos encontrarle un paralelo con el montaje de notas

in crescendo de

El hombre que sabía demasiado; Hitch entiende que es el «cómo» lo que nos transmite el «qué» en una sala de cine.

Aunque a muchos fascina la secuencia de la «persecución del autobús», hay que admitir que es repetición de algunas otras (más logradas), y que el verdadero «cuerpo» de la cinta está en la magistral secuencia del asesinato. Dicha secuencia, en la que Armstrong y la esposa de un granjero asesinan a Gromek, continúa la línea de creciente crueldad que aparece en los filmes de Hitchcock y alcanzará su plenitud en

Frenesí. Dice un fragmento de la conversación que sobre esa secuencia sostienen Hitchcock y Truffaut:

A. H.: Al hacer esa larga secuencia de asesinato, mi primer presentimiento fue de nuevo evadir el cliché. En todas las cintas en que alguien es asesinado, su muerte sucede muy rápidamente. Los apuñalan o les disparan y el asesino ni siquiera se detiene a ver si la víctima de verdad ha muerto o no. Pensé entonces que ya era tiempo de mostrar lo difícil y doloroso que era, y que tomaba bastante tiempo matar a un hombre. El público ten la cinta] se da cuenta de que el asesinato debe llevarse a cabo en silencio pues cerca de la granja espera el conductor del taxi. Disparar queda fuera de discusión. En línea con nuestro viejo principio, el asesinato habrá de llevarse a cabo con los medios que el lugar y los personajes sugieran. Estamos en una granja y la esposa de un granjero se encarga del crimen. Usamos objetos caseros: la cazuela llena de sopa, un cuchillo de carnicero, una pala y finalmente el horno de gas.

F. T.: El punto más alto de realismo es cuando la hoja de cuchillo se rompe al chocar con la garganta de Gromek. Hay, en esa secuencia de asesinato, varias cosas destacables: las series de rápidos cortes a la mano de Gromek golpeando el saco de Newman de manera amenazadora, la mujer golpeando las piernas de Gromek con la pala, y finalmente los dedos de Gromek agitándose hasta que muere con la cabeza metida en el horno.

Segismundo Molist dice de la misma secuencia que es el plato fuerte del filme y examina los elementos que la vuelven tan efectiva:

a) A lo largo del filme,

Hitch traza la imagen de Gromek con mucho cuidado. […] [Gromek] posee toda la repulsiva fascinación de los villanos de Hitchcock […] [quien decía]: «Cuanto mejor sea el villano, mejor será el filme».

b) La presencia irritante de la esposa del granjero.

c) Dilatación temporal [debida al montaje].

d) Planos brevísimos intercortados con otros de duración normal […] [por ejemplo] los cinco brevísimos planos de la granjera clavando el cuchillo hasta que se rompe en la garganta.

e) Inquietud provocada por la pista sonora en contraste con la ausencia total de música (ruidos de la gabardina de Gromek, la pala golpeando sus rodillas…).

f) Extrema crueldad en la observación minuciosa de los sistemas empleados para acabar con Gromek.

g) Presencia del taxista (generadora de suspense).

Desgraciadamente, el filme no vuelve a alcanzar la intensidad de esta secuencia; definido con las palabras de Brian Moore, «es poco más que un compendio de lo que Hitchcock ya había hecho antes». Lo más notable del proyecto fue que propició la ruptura final entre Bernard Herrmann y Alfred Hitchcock, pues este último estaba encaprichado con que el filme tuviera una música pop, y el primero (igual de terco) se negaba a componerla.

Harris y Lasky comentan de la cinta que, en ella, «Hitchcock, conocido como un supremo técnico del cine, comete un vergonzoso error en la secuencia en que Paul Newman lleva a Julie Andrews a la cima de una colina en Alemania oriental […] [y] la cámara los sigue; desafortunadamente […] lo que vemos en la parte superior de la escena es el borde del ciclorama y las luces colgando de sus soportes en el estudio».

APARICIÓN DE HITCHCOCK: Con un bebé que le mea los pantalones.

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