Evelina

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Parte Tercera » Carta XX

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Evelina continúa

Clifton, 12 de octubre

Esta mañana temprano recibí la siguiente carta de

sir Clement Willoughby:

A la señorita Anville:

Acabo de enterarme de los preparativos para su boda con lord Orville.

No imagine que escribo estas líneas con la estúpida idea de destruir esos preparativos. No, no estoy tan loco. Mi único propósito es poder explicar el motivo de mi conducta en un momento particular, y borrar la acusación de traidor que seguramente me ha imputado.

Mi indiscreción de la última vez que la vi la habrá puesto al corriente de que la carta en cuestión había sido escrita por mí. Para su satisfacción, permítame el honor de informarle que la carta que escribió usted a lord Orville cayó en mis manos. Reconozco que me dominó la pasión más violenta que pueda impulsar el corazón de un hombre, y de ningún modo puedo soportar serenamente el estigma de una acción tan aparentemente deshonrosa. Es por esta razón que me dirijo a usted para intentar justificarme.

Lord Orville, el afortunado Orville a quien usted está a punto de hacer tan feliz, me hizo creer que no la amaba; incluso que la despreciaba. Tal era la idea que tenía de sus sentimientos hacia usted cuando me apropié de la carta que a él le dirigía. No pretendo justificar las argucias que empleé para obtenerla, pero fui incitado por una imperiosa necesidad de descubrir los términos en que le escribía.

No obstante, el significado de la carta fue totalmente ininteligible para mí, y su lectura sólo añadió perplejidad; y, puesto que no he nacido para resistirme a la curiosidad, determiné despejar esas dudas a toda costa…, y de ahí mi respuesta, por tanto, con el nombre de lord Orville.

Reconozco que lo que voy a admitir ahora le será sin duda desagradable, pero odio los disimulos.

Resumiendo, oculté la carta para evitar ser descubierto, y escribí una respuesta de forma que no deseara usted recibir ninguna otra.

Soy consciente de lo que puede pensar sobre todo esto, y lord Orville posiblemente se sentirá ofendido, pero su opinión me resulta por completo indiferente, y no escribo para disculparme ante él, sino simplemente para hacerle saber a usted las razones que me empujaron a obrar tal como lo hice.

Tengo la intención de salir para el continente la próxima semana. Si su señoría tiene algo que decirme en estos días, tendré mucho gusto en recibir sus órdenes. No digo esto en tono de desafío, me avergonzaría ser sospechoso de obrar por conducto indirecto, sino simplemente por si le muestra esta carta a él, para que sepa que estoy dispuesto a defender mi conducta, lo mismo que a confesarla.

Clement Willoughby

¡Qué carta tan extraña! El autor aparece en su escrito ofendido y orgulloso. A qué bajeza e irreflexión conducen las pasiones cuando la razón y la propia estima no se oponen a ellas.

Sir Clement es consciente de que ha actuado deshonrosamente, pero su desenfrenada vehemencia, que le empujó a complacer una censurable curiosidad, antes le instigará a arriesgar su vida que a confesar su mala conducta.

La rudeza de su forma de escribirme nace de la misma causa, la prueba de mi indiferencia hacia él le ha llegado al alma, y no tiene ni la tolerancia ni la delicadeza de disimular su desagrado.

Determiné no mostrarle la carta a

lord Orville y creyendo prudente hacérselo saber a

sir Clement, le escribí la siguiente nota:

A

sir Clement Willoughby.

Señor:

La carta que ha tenido a bien dirigirme es tan poco a propósito para suponerle a lord Orville cualquier desagravio, que puede esperar de mí que se la oculte cuidadosamente. No le guardo resentimiento alguno por lo ocurrido, pero le ruego…, le suplico muy encarecidamente que no vuelva a escribir, mientras persista en su disposición de ánimo presente, por ningún canal directo o indirecto.

Deseo que su próxima expedición le reporte un gran placer y le aseguro que abrigo para usted mis mayores deseos de felicidad.

No sabiendo muy bien qué nombre utilizar, opté por enviarlo sin firmar.

Respecto a los

preparativos, tal como dice

sir Clement, van adelante como si su consentimiento de usted hubiera sido dado. En vano hago mis protestas;

lord Orville dice que, si cualquier objeción fuera hecha, todo se suspendería, pero sus esperanzas le prohíben esperar tal circunstancia, y procede confiando en su aprobación.

Esta tarde tuvimos una conversación muy interesante en la que nos hemos descubierto nuestros mutuos sentimientos desde que nos conocimos. Le hice confesar lo mal que pensó de mí por mi atolondramiento en el baile de la señora Stanley; pero me halagó asegurándome que cada vez que volvía a verme adquiría a sus ojos más y mayores méritos. Cuando le expresé el asombro que me produjo al honrarme con su elección, a mí, que me creo a su lado tan insignificante en todos los aspectos, me confesó francamente que pretendió hacer averiguaciones sobre mi familia y allegados, en particular, los concernientes a

aquellas personas con las que me vio en Marybone, antes de reconocer su preferencia en mi favor. Pero que al verme de nuevo, desistió de su preocupación, y revistiéndose de prudencia, lo dejó todo al amor. Éstas fueron sus palabras…, e incluso me ha asegurado repetidamente que su preferencia por mí no ha dejado de crecer desde mi llegada a Clifton.

* * *

El señor Macartney ha venido a traerme noticias de mi padre. Me envía su mayor afecto y la seguridad de favorecerme por completo; y quiere saber si me satisface mi cambio de situación y si hay cualquier cosa que pueda hacer por mí.

Al mismo tiempo, el señor Macartney me entregó una orden de pago para el banquero de mi padre, por mil libras, que insiste en que acepte enteramente para mi uso personal, para equiparme con todo lo necesario para que esté a la altura del nuevo rango al que parezco destinada.

Estoy segura de que no necesito expresarle lo que me conmovió este gesto de generosidad. Le escribí dándole las gracias, y le confesé, francamente, que el más ardiente deseo de mi corazón era ver restablecida su tranquilidad.

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