Despertar

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Capítulo 12

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Tori y yo nos acurrucamos bajo la lona que cubría el remolque de un camión. No estaba sujeto a la cabina, así que no corríamos el peligro de que nuestro escondite se marchase rodando. Yo creía que era un sitio perfecto, pero Tori no estaba de acuerdo.

—Aquí quietas somos como patos de feria —siseó, acuclillándose—. Todo lo que tienen que hacer para vernos es levantar la cubierta.

—Si se acercan, correremos.

—¿Y cómo vamos a saberlo? No podemos ver nada.

—Liz está vigilando —descrucé mis piernas—. Y, respecto a Liz…

—Está muerta —su voz sonó como el roce de una lija—. Oí a mi madre. Ella mató a Liz, ¿verdad? Ella y toda esa gente.

—T-te lo explicaré luego. Ahora tenemos que guardar silencio. Alguien podría oír…

—No hay nadie por los alrededores, ¿recuerdas? Porque Liz, mi amiga Liz, es un fantasma y está montando guardia. Al parecer te ha estado ayudando durante sabe Dios cuánto tiempo, y tú ni siquiera te habías molestado en decirme que estaba muerta, que ellos la asesinaron.

—Le dije a Rae…

—Por supuesto. Rachelle. ¿Cómo te ha sentado eso? —Tori me miró a los ojos—. Muchachos, si queréis saber quién os traicionó, mirad en esa dirección.

—¿Rae? No, ella nunca…

—Bueno, alguien se lo dijo. Si no fui yo, ni tú, ni los chicos, ¿quién queda?

—De-deberíamos guardar silencio. El sonido viaja.

—¿De verdad? Vaya. Ahora también das clases de Física. ¿Eso te lo enseñó Derek?

—Tori.

—¿Qué?

—Cállate.

Y lo hizo, por lo menos durante cinco segundos. Después dijo:

—¿Liz no debería haber informado ya? ¿Cómo sabes que aún se encuentra ahí fuera?

—Ella va y viene. Por eso necesitaba esa sudadera, para…

Liz entró corriendo a través de la lona y se encorvó sobre nosotras.

—¡Dile que se calle!

—Ya lo he hecho —susurré—. Varias veces.

—Bien, pues ellos os han oído y se han puesto en marcha. Se trata de tu tía y un tipo con un arma.

Le conté todo eso a Tori, entre susurros.

—¿Cómo? Entonces, ¿por qué estamos aquí sentadas? —dijo, y salió disparada hacia un lado.

La sujeté por el brazo.

—¡Oye! —dijo, lo bastante alto para que Liz se estremeciese.

—¿Por qué lado se acercan? —le pregunté a Liz.

Señaló a la izquierda. Repté hacia la parte derecha y levanté la lona.

Liz se apresuró a salir.

—Ahora no los veo.

Bizqueé por el sol. Había un edificio a unos veinte pasos de distancia, pero no podía ver la puerta. Me estiré hacia fuera para tener una vista mejor. A mi izquierda había un conjunto de barriles. Podríamos ocultarnos entre ellos…

—¡Chloe! —chilló Liz—. Él está justo…

Unos golpes sordos en el remolque cortaron sus palabras.

—¡Retrocede! —dijo Liz—. ¡Retrocede!

—¿Qué está pasando? —susurró Tori—. ¡Muévete!

Al intentar retroceder, Tori me empujó y salí volando del tráiler, cayendo de bruces sobre la mugre.

—Bueno, esto lo hace todo más fácil —dijo una voz. Rodé sobre mi espalda. Allí estaba Mike, sobre el remolque… El hombre que nos disparó el sábado por la noche.

—¿Lauren? —llamó—. Es mejor que me des esa arma, yo me encargaré de esto.

Saltó al suelo con la vista fija en mí. Extendió una mano en cuanto tía Lauren apareció rodeando el tráiler, con un rifle en las manos.

—Lo siento, Chloe —dijo.

Me apuntó con el fusil y retrocedí intentando escabullirme.

—N-no. Y-yo no voy a re-resistirme. Yo…

Trazó un arco con el arma y apuntó a Mike. El dardo lo alcanzó en el brazo. Él se lo quedó mirando. Después sus rodillas cedieron.

Tía Lauren corrió a mí y me ayudó a levantarme.

—Tori, sal de ahí. Llamó por radio a los demás en cuanto os oímos.

Retrocedí con la mirada fija en tía Lauren mientras le hacía un gesto a Tori para que se dispusiese a echar a correr. Tía Lauren me agarró del brazo, pero al zafarme de un tirón, soltó su agarre y dio un paso atrás.

—¿Por qué crees que le he disparado? —me preguntó—. ¿Por qué iba a dejar que Tori se fuese con tanta facilidad? Intento ayudar. Encontraremos a los chicos, y después hallaremos a Kit… El padre de Simon.

Un extraño sonido pitó en mis oídos. Creo que era mi corazón, brincando de gozo. Tía Lauren se había dado cuenta de su error. Todavía me amaba. Iba a ocuparse de mí, arreglar mis problemas como siempre había hecho, y hacer que todo funcionase bien.

¿Podría haber imaginado una situación más ideal? No, y por esa razón retrocedía un paso más, despacio, con los dedos en los costados indicándole a Tori que se dispusiese a salir como un rayo. Me habían engañado demasiadas veces como para caer entonces por un cuento de hadas con final feliz.

—Chloe, por favor —tía Lauren sacó el paquete de insulina, tendiéndomelo. Al estirarme para cogerlo, me agarró de la mano—. Cometí un error, Chloe, un tremendo error. Pero voy a repararlo —me tendió el estuche—. Quedaos entre las sombras. Tengo que ocultarlo bajo el camión.

* * *

Tía Lauren nos alcanzó y rodeamos los almacenes dirigiéndonos hacia los portones de entrada. Juró que nadie del Grupo Edison estaba cubriendo la entrada principal. Aunque no habíamos visto a ningún empleado deambulando por los aledaños, el grupo no se arriesgaría a acercarse demasiado a la fábrica.

¿Y si estaba mintiendo y nos llevaba a una trampa? Por mi parte confiaba en que los hechizos de Tori nos ayudasen a superarlo.

Nos detuvimos al otro lado del patio, detrás de un almacén, para recuperar el aliento.

—Está bien, chicas —dijo tía Lauren—. Por allí hay una puerta de reparto. Está cerrada, pero vosotras dos deberíais de ser capaces de colaros. Justo enfrente hay dos edificios, allí seguid la calle hasta el final. Veréis un 7-Eleven.

Asentí.

—Sé dónde está.

—Bien. Rodead el establecimiento, id a la parte de atrás y esperad. Os encontraré allí.

Tori salió corriendo, pero yo me quedé allí, mirando a tía Lauren.

—¿Chloe?

—Tori no nos traicionó, ¿verdad?

—No. Y ahora…

—Fue Rae, ¿verdad?

Tía Lauren hizo una pausa, y leí la respuesta en sus ojos.

—No soy la única que creyó, por error, como ella, que estaba haciendo lo correcto, Chloe.

Comencé a volverme cuando tía Lauren me sujetó del brazo y extendió un sobre doblado.

—Una explicación y algo de dinero —como no lo cogía, se inclinó hacia mí y lo metió en mi bolsillo trasero—. No te culparé si decides continuar con la fuga. Pero, por favor, dame una oportunidad. Una última oportunidad.

Asentí. Me atrajo con un abrazo, me besó en la mejilla y después me dejó ir. Tori ya había doblado la esquina del edificio y desaparecido de mi vista cuando Liz lanzó un chillido a mi espalda.

—¡Chloe!

Giré tan rápido que perdí el equilibrio. Tía Lauren me hizo un gesto para indicarme que siguiese alejándome, pero sólo vi una figura por detrás de ella. Era la madre de Tori.

Grité una advertencia, pero la mano de la señora Enright salió disparada. Un rayo surgió de la punta de sus dedos y golpeó a tía Lauren produciendo un espeluznante ruido, como de chispas, y la derribó. La sangre brotó de entre sus labios, salpicando el suelo de hormigón mientras caía.

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