Daisy

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Capítulo 15

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Tyler y Daisy aminoraron el paso para que los animales pudieran cruzar una corriente de agua que había crecido gracias a la nieve derretida. El verde profundo de los abetos y los pinos contrastaba con el blanco de la nieve. Aquí y allá se destacaban los marrones y amarillos de la tierra rocosa de la montaña, los cuales atenuaban el efecto de la luz del sol sobre la prístina superficie de la nieve. El canto ocasional de un pájaro rompía el silencio, aunque Daisy no vio ninguno. Era como si Tyler y ella estuvieran solos en aquel invierno de ensueño. Era casi imposible creer que había tres hombres persiguiéndolos con la determinación de matarla.

Daisy arreó el burro para que permaneciera cerca de Tyler. Podía ser un soñador más preocupado por hoteles fabulosos y minas de oro perdidas que por procurarse un futuro decente, pero también era lo único que había entre ella y los asesinos. A pesar de la tendencia que tenía Tyler a preocuparse por cosas extravagantes, Daisy estaba segura de que era capaz de hacerles frente.

Después de abandonar las montañas, cabalgaron por una zona de lomas bajas y cañones llanos y poco profundos, cubiertos con algunos brotes de pasto para búfalos y grama, pinos enanos, enebro y arbustos. Desde cualquiera de las diez o doce colinas, en casi todas las direcciones, se podía apreciar una vista ininterrumpida de más de cien kilómetros. A unos cincuenta kilómetros de distancia, atravesando el Río Grande, se levantaba una meseta plana que se erguía como una pared negra que separaba el valle fértil de las secas planicies que había detrás. El cielo que cubría su cabeza tenía un color gris azulado.

Unos treinta metros más abajo, el Río Grande atravesaba lentamente un estrecho valle que no había llegado a perder del todo su verdor. Álamos, sauces y algunos arces, robles y alisos se alzaban en la orilla, y sus hojas se agitaban ruidosamente con el viento helado que soplaba desde los picos cubiertos de nieve. Una docena de arroyos formados por la nieve derretida brillaban con el sol resplandeciente.

Al final de la tarde llegaron al rancho de Daisy, que estaba sobre una loma no muy empinada, en medio de aquel paisaje idílico.

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