Crystal

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Capítulo 15

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Capítulo 15

 

–¿Acá está todo bien? –pregunté mientras luchaba contra la sensación de derrota como un transeúnte intentando dominar su paraguas en un día ventoso. No podía permitir que mis emociones afloraran… no en ese momento.

–Tan bien como se puede esperar. Pasa –retrocedió. Me quité la chaqueta y las botas e ingresé en la sala. Karla, Diamond, Sky y Phoenix se hallaban sentadas formando un pequeño grupo en un extremo de la habitación. Steve rondaba la puerta por si se les ocurría intentar escapar. Me pregunté qué estaría ocurriendo dentro de su cabeza. Al ser una estrella de cine, su vida era indudablemente extraña, pero juraría que nunca había pasado una noche como esa.

–Crystal regresó –anunció Saul con forzado júbilo.

Pavorosamente helados, los ojos de Diamond se volvieron hacia mí.

–Creo que nos vimos esta tarde.

Asentí. Era doloroso sentir su completo rechazo pero yo sabía que no tenía la culpa.

Karla se puso de pie y se ubicó delante de las otras tres como una osa protegiendo a sus cachorros.

–No sé qué cree que está haciendo, señor Bennett…

En la mejilla de Saul, un músculo se agitó levemente, la única señal que delató su dolor.

–Karla, soy el señor Benedict. Y tú eres la señora Benedict, mi mujer.

Karla hizo un ademán de ignorar el comentario.

–No sé en qué planeta vive,

señor Benedict, pero le exijo que nos deje ir inmediatamente. Estábamos disfrutando de un hermoso fin de semana con nuestra amiga la condesa. ¡No logro imaginar qué lo llevó a sacarnos de allí inconscientes! Voy a denunciarlo a la policía.

Me sumergí en mi poder para ver qué había ocurrido con su vínculo de alma gemela. Era como si tuviera otra vez frente a mí la mente del mayordomo. Todo lo que la hacía una persona única estaba girando como un remolino enloquecido o tal vez, en ese estado, como un enjambre de abejas. No podía penetrar esa nube, no conseguía acercarme para constatar si, dentro de ella, la esencia todavía permanecía con vida.

–Señor Benedict –Diamond pasó por delante de Karla. Percibí que estaba ejerciendo sus poderes de conciliadora–. No sé bien qué lo hizo actuar de esta manera, pero estoy segura de que sabe que estuvo mal. Le agradeceríamos mucho si se apartara de la puerta y nos permitiera marcharnos.

Luchando por superar el desaliento, me desplomé en un sillón. Mi poder comparado con el de la condesa era como una mosca peleando contra Godzilla.

–¿Adónde quieres ir, Di? La condesa no significa nada para ti. Yo soy tu hermana. Vivimos juntas en un apartamento en Venecia, ¿recuerdas? ¿Es allí adónde quieres ir?

Diamond me miró como si yo fuera un enigma que ella no podía resolver.

–¿Perdón? ¿Un apartamento? ¿En Venecia? Sé que tengo un apartamento que heredé de mi abuela, pero de ti no me acuerdo.

–Sí, nuestra

nonna –algo resonó dentro de los despojos de su mente–. ¿Recuerdas a mamá? ¿Y a Silver, Steel, Topaz, Peter y Opal? Tus sobrinas están locas de entusiasmo porque van a ser las damas de honor en tu boda con Trace el próximo fin de semana. Si no me crees, llama a Misty.

–¿Misty?

–Tu sobrina. Tiene quince años y nunca te mentiría, ya que su don la obliga a decir la verdad.

–Me acuerdo de Misty pero ella es pequeña. Yo no puedo estar por casarme. No tengo la menor idea de lo que estás diciendo. ¡Ya basta! –Diamond se tapó los oídos con las manos y se sentó en el sofá.

Steve apoyó su mano en mi hombro para consolarme.

–Es inútil, Crystal. Ellas realmente han olvidado todo acerca de las personas que formaban parte de sus vidas, al menos en los últimos años. Saul les ha estado hablando desde que despertaron y no logró más que esto –y señaló las posturas defensivas de las mujeres. Poniéndome en su lugar, pensé que sabía por qué estaban así, habían despertado en un lugar extraño rodeadas de “extraños”. En ese momento, solo se conocían entre ellas.

Sin embargo, sus poderes todavía funcionaban. Por lo tanto, podíamos utilizar algunos de sus puntos débiles.

–Bueno, intentemos esto –al concebir mi nueva estrategia, recuperé un poco de energía–. Sky, tú puedes percibir una mentira con solo ver mis colores. ¿Es así?

Sky asintió mientras me miraba con cierto recelo dibujado en sus ojos azules.

Muy bien, amiga, pensé.

No quiero que confíes en mí, quiero que confíes en ti misma.

–Observa todo lo que digo. Phoenix, ¿puedes ver mis pensamientos?

Phoenix le echó una mirada a Sky.

–Sí, puedo. ¿Cómo lo sabes?

–Hemos conversado anteriormente pero no tienes acceso a ese recuerdo. Ahora no es importante. Sin detener el tiempo, solo presta atención a lo que digo. ¿Puedes hacerlo?

Phoenix hizo un gesto seco de conformidad.

–Perfecto, aquí va. La condesa ha manipulado sus mentes –proyecté dentro de mi cabeza una imagen del desastroso final de la despedida de soltera–. ¿Estoy diciendo la verdad?

Sky se mordió el labio.

–Tú crees que sí.

Eso sería suficiente.

–Diamond es mi hermana –pensé en todos los años en que vivimos juntas, imágenes de ella jugando conmigo cuando yo era una niña y ella la glamorosa hermana mayor; nuestra historia reciente en la que compartimos el apartamento–. Phee, ¿es eso cierto?

–Sí, puedo ver que ella formó parte de tu pasado –Phoenix cruzó los brazos en el pecho, la frente arrugada por la reflexión.

Sky tomó la mano de Diamond.

–Ella es tu hermana. No está mintiendo.

Muy bien. Esa era la parte sencilla. Ahora venía lo demás...

–¿Saben qué es un alma gemela?

–Por supuesto –respondió Diamond–. Todas nosotras somos savants –en sus ojos, surgió un doloroso deseo de recordarme, como un anhelo de que cayeran los muros que se hallaban dentro de su mente.

–Yo también lo soy. Y Saul.

–¿Y el señor Hughes? –Karla señaló a Steve–. Supongo que él también es un savant.

–No –solamente una estrella del cine–. Él es… nuestro amigo.

Steve levantó la mano.

–Señora, hace poco que conozco a esta gente pero puedo afirmar que son buenas personas. Por favor, confíe en ellas. Esa vieja bruja de la montaña las engaño y les arruinó la mente.

–Gracias, Steve. Ahora traten de seguir mis palabras con mucha atención. A ustedes las secuestraron porque son las almas gemelas de los Benedict. La condesa quería vengarse de ustedes por haber colaborado en Londres este mismo año en el arresto y la deshonra de su hijo.

El rostro de Sky se puso pálido.

–Todo lo que dice es cierto… cada palabra.

–Karla, tu alma gemela está en esta habitación –Saul se puso de rodillas frente a su esposa y le tomó la mano–. Estoy acá –apoyó la mano de ella contra su pecho–. Desde el día en que nos conocimos, mi corazón ha latido por ti.

Dentro de Karla, algo estalló, en un segundo, pasó de estar rígida a desplomarse. Estirándose para tocarle la mejilla, le preguntó con dolor:

–Entonces ¿por qué no puedo recordarte?

–Porque te robaron los recuerdos –a Saul se le inundaron los ojos de lágrimas. Le besó la palma de la mano–. Vamos a intentar revertirlo, pero te juro, Karla, que si no lo logramos, crearemos otros nuevos. Volveremos a empezar. No puedo vivir sin mi alma.

Sky se acurrucó en el sofá junto a Diamond.

–¿Y quién es mi alma gemela? –su voz pareció provenir de un lugar sombrío en las profundidades de su ser.

–Zed. Él fue quien te sacó del castillo –debía hablarle de manera muy sencilla–. Él es maravilloso… y te adora.

–¿Y yo? –preguntó Phoenix con tono irritado. Excelente.

–Yves. Cuando lo veas, vas a volver a enamorarte de él, puedes creerme. Están casados.

–¿Qué? ¡Pero yo no debo tener más de dieciocho años!

–Mi hijo fue muy persuasivo –comentó Saul con orgullo.

–¿Y yo? –Diamond extendió la mano hacia mí–. Crystal, ¿verdad?

Sabía que no lo había recordado sino que estaba asegurándose de llamarme por el nombre correcto.

–Sí, Di. Tú eres mi hermana mayor… me has cuidado desde que murió papá.

Cerró los ojos.

–Lo recuerdo. La condesa no me quitó eso pero no me acuerdo de que haya muerto –una lágrima deslizó por su mejilla. ¡Sería capaz de matar a la condesa por hacerle revivir a mi hermana ese enorme dolor una vez más!

–Es probable que recuerdes todo lo anterior a la muerte de nuestro padre porque eso no está relacionado con Trace, tu alma gemela. Imagino que ha borrado todo lo que tenía algún contacto con el hecho de que te vas a casar el próximo sábado, incluyéndome a mí porque yo estaba presente cuando se conocieron.

–¿Pero cómo voy a casarme? –su pregunta no era de las que exigían una respuesta. Sí, en ese momento, resultaba realmente imposible. Aunque las mujeres aceptaron nuestra versión de la verdad, eso no implicaba que se hubieran recuperado por completo. La llama se había extinguido y solo quedaba una vela agotada.

–¿Qué vamos a hacer? –inquirió Sky, y me sentí aliviada al ver que esta vez su pregunta incluía a todos los que nos hallábamos en la habitación.

Saul se puso de pie.

–Karla, uno de nuestros hijos se encuentra en el hospital; los demás están en la cárcel. No podemos dejar solo a Will. Cuando Lily lo trasladó a la guardia, se encontraba estable pero no puedo soportar la idea de que esté solo sin un miembro de la familia que lo acompañe.

–¿Mi hijo está en el hospital? –se estremeció Karla.

–Will. Tu cuarto hijo. La condesa le disparó.

Karla se levantó de un salto del sillón.

–Saul Benedict, si él nos necesita, ¿qué estamos haciendo acá?

–Ahora sí empiezas a parecerte a mi Karla –respondió Saul con una sonrisa–. Steve, Crystal, ¿pueden ocuparse de las demás?

–Las cuidaremos –prometió Steve. Observó su reloj: las dos de la mañana–. Creo que deberíamos dormir un poco y dirigirnos a la estación de policía en la mañana, apenas nos despertemos. Estoy seguro de que la productora de la película conocerá algunos buenos abogados.

–¿La productora? –preguntó Diamond con sagacidad.

–Steve es actor de cine –expliqué–. Se llama Steve Hughes.

–¡No! –los ojos de Phoenix se llenaron de sorpresa–. Yo lo conozco… vi sus películas. Es increíble. Dios mío, qué bueno que es recordar algo normal.

Steve le hizo un saludo con la mano.

–Me alegra haberte ayudado.

–Pero no esperaba verlo aquí. No eres tan alto como pensé.

–Phoenix, me parece que es mejor que te detengas ahí –advertí–. Esta noche, Steve ha sido una gran estrella y este no es momento para magullar su ego.

Circunstancialmente, las noticias de que el rescate había sido mucho más extravagante de lo que ella había soñado, habían desviado a Karla del tema pero enseguida regresó a lo que era más importante para ella.

–Señor Benedict… Saul, ¿tienes un automóvil y la dirección del lugar?

–Sí, querida –respondió su esposo con un golpecito en el bolsillo.

–Entonces marchémonos. Diamond, cuida a las chicas por mí.

–Lo haré –afirmó mi hermana.

Steve extrajo su teléfono celular.

–Le enviaré un mensaje a Lily para hacerle saber que ustedes van en camino. Dice que Will todavía está en el quirófano pero debería salir en breve. Los doctores están sorprendidos de que la herida comenzara a sanar tan pronto después del traumatismo.

–Esa es la mano de Xav –explicó Saul ayudando a su mujer a colocarse el abrigo–. Tu quinto hijo es un sanador. Es el alma gemela de Crystal.

–¿Un sanador? Qué maravilloso.

La puerta se cerró apagando la conversación.

–Debo decir que esta es la noche más extraña de toda mi vida –Steve me dio un abrazo. En algún momento de la aventura, habíamos pasado de ser simples conocidos a mejores amigos que habían atravesados juntos pruebas muy duras–. ¿Quieres que me quede o regreso al hotel?

–Creo que ahora estaremos bien. ¿Puedes volver a las siete y media?

Steve respondió con una abierta sonrisa.

–A James no le gustará pero, vamos, ¿qué sentido tiene ser yo si no puedo pedir que demoren la filmación de vez en cuando? Le diré a Lily que se lo comunique.

Súbitamente, tuve una revelación. Steve no sería un savant pero su cerebro no era tan diferente al de nosotros y le prestaba mucha atención a la rubiecita que se encargaba del diseño de vestuario.

–¿Sabes algo? Deberías invitarla a salir.

–¿A quién? –preguntó con expresión inocente.

–A Lily. Es tu mejor amiga, ¿verdad?

–Sssí, supongo.

Me llevé los dedos a la sien.

–Yo también tengo un don, que ahora me dice que ella es la persona indicada para ti.

Steve me miró como si acabara de darle un golpe detrás de la cabeza con un tablón.

–¿Cómo lo sabes?

–Como diría mi amigo, es mi intuición especial –respondí.

Xav, ojalá estuvieras aquí.

Crystal, ¿qué ocurre? Recibí un destello fugaz de una celda de concreto y una cama dura. Los chicos pasarían la noche encerrados en una prisión.

Estoy formando una pareja: Steve y Lily.

Claro que sí, eso puede funcionar. Cualquier cosa con tal de librarme de mi rival. ¿Cómo están las chicas?

De nuestro lado, pero todavía no recuperaron la memoria.

Bien hecho.

–Crystal –Steve chasqueó los dedos delante de mis ojos–. Te estoy hablando.

–Lo siento. No puedo utilizar la telepatía sin evadirme del aquí y ahora. Tú y Lily… es algo evidente. No lo habías pensado antes simplemente porque tu agente te dirige la vida y Lily es demasiado real –recordé lo que había dicho acerca de conocer gente que hiciera algo real, con sus propias manos. Ese comentario se cargó de un significado completamente nuevo–. Tal vez ella no le agregue brillo a tu imagen pero, a mi entender, no creo que necesites más brillo.

–Crystal –comenzó a decir con una sonrisa tímida–, si ya no tuvieras novio, me temo que tendría que colocarte en mi lista.

–Tal vez, pero en esa lista estoy mucho más abajo que Lily. Ella será buena para ti, te mantendrá el ego bajo control.

Se subió la cremallera de la chaqueta.

–Lo pensaré.

–Es que tienes miedo de que te rechace.

–¡No! –suspiró–. Sí. Ella me conoce de verdad.

–¿Una vida rodeado de jóvenes bonitas y tontas que te admiran o una mujer real que puede ver a través de las luces y el ruido? No tengo nada más que agregar, su señoría.

–Diablos, eres aguda. Espero que Xav sepa defenderse de ti.

–Créeme, él da tanto como recibe.

Con un saludo al resto de las personas en la sala, Steve se marchó al hotel aparentemente en el estado de ánimo apropiado para compartir su extraña experiencia con Lily, forjando un nuevo vínculo entre ellos.

Las chicas me miraban con expresión de incredulidad.

–¿Siempre has sido así? –preguntó Diamond.

–¿Así cómo?

–¿Acaso mi hermana les habla a las estrellas de cine con descaro y les da órdenes?

Yo había estado actuando así, ¿es cierto?

–No hasta hoy.

Les mostré a las tres dónde podían dormir pero dudo que alguna de nosotras haya podido descansar esa noche. Alcancé a escuchar sollozos que provenían de la habitación de Sky y la voz de Phoenix murmurando palabras de consuelo. Diamond trataba de mostrarse fuerte delante de nosotras pero pude percibir su aflicción en la cama próxima a la mía.

–Di, yo arreglaré todo. Lo prometo –susurré.

–Crystal, es posible que yo no recuerde todo aún, pero quiero que sepas que eres la mejor hermana del mundo. Gracias por rescatarme.

Aferré el halago con todas mis fuerzas.

–Siempre estaré contigo cuando me necesites.

 

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