Cross

Cross


CUARTA PARTE Matadragones » 114

Página 121 de 131

1

1

4

Sampson y yo observamos al Carnicero acercarse al coche. Se movía con mucho sigilo, pero quizá no era tan bueno como él creía. Se plantó allí en un santiamén y se agachó en posición de tiro, preparado para hacer frente a una posible resistencia.

Estaba a punto de descubrir que había abatido un montón de ropa y cojines comprados en el Wal-Mart del pueblo. Sampson y yo estábamos agazapados en el bosque, a menos de treinta pasos, detrás del coche contra el que acababa de atentar. De modo que, ¿a quién se le daba mejor el juego? ¿Al Carnicero o a nosotros?

—A partir de ahora, Alex, lo que tú digas —susurró Sampson entre dientes.

—No lo mates, John —dije yo, y toqué a Sampson en el brazo—. Salvo que no nos quede más remedio. Basta con reducirlo.

—Lo que tú digas —repitió Sampson.

Entonces todo se salió un poco de quicio, por decirlo suavemente.

De pronto, el Carnicero se dio la vuelta… ¡pero no hacia nosotros! ¡En dirección contraria!

¿A qué venía eso? ¿Qué coño estaba pasando?

Sullivan miraba hacia la espesura del bosque por el lado este… no hacia el lugar por donde salíamos nosotros. En aquel momento no nos prestaba la menor atención.

Hizo dos disparos rápidos… y oí que alguien se dolía a lo lejos.

Un hombre vestido de negro surgió por un instante; luego se desplomó en el suelo. ¿Quién era? Entonces cinco hombres más salieron a la carrera del bosque en dirección norte. Llevaban pistolas y metralletas ligeras; pude distinguir una Uzi, al menos.

¿Quiénes eran estos tíos?

Como respondiendo a mi pregunta, uno de ellos gritó:

—¡FBI! ¡Tire su arma! ¡FBI!

No me lo tragué.

—¡La Mafia! —le dije a Sampson.

—¿Estás seguro?

—Sí.

Entonces, todo el mundo se lió a tiros con todo el mundo, como si estuviéramos en las calles de Bagdad y no perdidos en el Massachusetts rural.

Ir a la siguiente página

Report Page