Cristina

Cristina


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Se hizo un silencio, Cristina se acercó a la mesa y se sentó al lado de ambos. La mañana crecía y el Sol inundaba el comedor, la claridad le auguró a Cristina un desenlace inofensivo, le dio gracias a Dios para sus adentros por haberle permitido ver un día más y tener a su hijo sano y salvo a su lado.. Y con una leve sonrisa llena de melancolía y tristeza empezó a contar…

–Paul y yos nos casamos hace diez años, en San Ignacio. A las 24 horas de haberlo hecho el abuelo llamó que teníamos que regresar a Boston inmediatamente. Cuando llegamos al aeropuerto, mí entonces madrastra Gavina Malpaso, y otra mujer que nunca supe quien era, me agarraron a la fuerza y me llevaron con la ayuda de dos matones a una casa de los alrededores del aeropuerto y allí me encerraron. Luego me amarraron de pies y manos y me cubrieron la boca para que no pudiera hablar, ahí me dijeron que me apartara de Paul o me matarían, a mí, a Rosi y a sus padres. Después, los matones nos llevaron a mí y a mi madrastra hasta el apartamento donde yo vivía en Cambridge, allí estaba Rosi. No entendí muy bien lo que pasaba pero Gavina quería algo de mi…No me acuerdo bien, solo recuerdo que como a la hora de estar allí recibí una carta, de el puño y letra de Paul diciéndome que no quería saber más de mi, que me perdiera. La carta también decía que tenía a una muchacha embarazada y se iban a casar esa misma semana con ella. Esa carta la tengo guardada en mi caja de seguridad. Cómo lo hizo para divorciarse de mi no lo sé, pero si se que se casó con esa muchacha. Cuando nació Pauly quise ponerme en contacto con él para informarle del nacimiento de su hijo, pero su respuesta fue otra carta todavía más horrenda que la inicial, en esta me amenazaba diciendo que me quitaría el niño si seguía molestándolo. Esta ultima también la tengo guardaba junto con la primera. Hasta ayer viví con miedo de que algún día me encontraran y pudieran quitarme a Pauly, fui una tonta, ahora lo sé. Soy mucho más poderosa que ellos y nunca podrán hacerme daño. No me importa si tengo que mandar a matarlos a todos ellos… Nadie, nunca, podre quitarme a mi hijo.

La claridad matinal no pudo alumbrar lo obscuro del momento, nunca habían oído a Cristina pronunciar unas palabras tan llenas de… ¿Odio? No podía ser, ¡Cristina no sabía odiar…!

–Cristy…No entiendo…–Dijo Crystal muy suavemente.

–No importa, ya se los explicaré con más detalle. Ahora solo quería saber que había ocurrido. Si no saben de Pauly ni de mí, pues perfecto, sin embargo, se acabaron los escondites. Voy a cumplir 26 años, tengo un hijo maravilloso, tengo a Rosi y a todos ustedes que son mi familia adoptiva, y ya es hora de que empiece a disfrutar mi vida.

Gene y Crystal seguían sin entender pero veían la fuerza detrás de las palabras de Cristina y eso los satisfacía.

–¿Tienen tiempo para oír mi historia con detalles?

Ambos asintieron con la cabeza y Cristina empezó…

 

♣♣♣

 

Anthony Gallagher se levantó temprano, cosa que nunca pudo hacer cuando se iba a la cama ebrio. Iba a encontrarse con su padre, quería conversar acerca de la extraña conducta de la esposa de Gene, ambos sabían que había algo oculto pero no tenían ni la más remota idea de que era. Su hijo Paul tuvo una vida sexual intensa, por no decir promiscua, con todo tipo de mujeres, y siempre cabía la posibilidad de que esa señora fuera una de las tantas “rubias platino” que funcionan con una sola neurona y que Paul usaba a diario, descartándolas sin el más mínimo respeto. Sin embargo no era probable, Gene era un hombre inteligente y nunca se hubiera casado con una mujer de ese tipo. Anthony pensó… “No todo el mundo es tan estúpido como tú”. Esas bromas irónicas con las que vivía a diario le molestaban ahora, quizás era tiempo de dejar de degradarse y pensar un poco mas positivamente de sí mismo. Había que esperar, el hecho de no haberse emborrachado en los últimos días no lo arreglaba todo, tenía mucho que hacer todavía.

Mientras se afeitaba delante del espejo se cortó varias veces con la navaja y sangró más que de costumbre, nunca se había cortado tanto; era verdad que tenía una barba gruesa y tupida y que a menudo se partía la piel, pero hoy eran chorros de sangre lo que le salían de la cara, ni papel ni presión ni nada podía detener la hemorragia. “Lo último que me faltaba….Leucemia…” No seas pesimista hombre, eso le pasa a cualquiera. Cogió un poco de algodón del botiquín de las medicinas, después de manchar varia toallas de sangre, cogió una limpia y se apretó en los puntos que sangraban hasta que al cabo de un buen rato la hemorragia se detuvo.

Se vistió de prisa, el asunto de la sangre lo iba a hacer llegar tarde, mejor llamaba a su padre.

–Papá, estoy algo retrasado, pero llego en 15 minutos.

–No te apures, llamé a Paul, se reunirá con nosotros para el almuerzo.

–Le vas a decir lo del traspaso de bienes.

–No, solo quiero almorzar con mi hijo y con mi nieto.

–De acuerdo, allí estaré.

Qué diría su hijo Paul al verlo sobrio. Probablemente nada, Paul nunca le decía nada que no fuera buenos días, buenas tardes, hola…Cosas así. No importaba. Lo importante era que él encontraría a Cristina y ambos serian felices. Estaba dispuesto a apostar su vida a que aquel infortunio que destruyó la vida de su hijo fue causado por alguien, quizás Agnes, no sabía quién, pero lo iba a encontrar y lo iba a desenmascarar.

Cuando salió de su cuarto se volvió a encontrar con Agnes

–¿Y, qué paso con lo de tirarte del puente?

–Nada…Lo pensé mejor… Quizás te tire a ti.

–Eres un imbécil.

–Claro que lo soy, como si no me hubiera casado contigo.

–Cretino, borracho, malnacido, ojala te mueras.

Ya no la oía, se iba riendo a carcajadas de su mujer. ¿Por qué no había descubierto esto antes?

 

♣♣♣

 

Crystal y Gene estaban sentados en el sofá de la sala de la terraza a donde se trasladaron para que Cristina les contara su historia. Estaban en shock…

–Tengo que hablar con Bailey, no quiero seguir trabajando con los Gallagher.

–No Gene, por favor, una cosa no tiene nada que ver con la otra. Ellos a ti no te han hecho nada, y si lo miras bien, a mi tampoco, quien me hizo a mi daño fue Paul no ellos. Además, negocios son negocios, eso me lo enseñaste tú.

–Si pero si tú no respetas a tu cliente, no puedes trabajar con él.

–Pero vuelvo y te digo que ellos a mi no me han hecho nada. No tienen la culpa de ser el padre y el abuelo de él. No hagas nada drástico, tú y Anthony siempre han sido buenos amigos y no vale la pena enemistarte con él por algo que hizo su hijo hace diez años.

–Pero cómo puede ese viejo estar tan ciego a cerca de su nieto y no ver lo que es.

–El amor es ciego.

–No, el amor es tonto, idiota, insulso, pero no ciego.

–Bueno, te lo voy a pedir de favor, hazlo por mí, deja todo como está.

–Solo porque me lo pides, pero ya nunca los podré mirar de un modo imparcial sabiendo todo cuanto te hicieron. Ya sé que no fueron ellos, fue el hijo, pero ellos lo permitieron.

–Saben….Me hace sentir muy bien el haber hablado con ustedes, me he quitado un gran peso de encima y es como…como… si al fin fuera libre… Libre de ir y venir con Pauly a donde me dé la gana. No creo que estén en plano de averiguar nada, eso ya pasó hace mucho tiempo, ellos siguieron su vida y yo la mía, y nada más.

–Yo también me alegro mucho, siempre quise preguntarte pero no me atrevía, y créemelo que no era por intrusa, es que a veces te veía triste o en un estado de neutralidad doloroso, sin embargo esta mañana he visto como se ha transformado tu sonrisa y como te ves mucho más linda desde adentro…

–Y por fuera también… ¡Te ves espectacular…!

Todos sonrieron y siguieron haciendo bromas a costa del uno y del otro.

 

Cuando Paul llegó al club y vio a su padre sentado con su abuelo se sorprendió. No se acordaba de haberlos visto juntos a no ser en situaciones obligatorias de familia. Pero esta mañana había algo extraño en ellos, estaban como más…relajados, más a gusto el uno con el otro.

–Buenos días hijo.

–Buenos días, papá, me extraña verte despierto tan temprano.

En cuanto lo dijo se arrepintió. Cállate la boca Paul y compórtate. Pero la contestación de su padre no se hizo esperar.

–Hasta yo me asombro hijo.

–Te vez muy bien papá.

–Gracias, tú te ves como siempre, fenomenal.

–La procesión va por dentro.

Ay, otra vez metí la pata, cállate de una vez Paul…

–Yo decidí votar mi procesión por la ventana y empezar de nuevo.

–Me alegro mucho papá, me alegro muchísimo, te lo digo de todo corazón.

–Bueno ya basta de elogios y cumplidos, a lo que íbamos. Paul, te he mandado llamar esta mañana porque tengo una noticia que darte.

Anthony lo miró sorprendido. ¿Estaba el viejo celoso? ¿Y eso de la noticia, no dijo que no le diría nada a Paul hasta que estuviera hecho…?

–Pensé que…

–Ya sé lo que pensaste, pero cambie de idea. Sé que a Paul no le gustan las sorpresas y he decidido decírselo hoy mismo. De todas maneras él no puede hacer nada para evitarlo. Solo le queda aceptar mis deseos y hacerme feliz una vez más antes de morir.

Paul se puso inmediatamente en guardia. Desde “lo de Cristina” se había vuelto desconfiado y pesimista y como bien decía su abuelo, odiaba las sorpresas.

–¿Qué pasa?

No fue una pregunta, si no una orden. Su rostro se endureció y la línea de sus labios se perdió en la presión que ejercían sus mandíbulas sobre ellos. Con la cabeza en alto y la barbilla hacia adelante, desafiando a quien estuviera al frente volvió a decir.

–Qué pasa.

Esta vez las palabras venían envueltas en el papel de la soberbia y la ira.

–Pasa que he decidido pasar toda mi fortuna a tu nombre, incluyendo GALCORP y todo lo demás. Ya me cansé de trabajar y preocuparme, quiero vivir mis últimos años pescando en alta mar, sin pensar en nada que no sea el día en que estoy viviendo.

Paul no respondió, si su abuelo esperaba que dijera algo se equivocó. Si se lo hubiera propuesto nunca lo hubiera aceptado, hacía tiempo que planeaba perderse, irse lejos y tratar de empezar de nuevo sin recuerdos, pero parecía que no lo iba a poder lograr. Lo penoso del caso era que no le molestaba, se había acostumbrado a vivir con el dolor y no creía poder sobrevivir sin él.

–¿Qué te parece mi idea?

–Si eso es lo que quieres, conmigo no hay problema, pero si voy a ser la cabeza de GALCORP no quiero a nadie metiéndose en mis decisiones. Yo no hago las cosas a medias; o soy o no soy…

Que triste era oír a aquel muchacho apuesto y lleno de vida hablarle de esa manera al hombre que había sido para él más que un padre, un amigo, un confidente… Nunca podría perdonar a Cristina por lo que le hizo a su nieto. En momentos como estos se acordaba de su alegre y juguetona sonrisa y la despreciaba por mentirosa y maldita, aquella muchachita a quien tanto quiso le había tronchado la vida a lo más grande que había en la de él, su nieto…Nunca la perdonaría…

–Todo será tuyo, no hay medias. El lunes firmo los papeles del traspaso.

–Cómo lo has hecho sin que Agnes se enterara.

Nunca la llamó mamá.

–Y qué te dice que ella no lo sabe.

–Si lo supiera ya me hubiera llamado mil veces para ver cuánto le tocaba.

Anthony se echo a reír con una risa malévola pero simpática.

–Cuando se entere no te va a llamar, te va a invadir la oficina y la casa, ya la veo con una tienda de campaña durmiendo en la antesala de tu despacho.

Y a ti papá, te va a caer arriba por no dejarle nada a ella.

Ahora todos reían. Anthony pensó que por lo menos para algo era buena su mujer, aunque solo fuera para hacerlos reír.

–No sé que le dijiste a los abogados para atemorizarlos, pero ninguno me ha llamado para contarme el chisme.

–No lo hice con nuestros abogados, lo hice con una firma de abogados ajena a la empresa. El compañero de dormitorio de Anthony cuando estaban en la escuela de derecho, Gene Hackman, tiene un bufete con su hermano mayor, Bailey, que también fue un gran amigo mío, ellos son los que se han encargado del asunto.

–¿Hackman? No los conozco, nunca he oído hablar de ellos.

–Tienen una gran práctica, se dedican a leyes de corporación e impuestos. Son discretos y honrados, no necesitan publicidad, tienen más clientes de los que pueden abarcar.

–Nunca me hablaste de ellos.

–Gene y yo nos alejamos después que yo me case con tu madre, pero aun así, fui a su boda con Crystal, una mujer muy bonita y mucho más joven que él. Y hablando de Crystal, qué te pareció lo que pasó ayer padre.

–Sinceramente no se qué pensar, se puso como loca.

–Si, no entendí lo que hacía, quizás no sea yo el único que cargó con una loca, aunque esta al menos es bonita.

Más risas a costa de Agnes.

–¿Que hizo esa mujer para que ustedes la llamen loca?

–No lo sé, entró a donde estábamos sentados, ya habíamos acabado de hablar del traspaso de bienes, estábamos conversando muy tranquilamente, entonces ella se asomó en la puerta y pidió disculpas por habernos interrumpido, yo le dije a Gene que me gustaría saludarla y este le indicó que entrara, todo iba muy bien hasta que Gene nos presentó , tanto tu padre como yo alargamos la mano para estrechársela pero ella salió corriendo hacia afuera llevándose a Gene con ella, luego oímos unas voces algo altas, como gente gritando y salimos a ver qué pasaba. Bailey tampoco sabía nada. En fin, cuando llegamos afuera se puso bien y nos pidió que nos quedáramos un rato mas, cuando le dije que no podíamos, que teníamos que irnos, empezó a gritar…No se vayan, no se vayan…Pero como una loca. Ahí fue cuando yo le dije a Bailey que nos veíamos el lunes y nos despedimos y empezó a gritar otra vez, no se vayan… no se vayan… en mi vida he visto algo igual… No tengo ni idea que pasó y no sé si podré preguntarle a Gene el lunes, me imagino que a él le dará vergüenza hablar del incidente. ¿Tú conoces a alguna Crystal?

–No creo.

–Fue muy raro.

–Bueno, toda familia tiene sus esqueletos y sus fantasmas guardados en algún closet secreto. Nadie se puede imaginar que pasa detrás de la puerta de una casa después que esta se cierra.

¿Cómo podían vivir de aquel modo? ¿Serian ellos los únicos? Paul se preguntó muchas veces por qué su familia era así, y como seria pertenecer a una familia normal. Todavía no había encontrado ninguna…

Quizás la familia de Will y de Ali lo fuera, pero eso debía ser la excepción de la regla. El estaba seguro que moriría sin conocerlo.

¿Dónde estarían Will y Ali? ¿Qué pensarían de él? ¿Sería cierto que “ella” les quito dinero también a ellos? Después de lo que hizo con él todo era concebible.

Cada vez que pensaba en “ella” volvía a hacerse las mismas preguntas. Hubo un tiempo en que en medio de la vorágine de sus pensamientos, a veces aparecía un ápice de esperanza, pero él luchaba contra ella y la sacaba de su corazón a como diera lugar. Pasaba fines de semanas enteros en Atlantic City, Las Vegas, Mónaco, jugando y derrochando dinero como quien lo usa para alimentar el fue de una chimenea muerta y fría. Acompañado siempre por mujeres cuyos nombres nunca le interesó saber. Para el había solo un nombre de mujer, y ese estaba prohibido…

31

Ali se daba los últimos retoques delante del espejo antes de salir. Esta noche celebraban el buen comienzo de la temporada de Football, para los Dallas Cowboys, el equipo había ganado la temporada pasada sobre los Patriots de New England en el Super Bowl, eran los campeones y se proponían seguir siéndolo. El equipo había ingresado al National Football League en el año 1960. Desde sus principios fue muy popular. Ostentaban el record de Campeones del Super Bowl con ocho, eran el equipo que más veces habían ganado, 20 consecutivas, y su valor en capital era de aproximadamente medio billón de dólares, el equipo más poderoso del país.

Cuando Ali y Will se graduaron junto con Cristina y Paul, nunca pensaron que el destino los llevaría a donde estaban ahora. Después de perder la pista de Cristina y de Paul, él cual nunca les devolvió ninguna llamada que le hicieron, ambos recibieron una oferta de trabajo en Dallas, en el estado de Texas, y para allí se fueron. Un año más tarde cuando por fin Cristina se puso en contacto con ellos y les contó lo sucedido con Paul, volvieron a unirse y ser la familia que eran, no sin antes regañarla por no haberse comunicado con ellos antes, “la vergüenza no me dejaba mostrar mi cara ante ustedes”, fue la explicación que dio ella. Las actividades de Cristina eran tantas y sus ingresos tan altos que pronto necesito un contador de libros para ella sola, así fue como Ali se convirtió en la administradora de la fortuna de Cristina. La gran ilusión de Will había sido siempre jugar Football, profesional, pero nunca pudo, los años en la escuela de derecho lo despertaron del sueño y puesto que quien no puede jugar, dirige, se convirtió en agente deportivo, y así fue como llegó a dirigir las carreras de mucho de los grandes jugadores del deporte que amaba.

Cuando el equipo de los Dallas Cowboys abrió sus acciones al público, Will empezó a comprar y a comprar, y cuando Cristina se dio cuenta de lo que estaba haciendo su hermano–postizo, lo ayudó y entre ambos compraron la mayoría de las acciones del equipo. Hoy en día Will era el Gerente General de Dallas Cowboys, el equipo de Football más acaudalado del país. La participación de Cristina como socio capitalista era privada.

–¿Llamaste a Cristy?

–No, ¿Por qué?

–Me encontré un recado de ella que la llamáramos luego.

–¿Por qué no me lo dijiste antes?

–No pensé que fuera urgente.

–Tan hermano que te dices de ella y no la conoces ni un poquito.

La respuesta de Will fue coger su teléfono celular y llamarla.

–Hola Cristy, todavía no te perdono que no hayas venido a la cena de esta noche, van a estar todos los jugadores allí, a Pauly le hubiera encantado.

–¿Y dónde te crees que estoy?

–¿Dónde?

–En tu casa…–Dijo Cristina riendo y entrando en el cuarto corriendo.

–Cristy…Me vas a matar de un susto…

Ali se paró y vino hasta ella abrazándola y dándole un par de besos bien sonados, Will hizo lo mismo.

–Pauly está con las niñas.

–Me haces la persona más feliz del mundo. Ya era hora…

–Tienes razón Ali, ya era hora. Se acabaron los escondites, la discreción y el miedo, al diablo con la sociedad. Tengo que empezar a disfrutar mi vida con mi hijo porque el tiempo pasa y no vuelve; ya voy a cumplir 26 años… ¡Te imaginas, soy una vieja…!

–Oye, oye, aguanta ahí, que yo cumplí 32 y estoy entero todavía.–Dijo Will.

–Sí, sí, muy entero…

Era Ali burlándose de su marido que siempre se las daba de galán.

–Hay que llamar ahora mismo para poner dos puesto más en nuestra mesa.

–Ya yo lo hice. Todo está arreglado.

–Pues vámonos, pero…. Algo ha pasado que te ha hecho cambiar y me lo tienes que contar todo con lujo de detalles.

–Nada ha cambiado, solo que me he dado cuenta que la vida sigue, que soy my afortunada por tener a Pauly y a todos ustedes y en vez de seguir amargándome la existencia con el pasado tengo que disfrutar el presente porque uno nunca sabe cuando el destino le traerá otro revés.

–Que reveses ni que ocho cuartos, ya tu pasaste lo que ibas a pasar, agotaste la cuota de sufrimiento que te tocaba… De ahora en adelante, a disfrutar.

–Espero que Dios te este oyendo.

–El siempre lo hace.

Con una nueva alegría que trajo la presencia de Cristina y Pauly en la casa, todos se fueron riendo llenos de felicidad.

En la fiesta Cristina bailó con todos los jugadores de los Cowboys, con Will y con un montón de gente más que no conocía, hacía años que no bailaba, el baile le recordó que estaba viva y joven. Ali se pasó de tragos y terminó cantando arriba de una mesa y Will terminó cantando con Cristina después de desplazar al cantante de la orquesta. Habían llegado a casa de madrugada.

Llevaron a los niños a la presentación de los jugadores, a que los vieran y se tomaran fotos con ellos, cosa que los hizo muy felices, pero antes de comenzar la cena, los mandaron a casa con Adela, la niñera. Aparentemente los cuatro se habían ido a dormir felices, sin embargo lo que Cristina había pretendido era olvidar su tragedia por unas horas, pero al despertar la realidad se hizo presente como con un gran peso y una total incertidumbre.

Tenía que regresar cuanto antes a su casa y entonces, a solas, en la tranquilidad de su hogar, explicarle todo a Pauly de una manera que no lo hiriera. Aunque los Gallagher no habían descubierto nada a cerca de su paradero, no se seguiría escondiendo, el destino se encargaría del futuro y Pauly tenía que estar preparado para cuando llegara el día en que conociera a su padre. Su miedo era infundado, nadie podría quitarle a su hijo, además no creía que a Paul le interesara ahora su existencia si nunca antes lo hizo, en cuanto a los abuelos y el bisabuelo tampoco serian problema, lo único incomodo de todo este lio era explicarle a Pauly de manera que no sufriera con la verdad. Ella podría hacerlo, estaba segura, no quería preparar ningún discurso, solo quería hablarle con su corazón abierto y con el amor que solo una madre puede sentir al tratar de contarle una triste verdad a un hijo. Pensó “Papi, necesito tu ayuda una vez más, no me dejes sola por favor.”

Así fue como, ante las protestas de Will y Ali, después del desayuno, salieron para New York. Aunque Cristina pensaba hablar con el niño cuando llegara a la casa, se dio cuenta que en el avión podría hacerlo también, con la ventaja de que aquí no estaba Rosi la cual era seguro querría participar en la conversación. Sin pensarlo más, comenzó.

–Pauly, tengo que decirte algo muy importante. Quiero que me escuches hasta el final sin interrumpirme, yo contestaré tus preguntas al final, pero ahora déjame hacerte un cuento en el cual tú eres el principal protagonista.

–OK mami, me encantan los cuentos, y si yo estoy en ellos mejor. ¿Esto es algo de cuando yo era chiquito?

–Más o menos, veras. Tu padre y yo nos conocimos hace…

–Mami, me vas a hablar de mi papá…Que bueno…

–Acuérdate que te dije que tenías que escucharme hasta el final.

–Sí, sí, lo siento, sigue, no te interrumpo más.

La alegría que veía en la cara del niño le destrozó el corazón, pero tenía que seguir, no podía echarse atrás ahora.

–Bien, como te decía, tu papá y yo nos conocimos cuando éramos muy jóvenes y siempre fuimos muy buenos amigos, los mejores amigos. Al terminar la universidad decidimos casarnos y sin decirle nada a nadie nos fuimos para una isla muy linda que se llama San Ignacio y allí nos casamos; fuimos muy felices… Sin embargo sucedió algo que quizás en este momento no entiendas pero cuando seas mayor te lo explicare de nuevo, y por eso tuvimos que regresar muy pronto después de nuestra boda; cuando llegamos aquí nos encontramos con que había muchos problemas y desgraciadamente no podíamos seguir juntos…

Cristina hizo silencio por un momento para que Paul preguntara, pero el niño guardo silencio y esperó a que su mamá siguiera el cuento.

–Esos problemas hicieron que nos separáramos. Como te dije antes los problemas son complicados y en este momento no los entenderías, el asunto fue que cada uno siguió su camino y formamos nuestras propias vidas. Tu papá volvió a casarse y formó otra familia, y tú y yo formamos la nuestra. Los adultos a veces usamos razones para justificar nuestros actos que no son muy lógicas pero, qué podemos hacer si nos hizo Dios. Es por eso que te digo que cuando tengas más edad trataré de explicarte todo esto de nuevo. De momento yo creo que tu y yo somos muy felices, nos queremos mucho, tenemos a Rosi, a tío Will, a tía Ali, a los Hackman, a tía Winona y tío Lucas con las mellizas, estamos rodeados de gente buena que nos quiere y son nuestra familia así que no necesitamos a nadie más. Cuando tú crezcas, si tú quieres, puedes tratar de ponerte en contacto con tu padre, si lo quieres conocer, pero ahora no creo que se deba hacer porque como te dije, él tiene otra familia y a los adultos cuidamos mucho la privacidad de la familia.

Cristina hizo otra pausa, esperando las preguntas del niño, mientras más este tardaba en hacerlas más miedo tenia ella de encontrar la respuesta adecuada.

–¿Quieres preguntarme algo?

El niño la miró por unos segundos y le dijo.

–En la escuela hay muchos niños que viven con sus mamás y otros que viven con sus papás, dicen que porque los padres están divorciados. ¿Tú y mi papa están divorciados?

–Yo no tengo conocimiento de eso. A mi entender todavía estamos casados, pero puesto que él tiene otra familia y seguro se casó con su nueva esposa, él tiene que haber hecho algún trámite legal para haberse divorciado, pero yo no lo sé. Como vez es complicado.

–¿Y si él se casó por qué tú no te casaste también?

–Porque yo estoy muy bien así. Te tengo a ti y con eso me basta y me sobra. Todo el amor que yo tengo es para ti.

–Entonces mi papá le dio su amor a otra persona y no a mí.

–No lo creo, solo que él ahora tiene otra familia y ellos necesitan de su amor, pero cuando él y yo nos casamos, él me quería mucho, igual que yo a él; yo estoy segura de que cuando él te conozca te va a querer mucho, mucho, mucho, porque acuérdate que el amor no se divide, sino que se multiplica.

–Entonces por qué él se casó otra vez.

–Pues parece ser que porque se enamoró de esa muchacha.

–Y entonces se desamoró de ti.

–Algo así.

–Billy me dijo que yo no tenía papá porque él nunca lo ha visto.

–¿Y Billy ha visto a Dios?

–Ah…. Claro, nosotros no podemos ver a Dios, pero sabemos que existe y nos quiere y nos cuida y nosotros también lo queremos a él…

–Exactamente.

–Ah…Ya sé cómo responderle. Gracias mami.

–De nada mi amor.

–¿Y mi papá tiene más niños en su otra familia?

–Yo creo que sí pero no estoy segura cuantos.

–¿Y tú crees que los otros niños querrán conocerme a mí? Yo quiero conocerlos a ellos.

–Por eso tenemos que esperar hasta que tú seas algo más grande a ver como arreglamos esas cosas.

–¿Y mi papá no tiene papás, igual que tú?

–Cuando nosotros nos casamos si tenía papás, pero ahora no lo sé.

–Entonces yo no sé si tengo abuelos o no.

–Tú tienes a abuela Rosi.

–Y si Rosi se casa, entonces yo tengo abuelo. ¿Por qué no le decimos a Rosi que se case?

–Podemos tratarlo, esa es muy buena idea.

Cristina sabía que sus ángeles la estaban ayudando y les dio las gracias. La conversación se desvió hacia otros temas y cuando se dieron cuenta ya estaban aterrizando. Cristina se hizo una nota mental de hablar con Rosi y contarle lo que le había dicho a Pauly, no quería que hubieran dos cuentos distintos.

32

La salida de Cristina y el niño tan temprano le extrañó a Ali quien esperaba que se quedara al menos un día más con ellos.

–¿Will, tú crees que Cristy esté tan bien como dice?

–No, acuérdate que no sabe mentir, se le ve al instante que está diciendo mentiras.

–¿Y por qué no le reclamaste?

–Por lo mismo que no le reclamaste tú que eres la que más le pelea de los dos. Acuérdate que ella es ya un adulto, no es nuestra hija, y es mucho más inteligente que nosotros.

–La inteligencia no tiene nada que ver con esto. Yo no le reclamé porque no quise hacerla sufrir.

–Lo mismo me pasó a mí.

–¿Qué tan ocupado estas tu esta semana? Me gustaría ir a su casa con algún pretexto y quedarnos unos días.

–Buena idea, voy a arreglar el viaje ahora mismo.

 

♣♣♣

 

La mañana anunciaba la cercanía del otoño, pero todavía no llegaba. El día estaba gris sin embargo la temperatura era agradable. Desde la oficina de Gene Hackman se podía ver el puerto de New York con sus transatlánticos y sus yates. Manhattan era una ciudad única, no importaba el color del día o la estación del año, solo había que saber quererla.

Gene no había podido quitarse de la mente el cuento de Cristina. No podía concebir que Anthony Gallagher tuviera algo que ver en una cosa tan baja como esa. Anthony podría ser un borracho pero era un hombre de buen corazón y quería a su hijo. El viejo Gallagher era otra cosa, era duro y guardaba las distancias, pero tampoco parecía un mal hombre. ¿Entonces cómo se explicaba todo cuanto había pasado Cristina? El no conocía al tal Paul Junior, pero se lo imaginaba… Engreído, petulante, vanidoso… ¿Qué podría haber visto Cristy en semejante imbécil? Claro que ella era muy joven cuando aquello y ese cretino seguro se habían burlado de ella muy fácilmente. En fin, lo hecho, hecho estaba, aunque no se sentía bien trabajando con los Gallagher iba a terminar este asunto del pase de propiedad e iba a dar por concluida su amistad con Tony; tenía que controlarse, él era un profesional y así lo haría, pero esta sería la última vez que tuviera contacto con alguien de esa familia.

Oyó la puerta privada de su despacho abrirse y miró, era Bailey que tampoco traía buena cara.

Gene le había hecho el cuento de Cristina y Bailey estaba enojadísimo, no quería ver a los Gallagher.

–Los documentos están listos. Llama a tu amigo Anthony y dile que vengan cuanto antes a terminar con ese asunto y no los quiero ver más por aquí.

–Ya Helen los llamó y están esperando.

Helen había sido secretaria de Gene por muchos años y era de toda su confianza, él le había dado instrucciones de que hiciera esperar a los Gallagher por lo menos unos 15 minutos, sin invitarlos a sentarse o tomar nada y que luego los pasara. Los títulos estaban encima de la mesa del salón de conferencia donde se llevaría a cabo el último trámite; la firma. Ninguno de los hermanos los quería en su oficina. Aunque Cristina les había indicado que esto no tenía nada que ver con ella no podían resistir la tentación de ponerlos en su lugar como se merecían, si no lo hacían era por respeto a ella, pero ya habría tiempo en un futuro de arreglar las cuentas con los Gallagher.

El principal salón de conferencia de la firma Hackman y Hackman se encontraba en el mismo piso que las oficinas de Gene y Bailey, había otros salones pero este era para uso de los hermanos solamente. Pensaron encontrarlos en un salón pequeño e impersonal de cualquier otro piso, pero luego cambiaron de parecer puesto que sería una molestia mas para ellos, además, lo único que querían era terminar cuando antes con todo aquello. El salón se encontraba en una esquina del edificio y sus paredes la formaban grandes ventanales que dejaban ver la parte baja de la isla y la salida del rio hasta la Estatua de la Libertad.

Oyeron la puerta abrirse y vieron como Helen los precedía.

–Buenos días Bailey, Gene, cómo se encuentra tu esposa.

La pregunta lo cogió desprevenido pero se repuso enseguida.

–Bien.

Ni gracias ni nada, solo monosílabos.

–Siéntense allí.

Ni por favor ni buenos días. Gene, dirigiéndose al viejo Gallagher le dijo.

–Empiece a firmar por aquí. Hay 10 originales, de ellos emplearemos unos cinco, entre ellos uno se enviará a la Bolsa de Valores, otra al registro del condado, otro se les hará llegar a sus accionistas, etc. Nosotros nos quedaremos con uno y usted tendrá los demás por si los necesitara en un fututo.

En la gran mesa había 10 sets de papeles, todos con una pluma al lado para ser firmados. Gene y Bailey no se sentaron, esperaron de pie hasta que el viejo Gallagher terminara con las firmas.

Aquí pasa algo, pensó el viejo, estos están muy callados y circunspectos. Cuando terminó de firmar los miró de una manera inquisitiva y les preguntó.

–¿Ocurre algo? ¿Hay algún problema?

–No. dijeron al unísono los hermanos.

–Entonces a que se debe la frialdad con que se están comportando. Les ruego que me expliquen, qué cambió del sábado a hoy para que su actitud se tornara fría y poco amable.

Bailey fue quien contestó. Quería a Cristina como a su propia nieta y quería matarlos a ambos por haberse comportado de una manera tan baja con ella.

–Sr. Gallagher, somos personas ocupadas y tenemos el día lleno de trabajo.

Si las palabras hubiesen sido más frías se hubieran congelado en el ambiente. Anthony preguntó dirigiéndose a Gene.

–¿Tiene esto algo que ver con la reacción que tuvo tu esposa ayer cuando nos vio?

–Lo que mi esposa haga o deje de hacer no es de tu incumbencia.

–Bien, si eso es lo que desean –Dijo el abuelo Gallagher– No tengo ninguna objeción. Sin embargo si no nos dicen que hemos hecho para provocar semejante reacción en ustedes, no podremos corregirlo.

–Hay errores que no pueden corregirse nunca.–Le respondió Bailey

–Gene – dijo Anthony – ¿Qué pasa? Hace apenas unos días me estabas sermoneando a cerca de la amistad y ahora resulta que no quieres saber nada de mí; porque eso es lo que están haciendo ustedes, diciéndonos que terminemos y nos larguemos de una vez. ¿O era solo palabrería barata lo que usaste conmigo? Nunca supe que fueras un hipócrita o que te callaras las cosas que deberían salir a la luz. ¿Es que acaso esto tiene algo que ver con mi hijo Paul y tu esposa? Porque si es así, dímelo ahora mismo y se arregla inmediatamente, mi hijo es mayor de edad y dueño de sus actos y si tuvo algo que ver con tu esposa antes de tu casarte con ella es ridículo que te pongas así ahora.

–Que tantas estupideces estás hablando. ¿Qué tiene mi mujer que ver con tu hijo ni con todo esto? ¿Qué estas insinuando? Tu hijo puede ser un cretino que va por la vida destruyéndole la vida a jovencitas inocentes, pero mi esposa es una señora decente y nunca en su vida se enredaría con un delincuente como tu hijo.

–Un momento. ¿Por qué dices que mi hijo es un delincuente? ¿Qué ha hecho? Vamos, habla…

–Tú sabes perfectamente que ha hecho…

Bailey tomó a Gene del brazo aguantándolo, creía que le iba a ir arriba a Anthony en cualquier momento.

–Señores, nuestro trabajo con ustedes ha terminado. Por favor esperen fuera, una secretaria les entregara los documentos en breve.

Anthony y su padre se miraron sin comprender lo que pasaba.

–No, yo no me voy, yo tengo que aclarar esta situación. Creo que estamos todos hablando de cosas diferentes… Gene tu eres mi mejor amigo, una de las personas más decente que he conocido en mi vida, no conozco a tu hermano de nada pero si te conozco a ti, por favor habla de una vez y dinos cual es el problema.

Bailey miró a Gene como diciéndole, “no lo hagas”…. “no la nombres”…

–Si lo dejamos así no le estaremos haciendo bien a nadie, si alguien esta ofendido por algo díganlo y le buscaremos solución. Bailey ¿Desde cuándo nos conocemos? ¿Sabes tú de alguna circunstancia en que yo haya actuado de una manera injusta e irracional con alguien?

–Sí.

–Pues dila de una vez.

–No Paul, eso es asunto tuyo, yo no tengo nada que decir. Señores, por favor salgan y esperen afuera.

El viejo Gallagher se levantó y salió caminando hacia la puerta dejando a Anthony detrás, el cual miraba con ojos desorbitados a Gene.

–Por amor de Dios Gene, dime de una buena vez qué pasa.

Pero Gene no respondió, se dirigió a la puerta privada del salón y salió con Bailey dejando a Anthony en la sala. Cuando se dio cuenta de que estaba solo se dirigió a la puerta no sin antes quedarse mirando el lugar por donde había salido Gene, esperando que un milagro lo hiciera regresar. La secretaria apareció en menos de cinco minutos con los originales encuadernados individualmente y se los entregó a Anthony. Este tomó el ascensor con su padre y por fin salieron del edificio. Entraron en el carro donde el chofer los estaba esperando; fue Anthony quien rompió el silencio.

–Tiene que haber una explicación lógica para todo esto. Gene es un hombre honrado y serio, nunca conocí a nadie como él.

–Lo mismo puedo decir yo de Bailey. Sencillamente no entiendo nada.

Anthony cogió el teléfono y llamó a su hijo.

–Paul, los papeles están en regla, ya eres el propietario de la fortuna de tu abuelo, incluyendo GALCORP. Hijo, necesito que me contestes una pregunta, es muy importante para mi…

–Tú dirás.

Siempre con el tono de voz comedido y sin emociones, como un robot.

–¿Tu tuviste algo que ver con una señora mayor llamada Crystal?

–Me lo preguntaste la otra noche y te dije que no.

–Te acuerdas del nombre de todas las mujeres con quien te has acostado entonces.

Paul no respondió inmediatamente, pasaron unos segundos eternos antes de decirle a su padre.

–¿Te acuerdas tú de todas la botellas de whisky que te has tomado en tu vida?

Se lo merecía, se dijo a si mismo Anthony, el hecho de llevar unos días sin beber no lo redimía de una vida tirada a la basura por culpa del alcohol. Anthony no supo que responder, por eso fue el abuelo quien le contestó.

–Hijo, tenemos un problema y nos gustaría que nos ayudaras. No sabemos por dónde empezar. Espéranos en tu despacho, ya vamos para allá.

Paul no contestó, solo colgó el teléfono. Que se traían ahora su padre y su abuelo y desde cuando les interesaba su vida sexual… Los oiría, porque precisamente eran los problemas los que lo hacían vivir, lo sacaban de los tenebrosos abismos de su mente, de sus pensamientos oscuros y de las cobardes lamentaciones con las que batallaba a diario.

Cualquier problema era bien venido, y si necesitaba el usa de la violencia, mejor.

33

Fiona vio llegar al viejo acompañado de Anthony y se paró enseguida para abrirles la puerta del despacho de Paul pero estos no le dieron tiempo, sin tan siquiera mirarla entraron y tiraron la puerta cerrándola de un golpe. Una vez había intentado oír lo que pasaba dentro encendiendo el intercomunicador que la conectaba con Paul, pero este la había descubierto. Ella se disculpó diciendo que no entendía bien cómo funcionaba aquello, y como respuesta Paul quitó dicho aparato y la aleccionó diciéndole que si quería comunicarse con él usara el teléfono regular.

Aquel muchacho apuesto y arrogante la tenía loca. Se había enamorado de él el mismo día que empezó a trabajar como su secretaria, fue como la corriente eléctrica que descargan los rayos en medio de las tormentas, no podía quitárselo de la mente. Él ni la miraba, a veces pensaba que ni cuenta se daba de su existencia pero a ella no le importaba, se conformaba con verlo entrar y salir de su oficina. Cuando la llamaba para algo se derretía tratando de congraciarse con él pero este nunca se dio cuenta de nada, vivía en su mundo, solo y enfurecido con su destino. ¿Qué hubiera dicho Agnes si supiera lo que sentía por Paul? ¿Y qué pasaría si este supiera que toda aquella tragedia fue orquestada por su madre? ¿Qué le haría? Cuantas veces pensó decirle la verdad para ganarse sus favores, pero nunca lo hizo porque ella también saldría perdiendo. El día menos pensado se lo diría, aunque solo fuera para arruinar a Agnes, a la cual odiaba desde lo más hondo de su podrido ser.

Decidió llamarla para sacarle más dinero.

–Agnes, te tengo una información que te puede interesar, ¿Cuánto me pagas por ella?

–Si no me dices de qué se trata como voy a saber cuánto vale.

–Digamos que tiene que ver con tu familia.

–Dímelo ahora mismo.

–Primero el precio.

–No seas estúpida, sabes que siempre te pago bien, vamos, suelta la lengua.

–Esta noche, en el Skinny Bar.

–No, ahora.

–No.

Le cortó la comunicación. La dejaría esperar algunas horas para sacarle más. ¿Qué harían el abuelo, el padre y Paul encerrados en su oficina? Había entrado a la oficina con el pretexto de preguntarles si necesitaban algo pero Paul le dijo que no y que saliera; tan cortante y arrogante como siempre. Cuanto odiaba a este malcriado niño bonito…El amor y el odio que sentía por el iban de la mano. Ya le llegaría el día, como a su madre…

 

♣♣♣

 

Mientras tanto, en el despacho de Paul se desarrollaba la reunión familiar más extraña que este recordara en su vida.

–Lo que me cuentan no tiene ningún sentido.

Les dijo Paul que los había esperado sentado en su salón de estar. Allí ellos le había contado lo ocurrido, pero él seguía sin entender.

–Ustedes piensan que yo me acosté con la mujer de Gene y que cuando esta los vio, asoció nuestro parecido físico y le dio una ataque de algo para deshacerse de ustedes. ¿Entonces por qué no los dejaba ir, por qué insistía en que se quedaran…? A mi entender eso no tiene ningún sentido. Además me ofende un poco que enseguida hayan pensado en mí. Ninguno de los dos me conoce lo suficiente como para inventar semejante cuento.

–¿Entonces qué tú crees que pasó?

Preguntó el abuelo, aunque se dio cuenta que era absurdo preguntarle a Paul.

–Ese es el problema – Contestó Anthony – No lo sabemos, pero estoy seguro que cualquier cosa que sea, tiene algo que ver con la esposa de Gene.

–Busquen un detective privado que les averigüe.

“¿Sabría Paul lo que él estaba haciendo?”– Pensó Anthony. –”Imposible…”

–Es buena idea. Anthony, por qué no te encargas tú de eso.

–Si claro.

–Entonces, no me necesitan más.

–¿Deseas almorzar con nosotros? Podríamos seguir especulando y empatando cabos, estoy casi seguro que descubriríamos que hay detrás de todo esto.

–No, no me interesa, a mi no me metan en sus líos. Yo tengo algo que hacer. Los veo en el fin de semana.

Con la misma se levantó y se fue. El abuelo y el padre se quedaron sentados en el despacho de Paul y Anthony le dijo a su padre.

–Papá, hice algo sin consultar contigo y tengo la corazonada de que debo decírtelo, no sé por qué creo que todo esto tiene algo que ver, lo uno con lo otro.

–¿Qué hiciste Anthony?

–Retuve los servicios de una compañía de investigación para averiguar el paradero de Cristina.

El viejo Gallagher se irguió en su butaca

–¿Por qué has hecho eso?

–Porque creo que aquí hay algo que no encaja. El cuento de Cristina y la carta y el dinero, nada de eso tiene sentido.

–Ya es muy tarde para reaccionar de esa manera Anthony, si tenias alguna duda, el momento de expresarla era hace diez años, no ahora, ahora no sirve para nada.

–Yo creo que sí. Imagínate que alguien que estaba completamente opuesto a la relación entre Cristina y Paul hubiese hecho algo drástico para impedir que esos dos se juntaran.

–Estas pensando en Agnes.

–Efectivamente. ¿Por qué fue ella quien te vino a la mente?

–Porque ella nunca ocultó su desprecio hacia la chica. Pero por muy mala que sea tu mujer, no la creo capaz de arruinarle la vida a su propio hijo. ¿Además que tiene eso que ver con la mujer de Gene y con los Hackman? No quiero que sigas indagando nada sobre esa muchacha, si tu hijo se entera te odiara para toda la vida. El estiércol mientras más se revuelve peor huele. Vamos a almorzar y a olvidarnos de todo este desagradable incidente. Si hasta ahora hemos vivido sin los Hackman podremos seguir haciéndolo. Yo me encargaré que uno de nuestros abogados revise estos documentos, no vaya a ser que los Hackman hayan hecho algo mal a propósito.

Anthony se paró del sofá donde estaba sentado y encaró a su padre como nunca lo había hecho.

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