Chernobyl

Chernobyl


17. Domingo, 27 de abril.

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Domingo, 27 de abril.

El humo no permanece mucho tiempo en el aire. Lo que hace visible una columna de humo son las pequeñas partículas de hollín, las cenizas y las otras cosas que contiene, todas ellas efímeras. Las partículas más grandes caen pronto al suelo; las restantes lo hacen más despacio, o son diluidas por la lluvia o por el mismo aire en el que flotan, de modo que ya no pueden verse. Los gases incorporados al humo, sin embargo, permanecen. Muchos de los gases de un accidente nuclear son invisibles pero no indetectables. Un análisis químico los localizará rápidamente, aunque si fuera necesario un laboratorio para detectarlos no causarían demasiada preocupación. Desgraciadamente, se anuncian de una forma diferente y mucho más alarmante: por la radiación que desprenden.

La primera persona que observó algo extraño en el aire que le envolvía fue un soldado finlandés. Ya no quedaba humo cuando la nube procedente de Chernobyl alcanzó la frontera finlandesa, así que no vio nada. Sus instrumentos sí. El deber del soldado era supervisar una estación detectora de radiaciones entre Finlandia y la URSS, y lo que sus instrumentos indicaban fue un incremento pequeño, pero inexplicado, de los niveles normales de radiación. El soldado informó inmediatamente a sus superiores, pero éstos decidieron ocultarlo. Había un factor político a tener en cuenta. Finlandia no forma parte del Pacto de Varsovia, pero por ello mismo los finlandeses han aprendido a ser discretos. Pensaron que era posible que la radiación proviniera de alguna prueba nuclear soviética no anunciada. En Finlandia no se emiten indiscriminadamente informes preocupantes sobre las acciones nucleares de sus vecinos soviéticos.

Finlandia, sin embargo, no fue el único país en descubrir que había algo extraño en el aire, aquel pacífico domingo de abril. Sólo fue el primero. A las dos de la tarde, en la central nuclear sueca de Forsmark, un trabajador que terminaba su turno pasó por el control de radiación. La prueba era pura rutina, pero los resultados no.

Sus zapatos eran radiactivos.

Suecia no se toma a la ligera un descubrimiento de radiactividad inexplicada. Hay un poderoso movimiento antinuclear entre los suecos. Todo lo que ocurre en una central nuclear es vigilado con suma atención. Así que aquella información fue transmitida en seguida a la cadena de alerta nacional. Causó preocupación inmediata, que se multiplicó cuando otras estaciones informaron que también su aire se mostraba tan sorprendentemente radiactivo como después de una prueba nuclear. O como después de una bomba.

El primer pensamiento (después de que decidieran que las centrales suecas eran inocentes) fue aterrador. La mayor parte del aire de Escandinavia proviene del oeste y del sur. (Es por esta razón que el humo de las fábricas inglesas está matando los lagos suecos: los británicos se deshicieron de su niebla, de su «puré de guisantes», con grandes chimeneas que exportan la contaminación a Escandinavia.) Así que dedujeron que la fuente de la radiación estaba en el Reino Unido. ¿Era posible que Inglaterra hubiera sufrido un ataque nuclear? Las estaciones de radio británicas continuaban su emisión. Por otro lado, ¿podrían haber hecho los ingleses, los alemanes o los holandeses, de forma totalmente imprevista, una prueba nuclear? Entonces los meteorólogos siguieron el curso de los últimos movimientos del aire sobre Suecia e informaron a las autoridades nucleares que las pautas eran un poco insólitas. La nube radiactiva no venía del oeste; cosa bastante atípica, el aire de más reciente entrada se había originado en el sur y en el este.

Había venido de la Unión Soviética.

Los suecos son tan prudentes respecto a sus vecinos como los finlandeses, pero les importa menos la sensibilidad soviética. No vieron motivo para mantener el asunto en secreto. Informaron a las agencias de prensa. La noticia saltó inmediatamente a primera plana. Una hora después, la mayor parte del mundo sabía que algo grande y nuclear había sucedido en la URSS… Casi todo el mundo, en realidad, excepto la propia Unión Soviética.

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