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Libro I

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Costeando hasta el Termodonte y el Cáucaso, llegaron al río Fasis, que está en la Cólquide. Cuando la nave hubo fondeado, Jasón se presentó a Eetes, a quien comunicó el encargo de Pelias y le pidió el vellocino[148]. Eetes prometió entregárselo si era capaz de uncir él solo los toros de pezuñas broncíneas; eran dos toros salvajes, de enorme tamaño, obsequio de Hefesto, que Eetes poseía; estaban provistos de pezuñas de bronce y arrojaban fuego por la boca. Le dijo que los unciera y sembrara dientes de dragón, pues tenía, recibidos de Atenea, otros tantos como los que Cadmo había sembrado en Tebas[149]. Mientras Jasón cavilaba cómo uncir los toros, Medea se enamoró de él; era una hechicera, hija de Eetes y de la oceánide Idía. Temiendo que los toros destrozaran a Jasón, prometió, sin conocimiento de su padre, ayudarle a uncirlos y conseguir el vellocino si juraba tomarla por esposa y llevarla en su viaje a la Hélade. Jasón consintió y ella le proporcionó una droga, diciéndole que untara con ella el escudo, la lanza y su cuerpo cuando se dispusiera a uncir los toros, pues le aseguró que, untado con ella, durante un día ni el fuego ni el hierro podrían hacerle daño; le advirtió que una vez sembrados los dientes surgirían de la tierra hombres armados contra él, y le aconsejó que, viéndolos agrupados, desde lejos arrojara piedras en medio, y que, mientras por ello combatieran entre sí, los matara[150]. Jasón, tras oír esto, untado con la droga llegó al bosque sagrado del templo, buscó a los toros y, aunque lo envolvieron en llamas, los unció. Cuando hubo sembrado los dientes, brotaron de la tierra hombres armados; donde vio muchos juntos, sin ser notado arrojó piedras, y mientras luchaban unos contra otros, se acercó y los mató[151]. A pesar de haber uncido los toros, Eetes no quiso entregarle el vellocino, sino que pretendía quemar la Argo y dar muerte a sus tripulantes. Pero Medea, adelantándose, condujo a Jasón por la noche a donde estaba la piel, y, tras adormecer con una droga al dragón que la guardaba, se apoderó de ella y se dirigió a la Argo con Jasón, llevando también a su hermano Apsirto; y con ellos a bordo los Argonautas zarparon durante la noche.

Regreso de los Argonautas. Asesinato de Apsirto

Eetes, ante la audacia de Medea, intentó 24 alcanzar la nave. Medea, al verlo cerca, asesinó a su hermano y despedazado lo arrojó al mar[152]. Eetes se retrasó en la persecución por recoger los pedazos del niño; entonces emprendió el regreso y enterró los miembros rescatados en un lugar que denominó Tomos[153]. Envió a gran número de coicos en busca de la Argo, amenazándolos con aplicarles el castigo destinado a Medea si volvían sin ella; así se dispersaron y buscaron por distintos lugares.

Cuando los Argonautas navegaban frente al río Erídano, Zeus, irritado por el asesinato de Apsirto, les envió una violenta tempestad que los desvió de la ruta. Al pasar junto a las islas Apsírtides, la nave dijo que no cesaría la cólera de Zeus hasta que no llegaran a Ausonia[154] y fueran purificados de su crimen por Circe[155]. Costearon los países de los ligures y los celtas, y, después de atravesar el mar de Cerdeña, bordeando la Tirrenia llegaron a Eea y allí suplicaron a Circe y ella los purificó[156].

Las Sirenas. Escila y Caribdis. Llegada ante los feacios

25 Pasaron junto a las Sirenas, y Orfeo, contrarrestándolas con su canto, pudo contener a los Argonautas[157]. Sólo Butes nadó hacia ellas, pero Afrodita lo arrebató y lo estableció en Lilibeo. Tras las Sirenas la nave topó con Caribdis y Escila y las rocas Errantes[158], sobre las cuales se veía elevarse abundante fuego y humo. Pero Tetis y las demás Nereidas a petición de Hera ayudaron a la nave a pasar entre ellas. Costearon la isla Trinacia, donde estaban las vacas de Helios[159], y llegaron a Corcira, la isla de los feacios, donde reinaba Alcínoo[160]. Y los coicos, al no poder encontrar la nave, unos se establecieron en los montes Ceraunios, otros yendo a Iliria colonizaron las islas Apsírtides[161]. Pero los que habían llegado a los feacios, encontraron allí la Argo y pidieron a Alcínoo que les entregara a Medea. El rey les contestó que, si ya se había unido con Jasón, se la concedería a éste, pero en el caso de que aún fuera virgen, la devolvería a su padre. Arete, esposa de Alcínoo, adelantándose, procuró que Medea yaciese con Jasón; entonces los coicos se establecieron entre los feacios, y los Argonautas se hicieron a la mar con Medea[162].

Los Argonautas en Ánafe y Creta: Talo. Regreso a Yolco. Muerte de Pelias

Navegando de noche los sorprendió 26 una furiosa tormenta, y Apolo, situado en las cumbres Melantias, relampagueaba asaeteando el mar. Entonces ellos divisaron una isla cercana y anclando allí la denominaron Ánafe, porque había aparecido (anaphanenai) inesperadamente[163]. Erigieron un altar a Apolo Egleto[164] y, después de ofrecer un sacrificio, se entregaron al festín, y doce servidoras que Arete había dado a Medea bromearon con los jefes, por eso es costumbre aún ahora que las mujeres hagan bromas en los sacrificios. Desde allí se dirigieron a Creta, pero Talo les impidió acercarse; unos dicen que éste era de la raza de bronce, otros que había sido entregado a Minos por Hefesto; era un hombre de bronce, pero según algunos era un toro. Tenía una sola vena que se extendía desde el cuello hasta los tobillos, y el extremo de la vena estaba cerrado con un clavo igualmente broncíneo. Talo vigilaba corriendo alrededor de la isla tres veces al día; por eso también cuando vio acercarse la Argo le arrojó piedras. Murió engañado por Medea, pues unos dicen que ella lo enloqueció con drogas, otros que habiendo prometido hacerlo inmortal le sacó el clavo y, al fluir todo el icor, murió[165]; pero también se dice que pereció al ser flechado en el tobillo por Peante.

Después de pernoctar en Creta tocaron en Egina a fin de hacer aguada y surgió una competición entre ellos por la obtención del agua[166]. Desde allí, navegando entre Eubea y Lócride, llegaron a Yolco, habiendo invertido en todo el viaje cuatro meses.

27 Pelias, que no contaba con el retorno de los Argonautas, determinó matar a Esón, pero éste pidió darse muerte él mismo, y al ofrecer el sacrificio bebió la sangre del toro hasta morir[167]. Igualmente la madre de Jasón, después de maldecir a Pelias, se ahorcó dejando un niño pequeño, Prómaco; pero a éste también lo mató Pelias. Jasón a su regreso entregó el vellocino, y queriendo vengarse del daño sufrido, esperaba el momento propicio. Entretanto navegó con los jefes hasta el Istmo y ofreció la nave a Posidón; luego exhortó a Medea a que buscase el medio de castigar a Pelias. Ésta se dirigió al palacio y persuadió a las hijas de Pelias a que despedazaran y cocieran a su padre, prometiéndoles rejuvenecerlo con sus drogas; para convencerlas, a un carnero troceado y cocido lo transformó en cordero, y ellas, engañadas, hicieron pedazos a Pelias y lo cocieron[168]. Acasto, con los habitantes de Yolco, enterró a su padre y expulsó de Yolco a Jasón y Medea.

Jasón y Medea en Corinto. Medea da muerte a Glauce y a sus propios hijos. Huye a Atenas y regresa a la Cólquide

28 Éstos llegaron a Corinto y vivieron felices durante diez años, hasta que Creonte, rey de Corinto, prometió dar a su hija Glauce a Jasón, quien abandonando a Medea se casó con ella. Medea invocó a los dioses por los que Jasón había jurado y, tras reprochar a éste muchas veces su ingratitud, envió a la novia un peplo envenenado que al vestirlo la abrasó con fuego voraz, así como a su padre que había acudido a socorrerla[169]. Medea mató a Mérmero y Feres, los hijos tenidos con Jasón, y recibiendo de Helios un carro con dragones alados huyó en él y llegó a Atenas. También se dice que al huir abandonó a los niños aún pequeños, dejándolos como suplicantes en el altar de Hera Acrea[170]; pero los corintios los arrebataron de allí y los hirieron mortalmente[171].

Medea llegó a Atenas y allí casada con Egeo, tuvo un hijo, Medo; más tarde, por conspirar contra Teseo, fue expulsada de Atenas con su hijo[172]. Pero Medo sojuzgó a muchos bárbaros y llamó Media a toda la tierra sometida a él; murió en lucha contra los indos. Medea marchó a la Cólquide sin darse a conocer, y al saber que Eetes había sido depuesto por el hermano de éste, Perses, lo mató y devolvió el reino a su padre[173].

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