Belle

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Capítulo 10

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Capítulo 10

Eloise logró su propósito de sembrar descofianza entre Gabriel y Belle y de paso logró quedarse en la casa esa noche. Sin embargo no se quedó quieta a esperar que Belle pudiera convencer a Gabriel. SE adelantó a ella y se levantó muy temprano, entrando sigilosamente en la habitación de su marido para hablar con él. Y le vino de maravilla porque cuando salía de allí, se encontró con belle que venía en ese momento, caminando por el hall y la vio salir de la recamara de su esposo.

Eloise se dijo que no podía desaprovechar semejante oportunidad. —Oh querida Belle ¿Podrías avisar para que me envíen agua caliente? Quiero darme un baño. De paso dile a mi doncella que venga —se dio la vuelta sin decir nada más, pero iba sonriendo.

—Yo no soy su criada. Sí quiere que le preparen un baño, vaya usted misma y pídalo o vea como hace.

Ella se dio la vuelta indignada por el atrevimiento de aquella zorra. —vaya, vaya, parece que el poco tiempo que has sido la amante de mi esposo, te ha dado agallas. Se acercó más —bien, entonces juguemos sucio, querida. ¿Qué te parece si te doy la oportunidad de que te largues de aquí sin demasiado alboroto?

—El único que puedo decirme que me vaya es el barón. Además ¿Por qué haría eso?

—Porque eres la amante, no la baronesa y por más que desees mi puesto, no lo tendrías, ya que jamás dejaré a Gabriel. Sino vivo más con él, tampoco le daré el divorcio.

—Usted ya hizo meritos suficientes para que ese matrimonio sea anulado. Todo Londres sabe lo que hizo. Eloise muy tranquila la miró triunfante —será la palabra de ellos contra la mía. Créeme, puedo ser muy convincente cuando me lo propongo. Además esta el tema de tu padre… —le sonrió de manera diabólica.

—¿Qué pasa con él?

—Bueno, tengo un buen amigo que puede hacer de la vida del pobre hombre, un infierno.

—No se atreva a hacerle daño a mi padre —le contestó ella temblando de miedo y rabia.

Los ojos de Eloise brillaban de gusto —no lo haré, pero solo si te largas de aquí, ahora.

—No me iré —se acercó amenazadoramente a Eloise —y si le hace algo a mi padre, le diré a la policía.

Eloise se echó a reír — ¿A quién van a creerle? No eres más que una criada con ínfulas de grandeza y de paso hija de un  ladrón.

—Mi padre no es ningún ladrón —sus manos estaban cerradas en puños y trataba de contener la ira que le provocaban las palabras de aquella mujer.

—Gabriel no cree mucho en ti, ahora. Sí no te vas, tu padre no durará mucho en aquel lugar.

Él me creerá, es solo que no hemos podido aclararlo todavía.

—No veo que él haya buscado la ocasión para hacerlo —su tono era burlón.

—Pues si él no lo hace, lo haré yo. No renunciaré tan fácil al hombre que amo. Yo no soy una maldita serpiente ambiciosa como usted.

Eloise abrió los ojos desmesuradamente — ¿como me has llamado, zorra infeliz? —La agarró por el cabello y Belle hizo lo mismo hasta que ambas se enzarzaron en una pelea a puños y dientes, que se escuchó por toda la casa. Cuando Belle estaba a punto de darle un puñetazo en la cara a Eloise, escuchó la inconfundible voz de Gabriel, que sonaba como un trueno. ¿Cuál es el significado de esto?

—¡Esa mujer, quiso matarme! —dijo Eloise sangrando por un labio.

—Fue ella quien empezó. Me amenazó con hacerle daño a mi padre.

La servidumbre que había escuchado todo el escándalo, se había reunido para ver aquella pelea, como si fuera un espectáculo de circo. Escuchaban a las dos mujeres y hacían caras o asentimientos según lo que cada una decía.

—Yo jamás haría eso, me conoces bien, soy una dama.

Todos asintieron mirando con compasión a la baronesa.

—Gabriel, yo te amo. No sé como mas demostrártelo, pero jamás haría algo para herirte. Esa mujer en cambio, es una egoísta a la que no le han importado tus sentimientos nunca. Ella ha planeado todo esto. —le dijo desesperada al ver que él siquiera consideraba la posibilidad de que ella lo estuviera engañando.

Todo el mundo miró entonces con recelo a la baronesa, dándole el lado a Belle, con un murmullo de aprobación.

Gabriel observó a todo el personal allí presente empapándose de la situación ¿No tienen nada mejor que hacer? ¡Afuera ahora mismo! —el gritó que les dio, sonó por toda la casa.

Los sirvientes salieron despavoridos a hacer sus cosas, pero muy lejos de allí. Nadie quería ser el receptor de la ira del barón. Todavía mirándolos, Gabriel dijo algo que heló la sangre de Belle —Te quiero fuera de mi casa, en menos de una hora, o por Dios que te sacaré de aquí a rastras.

—Por favor —dijo Belle, sintiendo que sus manos temblaban. —no hagas esto, Gabriel.

Eloise sonrió triunfante —te lo dije —miró a Belle como un trapo sucio.

—No hablaba con Belle sino contigo, Eloise.

Ella se quedó de piedra, creyó haber escuchado mal — ¿como dijiste?

—Escuchaste bien, ahora largo de mi casa.

—No me puedes hacer esto.

—Lo estoy haciendo ahora. Te quedan unos cincuenta minutos  restantes de la hora que te di, así que más vale que llames a tu doncella —dicho eso caminó hacia Belle y la rodeó con un brazo —tenemos que hablar.

Eloise los miró a ambos con odio y con una promesa de venganza. Sabía que no podía hacer nada por ahora, pero su momento llegaría.

 

*****

Gabriel llevó a Belle al estudio y allí estuvieron hablando por varias horas. Ella le contó de su padre, de la vida próspera que habían llevado en la India, Italia, España, hasta cuando volvió a Inglaterra.

—Éramos muy felices. Pero en España mi madre comenzó de un momento a otro a sentirse cansada y en poco tiempo no tenía fuerzas para nada. Mi padre hizo venir a todos los médicos posibles y trató con todo tipo de cosas, pero al final resultó que tenía una deficiencia cardiaca y que para eso no había cura. Unos meses después ella murió y mi padre quedó devastado. Al menos mi hermana y yo nos teníamos para reconfortarnos una a la otra, pero mi padre tomó su dolor solo, y se metió de lleno en su trabajo sin querer saber mucho del resto.

—¿Y ustedes? ¿No trató de acercarse a ustedes más?

—No, desafortunadamente él se alejó de nostras también y casi no lo veíamos. Poco a poco perdió interés en estar en ese país y nos dijo que allí todo le recordaba a nuestra madre. Que quería comenzar de nuevo en otro lugar y que lo mejor sería volver a sus raíces. Así que unos meses después estábamos aquí. Él compró una hermosa casa en el campo y allí al principio las cosas parecían marchar bien, hasta que se encontró con viejo amigo de su infancia —Gabriel notó que ella entrelazaba sus manos apretándoselas tan fuerte, que sus nudillos estaban blancos. —Ese hombre le dijo que tenía un negocio en mente que los haría millonarios. Mi padre no tenía necesidad de eso, pues le iba muy bien, pero me dijo que quería un buen esposo para mí y mi hermana, y que para eso, necesitaba una millonaria dote. No sabes cuánto le insistí que eso no era necesario, pero él terco como era, no cedió en sus propósitos. Al final decidió hacer ese negocio que le saldría muy caro.

—¿Que sucedió? —la alentó a que continuara su relato.

—Ese hombre haciéndose pasar como el más amable y leal amigo, le dijo a mi padre que le firmara unos documentos y lo hizo un día en que nosotras estábamos en el pueblo en una feria. Él se quedó con mi padre en el estudio y empezaron a beber unas copas. Yo me imagino que él se aprovechó de eso y le dio los documentos en ese momento. Mi padre me dijo que él le había pedido que le dejara leerlos pero el hombre se mostró ofendido y le dijo que eran muchos años de conocerse y  que aunque no se hubieran visto por un largo tiempo, la amistad sincera seguía allí y no sé cuantas coas más. El tema es que mi padre medio los leyó y luego firmó. Él ya le había proporcionado una fuerte suma de dinero y yo le dije que hablara con un abogado, pero él no quiso saber del asunto porque confiaba en aquel hombre. Luego de eso todo pasó muy rápido. En pocas semanas llegaron a decirle a mi padre que debía hacerse responsable por unas letras y que estaba bebiendo cantidades exorbitantes de dinero pero el dijo que jamás había comprado esas cosas que decían que debía. Sin embargo, el problema era que allí estaba su firma. Mi padre lo buscó desesperado por cielo y tierra pero nadie sabía donde se había metido, y al final fue él quien tuvo que pagar todo. El dinero fue escaseando, le negaron un préstamo a mi padre porque se había regado por todo lado que no tenía ni un peso y hasta la casa que era lo único que nos quedaba, tuvo que ser vendida para pagarle a los afectados de aquel negocio.

—Y cuando ya no tuvo más que vender, tuvo que ir a la cárcel de deudores —agregó Gabriel, apesadumbrado, al ver el rostro de Belle tan triste.

—Ese hombre se fue feliz con el dinero de mi padre y lo dejo sumido en la vergüenza. Mi padre es un buen hombre, maravilloso, amable, un poco soñador y despistado y tal vez eso fue lo que al final terminó haciéndolo caer en aquella estafa. Pero jamás le robó un peso a nadie. Su prestigio y su honorabilidad, era lo que más lo enorgullecía —se tapó el rostro con las manos y empezó a temblar. Sus pequeñas sacudidas le dijeron que lloraba y la abrazó.

—Lo siento mucho, mi amor.

—Yo lo siento aun más. No te imaginas lo duro que ha sido buscar trabajo, primero como dama de compañía, luego de doncella y por último hasta de criada con tal de llevar algo de comer a mi padre en esa cárcel y a mi hermana. Al final no pude hacer nada más que enviarla lejos con unos parientes para que la cuiden pero ella no es feliz —le dijo desesperada —yo necesito sacarla de allí.

—¿Cuando llegaste a mi casa, era tu última opción?

Ella asintió —no tenía nada, solo dos chelines y era todo. Estaba desesperada y cuando me pusieron a prueba fue el día más feliz, en mucho tiempo. Dormir bajo un techo seguro, con comida caliente que hace tanto no probaba…tenía semanas comiendo pan duro, o alguna fruta que podía comprar. Y el señor de la posada, se apiadaba de mí, y me daba té o panecillos de vez en cuando.

Gabriel la acercó más a él —mi cielo, como debiste sufrir. —Levantó con un dedo su barbilla —las cosas van a cambiar. No quiero que llores más. Ahora estamos juntos y todo va a salir bien.

Belle no se atrevía siquiera a soñar con esa posibilidad. Para ella las cosas no salían bien de la noche a la mañana.

—Voy a comunicarme con mi abogado, y le diré que empiece con los trámites del divorcio con Eloise. No quiero a esa mujer cerca de mí, un minuto más. Y le diré que averigüe sobre el caso de tu padre.

—Gabriel, es que ella me dijo que mandaría a hacerle algo a mi padre sino me voy y para serte sincera, hasta ayer yo no quería pensar en irme de aquí, pero después de la amenaza de Eloise contra mi padre, esta mañana…

—Ni lo digas, eso no pasará.

—Tú no te irás de aquí. Déjame encargarme de todo Te juro que tu padre estará bien.

—¿Pero como harás para ayudarlo? —le preguntó no muy convencida.

—Bueno…definitivamente lo primero que haré después de enviar a unos hombres para que se aseguren de que esté bien, será ponerme al frente del asunto, investigando dónde está ese desgraciado que le estafó.

Ella bajó la cabeza, miraba al piso porque tenía tanta vergüenza que no podía mirarlo a la cara. Él no tenía porque hacerse cargo de sus problemas y no quería que pensara que todo era por interés.

—¿Que sucede? —le preguntó al verla así

—No quiero que pienses que soy una desagradecida, pero si haces todo esto, te la pasarás pensando todo el tiempo que soy una interesada y esa duda no te dejará en paz. A riesgo de parecer una persona terrible, preferiría que dejarás las cosas así, y me dejarás tratar de solucionarlo sola.

—Eso no va a suceder —dijo de manera tajante.

—Te he traído demasiados problemas, Gabriel.

Él la haló hacia su cuerpo, rodeándola con sus brazos —Me has traído felicidad, mi amor. No deseo que te vayas de mi lado. ¿Crees que no escuché todo lo que hablaban Eloise y tú, antes de aparecerme para detener su discusión?

—¿Lo hiciste? —le preguntó inquieta.

—Ahora sé que me amas de la misma forma en la que yo te amo a ti. Debo admitir que no creí que fuera posible.

—¿Por qué dices eso? Yo no creo posible que una mujer después de conocerte, no se enamore de ti —acarició su rostro suavemente, mirándolo con amor. —Eres un hombre bueno, inteligente, cariñoso y muy apuesto.

Gabriel miró hacia otro lado —amor mío, después de que todo esto se arregle te llevaré sin demora a un buen especialista, para que te revise la vista.

Belle no pudo evitar echarse a reír —y además eres gracioso —le dio un beso — ¿Qué más puedo pedir?

—Eso mismo digo yo cuando te veo a mi lado.

—Amor mío, quiero que te grabes algo en tu cabeza; tu único pecado ha sido confiar en tu esposa, como lo habría hecho seguramente cualquier esposo —entrelazó sus manos con la de él y le sonrió —te amo.

Gabriel se emocionó como lo hacía siempre que la escuchaba decírselo. —Yo también te amo, mi ángel. Eso eres, un ángel que llegó a mi vida en el momento preciso.

Belle se burló —no era eso lo que pensabas cuando me conociste.

—Lo sé, lo sé, fui un idiota. Sí hubiera sabido lo que serías para mí, me habría divorciado desde mucho antes de Eloise, y te habría pedido matrimonio de inmediato.

Belle lo miró extrañada ¿te habrías casado conmigo?

Gabriel asintió —puedes tener la plena seguridad. Por eso quiero enmendar el error de no habértelo pedido antes —se arrodillo frente a ella —Belle Dwan, ¿quieres casarte conmigo?

—¿Qué? —la pregunta la tomó por sorpresa. —Oh Dios, Gabriel. Nada me haría más feliz, pero no quiero que hagas esto porque crees que estoy desamparada, y que no pueda valerme por mi misma…

—No es así, amor. Sencillamente tú me amas y yo te amo. No quiero estar lejos de ti, jamás. —y antes de que ella pudiera decir algo, tomó sus labios demostrándole su amor, besándola hasta que sus piernas se debilitaron. Cuando el beso terminó, ella solo pudo asentir—. Lo haré.

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