Bella

Bella


Capítulo 23

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Capítulo 23.

 

«Quédate con alguien que te dé seguridad, y no temor»

 

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Caleb.

 

Minutos antes.

 

Los nervios me abruman mientras continúo revisando cada pasillo. En cada habitación hay depravados con mujeres. Los tiroteos pueden escucharse en la planta de abajo, y espero que Ryan encuentre a Melanie, y salga de aquí.

Un guardia del prostíbulo se encuentra de espaldas con su arma apuntando en varias direcciones. Sigilosamente me acerco con cuidado de no alertarlo. Luego salto a su espalda, a horcajadas sobre su cuerpo. Lo agarro por el pelo, tirando de su cabeza hacia atrás, y presiono un tiro en su sien. Su sangre mancha mi rostro, y lo limpio con la manga de mi sudadera. Me froto los hombros, y continúo mi camino.

Mi ceño se frunce cuando oigo voces, seguido de gritos.

Esa voz. Conozco esa voz.

Ese grito congela mis venas, y aprieta mi pecho. Moviéndome rápidamente, apunto mi arma en todos los ángulos posibles. No necesito mucho tiempo para tumbar una de las puertas con una patada.

Y lo que veo, congela cada parte de mi cuerpo.

Allek se encuentra sobre ella, tocándola e intentando romper su ropa. Bella se retuerce debajo de él sin dejar de gritar.

Me dejo consumir por la cólera, y el sentimiento de odio.

La neblina oscura inunda mi mente, y lo aparto de inmediato Estoy sobre él, golpeándolo con todas mis fuerzas. Sangre se desliza de su cráneo, cayendo a su rostro. Mi parte sádica ha salido a la superficie, y no planeo detenerme. Gira sus puños en mí, intentado torcer su cuerpo debajo de mí, pero yo tengo la ventaja de tamaño. Lo golpeo, rompiendo su boca en cuestión de segundos.

Él tocó a Bella.

No merece vivir.

Antes de darme cuenta, me encuentro de pie y dándole interminables patadas. La adrenalina corre por mi torrente sanguíneo, frenético e imparable. Mi corazón martillando dentro de mi pecho cuando mi zapatilla continúa golpeando abajo contra carne y hueso. Mi visión se vuelve borrosa. Ejerzo cada fragmento de mi energía golpeándolo. Duro. Más fuerte. Tan duro como mis fuerzas me lo permiten.

Me encuentro poseído. Monstruoso. No voy a permitir que él ni nadie vuelva a tocarla. No voy a permitirlo.

Continúo golpeándolo hasta que el suelo debajo de mí es de color rojo. El olor a sangre y sudor se fusionan en el aire a mí alrededor. Me siento tan ciego por mi rabia. Allek está ahogándose con su propia sangre, pero no me detengo, mis golpes mucho menos.

—¡¿Te sientes muy hombre golpeando a una mujer indefensa?! —grito, y pateo su cabeza.

Estoy muy furioso. Más rabioso que un perro. La imagen de Bella en la cama indefensa me está cegando. No puedo con esto. No puedo con tanto.

—Caleb… —Llora ella —, detente.

—¡No! —Estoy sobre Allek, moliendo su cara a golpes—. ¿Quieres desquitarte con alguien? Bien, estoy aquí. Vamos, poco hombre. Golpéame a mí. Golpéame.

El rostro de Allek está irreconocible. Está inconsciente, yaciendo inmóvil en el suelo.

—Caleb, por favor.

Me detengo respirando con dificultad. El sudor se desliza por mi frente, y miro sobre mi hombro. La imagen de ella tan herida me está matando por dentro.

—Te ha tocado —Mi voz suena fría.

—Pero es mío —dice con rabia—. Lo mataré yo misma.

Reprimo la sonrisa que quiere formarse en mis labios. A pesar de la situación, ella intenta mantenerse fuerte.

—Ni siquiera puedes moverte.

Agacha la cabeza, y hace el intento de moverse, pero fracasa.

—No importa —gimotea—. Cuando esté en condiciones, lo mataré yo misma. Lo juro. Quiero desquitarme con él. Lo haré sufrir, Caleb. No me niegues ese derecho, o estaré muy molesta.

No discuto, porque no es el momento. Limpio mis nudillos con el pañuelo que saco del bolsillo de mi jeans, y luego observo a Bella. Interminables moretones cubren su rostro, la sangre se desliza de su nariz, y su boca. Se ve tan débil.

Esto ha sido obra de Kozlov, y Allek.

—Voy a matarlo —siseo—. Se arrepentirá haber puesto un dedo sobre ti.

Una lágrima se desliza por su mejilla.

—Viniste por mí —susurra Bella.

De inmediato me acerco a ella, y acuno su rostro con mis manos revisando cualquier lesión. Uno de sus ojos azules está cerrado debido a tanto golpe. Un gemido adolorido escapa de sus labios. Miro hacia sus piernas notando la sangre entre sus muslos. Bella solloza incontrolablemente. Intenta moverse, pero no puede.

—Caleb…

—Está bien —intento consolarla—. Te sacaré de aquí.

—Viniste por mí.

Sonrío, y limpio sus lágrimas.

—Estoy aquí, mi amor.

Me quito mi sudadera, y con cuidado cubro su cuerpo. Bella intenta hablar, pero le está costando. Aparto los mechones negros de su cara, y miro uno de sus ojos que está abierto.

—No puedo creerlo —Llora—. Dime que esto no es un sueño. Por favor, Caleb.

—No es un sueño, Belosnezhka. Lo prometo.

—Pensé que no vendrías. Yo pensé que moriría aquí.

Con mi frente descansando en la suya, digo:

—Sería incapaz de dejarte aquí. ¿Cómo pudiste pensar eso?

—Estaba tan asustada —confiesa temblando—. Aleksi me golpeó. Él sabe la verdad, Caleb. Me golpeó hasta quitarme el aliento.

Cierro con fuerza mis ojos intentando mantener la calma.

—No te preocupes por esa basura. Ya llegará su hora.

Asiente, y con suma delicadeza cojo su cuerpo herido entre mis brazos. Bella llora aún más, y me enseña su muñeca.

—Duele —lloriquea.

Mis manos examinan su muñeca, y noto que está rota. Sus dedos se están volviendo entre azul, y negro. Su mano está muy hinchada, casi el doble que el tamaño normal. Empiezo a tocar suavemente su muñeca. Bella suelta un chillido, y aparta su mano. Evalúo sus costillas, y jadea por tanto dolor.

—Es demasiado dolor. Por favor, detente.

—Vamos a arreglar esto cuando te saque de aquí —digo, intentando calmarme—. Necesito que seas fuerte, ¿bien?

—No me sueltes, por favor.

—Nunca.

Solloza.

—Eres el cielo para mí, Caleb. Gracias.

Se aferra con fuerza a mi cuerpo, sus lágrimas manchando mi camisa al igual que su sangre mi ropa. Mi mandíbula está tan apretada que siento que voy a romperla. El hijo de puta de Kozlov se atrevió a golpearla, y dejarla con el chiflado de su primo. Es tan cobarde que golpeó a una mujer.

Mis ojos se posan en el cuerpo inconsciente de Allek. Es un completo desastre. Me gustaría torturarlo antes de matarlo, pero mi prioridad es únicamente salvar a Bella. Pateo a la rata rusa por última vez, y abandono la habitación con Bella llorando entre mis brazos. Me las arreglo para sostenerla, al mismo tiempo que aprieto mi arma en mi mano derecha. Analizo cada detalle de la habitación, y Bella jadea cuando oye sonidos de disparos.

Empiezo a buscar alguna salida de emergencia mirando con desesperación cada rincón. Un tipo pretende interponerse en mi camino, pero le disparo sin pudor en la cabeza. Bella se aferra a mí con fuerza. Interminables imágenes de ella siendo torturada inundan mi mente. Necesito concentrarme, pero me está costando demasiado. Un volcán de ira en mi interior está haciendo erupción.

Camino hacia el pasillo y entro por una puerta que dice: NO ENTRAR. Tumbo la puerta con una patada, y en el momento que lo hago, me arrepiento.

Hay un hombre que sostiene a una chica. Una niña…

Es Ryan.

Mi presencia llama su atención porque me mira en estado de shock. Yo hago lo mismo cuando veo a la niña tendida en la cama. Su pequeño cuerpo está en un estado lamentable, y su ropa desgarrada.

—Está muerta —dice Ryan.

Bella suelta un grito desgarrador.

 

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Bella.

 

Con el corazón saliéndose de mi pecho, lloro con todas mis fuerzas. Intento convencerme que esto es solo una pesadilla. Una mala pesadilla, y quiero despertar. No puedo perderla, no cuando acabo de recuperarla. Me quedo sin aire debido a la conmoción. Mi cabeza está dando vueltas.

Con mi pecho sacudiéndose debido a los sollozos, observo a Caleb, y espero a que me diga que esto es solo un sueño. Sus ojos azules que siempre permanecen fríos, me miran con nada más que dolor.

Es ahí cuando la realidad me golpea.

La niña es Melanie.

Está muerta.

Empiezo a removerme entre sus brazos gritando con todas mis fuerzas. Grito con tanta agonía, que mi garganta me duele. El dolor que estoy sintiendo es insoportable, asfixiante, siento que no puedo respirar.

—¡No! —Lloro—. ¡No! ¡No!, ¡No!

—Bella —dice Caleb sosteniéndome con fuerza—. Mírame, por favor.

—Ella está muerta —Lloro—. ¡Ella está muerta!

Un agujero perfora mi pecho, y siento que no puedo respirar. Me está faltando el aire. Sus palabras me golpean en mi interior, y mi corazón. Un segundo después me baja al suelo, y mis rodillas golpean las tablas de madera dura debajo de mí, pero no siento ese dolor. Ese dolor es demasiado pequeño para registrarse ahora que todo mi mundo se ha convertido en dolor. No hay nada más que respirar, no hay ni una pizca de esperanza o de la luz en ningún lugar.

Me mezo y me pongo de rodillas, con los brazos envueltos apretados alrededor de mis hombros, luchando por respirar, demasiado jodido incluso para llorar. Abro la boca para gritar, pero ningún sonido sale.

Caleb está diciendo algo, pero no escucho nada.

No puedo escuchar nada.

Mis ojos siempre permanecen en la niña muerta.

Mi Melanie.

Mi pequeño ángel está muerta.

 

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Aleksi.

 

Cuando llego a mi casa, lo primero que hago es beberme dos botellas de vodka. Todo lo que quiero es olvidar. Sé que tal vez no fue una buena idea dejarla ahí, pero no la quiero cerca. La quiero lejos.

¿Cómo sucedió todo esto?

Volviendo a la realidad, relleno el vaso, y lo bebo de un trago. Mi mente se imagina sus ojos, su rostro.

Bella.

«Me hiciste pedazos, cariño.»

Una confusión de emociones me abruma.

La odio, pero también la necesito.

La amo.

Me río sin humor ante esta estupidez. ¿La amo? Yo Aleksi Kozlov no sé amar. No sé qué es eso. Todo lo que hago es destruir. Solo sé destruir.

Esto es tan jodidamente atípico de mí. Yo no me apego a nadie. Ella es una excepción. Fue una mocosa que llegó a mi vida, y logró cautivarme por completo. Se volvió mi mujer, y ocupó mi cama. Nunca pensé que iba a traicionarme.

Supongo que todo vuelve. Aunque es su culpa por traidora.

En el momento que entró a mi vida, sabía que ya no sería lo mismo sin ella, y no sé si sea capaz de sobrevivir esta mierda sin Bella.

La necesito.

Sueno como un patético, y desesperado idiota.

Me tambaleo, y con el vaso entre mis manos, subo las escaleras para dirigirme a nuestra habitación.

Bebo una vez más la bebida, y observo la cama. Hay varias cosas fuera de lugar, me imagino que todo este desastre lo provocó Allek cuando la secuestró. Puedo seguir oliendo su aroma, ese aroma a rosas que siempre desprendía.

Bella.

Todo esto se ha vuelto tan difícil. Le di todo, cuidé de ella, la complacía, pero ella jamás lo apreció. No dudó en enredarse con otro. Incluso le daba información sobre mis negocios. La rabia ante ese pensamiento inunda mi mente.

Me engañó.

Jugó conmigo.

Es mi enemigo, sin embargo, todavía no puedo evitar desearla.

La necesito.

Después de todo lo que he pasado por ella, no importa cuántas veces me ha hecho daño, todavía la necesito. Negarlo es inútil.

Mi móvil empieza a vibrar en el bolsillo de mi pantalón. Mi vista está nublada debido al alcohol en mi sistema, pero me las arreglo para responder la llamada sin fijarme de quién se trata.

—¿Qué? —Mi voz suena como un gruñido.

Escucho la respiración agitada de la persona desde el otro lado de la línea. Pienso que tal vez no hablará, pero cuando estoy a punto de colgar, al fin dice:

—Aleksi... —Es Allek. Le está costando hablar.

Mi mandíbula se tensa de inmediato. Me siento un imbécil confiando en Allek.

—¿Qué quieres?

—Ha vuelto por ella. Atacaron mi club… ¡mi club!, ¡mataron a mis hombres, y se llevaron a tu perra!, ¡me pateó hasta dejarme inconsciente!

Mi ceño se frunce.

—¿De qué carajos estás hablando?

—¿Estás sordo? —grita—. ¡Es Novak!, ¡se ha llevado a tu puta!

 

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Caleb.

 

Logramos salir del prostíbulo sin tantos obstáculos. Ahora mismo estamos alejándonos del desierto sin mirar atrás. Bella está inconsciente entre mis brazos.

Mi Belosnezhka.

Mi pecho se siente oprimido, y me está costando respirar. Su rostro está cubierto por hematomas, y la sangre continúa manchando sus muslos. Cojo su pequeña mano, y beso sus nudillos escuchando su suave respiración. He matado a cientos de escorias, pero jamás caí tan bajo como esto. ¿Cómo pudieron golpearla de una manera tan brutal?

—La golpeó, la abandonó en ese prostíbulo con el violador de su primo —Le digo a Ryan—. Dime, ¿un hombre de verdad hace eso?

Se aclara la garganta antes de decir:

—Un hombre que no tiene escrúpulos es capaz de todo.

Sostengo con fuerza el cuerpo de Bella, y la presiono contra mí. Está muy débil, y necesita atención médica. No puedo olvidar sus gritos desgarradores, y llantos lamentables. Ha perdido la consciencia desde que vio el cuerpo de la niña. Yo también lo he visto, y sigo sin entender por qué Bella pensó que la niña era Melanie. Tal vez tanto dolor la llevó a imaginar esa locura.

—¿Esa niña no era Melanie? —dice Ryan sacándome de mis pensamientos.

—No —espeto—. Allek quizás la ha trasladado, ¿has buscado bien?

—Me dijiste que era una niña de ojos azules, y cabello oscuro. Es la única que encontré.

—Alayna debe seguir buscando —mascullo, y trago saliva.

—Caleb, si la niña está fuera del país, será difícil encontrarla.

Y ahí está de nuevo.

La culpa.

Mi corazón se siente destrozado. No puedo evitar sentirme de este modo. Me sorprende, una vez más, que un gran nudo esté instalado en mi garganta. Le prometí que sería libre, le juré que encontraría a Melanie. Sin embargo, no cumplí mis promesas.

—No me importa, la encontraré —afirmo.

Ryan gira el auto hacia la derecha, y sin dejar de conducir pregunta:

—¿Qué le dirás a Bella cuando despierte?

Miro a Bella, y limpio la sangre que continúa saliendo de su pequeña nariz.

—No le diré nada respecto a Melanie. No quiero seguir ilusionándola.

—Ella piensa que está muerta.

—Es lo mejor —murmuro—. Si Melanie fue vendida, es lo mejor.

Sé que quizás es muy egoísta de mi parte, pero si no encuentro a Melanie, lo mejor será que Bella nunca sepa la verdad. ¿Dónde pudieron llevar a la niña? En algunos casos terminan siendo vendidas al mejor postor, incluso en subastas.

Esa idea provoca que mi estómago se revuelva con disgusto.

—Caleb... —susurra Bella en sueños.

—Estoy aquí, Bella. Todo estará bien.

Puedo sentir los ojos curiosos de Ryan en mí, pero no me molesto en dar explicaciones. Él sabe de mis sentimientos hacia esta mujer.

—¿Dónde iremos? —pregunta Ryan—. Ella está muy herida.

Mi mente trabaja a mil por hora tratando de encontrar alguna respuesta. Sé que no estamos a salvo en esta ciudad. Muy pronto la organización enviará a los agentes para cazar mi cabeza, y Kozlov buscará a Bella. Nunca estaremos seguros en Las Vegas.

—Es hora de hacerle una visita a Vanessa.

 

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Aleksi.

 

Han pasado horas. Largas, y agonizantes horas.

Novak fue por ella. Se llevó a mi mujer.

Ni siquiera sé cómo reaccionar ante eso. El silencio me da la bienvenida mientras permanezco en mi oficina mirando fijamente el jardín.

El jardín dónde Bella pasaba la mayor parte de su tiempo.

Desde hace años me preparé para cualquier tipo de situación, pero nada me preparó para lo que implica perder a Bella. ¿Cómo seguiré a partir de ahora? Ella me ha traicionado, y esperaba un hijo de Novak. ¿Por qué la quiero a mi lado a pesar de todo? Debí haberla matado en el momento que supe de su traición. Debí masacrarla como mi padre lo hizo con mi madre.

Ella ha robado lo que queda de mí.

He encontrado el móvil que compartía con Novak en mi habitación. Había mensajes de ellos hablando como si fueran una pareja feliz. ¿Cómo pude estar tan ciego? Todo este tiempo se rieron en mi cara, pero juré que no se quedaría así. Solo es cuestión de tiempo.

Mataré a Novak, y Bella volverá a mi lado.

No tengo idea de cuántos minutos ha pasado. Continúo bebiendo, y apenas soy consciente cuando la puerta se abre bruscamente.

—Señorita Belova, no es buena idea molestarlo.

—No me importa, Dorothea —escupe Cassie—. Necesito decirle un par de verdades.

Ignoro el escándalo, y le doy otro trago a mi vodka mientras Cassie se planta frente a mí mirándome furiosa.

—Vete —Le digo mirando a Dorothea.

Ella asiente insegura, y se retira cerrando la puerta. Cassie avienta un periódico en mi escritorio.

—El burdel de tu tío Vlad fue descubierto por la policía —Su voz suena fría—. Liberaron a mujeres que eran obligadas a vender su cuerpo. Solo hay tres detenidos. ¿Por qué presiento que algo anda mal?

Me quedo en silencio, analizando cada una de sus reacciones.

—Vine a buscar a Bella, pero no la encontré —Hace una pausa, mirando mis ojos—. Dorothea me dijo lo sucedido.

Ella está hablando, pero la mayor parte entra por un oído, y sale por el otro.

—Ahora no trates de ignorarme —chasquea—. ¿Dónde está Bella?

Escuchar el nombre de Bella salir de su boca me enfurece. Empujo la mesa, la silla chirrea contra el suelo cuando me dirijo hacia ella. Y como es costumbre, la chillona no retrocede.

—Bella —Mi voz suena venenosa—. Bella se fue con otro hombre, follaba con otro hombre, y esperaba un hijo de otro hombre. ¿Sabías eso, chillona?

Su silencio es mi respuesta. Genial, todos sabían que esa zorra me era infiel.

—¿Qué le hiciste? —Suena nerviosa, y da un paso cerca de mí—. ¿Qué le hiciste, Aleksi?

Mis labios se curvan en una lenta sonrisa.

—La pregunta correcta sería, ¿qué no le hice?

No me da tiempo a decir nada más, porque su mano choca contra mi mejilla en una fuerte bofetada. Mi rostro se voltea ante su golpe, mis fosas nasales se dilatan, y la tomo por los hombros, empujándola bruscamente contra la puerta.

—¡Imbécil, animal! —chilla golpeando mi pecho con sus puños—. ¡El hijo de Bella era tuyo, idiota!

Sus palabras son como un puñetazo en las pelotas.

—¿De qué mierda hablas?

Sus ojos llorosos están fijos en mí.

—¡Me has escuchado, infeliz! —grita, y deja de golpearme—. Estuve con ella cuando se hizo la prueba de embarazo. Bella estaba segura que era tuyo. Tuvo relaciones con Caleb hace más de un mes.

«La señorita tenía un mes de embarazo. Lo siento mucho, señor Kozlov.»

Las palabras del médico se reproducen en mi mente, y sacudo mi cabeza. No, no es posible. Me niego a creer eso. El bastardo que esperaba Bella no era mío.

—¿Y qué con eso?

—¿Qué con eso? —bufa Cassie—. Tú la follabas como un conejo. Es tu hijo, Aleksi. Tu bebé. Bella lleva en su vientre a tu bebé.

Probablemente ella tenga razón, pero estoy demasiado orgulloso de mi trasero para creerlo. A la mierda. No quiero creerlo. Me importa una mierda.

—De todos modos, no me importa —digo con la voz ronca—. Ella perdió a su hijo.

Cassie cubre su boca con ambas manos, ahogando su sollozo.

—No.

—Sí —murmuro—. Los golpes fueron una gran ayuda.

—¿De qué estás hablando?

Finjo pensar un momento, y luego murmuro:

—Allek la dejó en un estado bastante lamentable.

—¿Y tú lo permitiste?

Mi rostro está muy cerca del suyo cuando respondo:

—Ella se lo buscó, ¿no?

Recibo otra bofetada, pero no respondo. Tal vez me lo merezco.

—Suenas muy orgulloso —escupe mirándome con asco—. Vaya —Niega con la cabeza, mordiéndose el labio inferior. Una lágrima baja por su mejilla, pero ella la ignora—. Tú nunca dejarás de sorprenderme, Aleksi. ¿Sabes algo? Al igual que Bella también fui una estúpida. En algún momento pensé que tendrías salvación. Estaba demasiado equivocada.

—¿Salvación?

—Sí, salvación —dice ella, y más lágrimas caen de sus ojos—. Sé que te he dicho millones de veces cuanto te odio, pero mentí. Mentí, Aleksi. Yo… deseo que seas feliz.

No puedo mirarla por más tiempo, y ella toca mi mejilla, provocando que mi cuerpo se tense.

—Podrás ser feliz cuando la dejes ir, y te disculpes por todo el daño que le has causado.

Más silencio.

—Déjala ir, Aleksi. Por favor. Aún hay tiempo. No dejes que la oscuridad te consuma —Su frente se presiona contra la mía, y cierro mis ojos—. Sé que no eres feliz en este mundo. Nunca lo fuiste —Sacude la cabeza, con una leve sonrisa en los labios—. Y seguirás siendo infeliz si continúas con esto.

Tomo su mano, apartándolo de mi rostro.

—Tú no sabes nada de mí, Cassie.

Solloza ante la mención de su nombre.

—Sé todo sobre ti —susurra—. Has cambiado, Aleksi. Has cambiado tanto… Y odio en lo que te has convertido. Odio lo que este estilo de vida ha hecho contigo. Te ha convertido en alguien peor que tu padre. Un ser ambicioso, y destructivo.

Continúo mirándola a los ojos.

—Arruinaste la vida de una mujer que nunca te ha hecho nada —Su voz se rompe—. He sido testigo de cuán infeliz fue Bella a tu lado. Ya basta, Aleksi. Déjala en paz.

—Ella es mía —Me limito a decir.

Se aparta de mi cuerpo, y limpia sus lágrimas.

—No, ella no es tuya ni de nadie —expone—. Tú no la amas, tú nunca la apreciaste. Estás encaprichado con ella.

—Cierra la boca.

—No —Presiona un dedo sobre mi pecho, empujándome—. ¿Sabes toda la verdad? Bien, voy a decirte la verdad. Cuando Caleb apareció, Bella estaba feliz, y más relajada. Ya no lloraba, ni siquiera te mencionaba. Parecía una adolescente enamorada, y con esperanzas —Una pequeña sonrisa se desliza por sus labios—. Me dijo que a su lado se sentía amada y valiosa. Caleb jamás la hizo sentir como un objeto. Incluso lo llevó a la casa hogar para que conociera a Melanie.

»Nunca la vi tan feliz como ese momento. Ella no dejaba de mirar a Caleb. Solo sonreía, y soltaba suspiros soñadores cada vez que él hablaba. Se veían tan hermosos juntos. ¿Sabes cuál era su mayor sueño? Adoptar a Melanie, y ser feliz junto a Caleb.

Estoy sin aliento ante sus palabras. Bella quería una familia al lado de ese bueno para nada.

Cassie ignora mi conmoción dándome la espalda y haciendo su camino a la puerta.

—El bebé que esperaba era tuyo lamentablemente —Me mira sobre su hombro—. Pero al hombre que ama es a Caleb. Supéralo, vive con eso. Tu obsesión no te llevará a ningún lado. Lo único que has logrado es que Bella te odie.

Luego cierra la puerta, dejándome nuevamente con el silencio.

 

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Bella.

 

Los sonidos incesantes de los pitidos me despiertan de las neblinas del sueño.

Mis ojos se abren, y parpadeo lentamente. La confusión me abruma cuando percibo que estoy en una habitación desconocida, en una cama elevada, y rodeada de máquinas. Una intravenosa está conectada a mi brazo. No puedo sentir mis piernas, y algunas partes de mi cuerpo están adormecidas. El colchón es suave, y las sábanas acarician mi piel. Mi boca se siente seca debido a la sed. Siento dolor en mi estómago, y de inmediato lo acaricio sintiendo un nudo en mi garganta.

Mi bebé.

Melanie.

No existe ninguna palabra que pueda describir el dolor que estoy sintiendo en estos momentos. Me desmorono por completo cuando recuerdo el cuerpo sin vida de Melanie. Mis pensamientos no están listos para afrontar la realidad.

Aleksi gritándome, y golpeándome…

Allek intentando abusar de mí…

Caleb rescatándome…

Todo ha sido real, tan real. Por más que intente convencerme con todas mis fuerzas nada me hará creer que solo ha sido un simple sueño.

Grito.

Es un grito agonizante que retuerce mis entrañas, un grito que se siente como un susurro debido al dolor en mi corazón hecho pedazos. Me remuevo en la cama intentando deshacerme de todos los obstáculos que me detienen.

No puedo más.

La puerta de la habitación se abre ante mis gritos de agonía. Fuertes manos intentan detenerme, pero no puedo. Quiero desahogarme, no quiero guardarme nada. Quiero sentir este momento de dolor para recordarme a mí misma que la felicidad no existe para mí.

Mi corazón está completamente destrozado, y nada podrá repararlo.

—¡Bella! —oigo su voz.

Me está costando respirar, y los gimoteos sacuden mi cuerpo. Unos ojos tan azules como los míos, y los de Melanie, aparecen en mi campo de visión. Hay preocupación en su mirada, y mucho sufrimiento.

—Está entrando en un ataque de pánico, sostenla —Reconozco esa voz, pero no recuerdo de dónde.

Mi corazón bombea de manera violenta, y no puedo respirar. Siento a mi sangre fluir por todo mi cuerpo. Abro la boca para decir algo, pero nada sale.

—Respira, Bella —susurra—. Shh, estás a salvo. No permitiré que nadie te lastime.

Ante el sonido de su voz, mi respiración disminuye, y cierro los ojos. Luego siento un pequeño pinchazo en mi brazo, y me sumerjo nuevamente en la inconciencia.

 

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Durante las últimas horas hago cuenta de que nada ha sucedido, y me niego a abrir mis ojos. Puedo sentir el olor de su colonia inundando mis fosas nasales. Sé que él está aquí, y me siento segura.

—Caleb —Mi voz sale como un susurro ronco.

Sus ojos están apagados, y está poniéndose pálido. Parece sorprendido de verme como yo a él. Se acerca a mí, y se relame los labios.

—¿Quieres agua?

Asiento en respuesta, y él me sirve un vaso de agua. Como no puedo beber sola debido al dolor en mis muñecas, me ayuda con calma.

—Sería estúpido de mi parte preguntar cómo estás —dice él.

El agua alivia mi garganta, y suspiro profundamente. La oscuridad amenaza con consumirme debido a las palabras de Caleb. Él solo me confirma que nada de esto es un mal sueño.

—Yo...

—Ahora debes recuperarte, ¿de acuerdo?

Asiento.

—¿Dónde estamos? —pregunto algo confusa. Me ordeno a mí misma a borrar los recuerdos dolorosos de mi mente. No me hace nada bien recordarlo.

—Estamos en un lugar seguro.

Limpia la primera lágrima que cae de mis ojos.

—Ella está muerta —Me atormento una vez más—. Por mi culpa.

Caleb niega con la cabeza, y toma mi barbilla entre sus manos para que quedemos cara a cara.

—Bella, nada de esto es tu culpa.

Sus palabras me hacen estremecer.

—Estás equivocado. Todo es mi culpa, Caleb.

Me observa en silencio e impasible. ¿Cómo puede estar tan tranquilo, y decirme que nada es mi culpa? Melanie estaba bajo mi responsabilidad. Era mi deber cuidarla, y cerciorarme de que nada le suceda. Allek la ha matado porque me odia, y supo de mi relación con Caleb.

—No sigas por ahí… —masculla Caleb.

—Oh, no —Mi voz se quiebra—. Mírame, Caleb. Tú me advertiste las consecuencias, pero pagué un precio demasiado caro. Melanie era una niña, y ahora está muerta.

Mis hombros se sacuden por incontrolables sollozos. Cierro los ojos con fuerza, y un llanto de lamento se me escapa. Caleb me observa como si mis palabras lo hirieran físicamente. Todo lo que dice es:

—Lo siento, jamás imaginé que esto iba a llegar tan lejos.

Niego una vez más, y él limpia las lágrimas que caen de mis ojos con sus pulgares.

—¿Cómo podrás arreglarlo? Melanie está muerta, y Aleksi volverá por mí.

Ante la mención de Aleksi, su cuerpo se tensa.

—Lo mataré —afirma—. Mataré a Kozlov por ti.

Quiero matar a Aleksi yo misma. Él permitió que sucediera todo esto. Si me hubiera entregado a Melanie desde un principio, ella estaría viva. Su resentimiento, y su necesidad de castigarme llevaron a la muerte de una pobre niña.

—Allek… —siseo con odio.

—Lo sé, iremos por él.

Ese desgraciado fue el único culpable de todo esto. Mató a mi bebé, y a Melanie.

—¿Qué haremos ahora? —pregunto entre lágrimas.

Caleb suspira profundamente.

—Estar listos para lo que viene —murmura—. Te daré unos minutos a solas.

Se dirige hacia la puerta, pero mi voz lo detiene:

—No te vayas. Quédate conmigo, y abrázame.

No protesta ante mi mirada de súplica. Se pone cómodo en la cama, y con cuidado de no lastimarme, me acerca a su cuerpo. Tarda segundos en rodearme con sus brazos, pero lo hace.

—Gracias por no abandonarme —musito. Su cuerpo está fresco, y huele a seguridad. Por un momento me olvido de la tragedia de las últimas horas—. No sé qué haría sin ti.

—Te lo debía —responde en voz baja.

—Tengo tantas cosas que decirte.

Un beso es depositado en mi frente.

—Ya habrá tiempo para eso.

La puerta de la habitación es abierta, y entra una mujer. La pelirroja que acompañó a Caleb en Enigma. ¿Su nombre era Vanessa?

—Caleb, necesito hablar contigo —Su tono suena frío. Ni siquiera me mira.

Observo con confusión a la bata blanca que trae puesto. ¿Se encargó de curarme?

—Vanessa —murmura Caleb—. Espérame un segundo.

Asiente, y se retira sin decir nada más. Caleb se aparta de mi cuerpo, y se pone de pie.

—¿Ella es confiable? —La pregunta sale de mi boca antes de que pueda detenerme.

Se pasa la mano por su cabello negro antes de responder:

—Sí, es una gran amiga.

—Ya veo.

—No estaremos aquí por mucho tiempo —continúa Caleb—. Saldremos del país muy pronto.

Parpadeo confundida.

—¿Qué?

—Kozlov y cientos de personas más vendrán por nosotros, pero ya habrá tiempo para explicaciones. ¿Quieres comer algo?

—No —respondo de inmediato—. Cuéntame más.

—Estás débil, y necesitas recuperar fuerzas para matar a Allek.

Sus palabras me sirven como motivación. Ese cerdo pagará por todo el daño que me ha hecho. Tarde o temprano volveré por él, y no podrá escapar.

—De acuerdo, quiero comer algo.

—Estaré aquí en cinco minutos.

Caleb se retira cerrando la puerta detrás de él. Cuando llega el silencio, siento la necesidad de llorar, pero reprimo las ganas y cierro con fuerza mis ojos. ¿Qué haré a partir de ahora?, ¿qué pasará con Aleksi?, ¿Cassie?, ¿los niños de la casa hogar?, ¿mi vida?

Mi destino por ahora es incierto, pero estoy segura de algo:

Esta vez conocerán lo peor de mí. Iré a por ellos, y pagarán con creces todo el daño que me han hecho.

Es una promesa inquebrantable.

 

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Caleb.

 

La forma que Vanessa está mirándome no me gusta. Veo demasiadas preguntas en sus ojos marrones, y me niego a responderlas. Sabe que Bella es importante en mi vida. Llegamos a su casa hace diez horas, y no dudó en alojarnos. Sé que lo hizo por mí. Ryan ha vuelto a su suite para poner al tanto de todo a Alayna.

—¿Ella es quién me imagino? —pregunta Vanessa, observando el folio que sostiene entre sus manos—. ¿La mujer de Kozlov?

—Nunca fue su mujer —digo. Mi tono suena más brusco de lo que pretendo.

—No sé si sea buena idea participar en esto. Es un asunto muy grave.

—No tienes que sentirte obligada a hacerlo.

Pone un mechón de su cabello detrás de su oreja.

—Haría lo que sea por ti, Caleb.

—Eso me ha quedado claro, y lo aprecio —digo en voz baja.

Muerde su labio, y suspira pesadamente.

—Necesitas irte pronto —Suena preocupada—. El Jefe quiere que entregues a la mujer de Kozlov.

—No es su mujer —Vuelvo a recordarle sonando molesto ahora—. Y no planeo entregarla.

Sé las intenciones del jefe. Él pretende usar a Bella como carnada para atraer a Kozlov, y no pienso permitirlo. Primero muerto antes de que eso suceda. Kozlov jamás volverá a tener el privilegio de verla. 

Vanessa niega con la cabeza. Confío en ella. Sé que sería incapaz de decirle al jefe que estoy alojado aquí. Pronto enviarán a varios agentes por mi cabeza, y debo estar preparado.

—¿Quién es ella realmente, Caleb? —Me interrumpe—. ¿Qué harás con esa mujer?

Sabía que haría esa pregunta tarde o temprano.

—Ella es una pieza clave para eliminar al objetivo.

—No me mientas por favor, sabes que lo odio —bufa, y observa una vez más su folio—. Ella es importante para ti.

No me molesto en negarlo.

—Lo es.

—Hay algo que necesitas saber. Es importante.

Eso llama mi atención.

—¿Qué?

—Sufrió lesiones bastantes graves —Me explica—. Tiene una muñeca rota, y una contusión en la cabeza por un noqueo, ¿tal vez? Pero la sangre entre sus piernas fue lo peor.

Trago saliva.

—La golpearon sin remordimientos —Le recuerdo amargamente—. ¿Qué esperabas?

—Entiendo, y tuvo suerte de que llegaras a tiempo —Hace una pausa, analizando mis ojos—. Le hice varios estudios. La pérdida de sangre se debe a que ha sufrido un aborto espontáneo. Caleb, esa mujer estaba embarazada.

Puedo sentir a mi corazón latir con fuerza ante sus palabras.

—¿Bella esperaba un hijo? —inquiero. Mi voz suena más ronca de lo normal.

Vanessa me mira con tristeza, y asiente.

—Los golpes que ha recibido fueron los causantes de su pérdida. Pobre mujer.

No puedo hablar. Vanessa da un paso cerca de mí al ver la expresión aturdida en mi rostro.

—¿Estás bien? —pregunta.

—Necesito un momento a solas.

—Caleb...

La ignoro, y me precipito para ir al patio de la gran mansión. Me paso la mano repetidamente por el pelo, y maldigo. Esta noticia me ha dejado impactado. Bella esperaba un bebé. Y aunque intente negarlo, debo admitirlo. Se ha involucrado sexualmente conmigo, pero ese bebé no pudo haber sido mío. Ella esperaba un bebé de Kozlov, puedo jurarlo.

Desde hace años estoy incapacitado para procrear.

 

??????

 

Bella.

 

Estos minutos que he tenido a solas me sirvieron para pensar. Me prometí a mí misma que seré fuerte, y llevaré a cabo mi plan. Mi corazón está llenándose con odio, y toco mi cabeza haciendo una mueca de dolor. Esta vez ha ido demasiado lejos. Aleksi me golpeó innumerables veces, pero jamás me dejó inconsciente. Siguió golpeándome hasta cuando supo que perdí un bebé.

Desgraciado insensible.

Seré su ruina, y nadie podrá detenerme. Quiero verlo perdido en su miseria, arrastrándose como un perro, y pidiéndome perdón.

—Bella —La puerta se abre, y entra Caleb mirándome con seriedad.

—¿Todo en orden?

Cierra la puerta, y se apoya contra ella.

—Estoy demasiado aturdido en estos momentos —dice él.

—Conozco el sentimiento —musito.

Con las manos en los bolsillos da un paso cerca de mí, un poco inseguro sobre qué decir.

—Vanessa me ha dicho que tú estabas embarazada —murmura, y parpadea—. Bella, ¿tú sabías sobre eso?

Miro mis manos notando varias de mis uñas rotas.

—Sí —Mi voz es un susurro tan bajo que apenas lo escuché—. Debí decírtelo.

—No estoy enfadado si eso es lo que te preocupa —responde, y se sienta en el borde de la cama—. Sé que Kozlov era el padre.

Levanto la mirada, observándolo bruscamente.

—¿Cómo lo sabes? —inquiero.

—Porque no puedo tener hijos —masculla impasible—. Soy estéril, Bella.

Mis manos van a mi boca, ahogando un jadeo. Su respuesta me sorprende, me deja sin palabras. ¿Caleb jamás podrá tener hijos?

—No puede ser.

—Si puede ser —dice él, ignorando mi aturdimiento—. Hace diez años fui reclutado a una organización de asesinos. Pasamos por un procedimiento muy doloroso. Ellos nos quitan la posibilidad de tener hijos.

Un gusto amargo se instala en mi boca, y tomo su mano.

—Lo lamento.

—Las emociones siempre estuvieron prohibidas. La familia es un obstáculo en este negocio —espeta, sin dejar de mirarme—. A pesar de que he entrenado durante diez años, sigo teniendo emociones, y eso es un grave problema para ellos.

—Tienes muchas cosas que decirme. Siento que no te conozco en absoluto.

—Sí, demasiadas. Aunque ahora lo único que me importa es tu salud.

—Gracias por poner mi seguridad primero —susurro, y cierro mis ojos.

—Daré mi vida por ti si es necesario —afirma.

Nuestros labios se rozan cuando acerca su rostro al mío. Siento su aliento cálido contra mi boca, y termino con la poca distancia que nos separa. Me besa con suma delicadeza con cuidado de no lastimarme. Esto es demasiado contradictorio para alguien como él. El olor de su colonia es agradable, y me envuelve por completo.

—Sigues teniendo sentimientos—digo, besando la comisura de sus labios—. ¿Eso quiere decir que no eres un asesino de sangre fría?

El beso termina, y Caleb se aclara la garganta.

—No voy a negarlo, hubo un tiempo que disfruté matando —confiesa—. Pero jamás me perdí, Bella. Aún sigo siendo humano.

—Eso me hace amarte aún más —Las palabras salen de mi boca antes de que pueda detenerme.

Caleb me mira sorprendido.

—Bella...

—Te quiero —sonrío—. ¿Eso es malo?

Aparta la mirada.

—Es cualquier cosa menos mala —susurra—. Olvidé por completo esa palabra —Hace una pausa, mirando mis ojos—. Te quiero es bastante raro para mí.

—¿Qué hay de ti?, ¿me quieres?

Sonríe.

—He arriesgado todo por ti, y seguiré haciéndolo —dice, y mi corazón late con fuerza.

—Caleb...

Pone un dedo sobre mis labios.

—Estás en cada parte de mí, y no tengo idea cómo ha pasado. Se supone que eras un simple objetivo. Alguien útil para destruir a Kozlov.

—¿Qué ha cambiado?

—Todo, supongo —dice, y suspira—. Jamás esperé besarte. Jamás esperé tocarte como lo hice. Solo puedo imaginarte a ti en mi mente. La idea de Kozlov encontrándote me pone loco.

—Aleksi puede irse a la mierda.

Su sonrisa aumenta.

—Estoy de acuerdo —Besa la punta de mi nariz—. Nos iremos en cuanto te sientas mejor, ¿sí?

—Sí.

—Te traeré algo de comer.

—Gracias.

Cuando Caleb se retira a buscar mi comida, Vanessa entra a la habitación. Ni siquiera me mira mientras empieza a chequearme. ¿Cuál es su problema?

—Has perdido mucha sangre —informa indiferente—. Estarás bien, pero necesitas alimentarte. Sobre todo, consumir vitaminas.

—Caleb ya me puso al tanto de todo eso, y quiero agradecerte por habernos ayudado.

—Me ha dicho que no estaréis mucho tiempo aquí. ¿Tienes idea del peligro que implicas para él?

Mi ceño se frunce ante su tono tan brusco.

—Yo...

—La organización muy pronto vendrá por él.

Habla con tanto desprecio, que me dan ganas de golpearla.

—No sé de qué estás hablando, pero no me acuses como si fuera la culpable. Nunca quise nada de esto.

Se ríe, y enfoca sus ojos marrones en los míos.

—¿Crees que Caleb podrá protegerte para siempre? Estás muy equivocada. No tienes idea la magnitud del problema.

—¿Qué sabes tú?

Me dedica una sonrisa maliciosa.

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