Amnesia

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Estaba indignado, porque sabía lo que Maggie acababa de insinuar.

—¿Tú también lo crees, Ross? ¿Que Mark pudo estar involucrado de esa forma?

La expresión de mi amigo era de profundo pesar.

—Es una posibilidad, John.

Me puse de pie.

—A ver si lo entiendo. Paula Marrel entra en los sistemas de Meditek y roba documentos del ESH, entre ellos algo que involucra a Mark, que lo perjudica de alguna forma que no podemos explicar. En vez de chantajearlo, como hizo Stuart Nance con Ian, viene a verme a mí aquí, a Carnival Falls. ¿Es eso?

Llegué hasta la ventana y me volví. Extendí el índice de mi mano derecha.

—Número uno, no nos conocemos de nada.

Extendí el dedo mayor.

—Número dos, no sabe qué tipo de relación tengo con mi hermano.

Extendí el dedo anular.

—Y número tres…, Joder, ni siquiera podemos explicar cómo sabe de mi existencia.

Exhibí los tres dedos.

—Y aun así la chica viaja a otra ciudad para verme. Asumamos que eso sea correcto. Mark de alguna forma se entera de esta situación y se escabulle en mi casa, coge el arma de nuestro padre y ¡pum!, liquida a la chica. ¿Es eso lo que creéis que sucedió esa noche? Porque a mí me parece un disparate.

Ross y Maggie seguían callados.

—Pero eso no es todo —continué, todavía de pie—. Mark me hace tomar una píldora de ESH y juntos borramos todo lo referente a Paula Marrel, porque, no nos olvidemos, para borrar la información es necesario rememorar los hechos, y eso hay que hacerlo voluntariamente. ¿Hasta aquí voy bien? Ahora viene lo mejor… Unos minutos después, cuando despierto en el suelo y veo a la chica muerta, mi hermano me llama por teléfono, escondido en el bosque, y finge no saber nada y de repente aparece en casa en su coche.

Volví a sentarme, como un alumno que acaba de explicar su lección en la clase.

—¿Tú hubieras llamado a Mark esa noche? —dijo Ross con calma.

—Él fue quien te llamo en plena noche —dijo Maggie—, poco tiempo después de que despertaste en el suelo.

Era evidente que ambos habían hablado antes respecto a la oportuna llamada de Mark.

—¿Qué hubiese sucedido si él no te hubiese llamado en ese preciso momento?

Me dejé caer contra el respaldo del sofá.

—No lo sé —reconocí.

Quizás hubiese llamado a Ross, o a la policía. La llamada de Mark había torcido esos posibles escenarios.

Ross habló con calma:

—Sólo quiero que contemples otra posibilidad, Johnny. Si el FBI está investigando, conviene que estemos preparados.

—Mark te ocultó cosas desde el principio —dijo Maggie. Me di cuenta cuánto le costaba decir aquello, pero era lo que sentía.

El aire se cortaba con un cuchillo. Sólo la amistad y la confianza de tantos años nos mantenía allí, como tres planetas en equilibrio. Sabía que ninguno de los dos buscaba herirme, que sus opiniones eran genuinas y querían lo mejor para mí. Al mismo tiempo, creía en mi hermano; si no podía aferrarme a eso, entonces no podía aferrarme a nada.

—No imagino una razón por la que la chica me contactó —dije—, pero dejando ese punto de lado, supongo que es un escenario posible.

—Ian Martins también tenía acceso al ESH —dijo Maggie en un tono conciliador—, y tú lo escuchaste hablando por teléfono del accidente en motocicleta de Stuart Nance, el día del cumpleaños de Mark. Y ahora sabemos que mantiene un romance con Darla. Martins no es un santo.

—Estoy de acuerdo —dijo Ross.

La tarde había tomado un rumbo completamente inesperado. Ian. Mark. ¿Qué se ocultaba detrás de la venta de Meditek? ¿Qué pieza no acababa de encajar?

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