Alicia

Alicia


Capítulo 2

Página 4 de 9

C

A

P

Í

T

U

L

O

D

O

S

Estaba empapada pero no sentía frío. Miró hacia la orilla. Se le habían inflamado los pezones bajo el raso del pijama, eso sí, pero en ella era normal. Se levantó lentamente chorreando agua embarrada y trató de avanzar. Resbaló y volvió a caer con gran estruendo. Oyó nuevas risas. Quizá creían que ella era la atracción de la fiesta. Volvió a intentarlo y avanzó pasito a pasito, con sumo cuidado para no volver a dar el espectáculo, hacia la gente.

Cuando llegó a la orilla se oyeron aplausos. Una joven le tendió la mano. Era morena, con el pelo corto y unos pechos generosos que se apretaban bajo la blusa.

—Ven, cariño —le dijo con un tono amable—, te llevaré a casa. Vas empapada. Creo que necesitas cambiarte.

—Pues no me había fijado, mira tú —respondió Alicia con mucho sarcasmo sin que le pareciese que su acompañante se diera por aludida.

—Por cierto, me llamo Alina, y ¿tu?

—Alicia. Me llamo Alicia.

—Alicia y Alina. ¡Qué curioso!

La cogió de la mano y la llevó por el césped dejando un reguero de agua a su paso. Estaba fresco. La luz era extraña. Había nubes, sí, pero algo no encajaba allí. ¿Era algo habitual que cayera gente del cielo? ¿Nadie se había preguntado a qué se debía aquello?. Otra chica se acercó y los saludó. Ella respondió con un movimiento de cabeza.

—No dejes que te bese —rio la recién llegada a modo de advertencia.

¿Qué se había creído, que era lesbiana? Ella solo había besado a chicos en su vida y no iba a empezar ahora.

Un fuerte ruido la sacó de sus pensamientos: Un grupo de jóvenes vitoreaba a otro que jugaba, o lo que fuese que estuvieran haciendo, con varias motos de gran cilindrada que echaban un humo gris y pestilente mientras giraban. A ella se le antojó que en cualquier momento podían salir volando. O peor, que podían arrollar a alguno de los espectadores.

—¡Vaya, qué bien lo pasan!

—Cariño, aquí todo el mundo lo pasa bien. Para eso están —respondió Alina señalando a una pareja que retozaba por el suelo.

En realidad retozar sería quedarse muy en la superficie porque la chica llevaba la falda muy subida, mostrando los muslos al completo, y el torso totalmente desnudo. Movía las caderas rítmica y acompasadamente sobre el pubis de su compañero mientras él le amasaba los pechos. Ambos sonreían y en su mirada había deseo. No había muchas dudas respecto a lo que hacían. Alicia se había parado a mirarlos sin siquiera proponérselo.

—¿Te gusta verles follar? —susurró su acompañante asiéndola de la cintura con delicadeza— Es excitante, a que sí.

Alicia se soltó del abrazo con suavidad para no parecer desagradable con su anfitriona. Alina le cogió la mano y tiró de ella para continuar hasta la casa.

El edificio era moderno y a la vez antiguo. Con columnas y molduras que le recordaban a las mansiones de los estados sureños que aparecían en las películas americanas y, al mismo tiempo, con materiales que ella había visto en catálogos de bricolaje del centro comercial cercano a su casa.

Subieron por los anchos escalones. Una pareja sentada se besaba y fumaba marihuana. Les saludó y la ignoraron. El interior era un enorme espacio abierto y de gran altura con mesas llenas de comida repartida en un orden perfecto. Desde aquella amplia estancia un escalera ascendía al piso superior.

Alicia siguió a Alina por las escaleras y caminaron por el pasillo.

—¿Es tu dormitorio? —preguntó al ver que paraban en una de las puertas.

—No, pero aquí encontrarás todo lo que necesitas para adecentarte. Anda, pasa.

La estancia no era muy grande pero sí suficiente. Con una enorme cama llenando el espacio y una cómoda con su espejo y su sillón. Por dos puertas entreabiertas se podía ver el vestidor y el baño.

—Te prepararé algo de ropa mientras te das una ducha.

La llevó hasta el baño y la dejó sola dentro. Era bonito. Grande para tratarse de un baño. No tenía bañera, pero sí un lavabo doble con un enorme espejo, y olía bien.

Se quitó el pijama y entró en la ducha. El agua caliente enseguida la inundó y la relajó. Mientras se cubría de espuma sintió la figura borrosa de Alina moverse entre la bruma que el agua caliente había creado. Los pezones volvían a estar en pie de guerra, duros y gruesos bajo el agua.

Cuando corrió la mampara el vapor se extendió más aún por el lugar. Alina la esperaba. El espejo estaba empañado y no reflejaba nada. Cogió una enorme toalla, la envolvió en ella y comenzó a secarla. Hubiera querido decirle que no se preocupase, que podía hacerlo ella sola, pero no lo hizo. Las manos de la chica recorrían su cuerpo lentamente y en un momento dado se sorprendió cerrando los ojos y dejando que ella quitase cada rastro de humedad de su piel. No quiso pensar que se entretenía más tiempo que el recomendable en sus pechos. La mano de la chica alcanzó su abdomen y siguió bajando lenta pero inexorablemente.

Abrió los ojos de par en par al sentir los dedos rozarle el vello púbico y se encontró con la cara de Alina junto a la suya. Sin tiempo para pensar sintió los labios de la chica sobre los suyos y su lengua pujar por invadirla. No supo por qué los separó pero la besó con una dulzura que ya hubiera querido su Roberto para él.

Tras los labios vinieron sus dedos. Sintió una mano en su espalda acariciando su columna y bajando lentamente hasta alcanzar los glúteos mientras la otra jugaba alrededor de su ombligo y se movía arriba y abajo entre el hueco y el nacimiento del vello.

Sin despegar los labios, dejándose devorar la boca como nunca se lo habían hecho antes, la mano se posó en sus pechos. No se sintió mareada, solo turbada por haber llegado hasta allí. Ella no era lesbiana y sin embargo… Alina la estaba besando… Y le gustaba.

Tuvo un recuerdo fugaz para Roberto. Alina rompió el beso y la llevó en silencio tras ella hasta el dormitorio. La hizo sentar en el borde de la cama y se inclinó para besarla de nuevo. Era delicioso sentir sus labios y su lengua. Su vientre destilaba ya un placer cálido que la hizo añorar los labios de su nueva amiga.

Alina entonces la liberó de su beso y dio un paso atrás para quitarse la bata de seda. Alicia ni se había percatado del cambio de vestuario. La prenda cayó al suelo y ante la cara de Alicia apareció un enorme pene. Duro y vibrante.

—Es todo para ti, cariño. Disfruta de él.

Alicia alzó la mirada sorprendida y recibió una sonrisa y un gesto de cabeza como respuesta a su silenciosa pregunta. Incapaz de reaccionar ante aquella belleza masculina, vio acercarse el miembro que le ofrecían hasta rozarle los labios. Lo sujetó con la mano, retiró la piel del prepucio y llevó la lengua al glande que palpitaba ya de excitación.

Oyó gemir a Alina. Su entrepierna ardió de deseo y separó los muslos para dejar que entrase algo de aire mientras dejaba que la verga invadiese su boca lentamente.

—Te lo advertí… —susurró una voz a su espalda—. No dejes que te bese. Te ha besado y ahora no puedes resistirte a sus encantos. Alina es así. Encantadora en todos los sentidos.

Mientras las palabras de la recién llegada resonaban en su cabeza, unas manos la rodeaban desde atrás acogían sus pechos en el interior y unos labios le recorrieron el cuello haciéndola estremecerse. Alicia sujetaba el pene de Alina y lo devoraba con calma, disfrutando de él tanto o más que su dueña. O dueño. Alina era poseedora de dos preciosos pechos cuyos pezones apuntaban al frente y clamaban por la falta de atención.

—¡Tiene una boca tan sensual! Mira sus labios, Marcia. Mira como me saborea.

—¡Hmmm, sí! Realmente le estás gustando.

Marcia dejó de jugar con sus pezones. Bajó de la cama y se puso detrás de Alina para rodearle y acariciarle el pecho. La verga creció y se endureció más con las nuevas caricias. Las manos de Marcia descendieron por su costado hasta toparse al fin con los testículos de su amiga. Jugó también con ellos y luego le quitó a Alicia el juguete de la boca.

—Enseguida, tranquila —respondió al ruego de sus ojos.

La hicieron subir a la cama y la tendieron boca arriba. Marcia le separó las piernas para que Alina se pusiera entre ellas. Colocó la verga en la entrada de su intimidad y esperó a Marcia, que enseguida acudió a su lado. Mientras esta lamía los pechos de Alicia y le acariciaba el clítoris, Alina la penetró.

Apenas necesitó unos cuantos empujones para sentir el fogonazo que necesitaba. Cerró los ojos, se retorció y las oyó animarse al ver que obtenía su premio. Se besaban y acariciaban como consumadas amantes.

Después de aquello Alicia se entregó por completo a sus compañeras. Tanto, que no le pareció del todo mal que Marcia le ofreciese su pubis para que lo colmase de las mismas atenciones que le había dado a Alina. A fin de cuentas, esta última tenía los labios entre sus piernas y la estaba llevado de nuevo al clímax.

No supo cuantos orgasmos obtuvo ni cuantos ayudó a obtener hasta caer rendida. Lenguas y manos parecían amontonarse en el lecho. Iban y venían de una a otra sin control. De cuando en cuando notaba el pene de Alina perforarla desde algún lugar y entonces podía ubicarlo. Gemían y gozaban revolcándose y riendo, y hasta creyó ver alguna cara asomarse por la puerta entreabierta del dormitorio que no tardaban en desaparecer.

Ir a la siguiente página

Report Page