Alex

Alex


PORTADA

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Había algo: su madre. O su familia en general, quizás. Su madre que todo lo controlaba, absolutamente todo. Su padre que no hacía nada para hacerse respetar. Y Jimmy, que lamentablemente parecía estar perdiéndose.

De nuevo sintió los dedos de Alex acariciar su brazo delicadamente, como si no quisiera que ella se diera cuenta.

Y como si supiera que ella le estaba mintiendo.

Pero era imposible. ¿Cierto? No había forma de que supiera lo que ella se estaba guardando.

Emily no pudo evitar voltear a mirarlo y él apoyó el brazo en el respaldar de su asiento, inclinándose hacia ella. Invadiendo su espacio personal. Pero a ella no le molestó, de hecho, le gustaba tenerlo tan cerca.

Y eso no era bueno.

Ni siquiera lo conocía. Un poco, nada más. Y ella nunca antes había estado con un chico. Era una inexperta se viera por donde se viera.

-Come conmigo –susurró Alex, entonces. Y Emily regresó a la realidad de inmediato.

¿Qué?

Frunció el ceño. ¿Cuándo sucedió eso?

-¿Ahorita? –preguntó, aunque sabía que probablemente no se refería a aquello.

-Lunes –contestó Alex, rápidamente.

Emily se río. Había estado bastante segura de que él no quería verla más, después de todo, parecía haberle afectado mucho saber lo menor que era.

Decidió hacerse la loca, porque no estaba segura de si iba en serio o de si estaba simplemente buscando la forma de burlarse de ella.

-¿Creías que estaba lo suficientemente borracha para aceptar? –preguntó, en un intento de no dejar ver que sí le gustaba la idea de verlo de nuevo.

Alex sonrió.

¿Se había ruborizado? Parecía que sí, dado a que había bajado la vista, aparentemente intentando cubrirlo.

-Parece que me equivoque –contestó, claramente intentando quitarle importancia al hecho de que prácticamente había sido rechazado.

Y Emily se sintió mal de inmediato. Porque él realmente había querido invitarla a comer. Y porque ella realmente quería ir con él.

Así que sonrió.

-Tengo escuela –dijo, antes de poder detenerse y lo lamentó.

De inmediato las manos de Alex cogieron con más fuerza el volante, sus nudillos tornándose blancos a causa de la fuerza que estaba aplicando.

-De acuerdo –lo escuchó contestar, pasados unos segundos-. Otro día será –agregó.

¿Qué problema tenía con su edad?

-Está bien -aceptó, pero él no pareció darse cuenta de que ella lo había hecho. Parecía estar teniendo alguna especie de batalla interna, aunque Emily nunca llegaría a estar del todo segura, porque de un momento a otro, él se giró en su sitio y se acercó a ella, clavó sus ojos en los de ella y cogió un mechón de su cabello, pasándolo por detrás de su oreja. Sus fríos dedos rozando la piel del cuello de Emily.

Ella sintió su cuerpo estremecerse y rogó que él no se hubiera dado cuenta del efecto que causaba en ella.

-No vuelvas a tomar así –susurró él, de pronto, regresándola a la realidad.

Emily trago saliva, aun sorprendida por su repentina cercanía.

-Está bien -se encontró a sí misma aceptando.

-Y la próxima vez dime donde estarás -continuó él-. Así podré estar tranquilo –agregó, a último momento.

Y de nuevo, Emily se encontró a si misma aceptando.

-Está bien –susurró, rogando que su voz no sonara tan temblorosa como creía que sonaba.

¿Tranquilo? ¿Realmente había estado preocupado por ella?

Intentó no pensar mucho en como su corazón había saltado en su pecho al darse cuenta de que él estaba preocupado por ella y resopló, preguntándose si Lilian ya estaría en casa. No podía llegar si ella no estaba, por más que no estuviera su madre ahí y su padre se hubiera ido de viaje, no tenía llave con la cual entrar.

Él la miró a los ojos unos segundos y Emily se preguntó por qué aun no le decía que se bajara del auto.

De pronto, él sacó su teléfono y marcó un número.

-¿Ya has llegado a casa? -preguntó y aguardó un momento antes de continuar-. Bien, esperaremos aquí –contestó y cortó.

-¿Lilian? -preguntó Emily.

Él asintió.

-Llegará en un rato -contestó-. Andando –agregó.

Y Emily lo siguió rápidamente, pues él ya había comenzado a salir del auto. De nuevo no se molestó en pensar demasiado en porqué Alex tenía el número de Lilian. Ahora le quedaba claro que era muy probable que Alex fuera conocido de los padres de Lilian. El mundo del dinero era así de pequeño, realmente.

-¿A dónde? –preguntó, en cuanto logró alcanzar a Alex.

-Adentro –contestó él, con tranquilidad y subió las escaleras del porche.

-Pero si no tenemos llave –argumentó Emily. Él no contestó y metió su mano en una de las macetas que había cerca a la puerta. Emily alzó una ceja, pero luego él sacó una llave de entre la tierra y ella se encontró a sí misma abriendo los ojos de par en par- ¿Por qué tú sabes dónde está la llave y yo no? –preguntó.

Alex se río, claramente divertido con la situación.

-Tendrás que preguntárselo a Lilian –contestó, metiendo la llave en la cerradura y abriendo la puerta.

Emily resopló, Lilian tenía que tener un buen motivo. O quizás Alex simplemente había adivinado donde estaba la llave y estaba intentando molestarla haciéndola creer que ya sabía que estaba ahí.

Alex se sentó en el sofá y ella se sentó a su lado. Aunque, aparentemente, se había sentado demasiado cerca de él, porque se dio cuenta de que él se alejaba un tanto, "disimuladamente".

Emily rodó los ojos y se puso de pie, resoplando.

-Idiota –no pudo evitar murmurar por lo bajo, sin saber muy bien porqué y rápidamente se dirigió a la cocina.

Sintió la mano de Alex cerrándose suavemente alrededor de su antebrazo e intentó ignorar la reacción de su corazón, antes de voltearse hacia él.

-Emily –comenzó él, suspirando-. Lo siento –continuó, pasado un momento de silencio. Ella alzó una ceja, indicando que no sabía del todo porqué se estaba disculpando con ella-. Por actuar así –se explicó él, finalmente-. Supongo que no me acostumbro a que seas tan... –siguió explicando, pero se detuvo un momento, claramente sin saber muy bien como continuar-. Menor –finalizó, entonces.

Emily no pudo evitar rodar los ojos.

-De nuevo con eso de que soy una niña -dijo, dándose la vuelta y zafándose de su mano, porque su corazón no se lograba tranquilizar cuando la estaba tocando-. No lo soy –puntualizó, cogiendo un vaso del lavadero y sirviéndose agua.

Él se apoyó en el repostero, a su lado.

Y muy cerca.

-Quiero decir -comenzó él, de nuevo-. Estoy acostumbrado a hacer las cosas sin importarme mucho las consecuencias que ocasione en los demás -se explicó. Y Emily se cruzó de brazos, tras dejar su vaso en el repostero y escuchando atentamente-. Pero contigo, simplemente... no puedo –finalizó.

Entonces el corazón de Emily volvió a dar un salto, pero intentó no dejarlo notar.

-¿Qué quieres decir? -preguntó, empezando a lavar el vaso que había usado y con su vista fija en este, porque no se atrevía a seguir mirando a Alex cuando le estaba diciendo cosas como aquella.

-Quiero decir –comenzó a decir, de nuevo-. Que me preocupa hacer algo que te pueda hacer daño –continuó, aunque se detuvo un momento-. O causarte problemas –agregó, volviendo a quedarse callado un momento-. O algo –dijo, nuevamente deteniéndose.

Ella frunció el ceño. Estaba actuando un tanto extraño, deteniéndose a cada momento, luego de decir una oración.

-¿Porqué? –preguntó, de todas formas y comenzó a secar el vaso.

-Porque –comenzó Alex, pero se detuvo de pronto y de un momento a otro cogió el vaso de entre sus dedos y lo puso a un lado, logrando que Emily alzara la vista hacia él, con los ojos abiertos como platos-. No hagas eso –le pidió, en voz baja.

Ella lo miró, aun completamente sorprendida.

-¿Hacer qué? –preguntó, lentamente, temiendo que su voz pudiera traicionarla y dejarlo ver lo nerviosa que lograba ponerla.

-Eso –dijo él, simplemente-. Actuar tan serenamente y no prestarme atención –explicó, cuando ella claramente seguía sin entender.

-Estoy prestándote atención –replicó, lo más tranquilamente que pudo, pues Alex se había acercado aún más a ella.

Él resopló y dejó que sus dedos se hundieran en su oscuro cabello. Un gesto que claramente indicaba su frustración.

-Intento decirte algo –dijo, finalmente.

Emily tragó saliva, no muy segura de querer saber que exactamente intentaba decirle. No confiaba demasiado en su corazón para ser capaz de soportarlo, porque lo que sí sabía era que lo que diría sería algo que la derretiría por completo.

-Está bien –aceptó, finalmente-. Lo siento –se disculpó.

Él la miró a los ojos y finalmente volvió a hablar.

-Quiero decir que –volvió a comenzar-. Eres diferente a cualquier otra chica que haya conocido antes y no es fácil no hacer lo que acostumbro hacer –explicó, rápidamente, como si hubiera tenido aquello guardado en su garganta por demasiado tiempo y sólo hubiera querido dejarlo salir como sea.

Emily lo procesó un momento.

-¿Y qué acostumbras a hacer? -preguntó, en un susurro, porque la curiosidad podía con ella.

O quizás simplemente quería una demostración.

¿Es que el alcohol no se había quitado aun de su sistema?

-Esto -contestó él, rápidamente y de un momento a otro, se encontraba frente a ella, poniendo una mano a cada lado suyo, sobre el repostero-. Y esto -continuó, acercando su rostro al de ella. Emily sintió sus labios dejar un delicado beso justo debajo de su oreja y trazó una línea de besos por su mandíbula, en su cuello y volvió a poner su rostro frente al de ella, luego de su dulce tortura. Emily estaba teniendo un mal rato intentando respirar correctamente-. Y esto –agregó Alex, su nariz rozó la de ella y su aliento rozó sus labios.

Y Emily supo que iba a besarla.

Y quería que lo hiciera.

Y lo hubiera podido hacer, si no fuera por qué la puerta de entrada se abrió de golpe en aquel momento, forzándolos a separarse, sobresaltados.

-¿Emily? -prácticamente gritó Lilian, desde la sala y un segundo después, entró a la cocina. Sus ojos se posaron en Emily y luego en Alex, volvieron a deslizarse sobre ella y finalmente se volvieron a posar en él-. ¿De qué diablos me perdí? –exigió saber, finalmente.

Emily y Alex se miraron unos segundos, hasta que él, claramente enfadado, salió sin decir más por la puerta de la cocina y cerró la puerta de la casa de un portazo. Un momento después se oyó el sonido de su auto arrancando y este se alejó rápidamente.

Se había ido.

Y a Emily le estaba resultando difícil convencerse de que no le afectaba que él se hubiera ido. Porque, no podía dejar de imaginarse cómo habrían terminado las cosas si Lilian nunca hubiera entrado a la casa.

O quizás simplemente seguía demasiado pasada de tragos.

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO 6

 

 

El lunes por la mañana, se levantó temprano y se alistó para la escuela. Le esperaba un largo día, los lunes siempre eran así para ella. O, de hecho, para todos.

Y lo peor de todo era que no podía quitarse a Alex de la cabeza, habían estado a punto de besarse por segunda vez. Y por segunda vez Lilian había interrumpido. Estaba intentando convencerse a sí misma de que en verdad no había deseado que la besara, pero no podía seguir engañándose. Se había quedado con la curiosidad. O quizás simplemente quería haber sido besada por primera vez.

Se sonrojó al darse cuenta de donde se encontraban sus pensamientos y rápidamente los sacó de su cabeza. Entonces, finalmente cogió su maleta para salir de la casa y dirigirse al auto de Lilian, que como todas las mañanas la esperaba para llevarlas a la escuela.

No había sido necesario despedirse de su madre porque esta estaba en su habitación, probablemente intentando comunicarse con su hermano menor, que la noche anterior nuevamente no había llegado a casa.

Decidió no pensar mucho en ello y dejó que Lilian la abrazara cuando subió al auto.

-¿Has soñado con Alex? -le preguntó, con una sonrisa.

Emily rodó los ojos.

-No he soñado con él –contestó tranquilamente, aunque era una completa mentira-. Hola Alonso –saludó al guardaespaldas de Lilian.

Él la saludó con un asentimiento de cabeza.

-Ya –replicó Lilian, la sonrisa plasmada aún en su rostro-. Sigue intentando engañarme, pero nunca podrás engañarte a ti misma –agregó.

Y Emily no pudo estar más de acuerdo con ella. Aún podía recordar perfectamente lo bien que se había sentido los labios de Alex sobre los de ella en su sueño. O quizás era simplemente porque nunca antes había sido besada. E imaginaba su primer beso así: inigualable, sorprendente y emocionante, que te dejaba con las piernas débiles, el corazón latiendo a mil por hora y sin respiración.

Emily se rió y sacudió la cabeza cuando se dio cuenta de que nuevamente había estado recordando el beso de su sueño. Ya era la tercera vez que le sucedía y ni siquiera eran las ocho de la mañana.

Lilian la miró con curiosidad, pero no dijo nada más, mientras entraban al colegio. 

Se bajaron del auto y tras despedirse de Alonso, rápidamente se dirigieron a su salón. 

-No tengo ganas de oír al profesor hablar sobre la teoría de la matemática –refunfuño Emily y Lilian la observó desde su lado, pues las carpetas eran de a dos.

-Yo menos -replicó-. Deberíamos escaparnos de clase –agregó, bajando la voz y claramente planeando un montón de cosas en su mente.

Emily alzó una ceja. Ambas sabían que ella misma nunca iba a atreverse a hacer algo como aquello. Así que negó con la cabeza, tranquilamente.

-Sabes que no lo haría -dijo-. Además ya llegó profesor calvito –agregó, al tiempo que ingresaba el profesor de matemáticas al salón.

Lilian puso cara de pocos amigos y sin molestarse en prestar atención al profesor, que ya había comenzado a hablar, hundió el rostro entre sus brazos, dispuesta a dormir por lo que quedaba de la clase. O toda ella, de hecho.

Emily, en cambio, si prestó atención a la clase, incluso cuando no tenía muchas ganas de hacerlo. Era un tanto estudiosa, más bien bastante; y eso era mayormente por su madre. Si no tenía el primer puesto del salón, ella se volvía loca, así estaba la cosa.

Por eso, también prestó atención a la siguiente clase y a la siguiente igual y a las que siguieron también. A todas, porque su madre siempre era bien estricta con respecto a las notas. O con respecto a ella, más bien.

Y para el final del día, se sentía extremadamente cansada. Lo único bueno era que el lunes finalmente se había terminado.

-Voy al baño un momento -dijo Lilian, mientras caminaban por el pasillo hacia el estacionamiento-. Ve buscando a Alonso –agregó, antes de desaparecer entre los alumnos.

Emily asintió, rodando los ojos y se dirigió al estacionamiento. Intentó no pensar mucho en el hecho de que cada vez que Lilian desaparecía para ir al baño, Alex hacía su aparición. Pero su corazón se aceleró, indicando que estaba completamente consciente de las posibilidades de que él apareciera en cualquier momento.

Y cuando su mirada se topó con la camioneta negra que indudablemente le pertenecía a Alex, sintió su corazón acelerándose aún más, una pequeña sonrisa comenzando a formarse en sus labios y la emoción de verlo comenzando a crecer.

¿Por qué?

Ella no solía ser así. Nunca le había sucedido algo como aquello. Nunca le había gustado nadie lo suficiente para verse afectada de ese modo.

¿Le gustaba?

Diablos, debía estar loca. Estaba hablando de un hombre diez año mayor que ella. Probablemente nunca la vería de ese modo, probablemente siempre la vería como la niña pequeña que casi besa. Dos veces.

Resopló y dejó de pensar tanto, para comenzar a hacer su camino hacia la camioneta de Alex.

-Debo estar verdaderamente loca – murmuró para sí, al tiempo que llegaba ante la camioneta

Alex le quitó la llave a la puerta del copiloto desde adentro y Emily rápidamente sintió el nerviosismo abriéndose paso por su pecho. ¿Por qué ahora le estaba afectando tanto saber que estaba por ver a Alex? Quizás era porque las anteriores veces se había encontrado con él de pronto, sin tenerlo realmente planificado. O quizás era porque ahora estaba comenzando a creer que le gustaba.

Forzó los pensamientos fuera de su mente de nuevo y abrió la puerta, para finalmente entrar y tomar asiento.

De pronto, fue como si todo se convirtiera en Alex. Probablemente fuera por el hecho de que estaba en su auto y el espacio entero olía a él.

¿Y a qué, exactamente, olía él?

Se sonrojó y rápidamente bajó la vista, para que él no pudiera ver sus mejillas color carmín. Y para no seguir observando cómo tonta sus hermosos rasgos.

-Hola –lo escuchó saludarla, con esa ronca voz de siempre, que lograba hundirse bajo su piel.

Sip, definitivamente debía estar loca.

-¿Qué haces aquí? –no pudo evitar preguntar y un tanto más tarde, se dio cuenta de lo feo que había sonado.

-Se nota que te alegra verme -replicó él y Emily se cruzó de brazos, alzando una ceja e intentando no lucir tan afectada por su presencia. Alex suspiró y eso hizo que ella finalmente bajara los brazos y lo volviera a observar con calma-. Te dije que comerías conmigo hoy –dijo, finalmente.

Emily frunció el ceño, mirando hacia la ventana y dándose cuenta de que muchas personas miraban el auto, claramente sorprendidos de que ella se hubiera subido a él. Y eso no era bueno, porque cualquier podría ir con el chisme a su madre. Y eso tampoco sería bueno. Probablemente se volvería loca y… se dio cuenta de que Alex la seguía observando, expectante. Y recordó que no le había contestado aún.

-No acepté a esa invitación –replicó, finalmente, regresando su vista hacia él.

Observó cómo los dedos de Alex apretaban con más fuerza el volante, sus nudillos rápidamente tornándose blancos.

-Hice el esfuerzo de venir a recogerte a la escuela -dijo, aparentemente calmado, pero parecía haber enojo tras sus palabras. ¿Estaba enfadado ahora? ¿Realmente le afectaba tanto saber que ella aún estaba en la escuela? Sus celestes ojos se dirigieron a Emily de nuevo y ella se encontró a si misma intentando recordar como respirar-. Así que, por favor, come conmigo –finalizó Alex, lentamente.

Emily se lo pensó un momento y Alex no quitó su vista de encima de ella, poniéndola aún más nerviosa de lo que ya estaba. Aun así, intentó por todos los medios no mostrárselo.

Resopló, finalmente. Quizás comer con él no sería tan malo, de hecho se lo pasaba bien cuando estaban juntos. Incluso aunque odiara sus sonrisas socarronas y su capacidad para dejarla sin respiración.

-De acuerdo –aceptó, sin más.

Alex sonrió, entonces.

-Entonces, andando –dijo, arrancando rápidamente el auto y saliendo de la escuela.

Emily jugó con sus dedos, no muy segura de cómo hacer la pregunta que estaba por hacer. Finalmente, decidió simplemente preguntar.

-¿Me podrías prestar tu teléfono? - preguntó, sintiendo sus mejillas calentándose.

Alex la miró de reojo un momento, pero la sonrisa no abandonó su rostro.

-De acuerdo –aceptó y sacó su teléfono de su bolsillo, sin dejar de mirar la autopista.

Se lo tendió a Emily y ella intentó ignorar la forma en que su corazón se aceleró cuando sus dedos rozaron los de él, al tomar el celular.

Rápidamente marcó el número de su madre y aguardó a que contestara. Y cuando lo hizo, no estuvo del todo segura de como lograría convencerla de que todo estaba perfectamente en orden.

-¿Mamá? –preguntó, insegura sobre como comenzar la conversación.

-Emily –su madre contestó, aunque lucía ligeramente distraída. Y eso era bueno-. ¿Qué ha pasado? –preguntó, aparentemente con poco interés.

Y eso era bueno de nuevo. En cualquier otra situación, a Emily le habría molestado que su madre fuera tan indiferente con ella. Pero ahora, que tenía un buen motivo para estar lejos de casa un tiempo más, no quería que su madre se interesara en lo más mínimo en el porqué de su llamada.

-Quería avisarte que haré un trabajo con Lilian –comenzó-. Así que llegaré tarde a casa –terminó, rápidamente. No le gustaba mentir y por eso mismo estaba nerviosa en aquel instante, eran pocas las veces que le había mentido a su madre, si es que no lo había hecho nunca.

Alex se rió por lo bajo y ella le dirigió una mirada enfadada. Más valía que se quedara callado.

-¿Trabajo? –preguntó su madre, aparentemente comenzando a ganar algo de interés en la conversación.

-Si –contestó Emily, intentando quitarle importancia rápidamente-. Si no me crees pregúntale a ella –agregó, porque sabía que eso la haría dar su brazo a torcer, finalmente.

Su mamá se rió, aunque la risa no sonó del todo sincera.

-Cómo crees, hija –replicó, probablemente volviendo a centrarse en lo suyo-. De acuerdo, no vengas tarde –aceptó.

-Está bien mamá –dijo, sintiendo su cuerpo relajarse, pero su madre volvió a hablar, antes de que pudiera cortar la llamada.

-¿De qué número me estas llamando? –preguntó, nuevamente interesada. Diablos, había estado tan cerca-. ¿Y el de Lilian? –agregó.

Emily se mordió el labio. Rayos. Se había olvidado completamente de eso.

-Lilian no encontraba el suyo –explicó, rápidamente, intentando esquivar por completo la primera pregunta-. Lo estamos buscando –agregó, para sonar más convincente.

Su madre se quedó callada un segundo, durante el cual Emily estuvo segura de que había descubierto que estaba mintiendo, pero cuando ella finalmente volvió a hablar, no pareció sospechar absolutamente nada.

-De acuerdo –dijo, de nuevo, después de lo que pareció una eternidad-. No vengas tarde –volvió a repetir y cortó, dejando a Emily con la palabra en la boca, pero agradecida de que no se había dado cuenta de que le estaba mintiendo.

Emily suspiró, aliviada. Dirigió su vista hacia Alex de nuevo, para darse cuenta de que la observaba con la ceja alzada, pues estaban en luz roja.

-Así que soy un trabajo de escuela –comentó, tranquilamente.

Emily sacudió la cabeza y rodó los ojos.

¿Es que se estaba burlando de ella, o qué?

-Calla –dijo, intentando no sonreír-. ¿Puedo hacer otra llamada? –preguntó, porque aún no estaba del todo salvada.

-¿Y tu celular? –preguntó Alex, ahora curioso.

Emily sintió que se sonrojaba.

No tenía un bendito celular porque su madre no creía que era necesario, o probablemente porque simplemente no quería que ella o tuviera. Nunca lo sabría. Lo que si sabía era que de todas formas era una injusticia, porque a Jimmy le había comprado un celular ya hacía mucho tiempo atrás.

-No tengo -contestó, simplemente, sin ánimos de explicar más.

Alex regresó su vista a la autopista cuando la luz se puso en verde.

-Haz la llamada –dijo, finalmente y continuó conduciendo tranquilamente.

Emily marcó rápidamente el número de Lilian y aguardó.

-Lilian –dijo, en cuanto escuchó a su mejor amiga contestar su celular

-¿Dónde te has metido? -prácticamente gritó a través del teléfono y Emily tuvo que apartarlo de su oído por un momento

-Estoy secuestrada –contestó, pasado un momento.

Vio de reojo como Alex se giraba a verla un momento, con los ojos entrecerrados y no pudo evitar sonreír.

-Vamos, no me vengas con tonterías –dijo Lilian, pero estaba riéndose en la otra línea-. ¿Estás con él verdad? –preguntó.

Emily sintió el calor en sus mejillas.

-Si –contestó, intentando no sonar nerviosa-. Mamá probablemente te llame –agregó, rápidamente, porque para eso la había llamado.

Lilian dejó de reírse de inmediato.

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