Alba

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1 “El comienzo”

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Alba estaba recogiendo los platos cuando Borja la rodeó desde atrás con sus fuertes brazos, esos brazos firmes que la hacían retozar “cuando quería”. La hizo dar media vuelta hasta que se tuvieron cara a cara, sus respiraciones se cruzaron tan agitadas como inseguras, se notaba en el ambiente, un compromiso, un compromiso que asfixiaba, “Y no tenía nada que ver con la boda, sino cuando te comprometes a hacer algo y debes hacerlo como todos esperan que hagas, cuando tienes miedo a fallar”, la mano de Borja se deslizó por debajo de la camiseta de gatitos que Alba se había puesto, acarició uno de sus pechos por encima del sujetador, la cogió en brazos y la llevó hasta el sofá, los dos se besaron con desesperación, se arrancaron la ropa, demasiada necesidad, demasiada, de cosas que no tenían, de otras muchas que jamás habían estado, se tumbó sobre ella con la ropa aún a medio quitar y la penetró con fuerza, se movieron rápido, Borja le acarició el clítoris con el pulgar y le regaló besos dispersos por su cuello, ambos se precipitaron al desenlace, enzarzados en lo que parecía “más una lucha de poder que hacer el amor”, se corrieron entre jadeos sonoros y sudorosos, sin más se levantaron del sofá. Borja se encaminó hacia el baño y Alba no pudo más que volver a ponerse la ropa y seguir lavando los platos en la cocina. “¿Era eso lo que quería? ¿Era eso lo que esperaba de la vida? Un polvo rápido, pasar el rato ¿y después?”

Borja salió de la ducha colocándose la corbata, la miro de reojo mientras Alba colocaba los platos secos en su repisa.

-Te he dicho mil veces que no tienes por qué limpiar, ya lo hará la asistenta- “A veces llegaba a ser un completo repelente”

-Y yo te he dicho mil veces que no me importa hacerlo, así me siento menos inútil…

-¿Quieres que lo hablemos?

-¿Qué hay que hablar Borja?- se giró para mirarle y se encontraron frente a frente con unos ojos que se desgarraban el uno al otro.

-Esto… lo que hacemos

-Eres tú el que hace días que no quiere tocarme, me echas un polvo rápido en el sofá y te levantas como si nada ¿Qué cojones quieres hablar Borja?

-Déjalo- se mesó el pelo y se pasó las manos por los ojos con gesto cansado- no comeré aquí hoy, tengo una comida de trabajo

-Pues me voy  a mi casa

-¿Qué?- se retaron con la mirada como dos auténticos titanes- esta es tu casa

-No pienso quedarme todo el día sola, me quedaré con Sonia en casa

-Haz lo que quieras- salió dando un portazo que hizo retumbar las paredes

“¿Era posible que a Borja se le hubiera pasado tan rápido el interés? Y lo que es peor ¿era posible que se me hubiera pasado tan rápido a mí?”

Sonia la recibió con los brazos abiertos y pequeños besitos por la cara, su gesto cambio al verla con una pequeña maleta de viaje y un neceser pequeño

-Tranquila, es para esta noche

-¿Te quedarás a dormir y todo?

-Sí, no me apetece escuchar a Borja decirme que no son horas de llegar para una futura mujer casada

-Que le den, es un sieso

Comieron pizza y vieron “Chicas malas” mientras se pintaban las uñas de un color granate intenso, hablaron, rieron, se sintieron a gusto la una con la otra, no hablaron de hombres, solo hablaron de ellas.

A las ocho llegarían los invitados así que dado el poco tiempo que tenían y que dos botellas de vino ya las habían puesto “alegres” arreglarse no fue tarea fácil, a eso le añadieron el pequeño tamaño del baño y que a Alba se le habían olvidado coger sus planchas del pelo. Así que en esa tesitura se encontraban, compartiendo planchas y mascara de pestañas cuando llamaron a la puerta, Sonia se precipitó acomodándose la falda y poniendo la música a toda pastilla. Las primeras en llegar fueron dos de sus compañeras de trabajo rubias, altas, “pivonazos en toda regla” y que además, llegaron acompañadas, de una botella de vino cada una.

Alba se colocó el vestido y se vio aún más guapa que cuando se lo probó en la tienda, el pelo lo había dejado liso hacia uno de los lados y en los labios, el tono Diva de MAC. Se entretuvieron haciéndose fotos las cuatro y subiéndolas a Instagram mientras llegaron el resto de invitados.

Sin saber cómo pasó, en cuestión de diez minutos la casa se llenó de gente, tanta gente que Alba tuvo que tomarse un respiro en la pequeña terracita de la cocina.

Sonia abrió la puerta de nuevo y apareció John, había olvidado lo guapo que era y también había olvidado lo que Sonia y el habían empezado a tener, aunque esta no había sido muy clara en detalles, se acercó a ella y la cogió de la cintura, se dieron dos besos apretados, como esos dos amigos que hace tiempo que no se ven.

-Joder cada día estas más guapa Albita

-Gracias- sus miradas se cruzaron lo suficiente para entender lo que se querían decir

-Estás…

-Bueno, estoy bien

-Vas a casarte

-Sí, me caso- le dedicó una mirada triste una que le decía “Mi amigo se merece ser feliz y no lo será sin ti”.

Sonia los salvó a ambos del aprieto cuando tiró del brazo de John y desaparecieron dentro del salón. Nunca había visto la casa tan llena de gente, todos charlaban bastante alto, la música retumbaba hasta las paredes y algunos ya llevaban algunas copas de más.

Entonces la atmosfera cambió, un cumulo de sensaciones, un calor que se le subió hasta la garganta, sin ni siquiera mirarlo ya sabía que él estaba allí, Alba se giró sobre sí misma y se lo encontró justo detrás de ella, parado, más bien “petrificado”, se miraron, se retaron por segundos y por último se adularon.

-Hola

-H-o-l-a- “Gracias cerebro de Alba por hacerme parecer subnormal”

-Sonia no me dijo que vendrías- se acercó mas

-Ni a mí que tú vendrías

-¿No vas a darme un beso?

-¿Debería dártelo?- Austin se acercó hasta rozar su cara, notó su barba que empezaba a raspar, apartó uno de los mechones de su pelo colocándolo detrás de la oreja y le dio un beso cálido sobre la mejilla, un beso que la llenó por completo, que la catapultó hasta lo más alto, meses atrás, cuando todo era más fácil y que ellos se encargaron de hacerlo lo más difícil que pudieron.

-Voy a por algo de beber- desapareció entre la gente, mientras Alba temblaba bajo su copa de Martini, se atusó el pelo nerviosa “Esto sí que no lo esperaba, había sido una jugada sucia” se debatió entre ir a tirarle la copa a Sonia encima o simplemente marcharse a casa, optó por la segunda, más civilizada y consecuente, así que se encaminó hacia la puerta cuando Austin la agarró de la muñeca y la hizo girar- ¿Ya te vas?

-Eh…

-¿No será por mí no?

-No tengo porque irme porque tu estés aquí, es la fiesta de mi amiga

-Ah

-¿Puedes soltarme?- y la soltó.

Alba se sentó en el sofá en un rincón, mientras dos chicas charlaban animadamente dándole la espalda, no sabía si habían sido cuatro o cinco copas, las que se había servido sin levantarse del sofá, y sonó una canción, una canción que aún los hacía especiales, que los hacía saber que daba igual el tiempo que pasara, que daba igual el sitio del mundo en que se encontrasen, esa canción siempre les haría sentir que lo que fueron, fue algo tan real como inolvidable. “Stay With Me” Austin sonrió de medio lado apoyado en la pared justo en frente de ella, Alba le evitó la mirada cuanto pudo, que no fue mucho, Austin simplemente se acercó y le tendió la mano

-No puedes negarme esto

Alba se levantó agarrada a su mano, el alcohol le dio un mareíllo singular, pero le dio igual, se encaramó a su cuerpo y se dejó llevar mientras Sam Smith no dejaba de cantar, se llenó todo, todo lo que necesitas que esté lleno, giraron, balancearon sus cuerpos como si se tratara de una canción interminable, como si se tratara de la canción de sus vidas. Aún no sabe si fue el alcohol o simplemente “una broma macabra de mi subconsciente” lo que le hizo a Alba pegarse a sus labios, un beso apretado, fuerte, se relajaron, Austin entreabrió los labios para dejar entrar la lengua de ella, un beso húmedo, después de tanto tiempo, cargado de una electricidad especial, una electricidad que ambos sabían que ningún otro ser encima de la tierra les podría hacer sentir. Austin deslizó su mano entre la piel al descubierto que dejaba el escote de su espalda y susurró entre dientes “Como me gusta este vestido”. Pero la canción se acabó, el reloj siguió y la música electrónica siguió rebotando en el salón, todavía estaban agarrados, pero habían vuelto a ser Austin y Alba, los mismo Austin y Alba que meses atrás habían decidido que no tenían suficiente valor para amarse, con todas sus letras y todas sus consecuencias, se soltaron despacio, como en un intento de despegar sus cuerpos unidos por algo más que por algo tangible, Alba deslizó su mano por sus labios y desapareció por el pasillo hacia el baño. Se miró al espejo, sus ojos estaban rojos por el alcohol, su pelo estaba alborotado “¿Qué acababa de hacer? Iba a casarme joder, no podía hacerle esto a Borja”. Salió del baño y se encontró a un Austin que la esperaba junto a la puerta con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón vaquero.

-¿Estás bien?

Alba no contesto, se fue hasta la que un día fue su habitación y recogió sus cosas, buscó a Sonia por toda la casa hasta que dio con ella en el salón tirada en el suelo “Si, revolcándose literalmente en la alfombra en una especie de baile ritual”

-Oye Sonia me voy

-¿Qué?

-¡Que me voy!- dijo alzando la voz por encima de la música

-¿Ya?- dijo mientras se ponía de pie, Sonia sin tacones le llegaba casi por debajo del pecho

-Si tengo que…

-¿Qué ha pasado? ¿Es por Austin?

-¿Por quién va a ser?- puso los ojos en blanco- tengo que irme, esto no está bien.

Y desapareció de su antiguo piso cargando su bolsa de viaje, tacones en la mano y una culpabilidad menos palpable de lo que se suponía políticamente correcto.

 

 

34 “Decisiones equivocadas”

A Borja no la entusiasmó verla allí a esas horas de la madrugada y menos aún en su estado.

-¡¿Cómo se te ocurre aparecer aquí borracha? ¡Ya no eres una niña Alba, por Dios!

-Yo creo recordar que había pedido un marido, no un padre

-Esto no es normal

-¿Y que es normal? ¿un novio al que no le atraigo?

-¿de dónde cojones sacas eso?

-¡De ti! ¿crees que todo se arregla con un polvo rápido encima del sofá? Pues te equivocas

-¿Se puede saber a qué viene eso? ¿Qué coño quieres de mi Alba? Estoy cansado, no me apetece tener que obligarme cada noche a empujar dentro de ti

-Ah… lo has dejado todo muy claro

-No estábamos hablando de esto ¿ahora vas a darle la vuelta para hacerme parecer a mí el malo?

-Nadie es el malo aquí, solo somos dos personas tomando decisiones equivocadas.

Y Alba salió por la puerta por la que había entrado tan solo diez minutos antes.

La música retumbaba desde la calle, “la fiestecita iba para largo”, tenía el rímel corrido por la cara y todo el glamour con el que había empezado la noche se había disipado casi a la misma velocidad que su “amor” por Borja. Tomó el ascensor hasta su planta y se dispuso a entrar de nuevo en su antiguo piso, cuando la puerta del vecino de al lado se abrió, Austin salió semidesnudo al pasillo, llevaba unos bóxer negros ajustados.

-¿Alba estás bien? Creí que te habías ido…

-Creíste bien- ambos miraron hacia el interior del piso donde se armaba esa juerga descomunal

-Si quieres puedes pasar y quedarte en mi casa- “Gracias, dioses del Olimpo por traerme al mismísimo Apolo en forma de tentación, tiene cojones”

-Ni de coña

-Tienes cara de estar cansada y no estarías aquí si no lo necesitaras, una buena ducha y a la cama, seré bueno, lo juro- dijo poniéndose la mano sobre el corazón y esbozando esa sonrisa devastadora.

Alba solo pudo asentir y entrar en casa de Austin arrastrando los pies. Todo estaba tal y como lo recordaba, como se había quedado meses atrás, cuando decidió ser “una completa idiota sin remedio”.

-Perdona el desastre de verdad- dijo Austin mientras recogía varios ceniceros del suelo y algún que otro botellín. Alba sonrió.- Puedes pasar a la ducha, ya sabes dónde está.

Alba se dio una ducha rápida, intentando evadir los recuerdos, intentando no ser absorbida por ese cumulo de sensaciones maravillosas que sintió en un pasado, se puso el pijama que había traído, quizá “demasiado provocativo para la situación”, un culote que dejaba ver parte de su trasero, con una camisetita de tirantas roja, a juego con el culote. Salió al salón pero no lo encontró allí, observó desde el ventanal que daba a la terraza la pequeña lucecita anaranjada de un cigarrillo, se acercó a él y quitándoselo de la mano, tomó una honda calada de su cigarro.

-No recuerdo que fumaras

-Ni yo…

-Eh…- dijo tomándola de la barbilla para hacerle levantar el rostro- Por muy grave que sea, todo tiene solución en esta vida Albita, excepto la muerte.

-Excepto nosotros- a ambos se les escapó una risotada triste

-Tienes razón, nosotros no tenemos solución.

Estaban muy cerca, sus respiraciones se rozaban suavemente, el calor que desprendían sus cuerpos los llamaba a actuar, a olvidar los errores, a recuperar aquello perdido que un día dio sentido a todo, aquello sin lo que habían dejado de vivir, el uno para el otro.

Alba lo agarró del cuello y se estampó contra sus labios, lo deseaba como nunca antes, necesitaba sentirse de nuevo viva, necesitaba encontrar a la Alba que Austin había despertado, deslizaron sus labios por los del otro suavemente, Austin la agarró levantándola del suelo y ella lo recibió rodeándolo con las piernas, siguieron besándose salvajemente, arrancándose gemidos, el deseo reprimido de un amor que se escapaba, Austin la estampó contra la pared y se separó de sus labios para besar su cuello, deslizó sus dedos hacia su hendidura, para comprobar que estaba preparada, húmeda, ardiente, le levantó el pequeño vestido negro y se bajó los pantalones hasta las rodillas.

-¿Estás segura de esto?- dijo Austin sin apartar los ojos de ella

-No estoy segura de nada- dijo acariciándole la sien- te deseo

Austin agarró su miembro, caliente y excitado, lo colocó en su entrada para penetrarla con suavidad, un gemido la hizo explotar en mil sensaciones, calientes, sudados, empezaron su ritmo incesante contra las baldosas de ladrillo de la terraza, se besaron, arrancándose gemidos el uno al otro, hasta que esa sensación mágica les recorrió el cuerpo, nublándole la vista y los sentidos, se corrieron, juntos, abrazados, agarrados a una esperanza, a por un momento ser solo, de nuevo, Austin  y Alba.

Se sentaron en el suelo, apoyados sobre la pared de la terraza.

Había sido “un error, un delicioso error, que no se debía repetir”.

 

 

 

 

 

 

 

35 “Los errores se pagan”

Dolor de cabeza y sed como si se hubiera tragado un desierto, así se levantó Alba a la mañana siguiente, resaca, pero “de culpabilidad”.

Austin dormía a su lado, enredando sus piernas con las de ella, lo habían hecho, y lo habían vuelto hacer en la cama.

Se levantó colocándose la sábana a modo de toalla y se dirigió a la cocina a por un buen vaso de agua, miró el móvil “las 14:30 ¡Joder!”, fue corriendo hacia la habitación y comenzó a vestirse.

Austin se despertó y observó cómo se colocaba el vestido sentada en un taburete.

-Tengo que irme ¡Son las 14:30! ¿Cómo he podido dormir tanto?

-Cuando te relajas y te olvidas de todo, descansas bien- dijo mientras se encendía un cigarrillo aún tumbado en la cama. Ella hizo una mueca de burla “Ese cabrón llevaba razón”- te acompaño- se levantó de la cama poniéndose los calzoncillos tirados junto a la lámpara.

Se dirigieron a la puerta en silencio.

-Austin  yo…- dijo volviéndose para mirarlo- siento mucho lo que ha pasado- Austin enarcó las cejas asombrado “no lo sientes Albita a mí no me engañas”- algunas copas de más eso es todo.

-Los dos sabemos que eso no es todo- dijo acercándose a sus labios con cuidado, ella se apartó bruscamente- Austin se tapó la cara riendo

- ¿De qué te ríes?

-¿Ahora que se supone que somos? ¿Amantes?

-No somos nada, te he dicho que ha sido un error

-Te estas engañando a ti misma, no hubieras venido aquí a buscarme si no fuera lo que de verdad deseabas

-No vine a buscarte

-¿Ah, no?, sabias que en casa de Sonia no podrías dormir con la que tenía montada, viniste por algo y fue por mi

-Eres un creído, arrogante- dijo enfurecida y salió de allí dando un portazo.

Ni una sola llamada, ni un solo mensaje “Le importas una mierda, entérate Albita”, Borja se había olvidado de su presencia, estaba enfadado, pero “Tampoco fue para tanto ¿o sí?”, bueno ahora sí que era para tanto “¿Cómo iba a mirarlo a la cara después de lo que acababa de pasar? Hay dos caminos o le dices la verdad y acabas con la farsa o te callas como una puta y te salvas el culo” ninguna de las dos opciones le entusiasmaba.

Un taxi la dejó en la puerta del lujoso bloque de pisos donde se encontraba el apartamento de Borja, se dirigió al interior con las llaves en la mano y se sintió “una absoluta sinvergüenza” al entrar en su casa después de todo como si nada, unos vecinos vestidos de arriba abajo con lujosas marcas la escrutaron al verla entrar en el descansillo, subió en el ascensor con la mente en blanco y cuando este se paró, hizo girar la llave en la cerradura para entrar en casa de Borja, las luces estaban apagadas, las persianas bajadas, parecía una de esas casas que llevan años cerradas esperando a ser vendidas, “ni rastro de existencia humana”, anduvo hasta la cocina, “nada”, de ahí al salón, “nada”, tampoco en la habitación.

Decidió relajarse dándose un baño en la gigantesca bañera de hidromasaje, pero antes se cargó una buena copa de vino “la resaca se combate con alcohol señores”, necesitaba evadirse de la realidad aunque fuera por unas horas.

Llenó la bañera hasta el borde e hizo que rebosara al introducirse dentro, cerró los ojos al notar el contacto con el agua tibia, las manos de Austin recorriendo su cuerpo le vinieron a la mente, besando sus muslos, su cuello, sus labios, como hacía meses atrás lo había hecho, como si nada hubiera cambiado, siendo solo Alba y Austin, aunque fuera por un día. Sacudió la cabeza intentando borrar los recuerdos pero resultaba imposible, hacía tanto tiempo que su cuerpo lo deseaba, tanto… que ni siquiera su mente se había parado a pensarlo. Tras la ducha se metió en la cama y se tapó la cabeza, se durmió al instante agotada.

Se despertó a las ocho de la tarde, se sentía desorientada, se levantó sobresaltada pero comprobó que Borja no había llegado, decidió enviarle un mensaje y se llevó diez minutos pegada a la pantalla sin saber que poner, no sabía que decir, ni si aún había algo que decir, solo quería recuperar esa estabilidad que Borja le daba, si no era ya demasiado tarde.

“¿Borja dónde estás? Estoy preocupada”

Un tick azul apareció en la pantalla como “leído” pero no contestó, ni en ese momento ni en los dos días siguientes.

“Los errores se pagan”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

36 “Por nuestro futuro”

-No tenías derecho a hacer eso- Borja se apoyó sobre el respaldo del escritorio de su oficina

-Alba este no es momento para discutirlo, lo hablaremos en casa

-¡Ah ¿Pero piensas volver a casa?!

-Te he dicho ya que si- dijo apretando los nudillos sobre el escritorio

-Me debes una explicación

-Y tú a mí también- se retaron con la mirada- fuera de aquí

-¿Me vas a echar?

-He dicho que te marches a tu oficina

-¡Gilipollas!- dijo al tiempo que le tiraba una montaña de papeles al suelo y salía como un rayo de la oficina. Hacía mucho tiempo que no estaba tan cabreada.

En la puerta varias chicas cuchicheaban mirándola sin apartar la vista. Se dirigió a su despacho y apoyada en la mesa comenzó a llorar, treinta minutos más tarde Borja entró por la puerta de su despacho.

-Quiero hablar contigo

-¿Ahora sí?

-Ahora

-Pues ahora no

-No vamos a jugar al gato y al ratón ¿te enteras? Esto no es ningún juego- estaba realmente enfadado, nunca lo había visto así- nos casamos dentro de tres meses, hay muchas cosas que deberíamos tener ya en marcha y tú te encargas de ir a fiestecitas y emborracharte en vez de asumir tus responsabilidades

-Tu enfado ha sido excesivo- dijo cabizbaja- ¡Y no eres nadie para castigarme!

-No era un castigo, simplemente no tenía ganas de verte

-¿Dónde has estado?

-En un hotel

-¿Harás eso siempre?

-¿El qué?

-Desaparecer cuando algo no te guste, irte para no verme la cara- silencio.- ¿no vas a contestar?

-No voy a rehusar mi postura, llevo razón

-Nunca te han llevado la contraria ¿eh? ¡Cómo se nota!- dijo Alba en tono sarcástico cruzándose de brazos.

-Perdóname- dijo Borja acercándose más a ella, que se había levantado de su silla

-¡Fuiste tú el que me animó a ir a la fiesta!- replicó indignada

-Lo sé, llevabas días decaída y quería que te divirtieras- la atrajo hacia el cogiéndola del brazo y la abrazó refugiándola en su pecho, a Alba un dolor incesante le llenó el pecho, era ansiedad.

-No vuelvas a hacer eso- entonó muy bajito

-Lo prometo- tragó saliva- Alba- la miró a los ojos agarrando a su cara con las manos- tengo miedo, nunca he estado tan cerca de la vida que quiero, todo esto me abruma, me da miedo que te me escapes- Alba solo calló- solo pensar que pueda pasar algo con ese idiota de Austin me entran ganas de matarlo- Alba tragó saliva y cerró los ojos llenos de dolor.

Tras un casto beso, Borja se dio la vuelta y salió de la oficina sin decir una palabra más.

El móvil de Alba se encendió a la hora de comer con una llamada, era Sonia.

-Ehhh

-¿Qué pasa Sonia?

-¿Estás bien? Vaya voz…

-Borja y yo no estamos  muy bien que digamos…

-Y tanto que no estáis bien ¡Te has follado a Austin! ¿No pensabas contármelo?

-No me puedo creer que ese imbécil te lo haya contado

-Jajajajaja

-¿De qué coño te ríes?

-Él no me ha contado nada, lo supuse yo solita, pero parece que te has delatado- “Joder”

-Cierra el pico por favor

-Tranquila ya sabes que soy una tumba ¿Cómo estuvo?

-¿Qué cómo estuvo? No se volverá a repetir

-¡Venga ya! El que prueba repite…- dijo carcajeándose al otro lado del teléfono

-Tengo que colgar, tengo mucho trabajo

-Vaalee, luego hablamos

-Adiós

Sonia sacaba lo mejor y lo peor de ella casi al mismo tiempo, tenía esa habilidad.

A las ocho de la tarde pasó por el despacho de Borja y este ya se había ido, así que se dirigió a su casa.

Borja al escuchar la llave girar, colocó rápidamente todo en su sitio. Alba entró por la puerta y encontró la casa totalmente a oscuras, Borja se acercó a ella y la besó suavemente en los labios, sin decir nada, la agarró de las manos para conducirla al salón, sobre la mesa, una botella de vino, dos copas y dos platos de sushi, había colocado velas a lo largo y ancho del salón, Alba sonrió con tristeza.

-¿Te gusta?- Ella asintió.

Se sentaron en la larga mesa de comedor y comenzaron a degustar la comida en silencio.

-Solo quería pedirte perdón- hizo una pausa para coger aire- por todo.

Alba se sintió en ese momento “un ser despreciable ¿A dónde había ido a parar su ética y su moral? Lo estaba engañando cruelmente, a su marido… futuro marido…”

-Olvidémoslo todo ¿vale?- “¿Se lo dices a él o a ti misma? Cállate cerebro”. Borja asintió y levantó la copa iniciando un brindis.

-Por nuestro futuro- ella levantó la copa y las hicieron chocar “Por nuestro futuro, juntos o separados…”

-Toma- Borja alargó la mano, acercándole un sobre de color blanco, ella se apresuró a abrirlo intrigada “Dios mío que no sea un regalo, no me hagas sentirme peor…” le sudaban las manos y le costó lo suyo abrir el “puñetero sobre”, acabó por romperlo y dos billetes de avión cayeron al suelo, se agachó para recogerlos, “Madrid”

-¿Nos vamos a Madrid?

-Es hora de que elijas el vestido y comencemos a prepararlo todo, ya que la boda será allí, necesitamos estar allí

-¿Y el trabajo?

-No te preocupes por eso, he pedido un mes libre tanto para mí como para ti, estaremos en España durante el mes de febrero y volveremos en marzo para volver en abril una semana antes de la boda ¿te parece?- lo había planeado todo “sin contar conmigo” de nuevo Alba se veía arrastrada más por los acontecimientos que por sus “propias decisiones”

-Si

-Estupendo

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