Alba

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1 “El comienzo”

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Terminaron de comer en silencio y Alba se levantó para recoger los platos, Borja le siguió hasta la cocina y comenzó a besarle la nuca “Austin”, a rozarle la piel con sus cálidas manos “Austin”, todo la transportaba a él, todo le recordaba a él, a su manera de besar, a su manera de acariciarla, de hacerle el amor, a su manera de hacerla sentir una mujer completa. Borja la hizo girar para besarle los labios y se perdieron en la habitación, en las sabanas, haciendo y deshaciendo lo que estaban construyendo, haciéndose “el amor” como si fuera la última vez, porque ambos sabían que en cualquier momento “podía ser la última vez”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

37 “Amargo desliz”

Alba salió del trabajo a la una para comprar algo rápido de comer, fue hacia la cafetería de la esquina donde ponían  aquellos sándwiches grasientos y poco saludables “es lo que hay”. Había optado por un “total look black” para su ultimo día de trabajo, llevaba un pantalón negro de vestir tobillero, que combinaba a la perfección con sus adorados stiletto, una blusa negra semitransparente y un abrigo negro de pelo “por supuesto artificial” para combatir el frio invierno de Londres.

Le entusiasmaba tan poco la idea de ir a España casi tanto como la idea de casarse, ya imaginaba a su madre dando saltos de alegría, viéndole probarse todos los vestidos o a sus amigas decidiendo que ponerse, “estrés” un estrés que no le apetecía en absoluto, elegir vestido, elegir iglesia, elegir menú, “elegir, elegir, ELEGIR…” todo era elegir, algo que para una persona como Alba no era tarea fácil “indecisa por naturaleza” como su padre.

Al doblar la esquina para cruzar la calle chocó con alguien corpulento, el sándwich que este llevaba quedó pegado en su abrigo "mierda", le sudaban las manos, le palpitaba el corazón, se miraron a los ojos “Austin, ¡Maldita casualidad!”.

-Joder Alba cuanto lo siento

-¡Mierda! ¿Eso es mahonesa?

-Lo siento…- Puso esa cara de gatito asustado que siempre iba seguida de una sonrisa digna de actor de Hollywood de los años 50.- Vamos a mi casa, te lavaré el abrigo

-No me da tiempo, tengo que volver al trabajo

-Nos da tiempo, estamos aquí al lado, solo tenemos que coger el metro y llegaremos en cinco minutos- “Maldita tentación, deja de joderme”

-Es mejor que vaya a casa a cambiarme

-Bueno como prefieras- Alba le dio la espalda y comenzó a caminas “¡Que cojones!”

-¡Eh!- grito cuando ya se iba y este se giró

-En realidad acabas de mancharme mi querido abrigo de pelo artificial, no deberías irte de rositas- a ambos se les escapó una sonrisa- iremos a tu casa y rápidamente le quitaras la mancha ¿De acuerdo?

-Si sargenta- hizo el gesto de saludo militar y ambos empezaron a reír como críos

-Vamos…

En el metro se tuvieron que mantener de pie por la gran afluencia de gente, iban pegados, “demasiado pegados” y la situación comenzaba a ser excitante. Austin llevó su mano hacia la espalda de Alba y bajó suavemente deslizando la mano por dentro de su pantalón hasta agarrar su trasero, Alba dio un respingo.

-Eres un descarado- dijo muy cerca de su boca y con los dientes apretados

-Te encanta- se acercaron más y más, sus bocas casi se rozaban. Llegaron a la estación y tuvieron que salir del metro

Entraron en el portal a trompicones, Alba le agarraba de la mandíbula para besarlo con fiereza, se pararon frente al ascensor y tras unos segundos esperando, este se abrió, de él salió una vecina que los miraba con los ojos como platos, mientras movía la cabeza en señal de negación, seguían dándose el lote como adolescentes. En el ascensor se relajaron un poco, manteniendo distancia y calmando sus respiraciones “¿Qué coño estás haciendo Alba?”. Haciendo caso omiso a sus pensamientos entraron en el piso de Austin, desnudándose por el pasillo, hasta que Alba lo tumbó de un empujón en la cama, se colocó encima de él a horcajadas y le regaló besos delicados por su fibroso torso, Austin entornó los ojos, le agarró la cara con las manos y susurró:

-Por mucho tiempo que pase, por muchas mañanas en las que nos levantemos separados, por muchos besos que  nos falten, te esperaré siempre Alba.

Se besaron, como si fuera el último, deslizando sus lenguas al interior de su boca, acoplando sus labios y hasta sus corazones. Una lágrima brotó del rostro de Alba y cayó empicada hacia el cuello de Austin, se miraron con lastima, solo podían sentir lastima de ellos mismos, que no supieron amarse, se hicieron  el amor, se llenaron por completo, por unas horas en las que parecía que el tiempo se detenía, que no avanzaba esa vida loca en la que se habían montado y tras el clímax, se tumbaron boca arriba en la cama, mirando el techo, contemplando todo aquello que les faltaba, lo que les faltaba para dar el paso de dejarlo todo atrás y estar juntos “¿Podría hacer eso?” se preguntó Alba mientras observaba el rostro serio e impasible de Austin.

-¿Qué estamos haciendo?- Austin ni siquiera la miró, siguió sin mostrar un ápice de sentimientos aunque se estuviera rompiendo por dentro.- ¿Qué somos?- Austin se giró y la miró con el rostro descompuesto

-No lo sé- Alba comenzó a llorar tapándose la cara, estalló, todo lo que había guardado, salía en forma de lágrimas, todo aquello que no dijo cuándo debía, lo que quería, lo que necesitaba y lo que no quería. Austin se levantó de la cama y fue a vestirse al baño.

Se sentó en la taza del wáter con las manos ocultándole la cara “¡Joder!” maldijo para sus adentros, porque por mucho que quisiera ella nunca sería suya, mientras él le daba todo lo que tenía, ella se lo daría a otro “¿Qué esperas a cambio Austin? Nunca dejará a Borja por ti” Él no era nadie para pedirle algo así, tenía dos opciones, disfrutar de esto, lo que les quedaba, los trozos de una relación hecha trizas o echarla de su casa en ese momento y olvidarla para siempre, salió rápido del baño y Alba estaba de pie en el salón.

-Tengo que decirte algo

-No, déjame hablar a mí- en sus ojos veía toda la madurez que algún día pensó que le había faltado- se acabó Alba, quiero que te vayas de mi casa y que no vuelvas por aquí

-Te recuerdo que has sido tú el que me dijo que viniera…

-Lárgate

Alba salió por la puerta con el abrigo manchado y el corazón, “lo que quedaba de él” aún más herido.

Sonia abrió la puerta y le dio un abrazo sin preguntar, eso es lo que hacía ser a Sonia tan especial, era capaz de entender a sus amigos sin necesidad de explicaciones.

-Alba- susurró, y está comenzó a llorar.

Dos tés y una hora más tarde. Se encontraban sentadas en la mesa del salón.

-¿Qué vas a hacer?

-No lo sé…- dijo mordiéndose el labio, Sonia agarró su mano y la acarició con suavidad

-Alba, yo no soy quien para decirte que debes hacer, tú eres quien debe tomar tus propias decisiones, solo eso te hará aprender y crecer ¿Quieres que te diga una cosa?- Ella asintió- Piensa en tu boda, visualízala- Alba lo hizo, “una boda al aire libre, todo decorado de estilo muy elegante, en tonos blancos y azul, su color favorito, lleno de flores, las mesas decoradas con farolillos…”- ¿Como ves a tu marido?- Ella no lo veía, veía a su familia, a ella misma vestida de blanco…- Alba, tú quieres una boda no un marido.

Alba le dio un beso a su amiga y se levantó.

-Tengo que irme- y sin más se encaminó a casa de Borja, tenía que hablar con él.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

38 “Confío en lo nuestro”

Llegó al piso y dejó las llaves en la entrada, buscó su nombre en contactos y lo llamó.

-¿Dónde estás?

-Borja, me encontraba mal y me he venido a casa

-No puedes faltar al trabajo cuando te salga de las narices Alba, eso no es profesionalidad

-Lo siento

-¿Estás bien? Tienes una voz…

-Sí, estoy bien, me duele la cabeza es solo eso

-Bueno, túmbate y tomate una pastilla, esta noche nos vemos

-Adiós

Y Borja colgó.

Alba se dio un baño relajante, con una bomba de baño de Lush que tenía guardada para una ocasión especial, esta no era una ocasión especial “o quizás si” y pensó, y buscó las palabras “No estoy preparada para casarme, Deberíamos darnos un tiempo…” o quizá algo más sincero “No te quiero”.

Borja aparecía por la puerta a las 22:30, estaban todas las luces apagadas y en el salón bajo un par de mantas, se acurrucaba Alba.

-Alba ¿Estás bien?

-Si, perdona- se secó las lágrimas con la mano intentando disimular

-No estás bien, tiene que haber pasado algo grave, me estás asustando

-No, nada…

-Habla- dijo con el rostro impasible mientras encendía la luz del salón, se fijó en los ojos rojos y tristes de su prometida- sé que llevo unos días raros pero es el estrés, te prometo que todo irá a mejor, confió en lo nuestro- Ese “confió en lo nuestro” se repitió en la cabeza de Alba sin parar, se abrazaron y se dieron un escueto beso. Alba se tragó sus palabras, sus pensamientos, y los enterró en lo más profundo de si “Confió en lo nuestro”.

 

 

 

 

 

 

 

39 “El principio del fin”

El 1 de febrero, Alba tenia las maletas preparadas, llevaba un vestido negro ajustado “como si estuviera de luto” y en cierta manera lo estaba, dejaba todo de nuevo y de nuevo la razón era un hombre, si se iba a España y se casaba con Borja, olvidaría a Austin como lo hizo con Alex, pero Austin no era Alex y ella lo sabía. Se levantaron temprano y se encaminaron a la puerta maletas en mano, cerraron la puerta con llave, al menos por un mes…

John apareció en casa de Austin a las siete de la mañana

-¿Qué coño quieres tío?- Austin estaba desaliñado, parecía que llevaba dias sin afeitarse y muchos más sin peinarse, tenía ojeras y una botellas de “Absolut Vodka” vacía en la mano “Lo cierto es que la soledad es peligrosa, es adictiva, una vez que te das cuenta de cuanta paz hay en ella, no quieres lidiar con nadie”

-Necesito que me lleves al aeropuerto, te lo pedí la semana pasada- Austin abrió los ojos confundido

-Lo siento tío, se me ha ido la olla, me pongo algo decente y nos vamos

John se iba a Irlanda a visitar a su familia, unos meses, había sido un viaje precipitado, sin mucho planear, simplemente este había dicho que lo necesitaba.

A esa hora el aeropuerto estaba ya lleno, el taxi los dejó en la puerta y Borja se encargó de pagar al chofer, un chico rubio de ojos azules les llevó las maletas hacia el interior. Borja se acercó a Alba por detrás y le colocó una mano casta en la cintura. En ese momento una moto demasiado familiar pasó por su lado y John se bajó quitándose en casco.

-Gracias tío, te debo una- dijo dándole la mano a Austin al tiempo que le daba con la palma de la mano en la espalda. Austin asintió. Cuando John se giró vio a Alba parada frente a ellos- ¡Eeeh Albita!

Borja se giró y lo desafío con la mirada, Alba quiso hablar, decir algo, pero se le habían amontonado las palabras en la garganta, ahí estaba el, como una broma cruel del destino, como si el universo intentara decirle algo por enésima vez, porque él siempre estaba ahí, en las malas y en las peores y cuando menos necesitaba verlo, ahí estaba él.

-¡John! ¿Qué tal?

-Me voy a Irlanda a visitar a mi familia, necesito desconectar un poco

-Ya, me alegro, es… genial- se giró para mirar a Borja- este es Borja, mi…

-Su futuro marido- dijo este estrechándole la mano “Cuidado, el macho dominante se acaba de manifestar”

-Encantado- tragó saliva- os deseo lo mejor, ya hablaremos Albita- le dijo acariciándole el hombro de manera fraternal y se adentró a toda prisa en el edificio.

Cuando John desapareció, la moto ya no estaba allí y tampoco su conductor, Alba se quedó mirando a la nada “Así mejor ¿no?” Sin despedidas, ni dramas.

-¿Vamos? Dijo Borja mirándola, ella asintió y se dirigieron hacia lo que sería el principio del fin.

Las primeras dos semanas fueron agotadoras, habían ido de catering en catering, de salón en salón, buscando el lugar ideal, la comida ideal, y nada parecía ser lo más adecuado, ni lo suficientemente ostentoso, ni perfecto que Alba había imaginado, así que acabaron optando por una finca a las afueras de Madrid, La Bella Rosa, el lugar era precioso, parecía sacado de un verdadero cuento de hadas, al menos tenían el sitio. El problema más grave vino cuando Alba tuvo que ir de tienda en tienda probándose decenas de vestidos y contra más se probaba, más confundida se sentía, se suele decir que cuando te pruebas “tu vestido” sabes que es ese, y Alba confiaba en que ese momento llegara, no ayudaba demasiado el ir acompañada de su madre, que cada vez que se probaba uno tenía que echar mano de un pañuelo para secarse las lágrimas de emoción, “Desesperante”.

La cosa con Borja seguía igual, poco sexo, poco cariño y poco de todo.

Cuando se dieron cuenta, había llegado la hora de volver y volvían con una boda casi preparada pero sin vestido.

-Alba es imposible que no te guste ninguno

-No sé, ninguno es mi estilo, necesito otra cosa, algo más personal…

-Lo mejor será que elijas algo rápido aquí en Londres y se acabó, con que sea blanco está bien…

“Con que sea blanco está bien…” Alba llevaba soñado con su boda desde pequeña y ahora que la tenía delante de sus narices no era capaz de tomar ni una sola decisión, por suerte Borja se había mostrado bastante partícipe y prácticamente todo lo había decidido él “No sabía que eras tan indecisa…” le repetía y ella solo se limitaba a asentir.

Llegaron a casa cansados y tras una rápida cena viendo la tele se fueron a la cama prácticamente sin hablar.

Llegó el lunes y la vuelta a la rutina, después del trabajo Alba decidió pasarse a ver a Sonia, y allí estaba ella, tan sonriente como siempre, le dio un abrazo fuerte y se sentaron en el sofá.

-Cuéntame qué tal va todo

-Pues todo bien, ya tenemos prácticamente todo, el sitio de la ceremonia, el catering, la música, la decoración…- Alba sonrió tristemente y siguió mirando al suelo mientras hacía girar su anillo de compromiso sobre el dedo

-Eso es genial ¿no?- Alba asintió y su amiga la tomó de la mano- ¿Estas segura de esto Alba?- Alba negó con la cabeza y apretó los labios conteniendo las lágrimas- nadie te está obligando Alba, un matrimonio es una cosa seria…

-Estoy bien, supongo que son las dudas típicas de toda novia antes de la boda…

-¿Me ves cara de gilipollas?- dijo Sonia levantando las cejas

-No puedo echarme para atrás ahora Sonia, tengo que seguir para adelante con lo que elegí en su día…

-Alba- Sonia volvió a tomar su mano entre las de ella- las personas tomamos decisiones que no siempre son las correctas, si piensas que te equivocaste en elegir a Borja todavía estas a tiempo de cambiarlo…- “Que filosófica se ponía Sonia cuando quería” Alba aún recordaba aquel día en el que decidieron irse a vivir juntas, había pasado ya casi un año y Sonia se había convertido para ella en la hermana que nunca había tenido.

-Gracias por todo Sonia, si no fuera por ti tendría que pagarme un psicólogo- las dos se echaron a reír

-¿Y el vestido?

-¿Qué?

-El vestido de novia ¿Ya lo tienes?

-No

-¿No?

-No- Alba entrecerró los ojos- he ido a todas las tiendas habidas y por haber en Madrid y no hay nada que me convenza, no me queda otra que ir a un par de tiendas por aquí y elegir algo

-Bueno iré contigo- Alba asintió

-Me tengo que ir, te traeré la invitación la semana que viene- se dieron dos sonoros besos y Alba salió por la puerta.

En el pasillo se paró frente al ascensor mirando hacia la puerta de Austin, desechó de inmediato la idea de hacerle una visita, “¿Qué iba a decirle? Eh ¿Qué tal todo, me echabas de menos? No”

Cuando llegó a casa empezó a ordenar algunas cosas suyas que había dejado en casa de Sonia y que esta se había encargado de meter en una caja, algunos libros, Cd’s y papeles, al fondo de la caja apareció aquella fotografía de las tortugas que compró a Austin en aquella exposición, miles de recuerdos bombardearon su mente, como Austin la agarraba la cintura, como se besaron en la puerta antes de entrar, su primer beso, recordó los celos que sintió de la tal Violetta y sonrió, parecía que habían pasado décadas de todo eso y sin saber exactamente por qué decidió que esa fotografía la colocaría en el salón.

Cuando Borja llegó de trabajar se fijó en ella

-¿De dónde has sacado esa foto?

-La compré hace un tiempo a un viejo amigo y la tenía guardada en casa de Sonia, pensé que quedaría bien el salón

-No le veo mucho sentido, pero si a ti te gusta…

-Son tortugas bebes, recién nacidas, acompañadas de su madre hacia el mar…

-Umm- “¡Señoras y señores con todos vosotros Míster Simpatía!”- Vamos a cenar anda y ponte a pensar en cosas más importantes, que aún queda mucho por hacer.

Cenaron sentados en la mesa del salón, en silencio, y esa noche hicieron el amor, como lo hacían todo últimamente, por compromiso.

 

 

 

 

40 “Me destrocé el alma una vez más”

No sabía cuántos días habían pasado desde que Alba se había ido, había salido por aquella puerta y sabía que posiblemente no la volvería a ver, debía hacer algo, debía dejar de pensar en el color de sus mejillas cuando se desayunaban a besos, de su pelo alborotado enredado entre las sabanas, de sus ojos verdes que se le clavaban en las entrañas.

“Alba y yo” Siempre se encontraban en algún punto de sus vidas, “En mi caída y en su ascenso, daba igual que subiéramos o bajáramos, lo importante era que en algún punto del camino, aunque fuera breve, nos volveríamos a encontrar”.

Habían pasado por muchos momentos, por altibajos, Austin era de los que quería en silencio, de los que se va sin despedirse “Supongo que como Alba…” ¿Debía dejarla ir? ¿Debía pasar página, empezar de cero, dejar de chocarse contra el muro?

Estar con Alba era una oportunidad que no quería dejar escapar, una oportunidad que ya no le pertenecía pero que no quería que nadie más aprovechara.

Después de horas tumbado en la cama mirando el techo, sonó el despertador, las siete de la mañana, se dirigía al trabajo cámara en mano. No recordaba la última vez que se había llevado algo de comida a la boca, no recordaba la última vez que se había mirado al espejo sin odiar su reflejo, no recordaba la última vez que alguien se le había metido tan adentro, tanto como para perderlo todo, como para vivir sin vida, Austin había pulsado el “pause”, andaba por la vida sin andar, se había convertido en una de esas personas que viven sin motivaciones, sin aspiraciones, había dejado de tener sentido incluso su existencia.

Se había permitido estar triste, estar roto, dejar de ser la persona alegre que todos querían, no hablar con nadie, dejar que su corazón llorara hasta secarse, ser terriblemente humano.

Y sentado en silencio, pensándola a gritos, en las ganas de buscarla y la falta de motivos para hacerlo, porque la herida no cerraba y es que la sutura estaba hecha de puntos suspensivos…

Salió de casa a trompicones para ir a trabajar y dobló la esquina en una de las calles cuando se encontró frente por frente con la persona que más odiaba y envidiaba a la vez. Este le lanzó una mirada desafiante y se acercó a él.

-Austin…

-Borja…- ambos se habían visto alguna vez de refilón.

-¿Qué tal? No sabía que habíais vuelto… - la tensión tenía nombres y apellidos

-Sí, estamos terminando de planear la boda

-No tuve la ocasión de darte la enhorabuena- Borja asintió y Austin lo esquivó para continuar andando

-¡¿Me ves cara de idiota?!- le gritó desde varios metros de distancia cuando este le dio la espalda. Austin se giró y lo miró lleno de rabia “¿Me está desafiando?”- Sé que piensa en ti, sé que ella te ama…- Borja tragó saliva, conteniendo su rabia- te pido que te mantengas al margen, haré que se olvide de ti…- Austin levantó las dos manos y dio un paso para atrás

-No puedes obligar a alguien a amarte, dime una cosa ¿Piensas que la has visto desnuda porque le has quitado la ropa? Cuéntame acerca de sus sueños, cuéntame que le rompe el corazón, que la apasiona, que la hace llorar, cuéntame acerca de su niñez… No sabes nada de ella y firmar un papel y llevar un anillo en el dedo jamás hará que te llegue a amar como me ama a mí- Borja le propinó un puñetazo en la mandíbula que lo tiró al suelo del impacto, varias personas se acercaron a separarlos y a atender a Austin, luego Borja desapareció entre la multitud.

 

-¿Cómo se te ocurre Austin?- Sonia siguió limpiándole la herida con un algodón húmedo

-Me estaba tocando los cojones

-Y mira que eres cabezón… ¿Quieres meterte en un lio o qué?- Sonia agitó la cabeza sacando su lado maternal que le salía a veces

-¡Que me la suda! No voy a permitir que Alba la cague de esta manera y tu deberías hacer algo, eres su amiga

-Yo no puedo hacer nada Austin, es su decisión

-No puede casarse con  alguien que no ama

-¿Cómo estas tan seguro de eso?- Austin almacenó las respuestas en su cabeza y lo cerro con llave “Pues porque me hizo el amor a mí, porque volvió a buscarme cuando lo necesitaba… ¿Alba me había utilizado?”

-No está feliz

-Bueno ahí tienes razón… pero nosotros no podemos a hacer nada, te lo vuelvo a repetir- Sonia respiró profundamente- es su decisión y tenemos que respetarla por mucho que nos duela- Austin puso los ojos en blanco- Dime una cosa, la sigues amando ¿verdad?- el silencio invadió la habitación, no quería pensarlo, no quería pensar que todavía la amaba, que todavía pensaba en ella, que se removía por dentro de rabia al saber que era de otro, que nunca más sería suya

-Tengo que irme

-Cuídate- Sonia le dio un abrazo fraternal- y no hagas ninguna tontería- Austin la atravesó con la mirada y desapareció tras la puerta.

 

-¿Has ordenado los papeles que te pedí?

-Si aquí los tienes- dieron tres toquecitos educados en la puerta

-¿Señorita Ramírez?

-Si, dígame

-Esto es para usted- dijo la chica rubia entregándole una pequeña carta doblada minuciosamente; con el corazón desbocado,  Alba salió del despacho sin dirigirle una mirada más a Borja, se sentó en el sillón junto a su mesa y comenzó a leer.

El timbre sonó despertándole de una pesadilla, se levantó sobresaltado y aturdido, miro el reloj, eran las 12 de la noche, Austin se había vuelto a dormir con una botella en la mano y eso empezaba a preocuparle, abrió la puerta sigilosamente “Alba” con sus mejillas sonrosadas y su pelo alborotado, Alba antes y después de hacer el amor, Alba bailando descontrolada, Alba riendo, Alba soñando y la Alba fría, distante, enfadada, la Alba que ahora se paraba frente a él con una carta en la mano, con los ojos desbordados, con el corazón en un puño, Alba con sus peros, sus inconvenientes, sus “No puedo”, Alba, “Simplemente Alba”.

-¿A qué cojones viene esto?

-¿Quieres pasar?

-No

-¿Entonces qué haces aquí?

-No quiero que vuelvas a meterte en mi vida, y menos así…

-Pasa y hablamos

-No

-Albaa…- puso los ojos en blanco. Alba se cruzó de brazos enfurruñada- Esta bien, si no quieres pasar- Austin hizo el amago de cerrar la puerta y Alba le paró con la mano

-Vale, entraré, pero solo para que me expliques que significa esto- dijo alzando la carta en su mano- Austin asintió y los dos se adentraron en el piso.

-¿Quieres tomar algo?

-Esto no es una charla en plan amigos Austin- se sentaron en la alfombra, aquella alfombra en la que tantas veces habían retozado juntos y que ahora les tentaba a sobremanera

-¿No te espera tu marido en casa?

-No tengo por qué contestarte a eso- Austin soltó una risa irónica y bebió de su lata de cerveza- ¿Qué significa esto?

-¿No te ha quedado claro? Te recordaba más inteligente- La estaba desafiando y Alba estaba a punto de saltar por las nubes- Léela en voz alta

-¿Qué? No voy a hacer eso- dijo frunciendo el ceño

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