Ada

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Portada

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Kyle se quedó callado y la vampiresa pensó que ya había dejado de hablarle cuando de repente él dijo:

“Dame la dirección y estaré allí para hablarlo cara a cara”

Su determinación sorprendió nuevamente a la chica pero aún así le dio la dirección y cortaron la conexión. Se quedó sentada allí a la espera de que él llegara.

Jaelle estaba en el jardín haciendo unos ejercicios de relajación e hizo un balance desde que se había transformado en lo que era. Al principio su loba no se dejaba domar y se transformaba antes de darse cuenta pero ahora, gracias a los ejercicios que le enseñó Kyle, había conseguido domarla fácilmente, incluso más rápido de lo esperado.

Hasta su torpeza había mejorado considerablemente. Estaba contenta de sus avances pero no sólo estaba feliz por eso porque ahora estaba con Christopher del cual estaba totalmente enamorada.

Podía sentirlo en su mente siempre que quisiese y sabía que estaba junto a ella.

“Jaelle”

La joven se sobresaltó al oír aquella misma voz de la otra noche. Rápidamente se levantó y miró a su alrededor.

“¿Quién está ahí? ¿Quién eres?”

“Jaelle… voy a acabar contigo… empezando por los que más quieres”

“¿Por qué no das la cara? ¿Acaso me tienes miedo? ¡Déjame verte la cara!”

Pero no obtuvo respuesta. Volvió a mirar a su alrededor pero no había nada ni nadie. Un frío repentino se apoderó de su cuerpo y tuvo que entrar en su casa. Tenía un mal presentimiento.

Una vez dentro, cerró la puerta y se asomó por la ventana a ver si veía a alguien. Después de mucho esperar sin ver nada, la joven volvió dentro y se fue a dar una ducha.

Tras esto, salió del cuarto de baño envuelta en una toalla y con el pelo suelto cayéndole empapado por la espalda. Le hacía crecido bastante desde su transformación.

Algo le preocupaba y el frío no la abandonaba. Su instinto estaba algo alterado como si presintiera que algo va a pasar. Se vistió y bajó al salón a ver un poco la televisión a ver si se le quitaba aquella sensación.

El timbre sonó y rápidamente se dirigió a abrir la puerta. Cuando lo vio únicamente con los vaqueros, el estómago le dio un vuelco y sintió que se le cortaba el aliento.

-¿No tienes camisetas en tu casa?- preguntó malhumorada disimulando el anhelante deseo que le provocaba verlo así.

-Tengo pero si me las dejo puesta cuando me transformo, se me rompen y no quiero quedarme sin mis camisetas.

-Pasa, anda.

El joven entró y silbó al ver la decoración de la casa.

-Al parecer Dreck no escatimó en gastos.

-¿Quieres dejar de meterte con Dreck?

-Ahí está lo que yo digo, Allegra, digo algo del vampirito y ya saltas.

-Porque es mi amigo, Kyle, no puedo dejar que lo insultes.

Kyle no dijo nada mientras se dirigía al salón y se tiraba en el sofá.   

-¿No me vas a invitar a algo?

Allegra se cruzó de brazos mirándolo desde arriba.

-¿Quieres sangre? Tengo litros y litros en la nevera- dijo sonriendo levemente con malicia. Kyle hizo un gesto de asco ante eso de la sangre. Le daba repelús y la joven vampiresa lo sintió- es lo que tendrás que aguantar si soy tu imprimada.

-Tengo entendido que eres media humana, ¿no podrías volver a serlo? Aún me duelen los labios del mordisquito.

-¿Yo tengo que volverme mortal mientras tú sigues siendo un licántropo?- preguntó incrédula- lo que me faltaba…

Allegra se dio la vuelta y sin darse apenas cuenta, Kyle se acercó por detrás y le rodeó la cintura con los brazos mientras le besaba el cuello lo que hizo que la joven se tensara cerrando los ojos. Sus manos se posaron en las del chico mordiéndose el labio inferior.

-Yo podría renunciar ser un lobo… aunque la imprimación permanecería.

-No te creo…- logró decir mientras los labios de él mordían suavemente desde el cuello hasta el hombro para luego pasar su lengua por la zona.

Allegra se estremeció de deseo ante aquel contacto.

-¿En serio no me crees?- preguntó con los labios en el hombro de ella.

-No, he conocido a demasiados hombres para saber cuándo mentís.

-No nos conoces en absoluto, pequeña.

Sin saber muy bien cómo, se apartó de él recuperando el aliento.

-¿Pretendías engañarme con unos cuantos besos o qué?

 

18.

Kyle se acercó pero ella retrocedió poco a poco hasta quedar pegada a la pared. El joven puso ambas manos a los lados de la cabeza de ella, acorralándola.

-Te deseo, te deseo tanto que me duele- dijo acercándose peligrosamente a sus labios.

La joven lo miró con cierto temor pero a la vez con anhelo y con la respiración entrecortada, como si él le impidiese respirar.

-¿Me deseas?- preguntó tontamente ella.

-Más de lo que esperaba… ¿tú me deseas a mí?

Realmente, él no sabía cuánto, tanto que muchas veces apenas podía dormir después de soñar con él y con su poderoso cuerpo ardiendo por ella. Kyle sonrió.

-Esto…- empezó ella pero no pudo acabar porque él le puso un dedo en los labios.

-He notado que me deseas, no hace falta que digas nada.

Su dedo descendió hasta la barbilla y rozó sus labios con los suyos deleitándose con su sabor. Ella se dejó llevar al principio sintiendo cómo le fallaban las piernas por lo que posó sus manos en los hombros desnudos de Kyle.

La mano que sostenía la barbilla de ella bajó en una lenta caricia por el cuello hasta llegar al valle entre los sensibles pechos, demorándose en el lugar donde estaba uno de los botones de su blusa oscura como la noche que contrastaba con su sedosa piel blanca. Lo desabrochó al igual que los otros y la mano rozó su vientre plano para pasar luego a sus costillas.

Allegra no sabía muy bien qué hacer con sus manos que le cosquilleaban de deseo por tocar a Kyle, tocar el resto de su piel como estaba haciendo con sus hombros así que decidió bajar sus manos lentamente para tocarle el torso desnudo. Él ardía bajo su tacto.

-Esto no está bien, no está nada bien- dijo ella intentando recuperar el aliento.

-Está muy bien… nos deseamos y no hay nadie aquí, solos tú y yo.

-Pero casi no nos conocemos.

-Llevamos un tiempo uno en la mente del otro y viceversa, conocemos muchas cosas, secretos que nadie conoce- dijo él mordiéndole el cuello.

Allegra jadeó en respuesta abriendo los ojos de par en par.

Él sonrió contra su cuello antes de lamer el lugar donde la había mordido haciéndola temblar. La cogió entre sus brazos y la llevó hasta el sofá donde la recostó para volver a besarla.

-Tienes dotes de vampiro…- logro decir ella riendo tontamente ya que él le provocaba cosquillas en las costillas.

Él siguió con aquella dulce exploración buscando el cierre del sujetador que le impedía tocar aquellos senos en su totalidad y lo abrió liberándolos de aquella opresión. La obligó a quitarse la camisa y el sujetador arrojándolos al suelo en un desesperado intento de abarcar con sus manos aquellos montículos coronados por una cima rosada muy apetecible.

Entonces los labios de Kyle bajaron por todo su cuello hasta llegar a los pechos donde tomó uno de los pezones entre sus labios succionándolo y haciéndole arrancar gemidos incontrolables a la vampiresa que se arqueaba deseando más y más.

Kyle no se hizo de rogar y procedió a atender de igual manera el otro pezón.

Allegra no podía pensar con claridad, su interior ardía a pesar de que su piel era tan fría como el hielo. Cada vez se sentía más humana y mucho más con las atenciones que Kyle prodigaba a su cuerpo. Con manos temblorosas buscó el cierre de los pantalones de él y cuando lo encontró, lo abrió para liberar al miembro erecto del joven.

Sin poder resistirse, ella lo abarcó con una de sus manos dándose cuenta de lo grueso que era y no pudo evitar jadear ante ello. El chico también respondió a sus tímidas caricias con un gemido gutural y tuvo que dirigir sus manos hacia los pantalones de ella para desabrocharlos, no creía poder soportar más no estar dentro de aquel cuerpo que a pesar de su frialdad prometía sensaciones nunca imaginadas.

Ella lo ayudó a que le quitara los pantalones moviendo levemente las caderas y la dejó completamente desnuda. Al principio intentó ocultar su cuerpo pero desistió de la idea después de aquel contacto tan íntimo que acababan de tener.

Los labios de él se posaron en el interior de uno de sus muslos muy cerca de su cima del placer.

Allegra contuvo el aliento mientras la respiración de él acariciaba su húmeda abertura provocándole escalofríos de placer pero de repente él se apartó y se levantó lo que la hizo protestar dejándola sin el calor de su cuerpo pero él solo se apartó para poder quitarse los pantalones y estar ambos en igualdad de condiciones. Desnudos ante los ojos del otro.

Kyle volvió junto a ella y volvió a colocarse encima para volver a besarla con avidez con su miembro erecto justo a la entrada de su húmeda abertura, acariciándole los pechos. Ella removió las caderas, deseosa de tenerlo dentro y no esperó mucho más porque al instante, él entró suave y delicadamente en su interior, llenándola como jamás nadie la había llenado.

Él esperó unos segundos antes de volver a salir sintiendo como aquella estrecha vaina se cerraba en torno a él provocándole intensas oleadas. Salió casi completamente y volvió a entrar cogiendo poco a poco velocidad.

Sus labios seguía unidos acallando les gemidos que salían de la garganta de ambos mientras que las manos de él se deleitaban con aquellos dos hermosos pechos.

Ella no podía dejar las caderas quietas algo que a él le gustaba bastante incrementando su ritmo subiendo más y más alto hasta que por fin alcanzaron el clímax más maravilloso de sus vidas. Una caída desde lo alto que los dejó exhaustos, con las respiraciones agitadas y sus cuerpos sudorosos.

Kyle la observó y apartó algunos mechones que se había adherido a su cara sudorosa, sonriendo.

-Maravilloso… no tiene descripción alguna…- logró decir él.

Ella que tenía los ojos cerrados, los abrió aún jadeando y sonrió mientras le acariciaba la mejilla.

-Mucho mejor que mis sueños…

-Aún puedo deleitarte más y superarme, sólo indícame dónde está la habitación para llevarte allí, el sofá está muy bien para una vez pero es mucho más cómodo una cama.

Allegra lo besó y luego le indicó donde estaba la habitación, ya no le importaba nada, sólo le interesaba lo que sentía en aquellos momentos. Kyle la cogió en brazos y la llevó arriba para seguir dándose placer el uno al otro hasta que no pudieron más y se quedaron profundamente dormidos.

Libby iba por la calle bastante contenta, había pasado el tiempo estipulado y una amiga que le había confirmado lo que esperaba, estaba embarazada sin riesgo de pérdida.

No sabía si reír o llorar de la alegría que sentía. Ni siquiera podía esperar para contárselo a su marido por lo que optó por comunicarse mentalmente con él.

“Arthur, cariño”

“Dime, Libby, vaya, hacía tiempo que no nos comunicábamos de esta forma”

“Es que lo que tengo que decirte es muy importante y estoy segura de que alegrarás al saberlo”

“¿Y de qué se trata?”

“Cariño, esta vez sí, esta vez sí vamos a volver a ser padres. ¡Estoy embarazada!”

El júbilo de apoderó de Arthur.

“¿Hablas en serio?”

“Totalmente en serio, acabo de confirmarlo, estoy de tres meses”

“Eso es maravilloso, Libby, cuando Jaelle se entere se pondrá feliz”

“Sí, seg…”

La conexión se cortó de repente, tan de repente que preocupó a Arthur.

Alguien había tapado la boca de Libby con un pañuelo impregnado de cloroformo lo que hizo que rápidamente perdiera la conciencia. Luego la condujeron a una vieja furgoneta y se fueron del lugar tan rápido como llegaron.

“Libby… Libby, contesta, ¿qué te pasa? ¡Libby!”

Pero nadie contestó y un terrible presentimiento se apoderó de él haciéndole un nudo en el estómago del que no podía librarse.

Esa misma tarde, Jaelle se reunió con toda la manada, excepto con Kyle que no había respondido a su llamada. Casualmente Allegra tampoco y no tenía ningún modo de contactar con los vampiros, sólo a través de ella. Probaría a llamarla más tarde para comentarle lo que se había dicho en la reunión.

Ya todos estaban allí por lo que comenzó a hablar.

-Hay algo que debo contaros y quizás os pueda parecer sorprendente- en ese momento todos estaban convertidos en humanos por lo que no hacía falta hablar a través de la mente- hace unos días, oí una voz en mi mente que no era la de ninguno de los que estamos aquí.

-¿Oyes una voz en tu cabeza?- preguntó Belinda.

-Sí y me ha amenazado con hacer daño a las personas que quiero.

Yandrack miró a Jaelle, su padre estaba amenazando a su prima.

-¿De la persona que ha estado matando a los nuestros?- preguntó alguien.

Jaelle miró a su alrededor.

-Probablemente.

-Un momento- dijo Belinda- si se comunica mentalmente sólo puede significar una cosa: nuestro enemigo es un licántropo.

La jefa de la manada asintió. Su abuela entonces se acercó.

-¿Un licántropo? Pero eso es imposible.

-Sí es posible… quizás sea algún licántropo que se haya ido de la manada a causa de alguna pelea o algo aunque lo de las muertes comenzó antes de que yo me convirtiera en jefa de la manada, por lo tanto se fue antes, lo que no comprendo es cómo es que conoce mi nombre.

Michelle se quedó mirando a la nada.

-No puede ser él, él no sabe de tu existencia.

La joven miró a su abuela.

-¿Sucede algo? ¿Sospechas acaso de alguien?

Yandrack se tensó al instante y miró a su abuela.

-Sospecho de alguien pero es imposible que sea esa persona porque se fue mucho antes de que tú nacieras.

-¿De quién hablas, abuela?

La mujer miró a su nieta antes de decir.

-De Philiph, el marido de tu tía Rose.

-¿Mi tía Rose?- preguntó la chica frunciendo el ceño.

-La hermana de tu madre, no habrás oído hablar de ella porque Philiph se la llevó y no sabemos nada de ella desde entonces, la hemos dado por muerta porque ni siquiera se ha comunicado con alguien para saber si está bien o no…- dijo la mujer bastante afligida.

-Pero… ¿entonces? Él no me conoce…

-Quizás ha oído hablar de ti y planea vengarse porque no pudo ser el jefe de la manada como él deseaba.

-Si es ese hombre, hay que buscarlo y detenerlo, debemos asegurarnos.

-Llevo ya veinticinco años buscándolo para que me devolviera a mi hija y al hijo que llevaba en su seno.

Yandrack abrió los ojos, sorprendido, mirando a Michelle. Su madre pensaba que ella no lo sabía pero sí conocía la existencia de ese embarazo.

Belinda miró a su novio al notar los sentimientos que se removían en el interior del chico.

-¿Quieres decir que no sólo tengo una tía sino que tengo un primo o una prima?

-Si no lo perdió, sí y si no ha acabado con la vida de Rose antes de dar a luz.

El chico deseaba decirle que no, que su madre está viva y que él era ese bebé que llevaba en su seno, que él era su nieto.

-Entonces ahora más que nunca- dijo Jaelle- comenzaremos la búsqueda mañana por la tarde. Partiremos desde aquí ¿entendido?

Los lobos asintieron y luego se fueron a sus casas.

Jaelle llegó al poco rato a su casa.

-¿Mamá? ¡He vuelto!

Miró por todo el piso inferior pero no la vio por lo que supuso que iría a ver a alguna amiga así que se fue a preparar la cena.

El timbre sonó justo en ese momento y tuvo que dejar lo de la cena para más tarde. Abrió la puerta y se encontró de frente con Christopher.

-Hola- dijo ella dándole un beso.

-Vale, venía a decirte que te habías olvidado de mí pero con ese beso se me ha olvidado todo.

La joven sonrió con cierta culpabilidad.

-Lo siento, he tenido muchos líos con lo del asesino de lobos y vampiros.

-¿Aún no habéis sacado nada en claro?

-Tenemos algunas pistas que nos podrían llevar a alguien pero no podemos asegurarlo.

Entraron en el salón y se sentaron en el sofá.

-¿Y de quién se trata?

La joven apoyó la cabeza en el hombro del chico mientras este le pasaba el brazo por encima de los de ella.

-Podría tratarse del marido de mi tía.

-¿Tienes una tía?- preguntó frunciendo el ceño.

-Por lo que se ve, sí. Se trata de una hermana de mi madre.

-Vaya, nunca lo hubiera esperado. ¿Sabes? Tienes una familia llena de secretos. Lobos, una tía desaparecida… ¿queda algo más?- se preguntó pensativo y luego sonrió mirándola- ah sí, la imprimación.

Jaelle sonrió antes de darle un beso en la barbilla.

-Por ahora no, que yo sepa- dijo bostezando- bueno sí, estoy cansada y quiero que alguien me lleve a mi habitación cogida en brazos.

Christopher se echó a reír y se levantó. Jaelle estiró los brazos poniendo cara de pena y él la cogió en brazos para luego llevarla a la habitación de la joven. La dejó sobre la cama y se sentó junto a ella.

-Te me estás volviendo una vaga, ¿lo sabías?

-No es eso… es que quería saber qué se sentía cuando te llevaban en brazos.

-Ya te llevé en brazos una vez…

-¿En serio?

-Sí, el día de tu cumpleaños cuando te pusiste tan mal de repente…

-Yo no estaba consciente cuando eso pasó.

-Bueno, ahora sí y será mejor que me vaya porque a pesar de que tu padre no tiene escopeta, tiene la capacidad de transformarse en un lobo y la verdad, no sé qué da más miedo.

Ambos sonrieron.

-Por eso puedes estar tranquilo, mi padre está de viaje por trabajo. De todas formas es tarde así que puedes…

“Jaelle…” la voz la interrumpió de repente y miró a su alrededor. Christopher, al ver la cara asustada de su chica, se sentó junto a ella.

-¿Jaelle? ¿Estás bien?

La joven le agarró la mano con fuerza hasta que los nudillos se le quedaron blancos.

“Jaelle, muy pronto comenzarás a sufrir…”

-Esa voz, otra vez…- dijo la joven preocupada.

-¿Qué voz? ¿Qué pasa, Jaelle?- preguntó Christopher.

La chica lo miró.

-Una voz me ha estado amenazando… la oigo cuando menos me lo espero y me dice que va a ir a por los míos. Por favor, Chris, no te vayas, quédate conmigo, si tú estás conmigo y en mi mente puede que no lo oiga de nuevo.

Jaelle se abrazó a su novio intentando encontrar calor en el cuerpo de él. Christopher correspondió a su abrazo sin decir nada, no creía que fuera el momento adecuado para comentarle que no le había contado nada hasta ese momento, algo que lo frustró sobremanera.

-Vale, vale, tranquila, yo estoy aquí contigo.

-Quédate, por favor, al menos hasta que me duerma.

-No te preocupes, yo me quedo pero tranquilízate.

Ella asintió y ambos se recostaron en la cama.

Christopher le hablaba para tranquilizarla haciéndole recordar anécdotas de cuando ambos estaban en el instituto. Muchas de ellas hicieron reír a Jaelle ya que fueron situaciones bastante divertidas y otras que no lo fueron tanto pero que recordaban incluso con cariño por un tiempo pasado.

A medida que el chico contaba cosas, la joven poco a poco se fue sumiendo en un cálido y reposado sueño.

Christopher la observó mientras dormía. Parecía tan pequeña y vulnerable que daba ternura y deseos de protegerla pero sabía que eso solo era su imaginación ya que ella era bastante más fuerte de lo que parecía. No todo el mundo sería capaz de sobrellevar ser un licántropo. Aunque no solo eso, sino también cargar con el peso de cuidar una manada como lo estaba haciendo ella.

También se encargaba de ejercer de Jefa de Jefes de Clanes y era un cargo bastante importante y duro.

Las dos medias lunas que formaban sus espesas pestañas descansaban sobre sus mejillas ocultando parcialmente las ojeras que tenía.

Lo que más necesitaba Jaelle era un buen descanso y él no sería el responsable de interrumpirlo por lo que no se atrevió a moverse sintiendo cómo la respiración de ella le hacía leves cosquillas en el cuello.

Christopher no pudo evitar sonreír ante esto y con ese leve cosquilleo, sus ojos se fueron cerrando muy lentamente hasta caer en un profundo sueño.

Se sentía muy mareada, le dolía la cabeza, intentó abrir los ojos pero no podía ver nada.

Sus ojos habían sido vendados lo que le impedía saber lo que pasaba a su alrededor.

Intentó moverse pero sus manos estaban atadas por encima de su cabeza. Desesperada, se debatió en un intento por soltarse pero sus intentos fueron en vano.

-¡Por favor! ¿Hay alguien ahí? ¡Soltadme, os lo suplico!

Sintió el chirriante ruido de una puerta vieja y oxidada por lo que movió la cabeza buscando el lugar de donde provenía el sonido.

-¿Qué quieres?- le preguntó alguien con voz grave, una voz que daba bastante miedo.

-Por favor, señor, suélteme, estoy embarazada… Si me suelta, le juro que no me moveré de aquí, se lo juro por lo que más quiero en este mundo.

Hubo unos minutos de silencio en los que ella pensó que aquel hombre sopesaba la propuesta pero sus esperanzas se vieron rotas cuando le dijo:

-Aquí no soy yo el que manda así que ahí te quedarás hasta nuevo aviso.

Dicho esto, el hombre salió y ella oyó cómo se cerraba la puerta dejándola otra vez sola aquel frío lugar. Libby comenzó a llorar, asustada por su futuro incierto. La habían secuestrado y no iba a salir indemne de todo aquello.

Intentó soltarse una vez más pero las muñecas le ardían y podía notar cómo se le formaban pequeñas heridas en estas.

Sólo le quedaba esperar y sabía que el tiempo se le haría eterno.

 

19.

Los rayos del sol de la mañana entraban por la ventana iluminando el rostro de Jaelle la cual se removió levemente antes de abrir los ojos. Cuando los abrió miró a su alrededor hasta toparse con la cara relajada por el sueño de Christopher.

Le acarició la mejilla, sonriendo. Se había quedado con ella aquella noche. Luego, como recordando algo, miró su reloj y se levantó, sobresaltada, lo que hizo que su novio también despertara.

-¿Qué pasa?- preguntó él incorporándose mientras se frotaba los ojos, somnoliento.

-¡Mira qué hora es! Si mi madre se entera de que has pasado la noche aquí, nos mata. Anda, levántate a ver si puedes salir sin que te vea.

La joven se levantó y salió de la habitación para bajar al piso inferior donde miró en todas las habitaciones sin hallar rastro alguno de su madre haciéndole sentir una pequeña presión en el estómago aunque no le dio mucha importancia, quizás fuese el hambre ya que la noche anterior no había comido nada.

Subió corriendo a su habitación.

-Venga, aprovecha que no hay nadie, ¡vamos!

Christopher se acercó a la chica y la besó dulcemente, algo que claramente consiguió calmarla más de lo que creía. Él probó el dulce sabor de sus labios deleitándose en ellos como si del más delicioso néctar se tratase.

Tras unos instantes, él se apartó lentamente de ella.

-No me diste los buenos días como dios manda- dijo él sonriendo levemente.

-No había tiempo para eso, mi madre podría haber entrado en la habitación y pillarnos pero por lo que veo hoy tampoco está aquí.

-Entonces quedémonos un poco más de tiempo juntos- dijo él volviéndola a besar.

-¿Y si viene mi madre?- se apartó ella.

-Le diremos que acabo de llegar…

-Pero…

La joven no pudo seguir porque él siguió besándola con una pasión arrolladora. Jaelle sin poderlo evitar entrelazó sus brazos tras el cuello de Christopher y se dejó llevar por lo que estaba sintiendo en ese momento.

Las manos del chicos acariciaron la espalda con delicadeza aunque interiormente protestó al tener la tela de ese vestido blanco de por medio. Luego descendió hasta tocar la suave curva de su trasero para pasar a los muslos de la chica.

En cambio, las de ella bajaron por el torso de él, en busca del borde de la camiseta y quitársela de una vez, anhelando sentir su piel bajo sus manos. Cuando lo encontró lo subió casi con rapidez y se la sacó para luego tirarla por algún lado de la habitación.

Christopher sonrió levemente contra sus labios y él hizo lo mismo con el vestido de la joven pero en vez de hacerlo con rapidez, lo hizo muy lentamente deleitándose en los pequeños escalofríos que le producía a ella cada vez que su cuerpo quedaba más y más expuesto. De buenas a primeras, él dejó caer el vestido y la joven protestó antes de apartarse y mirarlo con una mirada inquisitiva.

-Dime que me deseas…- le susurró él contra sus labios con la voz entrecortada- dime que deseas que te quite ese vestido y te haga el amor, dímelo…

-Eres cruel…- logró decir ella intentando alcanzar sus labios pero él se apartaba lo suficiente para que ella protestara levemente.

-Dímelo…

La joven lo miró directamente a los ojos.

-Lo deseo… deseo que me quites el vestido y me hagas tuya…

Christopher sonrió y volvió a besarla con una ternura desbordante. Después sus labios pasaron a su barbilla, bajó por su cuello y se dirigió a uno de los hombros. Atrapó la tira del vestido entre sus dientes y lo llevó lentamente hasta el final haciéndolo caer delicadamente por su brazo. La joven no pudo evitar estremecerse cuando quiso hacer lo mismo con la otra tira del vestido.

Cuando ambas tiras cayeron, con ayuda de las manos del chico, el vestido cayó formando un círculo alrededor de los pies desnudos de Jaelle. Entonces, sin ella esperárselo, Christopher la cogió en brazos y la llevó a la cama donde la tendió para luego ponerse encima de ella.

Ella miró su torso y se dio cuenta de que no hacía mucho se había hecho un tatuaje en el hombro en el cual no había reparado hasta ese momento. Se trataba de la misma media luna que le salía a ella en la frente cada vez que se transformaba en loba.

El chico se miró el hombro y sonrió.

-¿Te gusta? Me lo hice después de descubrir lo que eras…

Ella sonrió dulcemente y acarició el contorno con delicadeza.

-Es precioso…

Ambos volvieron a unir sus labios en un dulce y cálido beso mientras las manos del chico masajeaban con delicadeza aquellos dos montículos cuya cima anhelaba más caricias. Ella se arqueó levemente y movió ligeramente las caderas sintiendo ya su pequeña cavidad húmeda y ardiente, deseando llenarse de él.

Los labios del chico bajaron para lamer los pezones haciendo lanzar gemidos a la chica que agarraba las sábanas con fuerza sintiéndose caer en el abismo del deseo.

Su vientre parecía un volcán a punto de estallar lanzando lava ardiente a su entrepierna. La joven no soportaba no tenerlo dentro por lo que con manos temblorosas buscó el cierre de los pantalones de su novio y se lo desabrochó para liberar aquel miembro erecto únicamente por ella.

El joven se deshizo de los pantalones sin apartarse de ella lo más mínimo y buscó la tierna y húmeda cavidad para introducirse muy lentamente, haciéndola disfrutar como nunca lo había hecho. Besó dulcemente sus pechos y se introdujo sin ninguna dificultad.

Ambos gimieron de placer. Jaelle había cerrado los ojos dejándose llevar. Él acunó su rostro.

-Jaelle… mírame… quiero ver tus ojos mientras te hago completamente mía…

Ella abrió los ojos velados y oscurecidos por el deseo al igual que los de él y notó como su novio salía lentamente para volver a introducirse. A cada embestida la respiración se hacía más y más superficial haciéndole casi imposible respirar sintiéndose llegar a lo más alto poco a poco.

Las embestidas se hicieron cada vez más veloces, ambos gemían y se besaban intentando acallarlos mientras la joven se agarraba a los hombros del chico porque sentía que caería a un lugar nunca explorado y lo necesitaba para que la acompañara allá. Por fin vieron el final acercarse y casi sin proponérselo, ella gritó el nombre de él en un poderoso orgasmo que la dejó completamente exhausta y fue acompañado por un gemido gutural y primitivo del chico que cayó a su lado respirando con cierta dificultad.

Ella se viró lentamente a pesar de que gran parte de su cuerpo parecía no responderle mientras salía de aquel hermoso lugar al que el chico la había llevado y se abrazó para besar aquel tatuaje que la había cautivado.

Sin decir nada, ambos se sumieron en placentero duermevela.

Tan exhaustos estaban que ni siquiera oyeron vibrar el móvil de la chica encima del escritorio.

Al rato, sonó el teléfono de la casa y Jaelle estuvo tentada de dejarlo sonar para disfrutar de la compañía de Christopher pero algo le decía que debía cogerlo, así que se envolvió en las sábanas que habían caído al suelo y bajó corriendo a coger el teléfono.

-¿Diga?

-Jaelle, maldita sea, ¿dónde tienes el móvil? Llevo desde ayer llamándote.

-Oh, hola, papá, lo siento pero ya sabes que siempre olvido donde guardo el móvil, ¿pasa algo?

-¿Por casualidad has visto a tu madre?

-¿A mamá? No, casualmente desde ayer no la veo.

-¿Desde ayer? Maldición…

La presión que sintió antes volvió pero con más fuerza al estómago de la chica.

-¿Qué pasa, papá?

-Ayer me estaba comunicando mentalmente con ella cuando de repente la conexión se cortó, he intentado volver a comunicarme pero no contesta.

-¿Cómo que no contesta?

Christopher bajó las escaleras únicamente con los vaqueros puestos y miró a su novia notando su nerviosismo como si fuese el suyo propio.

-Lo que oyes, Jaelle, no me contesta.

De repente, las palabras de la noche anterior volvieron a su mente: “muy pronto comenzarás a sufrir” Aferró con fuerza las sábanas y cayó de rodillas al suelo. El labio inferior le temblaba.

-No, ni madre no… mi madre no, por favor.

-Hija, ¿qué sucede?

-Van a por mi familia y han empezado por mamá…- las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas y soltó el teléfono.

-Jaelle, Jaelle, ¿me oyes?

Christopher se acercó y cogió el auricular.

-Arthur, soy Chris, Jaelle está un poco conmocionada, desde que se calme haré que te llame.

-Está bien… si no, ya llamo yo.

-Entendido.

Tras esto, ambos colgaron y Christopher se agachó frente a la joven.

-Mi madre no, ella no… está cumpliendo su amenaza- dijo mirándolo a los ojos.

Él no sabía qué decir en un momento como ese así que hizo lo que pensó que era mejor en ese momento, abrazarla.

La joven lloró amargamente y tras desahogarse, se quedó dormida. El chico la cubrió bien con las sábanas para llevarla a su habitación donde la recostó y se quedó junto a ella.

La puerta se abrió con un sonoro crujido. Libby que se hallaba en un duermevela, se sobresaltó y giró la cabeza. Le daba miedo lo que podría pasar, no podía saber quién era, sus ojos seguían vendados.

Oyó pasos acercándose para luego girar a su alrededor. El miedo le estaba impidiendo hablar mientras aquel caminar se incrustaba en sus oídos haciéndolo parecer ensordecedor. Entonces los pasos se detuvieron de repente y notó una mano acariciando su mejilla lo que hizo que ella se apartara rápidamente.

-Ha pasado mucho tiempo, Elizabeth.

Esa voz… La sorpresa empañó el rostro de Libby.

-¿Philiph?

El hombre sonrió aunque ella no pudo verlo.

-Aún me recuerdas… eso es bueno, siempre fuiste mejor que tu hermana.

-Mi hermana a la que te llevaste hace veinticinco años… ¿dónde la tienes? ¿Qué has hecho con ella?

-Mi querida Libby, tu hermana Rose siempre me ha seguido como su deber de esposa. Quizás te gustaría saber cómo está.

Sintió que la cuerda de la que colgaba se aflojaba y cayó al suelo, algo debilitada ya que sus pies apenas tocaban el suelo cuando colgaba del techo.

La mano de Philiph volvió a acariciarla pero esta vez bajó hasta la blusa para rozar los pechos de la mujer, la cual intentó apartarse.

-Podemos divertirnos un poco primero, ¿qué te parece? No has cambiado mucho desde la última vez que nos vimos.

La mujer, aún con las manos atadas, apartó a Philiph de un empujón.

-No me toques… te lo advierto…- logró decir Libby con la poca valentía que le quedaba.

Philiph se levantó gruñendo y tirando del extremo sobrante de la cuerda que ataba a la mujer, la levantó. A causa de la fuerza ejercida, Libby se quejó tras el tirón y a duras penas se levantó. Él la arrastró por un pasillo y se detuvieron un poco más allá.

Libby oyó una puerta abrirse y notó cómo la empujaban.

-Espero que te diviertas…- dijo Philiph y luego cerró la puerta con brusquedad.

El silenció reinó en la instancia hasta que una voz débil habló.

-¿Libby?

La mujer al oír la voz, se quitó la venda y vio ante sí a su hermana.

-¡Rose!

Libby se levantó como pudo y fue a abrazar a su hermana aunque con las manos atadas le fue imposible. Sus ojos se llenaron de lágrimas.

Su hermana la desató y cuando estuvo suelta, la abrazó con fuerza.

-Dios mío, Libby…

-Oh Rose, ha pasado tanto tiempo- decía Libby llorando.

Su hermana le limpió las lágrimas y sonrió levemente.

-Veinticinco años, exactamente.

-No te has comunicado ni con mamá ni conmigo.

-Ojalá hubiese podido pero Philiph me mantenía muchas veces sedada o me daba alguna paliza aunque en esos momentos no dejaba de oíros.

-¿Philiph te drogaba y te pegaba?

-Aún lo hace pero ya no me importa tanto, lo tolero mejor.

Libby la abrazó.

-Te he echado tanto de menos, Rose…

-¿Philiph te ha hecho algo?

-No, por suerte…

Un leve mareo la invadió y tuvo que sentarse en la cama mientras se llevaba una mano a la cabeza. Rose, preocupada, se acercó.

-¿Te encuentras bien?

-Sí, es sólo un pequeño mareo a causa del embarazo.

-¿Estás embarazada?

Libby asintió.

-Fuera de peligro ya, por suerte. He tenido varios abortos después de mi hija Jaelle.

-Ya veo… pues túmbate y descansa un poco.

Libby le hizo caso y se recostó hasta que se durmió, estaba realmente cansada. Rose se sentó junto a ella y le agarró la mano. Hacía tiempo desde la última vez que la vio. Philiph no le haría daño mientras ella viviera.

Jaelle abrió los ojos lentamente y se encontró con la mirada de Christopher.

-Chris…

-¿Cómo te encuentras?- le preguntó él.

La joven se abrazó al chico, llorando de nuevo.

-Han secuestrado a mi madre…

-Tranquila, la vamos a encontrar.

-¿Qué hora es?- preguntó tras un rato en el que se desahogó.

-Ya han pasado de las dos, llevas bastante rato durmiendo.

Jaelle se levantó aún desnuda y buscó su vestido blanco para ponérselo. Cuando estuvo vestida se puso los zapatos y se miró por un momento en el espejo. Sus ojos estaban rojos e hinchados de llorar y se fijó en la foto que tenía de sus padres y rompió a llorar de nuevo cubriéndose la cara.

Christopher corrió a abrazarla y dejó que llorara tranquila. Tras un rato, ella se limpió las lágrimas y se dirigió a la puerta.

-¿A dónde vas?- le preguntó él.

-Voy a reunirme con la manada- logró decir ella mientras salía.

El joven la siguió.

-Voy contigo.

Ella se detuvo para mirarle.

-No hace falta, Chris, de verdad.

-No importa lo que digas, princesa, en este momento no voy a dejarte sola.

Jaelle sonrió levemente y estiró su mano.

-Gracias, no sé qué haría sin ti.

Entonces, ambos salieron de la casa y se adentraron en el bosque.

Belinda se había encargado de contactar con Kyle y con Allegra que acudieron ese día. Incluso Allegra había ido con los suyos.

Cuando todos vieron llegar a Jaelle acompañada de Christopher y con el semblante que poseía, se acercaron a ella, preocupados.

-Jaelle, ¿ha pasado algo?- preguntó Allegra mirándole los ojos rojos e hinchados- parece como si hubieses estado llorando.

La joven trataba de reprimir el llanto pero le resultaba imposible en esos momentos, estaba muy apegada a su madre, así que ocultó su rostro mientras sollozaba débilmente abrazada a su novio.

Sus amigos la miraron primero a ella y luego a él en busca de una explicación.

-Supongo que ya sabéis lo de las amenazas- dijo el chico que ya conocía todos los detalles.

Allegra y Kyle lo miraron, confusos.

-¿Amenazas?- preguntó él.

-Sí, amenazas a través de la mente- contestó Christopher- la amenazaron con ir a por sus seres queridos y al parecer ya han comenzado.

Todos lo miraron inquisitivos.

-¿Cómo que ya han comenzado?- preguntó Belinda.

-Han secuestrado a su madre- dijo Christopher abrazando a su novia con fuerza.

Yandrack frunció el ceño y al igual que el resto, miró a la chica la cual se limpiaba las lágrimas.

-Tenéis que ayudarme… si le pasa algo a mi madre… no me lo perdonaré en la vida- decía entre hipidos.

Allegra y Belinda se acercaron y la abrazaron intentando consolarla. Parecía pequeña y vulnerable. Christopher sentía la rabia bullir dentro, maldiciendo al que se le ocurrió la idea de secuestrar a Libby.

-La vamos a encontrar, ya lo verás- dijo Belinda la cual miró a su chico que había cambiado de humor rápidamente.

¿Qué podría estar ocultando su novio? Ella se encargaría de averiguarlo, fuera como fuera.

-¿De verdad me vais a ayudar?

-Todos lo haremos- dijo Allegra mirando al resto de lobos y a sus vampiros los cuales asintieron sin pensárselo dos veces.

-De eso que no quepa duda- dijo Kyle.

Jaelle sonrió levemente.

-Gracias, gracias a todos.

-Vamos a ello entonces- dijo el chico asumiendo el papel de líder ya que Jaelle no estaba en condiciones para dar órdenes- nos dividiremos en pequeños grupos y buscaremos cualquier edificio o casa que parezca abandonada y si se trata de una vieja comisaría mejor que mejor. En caso de que encontréis algo, ya sabéis cómo nos comunicaremos. Los licántropos nos encargaremos de ello como hemos hecho hasta ahora en nuestras anteriores misiones. ¿Alguna duda?- preguntó mirando a su alrededor tanto a licántropos como a vampiros y ninguno preguntó nada- de acuerdo, poneos en marcha.

Dicho esto, tanto la manada como el aquelarre se dividieron en parejas, uno de cada especie y partieron en busca de la madre de la joven. Esta también procedió a buscarla en compañía de su novio.

 

20.

Cuando todos se dividieron para ir en busca de Libby, Yandrack se encaminó hacia el escondrijo de su padre.

Lo que él no sabía era que Belinda lo seguía de cerca y lo vio entrar en un edificio que encajaba a la perfección con la descripción del lugar donde se llevaban a las víctimas. Una antigua comisaría de policía que parecía abandonada.

Una vez el chico entró, la joven corrió y se asomó a las ventanas hasta que lo encontró mirando de frente a un hombre bastante imponente. A ella le llegaba claramente la conversación que estaban teniendo.

-¿Dónde está?- preguntó Yandrack al hombre.

-Dónde está, ¿quién?- preguntó este.

-Sabes perfectamente a quién me refiero…

El hombre hizo como que meditaba y luego sonrió.

-Supongo que te refieres a Libby ¿no?

-Claro que me refiero a ella.

-Bueno, ahora mismo está teniendo un encuentro especial con tu madre.

Belinda oyó todo con sorpresa. Cuando vio que su novio salía de la habitación, se apartó de la ventana y se sentó en el suelo con la espalda pegada a la pared. Sus mejillas estaban empapadas por las lágrimas.

Yandrack era un traidor, había participado en el secuestro de Libby y probablemente en los anteriores. Había acabado con la vida de muchas personas que lo conocían.

-No puede ser…- murmuraba la joven escondiendo la cabeza entre las rodillas.

Sentía cómo se le rompía el corazón a causa de la traición y no creía poder recuperarse de semejante golpe. ¿Cómo podía haberse imprimado de alguien que no tenía compasión y mataba a otras personas?

-Vaya, vaya, parece que hemos encontrado a un cachorrillo herido…- dijo una voz justo encima de ella.

Belinda levantó la cabeza y vio al tipo que había ido varias veces a hablar con Yandrack. El que había tenido una argolla y ahora no la tenía como si se la hubiesen arrancado. ¡Claro! ¿Cómo no había caído antes? Uno de los vampiros muertos tenía una argolla con un pequeño trozo de carne. ¡Carne de la oreja de ese tipo!

Belinda se levantó rápidamente para intentar huir pero aquel hombre la cogió del brazo para empujarla contra la pared. Ella gimió de dolor ante el golpe.

-¿La conoces?- preguntó otro hombre a la izquierda de la joven.

-Por supuesto, es la cachorrita de Yandrack- dijo acariciándole la mejilla- le tenía ganas desde la primera vez que la vi.

La joven apartó la cara.

-¡No me toques!

El hombre la agarró con brutalidad del pelo y la atrajo hacia sí.

-A mí no me hables en ese tono, preciosa.

-Llevémosla ante el jefe- dijo el otro y el que agarraba a la chica asintió.

Entre los dos llevaron a la joven al interior que se debatió incansablemente pero le fue imposible escapar de la fuerza brutal de aquellos dos tipos. La llevaron ante el hombre que había estado hablando con Yandrack anteriormente.

-Jefe, hemos encontrado a una pequeña intrusa fuera- dijo el que ya no tenía argolla.

Philiph miró a la joven de arriba abajo.

-Una chica muy guapa, la verdad.

-Debo decirle, además, que es la novia de Yandrack.

Belinda observaba al hombre con una mirada dura y de profundo odio.

Philiph en cambio, sonrió complacido.

-Con que la novia de Yandrack ¿eh?

-Ya no soy nada de él, es un maldito traidor- dijo Belinda tajante.

El hombre rió sonoramente antes de decir.

-Tarde te das cuenta, preciosa. Siempre ha estado en los dos bandos.

Belinda no quería llorar, no podía flaquear en ese momento.

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