Ada

Ada


Portada

Página 9 de 36

-Al menos me he dado cuenta a tiempo, ahora si no os importa me voy de aquí, tengo una vida que salvar y esa es la de la madre de Jaelle…- dijo ella dándose la vuelta pero a una señal de Philiph, los dos hombres la sujetaron.

La joven forcejeó de nuevo pero aquellas manos la sujetaban hasta el punto de hacerle daño.

-Llevadla a mi habitación y atadla a la silla que hay allí. Si veis que se pone a gritar, amordazadla.

Los hombres asintieron y arrastraron a Belinda hasta la habitación de Philiph donde la sentaron en una silla y la ataron fuertemente.

-Os arrepentiréis de esto, malnacidos, cabrones…

Pudo haber seguido con una retahíla de insultos pero uno de ellos la había amordazado por lo que sólo salían gemidos ahogados. Intentó soltarse pero le fue claramente imposible. Ambos hombres se rieron al ver los intentos de la chica y salieron de allí dejándola sola.

No pudo contener las lágrimas un solo segundo más y lloró de pura frustración. La habían traicionado y no creía que nadie pudiese repararlo.

Yandrack estaba en la habitación de su madre donde Libby aún dormía.

-No me puedo creer que secuestrara a mi tía.

-Lo sé, hijo, es muy despiadado. Se ha vuelto loco.

-Jaelle está muy preocupada, la ha estado amenazando mentalmente y después ha secuestrado a su madre. La ha destrozado. Verla llorar sabiendo quién tiene a su madre y no poder decirlo me descoloca por completo y me hace sentir culpable.

Rose acarició la mejilla de su hijo.

-Pues díselo, explícale todo, hasta las razones de por qué no le habías dicho nada hasta ahora.

-Si ese hombre se entera, la matará- dijo mirando a su tía la cual se removió antes de abrir los ojos.

-Rose…

Se incorporó levemente y vio a Yandrack. Frunció el ceño al reconocerlo.

El joven se levantó y se apartó un poco, preocupado por las represalias que pudiera tener el que lo haya reconocido pero su madre se levantó para ponerse a su lado.

-Libby, este es mi hijo, Yandrack… ha estado traicionando a la manada por obligación. Philiph lo ha chantajeado desde pequeño para que hiciese todo lo que él quisiera porque si no me hacía daño a mí. Incluso ha tenido que matar a algunos de su especie.

Libby se levantó y se acercó al chico que bajó la mirada, avergonzado.

-Varios años viéndote y no me había dado cuenta del parecido que tienes con tu madre… ahora descubro que eres mi sobrino y que has hecho cosas horribles por cuidarla- Libby sonrió- me alegro mucho de ser tu tía.

La mujer lo abrazó a pesar de que él estaba tenso.

-No puedes alegrarte de alguien que ha hecho todo lo que yo he hecho- dijo el chico.

-Lo hiciste por tu madre, con eso me basta. Sé que está mal pero lo has hecho por el amor que tienes hacia tu madre.

-Quiero ayudarte, voy a contárselo todo a Jaelle.

-Si vas a poner a tu madre en peligro, no lo digas.

-La protegeré, os protegeré a ambas, lo prometo.

-Entonces hazlo- dijo Libby sonriendo.

El chico asintió y salió de la habitación. Cuando ya iba a salir, Philiph apareció ante él.

-Seguro que tu querida tía conoce tu secreto y ha renegado de ti.

-Eso a ti no te incumbe, ahora déjame salir.

Pero Philiph no se movió sonriendo maliciosamente.

-Aún tengo una sorpresita para ti, la tengo en mi habitación.

-No me interesa nada lo que tengas.

-Yo no hablaría tan temprano, hijo- dijo esto último con retintín- ve y disfruta de la sorpresa, te va a gustar.

-Tanta insistencia no me gusta.

-Despeja tus dudas, entonces.

El chico lo miró antes de ir a la habitación de este. Cuando abrió la puerta y vio a qué se refería con la sorpresa, el mundo se le cayó encima.

-Belinda, cariño- corrió a su lado para desatarla.

Las lágrimas bañaban las mejillas de la joven a la cual tras quitarle la mordaza, comenzó a gritar:

-¡No me toques! ¡Traidor! ¿Cómo has podido?

-Belinda, hay una explicación para todo esto si me escucharas…

-¡Me mentiste, nos mentiste a todos! ¡Asesino! ¡Vete, no me toques!

Cuando estuvo desatada, se levantó y se apartó de él.

-Escúchame por favor.

La joven se tapó los oídos.

-¡Vete, vete, déjame…!- gritaba con lágrimas en los ojos agazapándose en el suelo.

Yandrack se acercó para tocarla pero ella apartó su mano de un manotazo.

-Belinda…

-Confié en ti, la imprimación ha hecho que me fijara en un traidor… en un asesino…

Las duras palabras de la chica eran como puñaladas a su corazón que poco a poco se estaba rompiendo.

Sin decir nada, salió de allí dejando a la joven acostada en el suelo totalmente encogida, llorando.

Las lágrimas ardían en los ojos de Yandrack, el cual tras encontrar a Philiph le dio un puñetazo que le partió el labio. Este se lo limpió con parsimonia.

-¡Hijo de puta!- le gritó- ¿no tienes suficiente con mi madre y mi tía que también pretendes chantajearme con mi novia? ¡Como le toques un solo pelo, te juro que te mato!

-Pues ya sabes lo que debes hacer. Tráeme a Jaelle para matarla.

-Antes prefiero que me mates.

-¿Quieres que le haga daño a tu querida novia? Debo reconocer que tiene un buen cuerpo y no me importaría hacerle un favor.

Yandrack lo cogió del cuello y apretó con fuerza.

-No la toques- dijo con los dientes apretados.

-Pues tráeme a Jaelle.

El chico lo soltó y salió de allí.

Philiph sonrió mientras se masajeaba el cuello. Al fin tendría a esa chiquilla y podría matarla para convertirse en el nuevo jefe de la manada y luego en el Jefe de Jefes de Clanes.

Ya pasaba de la medianoche y Jaelle no cesaba en su búsqueda. Tenía que encontrar a su madre a toda costa.

Christopher la seguía, bastante preocupado. Lo que había sucedido aquella mañana parecía quedar muy lejos.

-Jaelle, deberíamos volver ya, es muy tarde.

-Vuelve tú, yo voy a seguir buscando.

-Jaelle, ya pasa de la medianoche, tienes que descansar un poco, al menos unas horas.

La joven se detuvo y lo miró.

-¡Es mi madre la que está desaparecida! ¿Pretendes que me quede de brazos cruzados?

-No es eso, princesa, pero debes descansar, no puedes llevarte al límite, además tu padre ya viene en camino, nos ayudará a buscarla.

La joven lo miró a los ojos y las lágrimas volvieron a aflorar a sus ojos cuando pensaba que ya no le quedaban más que derramar.

-Si le pasa algo, no me lo perdonaré en la vida.

Christopher la atrajo hacia sí y con un dedo levantó su barbilla para mirarse a los ojos.

-Todo va salir bien, ya lo verás. Vamos a encontrar a tu madre sana y salva pero necesitas descansar y comer algo. Necesitas estar fuerte.

La joven lo abrazó y él la meció suavemente. No hicieron falta las palabras para saber que él tenía razón, por eso, se fueron de allí y volvieron a la casa de la joven que tenía las luces encendidas. Al parecer, Arthur había llegado temprano.

Entraron en la casa y se dirigieron a la cocina donde vieron a Arthur consolar a la abuela de la joven que lloraba amargamente.

-Abuela…- dijo la chica.

La mujer levantó la mirada hacia su nieta y ambas vieron como la otra tenían los ojos rojos e hinchados de llorar. Jaelle sin poderlo evitar, se abrazó a su abuela.

-Primero se llevan a una de mis hijas y ahora me secuestran a la otra…- dijo la mujer acongojada por la pena.

-La vamos a encontrar, abuela. Me he propuesto encontrarla y es lo que haré, no dejaré que le hagan daño a mi madre.

-No sabemos quién es el que está detrás de todo esto, Jaelle- dijo Arthur.

-Tenemos pistas y si las encajamos todas podremos dar con el lugar donde retienen a mamá- dijo la joven mirándolo mientras se apartaba de su abuela.

-Son pistas inconexas, hija. Tu abuela me ha contado las pistas que tenéis y no tienen ningún sentido. Una furgoneta vieja, una habitación con puertas que chirrían… eso no nos llevará a ningún sitio.

-¡No seas negativo, papá! La vamos a encontrar… la vamos a encontrar…

Christopher se acercó para agarrarla del brazo. Parecía tan frágil.

-Vamos a tu habitación, Jaelle, tienes que descansar. Mañana seguiremos buscando.

Jaelle asintió levemente y se dejó llevar por el chico a su habitación donde se acostó y él la tapó con la manta. Él se fue a levantar pero ella lo retuvo por el brazo.

-No me dejes sola…

-Está bien- cedió el chico ante aquella entristecida mirada.

Se acurrucó junto a ella y dejó que la cabeza de su novia se apoyara en su hombro. No dijo nada, solo la abrazó con dulzura masajeándole delicadamente en cuello para que se relajara y durmiera un poco.

La joven estaba a punto de sucumbir al sueño cuando oyó aquella voz de nuevo:

“Jaelle…, noto como estás sufriendo… justamente lo que quería…”

La joven se incorporó y se tapó los oídos. No quería oír aquella voz.

-Déjame… déjame en paz de una vez… ¿qué es lo que quieres?

Christopher se incorporó también y la miró.

-Jaelle, ¿es esa voz otra vez?

La joven asintió.

“Me encantaría ver tu cara, seguro que sufres por tu mami ¿verdad? Yo disfruto mucho con ella… no sabes cómo disfruto haciéndote sufrir”

Jaelle se meció adelante y atrás mientras aquellas palabras se clavaban en su mente. Las lágrimas rodaban por sus mejillas.

-¿Qué te está diciendo?- preguntó su novio.

-Disfruta haciéndome sufrir. Yo no le he hecho nada, Chris, ¿por qué me hace esto?- preguntó apartando sus manos de los oídos.

-Contéstale, tiene que ver que no le tienes miedo…

-No soy tan fuerte como aparento… tengo miedo de que le haga algo a mi madre.

-Vamos, Jaelle, si quieres salvarla debes enfrentarte a esa persona, yo estoy aquí contigo- dijo cogiéndole la mano.

La chica asintió y cerró los ojos.

“¿Qué es lo que quieres de mí? ¿Por qué me haces esto?”

“Quiero que renuncies a ser jefa de la manada y Jefa de Jefes de Clanes y me des ese poder a mí”

La joven abrió los ojos, sorprendida.

-¿Qué es lo que quiere, Jaelle?- preguntó Christopher- ¿qué pide a cambio de salvar a tu madre?

-Quiere convertirse en el nuevo jefe de la manada… pero no puedo dejarlo, ha matado a muchos de los míos e incluso a matado a algunos vampiros, Chris. No puedo darle semejante poder a alguien tan cruel y despiadado.

-De acuerdo, intenta decirle que eso no puede ser a ver qué te dice.

La joven asintió.

“No puedo dejarte el poder que me pertenece, tú no sabrías manejar a la manada…”

“¿Eso es lo que piensas? Bueno, entonces puedes olvidarte de volver a ver a tu madre con vida…”

“¡No! No la mates, te lo ruego…”

“Pues entonces renuncia para yo ocupar tu puesto como jefe de la manada”

“Si quieres me entrego pero deja libre a mi madre… es lo único que te pido…”

“No haré tal cosa, tienes veinticuatro horas para decidir si renuncias o no, durante ese tiempo, nadie tocará a tu madre y recuerda… te estoy vigilando”

La conexión se cortó y la joven miró a su novio.

-Tengo veinticuatro horas para decidir si le cedo el puesto de jefe de la manada o matará a mi madre.

-Hay que decírselo a tu padre- dijo el chico levantándose. Le tendió la mano a Jaelle y la joven se levantó- vamos.

Ambos bajaron hasta la cocina. Arthur estaba sentado en la cocina con el rostro cubierto por las manos y los codos apoyados en la mesa. A Jaelle se le encogió el corazón y se acercó lentamente. Posó una mano en el hombro de su padre. Este levantó la mirada.

-Papá…

-¿Pasa algo?

-He hablado con la persona que retiene a mamá, bueno, él me habló a mí.

Arthur abrió los ojos, sorprendido.

-¿Qué te dijo? ¿Está bien tu madre?

-Bueno, de eso quería hablarte… ese hombre quiere que le ceda todo mi poder, es decir, el liderazgo de la manada, tengo veinticuatro horas para pensarlo si no…

-Si no ¿qué? ¡Dime!

A Jaelle le temblaba el labio pero aún así contestó.

-Matará a mamá.

El silencio se cernió sobre ellos durante unos instantes.

-No, no pueden matarla, no lo van a hacer, primero tendrá que matarme a mí.

Jaelle tenía la mirada baja, ya no tenía fuerzas para llorar otra vez.

Lo que no sabían era que alguien los observaba desde fuera sintiéndose cada vez más culpable.

Tenía que hacerlo, debía confesarlo todo aunque eso supusiera la expulsión inmediata de la manada y ser desterrado del lugar, lo haría, ya no podía seguir guardando el secreto un minuto más.

Su madre, su tía y su novia estaban en manos de aquel hombre tan sádico y cruel y a pesar de que Belinda lo odiara, no la dejaría en manos de ese hombre.

Se dirigió a la puerta y tocó. Esperó pacientemente hasta que la puerta se abrió.

-¿Yandrack?- preguntó Jaelle.

-Necesito hablar contigo de algo muy importante.

-De acuerdo, pasa.

La joven se apartó y el chico entró tras tomar aire profundamente.

 

21.

Belinda estaba aún encerrada, llorando desconsoladamente. Cuando de repente la puerta se abrió. El jefe de aquel lugar, entró con una bandeja de comida pero a ella no le importó.

-Hola, querida, ¿tienes hambre?- la joven no contestó e incluso ocultó su rostro- vamos, te he traído los mejores manjares de mi despensa, incluso he traído vino…

-No quiero nada- dijo la joven- quiero estar sola.

-Te va a ser difícil cuando esta es mi habitación- dijo recostándose en su cama- ¿quieres dormir conmigo? Esta cama es muy cómoda.

La joven hizo un gesto de asco.

-No… yo solo quiero irme de aquí.

-Me parece que eso va a estar difícil, no puedo dejar escapar a alguien como tú, preciosa.

-¿Por qué? ¿Por qué hace esto?- preguntó Belinda comenzando a llorar.

-Poder, preciosa, lo que quiero es poder y es precisamente lo que voy a obtener- Belinda se cubrió la cabeza, llorando- pero no llores, al menos sigues viva y has descubierto cómo es en realidad Yandrack, mi querido hijo.

La rabia inundó el corazón de la joven y se llenó de odio hacia el chico. Se limpió las lágrimas y se levantó del suelo. El hombre la miró por un momento y la vio acercarse a un mueble lleno de objetos de cristal bastante caros y con un grito de rabia, los tiró todos al suelo.

Los objetos se hicieron añicos. Philiph se levantó y se acercó a la joven para cogerla bruscamente del brazo.

-¿Sabes lo que acabas de hacer?- preguntó el hombre enfadado mientras ella respiraba agitadamente por la rabia- ¿sabes cuánto vale toda esa colección?

-No lo sé, ni me importa- dijo ella intentando soltarse.

Philiph abrió la puerta y llamó a uno de los suyos.

-¡Paul! ¡Ven aquí!

Al momento, apareció el tipo que ya no tenía argolla en su oreja.

-Dime, jefe.

-Llévala a la celda y átala.

-Enseguida- dijo el hombre y cogió a Belinda del brazo para arrastrarla fuera de la habitación.

Ella no se resistió ya que Paul era demasiado fuerte como para luchar y se dejó llevar. Cuando llegaron a la celda, el hombre ató las manos de la chica y pasó el trozo de cuerda sobrante por una viga que había en el techo dejándola colgada. La joven comenzó a sentir dolor en los brazos pero no se quejó.

Paul la miró y acercó una de sus manos al cuerpo de Belinda para tocarla. Ella miraba a la nada pero al notar la mano del tipo, se apartó y lo empujó con el pie.

-¡No me toques!- gritó ella comenzando a patalear.

El hombre le dio un puñetazo en el estómago y ella se retorció de dolor, él, riéndose, salió de allí y la dejó sola sufriendo.

-Nos veremos pronto, cachorrita.

-Vete a la mierda, cabrón.

Paul cerró la puerta y la joven comenzó a llorar de nuevo. Su situación era ahora mucho peor pero ya no le importaba nada, la persona que más quería la había traicionado y no merecía la pena seguir sufriendo por él. Ahora mismo solo le interesaba sobrevivir a aquel infierno por el que estaba pasando.

Libby estaba sentada en la cama junto a su hermana Rose. Tenía hambre y se sentía débil. También estaba preocupada por su hermana ya que su hijo había ido a hablar con su prima, Jaelle, para contarle todo.

Rose se retorcía las manos una y otra vez.

-Todo va a salir bien- le dijo Libby.

-Van a tachar a mi hijo de traidor y no lo hizo porque sí. Más de una vez le dije que lo dejara, que huyera lejos pero se quedaba por mí.

-Te quiere mucho, tú hubieras hecho lo mismo si fuese mamá la que estuviese en tu situación.

-No tuvo una infancia como la de cualquier niño. Me siento tan culpable porque ni siquiera estoy segura de si Philiph es su padre.

-¿Qué quieres decir?

-Yo nunca me imprimé de Philiph, Libby, mi imprimado era otro hombre al que tuve que renunciar porque Philiph me obligó.

-Y tu hijo podría ser de ese hombre al que te viste obligada a renunciar.

-Sí y lo más duro es que me hablaba y no podía contestarle por miedo a las represalias.

Libby la abrazó con cariño.

-Cuando salgamos de aquí, vamos a buscar a ese hombre, ¿de acuerdo?

Rose asintió.

-Libby, quiero que me prometas algo- dijo Rose mirándola a los ojos- ten cuidado con Philiph, está muy obsesionado contigo. Cuando me golpeaba no hacía más que compararme contigo. Se ha vuelto loco.

Libby la miró sorprendida.

-Eso es muy cruel.

-Prométemelo, por favor.

-Te lo prometo.

Volvieron a abrazarse y así permanecieron durante un buen rato.

Yandrack estaba en la cocina de la casa de Jaelle con una taza de té en las manos. Estaba muy nervioso.

Jaelle, Arthur y Christopher lo miraban a la espera de que les dijera que tenía que decirle.

-¿Estás más tranquilo?- preguntó Jaelle que estaba sentada frente a él.

El chico negó con la cabeza, frustrado.

-No pero tengo que decirte toda la verdad, ya no puedo soportarlo más.

Hubo unos segundos de silencio hasta que ella dijo:

-Dinos lo que sea, Yandrack.

El joven bajó la mirada y cerró los ojos.

-Sé quién tiene a tu madre.

Jaelle lo miró y se levantó súbitamente acercándose para cogerle las manos.

-¿Quién la tiene? ¿Dónde?

-La tiene mi padre…

-¿Tu padre?- preguntó Jaelle frunciendo el ceño.

-Sí, mi padre, que también tiene a mi madre encerrada.

-Espera, no lo entiendo, ¿la persona que tiene a mi madre y me amenaza es tu padre?- a la joven le costaba asimilar aquella información.

-Bueno, en términos legales sí lo es pero para mí no lo es. Desde pequeño no ha hecho otra cosa más que amenazarme para hacer todo lo que él quisiera. Incluso he tenido que traicionarte y todo por proteger a mi madre.

Jaelle se arrodilló en el suelo, sorprendida. Mientras, Arthur observaba fijamente al chico como si se le hiciese conocido.

-Traicionarme…- dijo Jaelle sin poder creerlo.

-Sí, he tenido que traicionar a mi familia, a mi prima…- dijo el chico mirándola.

La joven abrió los ojos, sorprendida una vez más y miró a Yandrack.

-¿E… eres mi primo? ¿Eres hijo de la hermana de mi madre?

-Sí, soy hijo de Rose.

Arthur se sorprendió ante aquella revelación.

-Claro… ahora sabía que te me parecías a alguien, eres igual a tu madre.

-Y eso no es todo- dijo el chico apesadumbrado- mi padre también tiene a Belinda, que me odia con toda su alma y lo entiendo. No soy más que un traidor y es lo que me merezco. Entenderé que decidas desterrarme de la manada pero quiero ayudarte a salvar a mi madre, a mi tía y a la chica a la que más amo.

Apoyó los codos en las rodillas y escondió la cara entre sus manos.

-Yandrack, lo hiciste por tu madre y aunque esté mal que hayas matado a algunos de los tuyos, eso te honra…- dijo Christopher.

-Eso no tiene justificación, soy un maldito traidor. Os ayudaré a salvarlas a pesar de todo.

-De acuerdo, avisaremos a los demás para que se preparen- dijo Jaelle resuelta.

Se levantó y fue a llamar a Allegra para que avisara a los vampiros y luego avisaría a la manada.

Allegra estaba en la cama, acostada junto a Kyle pero ninguno de los dos podía dormir.

-¿En qué piensas?- preguntó Kyle jugueteando con un mechón de pelo de la joven vampiresa.

-En lo mal que lo debe de estar pasando Jaelle. Tiene que ser muy duro lo que le está pasando.

-La verdad es que sí, saber que tu madre está en peligro y no saber dónde está tiene que ser muy doloroso.

De repente, el móvil de la chica comenzó a vibrar. Esta se incorporó y lo cogió de la mesilla de noche para mirar en la pantalla quién era.

-Es Jaelle- dijo antes de descolgar- ¿sí?

-Allegra, reúne a tus vampiros, sé dónde está mi madre, Yandrack me lo ha contado, rápido, por favor.

-Pero ¿dónde está?

-Yandrack nos indicará el camino, nos reuniremos en el claro del bosque… daos prisa.

-De acuerdo, ya los aviso.

-Gracias.

Ambas colgaron y Kyle se incorporó.

-¿Qué pasa?

-Al parecer, Yandrack sabe dónde está la madre de Jaelle. Tengo que avisar a Dreck para que reúna a los vampiros.

La joven buscó el número de su amigo y lo llamó mientras Kyle se levantaba al oír la voz de Jaelle avisándolo para que fueran al claro del bosque urgentemente.

Después de que la vampiresa hablara con Dreck, se levantó y se cambió el pijama por unos vaqueros y una blusa oscuros. Se calzó unas bailarinas negras y buscó las llaves de su coche.

-Vamos, te llevo- dijo ella.

-No creo que sea bueno que nos vean llegar juntos.

-Les diremos que te encontré por el camino, vamos- dijo ella cogiéndole la mano al chico y saliendo de la casa para meterse en el coche. Lo puso en marcha y pusieron rumbo a la entrada del bosque.

Jaelle esperaba a todo el mundo en el claro del bosque con Christopher, su padre y Yandrack.

-Chris, no creo que sea buena idea que vengas con nosotros, eres el más vulnerable de todos. No eres ni licántropo, ni vampiro.

-No voy a dejarte sola en estos momentos, Jaelle, yo puedo ayudaros… en lo que atacáis a esa gente yo puedo ir a por tu madre y las demás.

-Pero…

-No- la cortó él- no voy a aceptar réplica alguna.

-De acuerdo.

Al poco rato, aparecieron tanto los licántropos como los vampiros. Kyle y Allegra llegaron a la vez y una vez estuvieron todos, Jaelle empezó a hablar.

-Sé que os pillo a una hora mala pero es urgente que encontremos a mi madre, el hombre que me ha amenazado me ha dado veinticuatro horas para darle mi poder o matará a mi madre, por eso tenemos que actuar ya. Sé que no he podido hacer nada por los otros que han muerto pero necesito vuestra ayuda para salvar a mi madre.

Kyle dio un paso al frente.

-Yo estoy dispuesto a ayudarte.

Allegra lo imitó.

-Cuenta conmigo.

Jaelle sonrió cuando vio que poco a poco tanto los licántropos como los vampiros se fueron sumando para ir a buscar a Libby. Se abrazó a su novio con lágrimas en los ojos.

-Gracias a todos, de verdad pero antes debo decir que Belinda también está retenida e incluso la madre de Yandrack- dijo Jaelle- ahora, debemos emprender la marcha si queremos llegar a tiempo.

Todos asintieron y se alejaron de allí siguiendo a Yandrack.

Estaba amaneciendo cuando Belinda abrió los ojos. Los brazos le dolían y su mirada era un poco borrosa. Su garganta reclamaba a gritos un poco de agua ante la sequedad que sentía.

-Agua…- dijo con voz ronca pero nadie la escuchó o eso creyó al principio.

Pero al momento apareció Philiph con un vaso de agua. Abrió la puerta y se puso frente a ella.

-He oído que querías agua… ¿la quieres?- preguntó mirándola a la espera de una respuesta.

Belinda no quería humillarse pero su sed era insoportable así que se vio obligada a admitir:

-Sí.

-De acuerdo- dijo él acercando el vaso.

La joven acercó el rostro pero Philiph derramó el contenido con una sonrisa maliciosa.

-Si quieres agua tendrás que suplicarme.

-Jamás te suplicaré nada, antes prefiero morir.

-Bueno, no hace falta morir, hay formas de conseguir lo que uno desea- dijo acercándose a la puerta para cerrarla lo que hizo que Belinda se estremeciera de terror ante lo que podría pasar.

-¿Qué va a hacer?- preguntó ella intentando parecer desafiante.

-Hacer que me supliques, nada me gusta más que ver a una joven como tú sometida a mi dominio- dijo Philiph sonriendo con malicia.

-¡Como me toques un solo pelo, juro que te mato!

-Eso ya lo veremos- dijo Philiph a la espalda de la chica.

El miedo invadió a Belinda y giró la cabeza para ver lo que iba a hacer su captor con ella. Entonces notó como la blusa que llevaba puesta se rasgaba a la espalda y las ásperas manos de Philiph la acariciaban.

-No me toques…- le dijo ella.

-Yo no hablaría tan rápido porque posiblemente prefieras mis manos antes que esto- y restalló algo contra el suelo.

Se trataba de un látigo. Belinda tembló de miedo y luchó por librarse de sus ataduras pero lo único que consiguió fue hacerse daño en las muñecas en las cuales se formaron pequeñas heridas de las que comenzaron a manar pequeñas gotas de sangre.

-¡No lo haga! ¡Suélteme!- gritó la joven realmente asustada.

El primer latigazo no se hizo esperar y Belinda gritó de dolor ante el golpe. Aquello iba a ser muy duro de soportar. Ella no creía poder soportarlo. Los golpes se sucedieron uno tras otro hasta que la joven perdió el conocimiento a causa de la violencia que había aplicado Philiph a su cuerpo.

-Eso te enseñará, cachorrita- dijo el hombre antes de salir y dejarla colgando de sus ataduras haciendo más profundas las heridas de sus muñecas y la espalda sangrando.

El grito se oyó en la habitación y tanto Libby como Rose se miraron estremeciéndose de miedo. ¿A quién estarían torturando?

-Por todos los santos, ¿qué están haciendo?- preguntó Libby preocupada.

-Están torturando a alguien y por la forma de gritar se trata de una chica- dijo Rose con pesar.

Al cabo de un rato, los gritos dejaron de escucharse y ambas temieron que la joven retenida hubiera perdido el conocimiento.

-Ojalá pudiésemos hacer algo por ella- se lamentó Libby la cual comenzaba a sentirse mal y mareada.

-Libby, ¿estás bien?

-La verdad es que me siento muy mareada y un poco débil.

-No te preocupes, yo cuidaré de ti hasta que vengas a buscarte.

Su hermana sonrió.

-Gracias.

-Acuéstate en la cama y descansa, será lo mejor.

Libby asintió y se acostó en la cama.

Los lobos y los vampiros llegaron en el momento en el que un grito salía del interior y un sentimiento de dolor se apoderó de Yandrack que no pudo evitar encogerse y cerrar los ojos con fuerza.

Jaelle, preocupada, se acercó a su primo y le pasó una mano por la espalda para relajarlo.

-¿Qué sucede?

-Mi padre… le está haciendo daño a Belinda… no puedo verle, solo veo la pared de enfrente en la celda y también el techo. Noto como algo golpea su espalda… un látigo. Tengo que salvarla…- dijo el chico notando el dolor de su imprimada.

-La salvaremos, te lo prometo, ahora tenemos que acercarnos.

Yandrack asintió y antes de acercarse al lugar, Jaelle miró al resto y dijo:

-Que los vampiros se mantengan al margen por ahora, Yandrack me ha contado que su padre sabe que estáis aliados con nosotros pero ahora tiene que pensar lo contrario ¿entendido?

Allegra y los vampiros asintieron y se quedaron en la retaguardia mientras los licántropos se acercaban.

Christopher se quedó con los vampiros que prometieron no tocarlo pero él no quería permanecer allí cuando su novia se acercaba a un enemigo que podía hacerle daño.

-Tengo que ir con ella- dijo el chico a Allegra.

-Confía en que no le pasará nada. Eres su imprimado por lo que sé ¿no?

El joven asintió.

-Sí y no podría soportar perderla de ninguna de las maneras. Voy a ir…

Christopher se dispuso a marcharse pero Allegra lo sujetó del brazo.

-Es una locura, no tienes ningún poder, eres un simple humano.

-Un humano que puede ser de ayuda en estos momentos- dijo el chico mirando a la joven vampiresa antes de soltarse- yo sacaré a Libby de allí.

-Te estás metiendo en la boca del lobo y nunca mejor dicho.

-Me da igual.

Dicho esto, el joven se marchó del lado de los vampiros y sigiloso se acercó al lugar donde ya la manada de Jaelle estaba lista para atacar en cuanto tuviesen oportunidad.

Philiph estaba en el salón tomándose una copa de vino cuando apareció Paul estrepitosamente.

-Señor… al parecer la manada de esa joven ha venido junto con ella y con Yandrack.

-Vaya, trabaja rápido mi hijo…- dijo Philiph mientras saboreaba el delicioso vino.

-No creo que los haya traído hacia una trampa, más bien parece que van a luchar.

-¿A luchar?- preguntó carcajeándose- eso ya lo veremos.

Philiph apuró su copa y se levantó para asomarse a la ventana donde vio a toda la manada detrás de Jaelle y Yandrack, incluso estaba su cuñadito y su suegra. Bien, el juego estaba a punto de comenzar.

22.

Jaelle miraba hacia la puerta por la que esperaba ver salir por fin al hombre que retenía a su madre en contra de su voluntad. Su corazón latía frenético a causa del miedo que sentía por si no era capaz de cumplir con su cometido como jefa de manada aunque logró mantener la compostura.

Entonces, la puerta del pequeño edificio se abrió y apareció ante ella un hombre seguido por otros tantos, secuaces del padre de Yandrack. Este sonrió al verlos.

-Pero mirad a quién tenemos aquí… si es la pequeña Jaelle que viene a deleitarnos con su presencia. Me alegro mucho de conocerte- dijo Philiph haciendo una reverencia burlona.

Michelle se adelantó a su nieta.

-¡Maldito! ¡Te llevaste a mi hija y a mi nieto!- gritó con rabia.

Dos de los hombres que había allí, entre ellos Arthur la agarraron.

-Tranquilízate, Michelle, así no conseguiremos nada, deja todo en manos de Jaelle- dijo Arthur.

Philiph lo miró y sonrió.

-Vaya, Arthur, cuánto tiempo sin vernos ¿verdad? Te veo más… viejo- dijo riéndose.

-Bueno, Philiph, el estrago de los años también te ha hecho efecto…- dijo Arthur intentando mantener la calma- aunque no ha solucionado tu obsesión por mi mujer ¿verdad?

-La verdad que me encantó volver a verla, se la ve tan bien, igual a como la recordaba.

-Pues espero que tus recuerdos sean solo eso porque te vas a pudrir en el infierno.

Philiph volvió a reírse.

-Eso ya lo veremos, amigo mío.

Jaelle se adelantó y caminó hacia el hombre quedando ambos a una pequeña distancia.

-Aquí estoy y vengo para rescatar a mi madre…- dijo la joven con voz solemne- la propuesta que me hiciste esta noche no la pienso aceptar porque no eres digno de ser un jefe de manada como lo ha sido mi abuela así que o te rindes y me devuelves a mi madre, a mi tía y a mi amiga o esto se convertirá en una guerra en el que uno de los dos no saldrá vivo…

Philiph enarcó una ceja.

-Eres osada, pequeña cachorrita, casi tanto como tu madre.

-Bueno, aprendí de ella.

Philiph la miró sonriendo.

-Veo que hay muchas cosas en las que te pareces a tu madre.

-Es mi madre, no podía ser menos.

-Claro que sí.

-Entonces, ¿qué decides? ¿Renuncias o peleas?

Philiph hizo que meditaba.

-Renunciar no es lo mío, cachorrita, así que…

Tras decir esto, el hombre se transformó en un enorme lobo oscuro. Jaelle que lo vio transformarse, cerró los ojos y lo imitó. La ropa de ambos se había hecho pedazos y gruñeron mostrando sus dientes.

Los demás los imitaron y se transformaron pero cuando Yandrack se fue a convertir, la voz de su prima lo detuvo.

“Ve a sacarlas de ahí, nadie te seguirá”

Yandrack miró a Jaelle y asintió. Rápidamente entró en el edificio. Efectivamente, nadie lo siguió porque todos los lobos, de ambos bandos comenzaron una dura lucha. El chico corrió al piso inferior para sacar a su madre y a su tía.

Buscó las llaves y abrió la puerta entrando súbitamente. Tanto Rose como Libby lo miraron.

-Yandrack, hijo, has vuelto- dijo su madre levantándose para abrazarlo.

-Mamá, tenemos que salir, la lucha ha comenzado- dijo el chico.

Libby se incorporó.

-¿Qué?

-Todos están ahí afuera, van a luchar. Tenéis que salir de aquí. Esperadme al final del pasillo que voy a sacar a Belinda, ese hombre también la ha encerrado.

Las dos mujeres asintieron y salieron de la habitación seguidas por el chico que corrió a la celda. Buscó las llaves y abrió la puerta.

Al entrar vio a la chica colgada de sus brazos, inconsciente. Algo oprimió el corazón del chico que corrió a desatarla. Esta cayó al suelo y él se arrodilló junto a ella para cogerla entre sus brazos.

-Lo siento, mi vida, lo siento de verdad, no quise hacerte daño porque eres lo más importante en mi vida, te amo y aunque tú me odies, yo nunca dejaré de amarte. Y si muero en la lucha, te amaré allá donde quiera que esté.

La joven abrió levemente los ojos y miró al chico.

-Yandrack…- dijo ella con voz débil.

Levantó la mano donde las heridas cubrían su muñeca y limpió las lágrimas del chico, sonriendo levemente.

-Perdóname, mi vida, te lo ruego- le suplicó él abrazándola e intentando no hacerle daño.

-No llores…

-Te amo, Belinda, te amo, perdóname.

Ella sonrió débilmente y luego perdió el conocimiento nuevamente. Yandrack se quitó la chaqueta que llevaba para envolverla y cogerla en brazos. Luego salió de allí.

Rose al ver salir a su hijo, se acercó:

-¿Está bien?

-Creo que ha perdido bastante sangre pero aún respira.

-Pues salgamos de aquí, Libby tampoco se encuentra muy bien.

El chico asintió y todos subieron las escaleras.

Fuera, la lucha seguía y todos los lobos tenían alguna que otra herida, unos pocos habían muerto ya y parecía que la manada de Philiph estaba tomando algo de ventaja.

Los vampiros lo estaban viendo todo desde una prudente distancia algo preocupados.

Dreck se acercó a Allegra que miraba el panorama con temor al sentir que Kyle podría estar en peligro, después de su primera noche de amor su unión se había intensificado hasta el punto de poder sentir cada una de las heridas que el joven estaba sufriendo en ese momento, incluso vislumbrar levemente contra quién estaba luchando.

-¿Estás bien?- le preguntó su amigo.

Ella levantó la mirada.

-¿Qué?

-Que si estás bien, pareces un poco preocupada.

-Bueno, sí, estoy un poco preocupada porque estoy viendo a la manada de Jaelle en seria desventaja aunque su número de licántropos sea mayor… la manada de ese hombre parece ser más fuerte.

-Deberíamos ir a ayudarles, entonces.

-Creo que será lo mejor.

-De acuerdo, avisaré al resto para que se metan en la pelea.

Allegra asintió y se fue a dirigir al lugar pero de repente vio a Logan no muy lejos de ella, algo que la mosqueó bastante por lo que, sin que nadie se diese cuenta, lo siguió hasta llegar a otro claro.

-¡Logan!- dijo ella haciendo que él se detuviera.

Este sonrió y se giró lentamente para quedar frente a frente con ella y se miraron desafiantes.

-Vaya, Allegra, me alegro de verte.

-¿Qué haces aquí?

Logan no dijo nada al principio sino que hizo una señal y al instante, Allegra se vio rodeada de vampiros antiguos y giró sobre sí misma para ver las caras de sus traidores.

-Como puedes ver, somos los vampiros que no estábamos de acuerdo con tu unión y en cambio decidimos colaborar con esos lobos que quieren acabar con tus amiguitos y ¿sabes por qué? Porque no queremos a una media vampiresa como jefa de aquelarre. Nunca debiste obtener el mando de tu padre. Por eso ahora nosotros vamos a acabar contigo.

-Nunca pedí ese puesto y lo sabéis, fue mi padre quien lo decidió. Nunca deseé ocupar el puesto de jefa pero no quedó más remedio.

-No mientas… nos hemos dado cuenta de que te gusta mucho mandar… y vamos a hacerte pagar todos los desplantes que nos has hecho. Vamos a matarte.

Ella los miró a todos, con mucho miedo. ¿Qué le iban a hacer esos locos?

-Basta, os ordeno que paréis- dijo ella intentando mantener la calma.

-No, preciosa, ahora ellos no te obedecen, me obedecen a mí y al más mínimo movimiento mío, acabarán contigo… por cierto, ¿qué te pareció el cambio que le hice a tu habitación?

-¡Fuiste tú! ¡Debí imaginarlo!- exclamó ella.

Logan se rió e hizo una señal a los vampiros que se acercaron poco a poco a Allegra para atacarla.

Christopher estaba junto a la puerta del edificio viendo, horrorizado la masacre que se estaba produciendo hasta que vio aparecer a los vampiros y suspiró aliviado ya que eso significaría una ventaja para la manada de Jaelle. Entonces Yandrack salió del edificio seguido de Libby y de otra mujer.

En los brazos del chico estaba Belinda, inconsciente.

Christopher se acercó rápidamente para ayudarlo.

-Libby, menos mal que estás bien- dijo el chico saludando a la madre de su chica.

-La verdad es que no me encuentro muy bien- dijo ella agarrándose a la otra mujer.

-Está un poco mareada a causa del embarazo- dijo la mujer.

El chico miró a Libby algo sorprendido.

-¿Embarazo?

Libby sonrió levemente.

-Sí, estoy embarazada.

-Christopher- dijo Yandrack- tienes que ayudarme… quédate con Libby, mi madre y Belinda, yo voy a luchar- el chico asintió y cogió de los brazos del chico a Belinda, la cual gimió dolorida- escondeos hasta que acabe la lucha, y pase lo que pase no salgáis por nada del mundo.

-Entendido, me encargaré de ellas.

Yandrack asintió.

-Gracias.

-De nada, corre y ayúdalos.

El joven se transformó en lobo y corrió a participar en la lucha. Mientras, las mujeres y el joven se escondieron a un lado del edificio. Una vez allí, Christopher depositó a Belinda en el suelo y apoyó la cabeza de esta en su regazo.

Libby se sentó con la espalda apoyada en la pared y los ojos cerrados.

-Aguanta, Libby- dijo la mujer.

-No… no le hagas daño…- comenzó a decir Libby llevándose una mano al brazo- deja a Arthur en paz…

-Están haciendo daño a Arthur- dijo la mujer mirando a Christopher.

El chico cerró los ojos al notar un intenso dolor en el muslo y entonces vio a un lobo ante sí. Estaba viendo lo que veía Jaelle.

“Jaelle, estás herida… sal de esa pelea ya”

“Estoy bien, sólo es un rasguño, puedo con él”

“No, no puedes, es más fuerte que tú, lo noto…”

“No te preocupes, tú mantente al margen como hasta ahora”

Tras esto, la comunicación mental se cortó pero él siguió viendo lo que ella veía y sintiendo aumentar el dolor en el muslo y algunos otros rasguños que iba recibiendo.

Kyle luchaba con todas sus ganas, no iba a dejar que esos licántropos obtuviesen el poder que no les pertenecía. En medio de la lucha vio cómos los vampiros se acercaban para ayudarlos porque a pesar de ser un número mayor, los otros lobos eran mucho más fuertes ya que la manada no estaba entrenada para la pelea.

Su cuerpo lobuno estaba lleno de rasguños pero no le importaba nada de ese dolor ya que otro más fuerte se instaló en su interior. Un temor que crecía con el paso de los minutos.

Miró a su alrededor, buscando entre los vampiros a Allegra pero no la halló en ningún lado. Entonces lo vio ante sí. Se trataba de un grupo de vampiros que lo rodeaban o más bien… la rodeaban a ella. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué aquellos vampiros rodeaban a su chica?

Notó el miedo instalarse en su interior y tuvo que seguir a su instinto e ir hacia el lugar donde estaba ella. Guiándose por lo que veía a través de los ojos de la joven, buscó el lugar hasta hallarlo.

-Basta, os he ordenado que lo dejéis- dijo Allegra cada vez con más miedo.

Los vampiros se acercaban más y más mostrando sus afilados dientes y sus largas uñas, dispuestos a matarla de la peor manera posible: absorbiendo su sangre humana hasta matarla.

Cerró los ojos temiéndose el dolor que estaba a punto de sentir pero este no llegó. Los que sí llegó a sus oídos fue un rugido muy familiar y se vio obligada a abrir los ojos.

-¡Kyle! ¿Qué haces aquí?

“He venido a ayudarte, pequeña”

-Es muy peligroso, Kyle, ve a luchar contra los lobos esos. Yo me encargaré de ellos, de verdad.

“No insistas, Allegra, no voy a dejar que te hagan nada”

El lobo gruñó a los vampiros y estos se rieron mirándola.

-¿Ahora tienes a un licántropo de guardaespaldas?- preguntó Logan- ¿o quizás de lo zorra que eres también te lo haces con los perritos?

Kyle gruñó más fuerte mostrando sus dientes y se lanzó al cuello del vampiro pero este lo apartó a un lado de un manotazo haciéndole chocar contra un árbol.

Allegra gimió cuando notó como el golpe también le afectaba a ella y caía de rodillas al suelo.

El joven se levantó y volvió a la carga pero obtuvo más o menos el mismo resultado por lo que decidió ir a por el resto de vampiros de los que estaba seguro, eran más débiles que aquel que insultaba a Allegra. Cuando acabara con todos, volvería a por él.

Ir a la siguiente página

Report Page