One

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~ Capítulo 35 ~

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~ Capítulo 35 ~

 

 

Abdoulaye tardó menos de cinco horas en terminar de transcribir aquella última grabación. Le quedó un capítulo más corto que los anteriores, pero no descansó ni siquiera para comer. Tampoco sintió que lo necesitara, su hambre aquel día era de otra naturaleza y solo podía saciarla delante de la grabadora y el ordenador. Tanto Alicia como Matilde le dejaron tranquilo. La última, aleccionada por la primera, seguro, ya que era extraño que dejara pasar la hora de la comida sin animarle a salir. Él solo tenía oídos y ojos para escuchar lo grabado y pulir lo que iba escribiendo. Quería saber el final, pero, a la vez, quería alargar la despedida lo máximo posible, así que fue transcribiendo muy poco a poco, sin oír la cinta del tirón.

Pero el final llegó, y le dejó tan vacío como había temido. Siempre que acababa una novela en la que se había zambullido totalmente se sentía vacío, pero en esta ocasión, esa sensación estaba multiplicada por cien. Por mil.

Estuvo unos minutos sentado, con la mirada posada en la última página que había escrito, pero perdido en sus pensamientos y en sus sentimientos. Luego, se levantó y salió de la habitación.

En el pasillo se encontró a Alicia de frente, como si hubiera estado esperándolo. Ella le miró a los ojos un momento y le dijo que se pusiera algo abrigado porque iban a dar una vuelta.

El soplo de aire frío que le recibió nada más salir a la calle fue como una bofetada de realidad, pero le hizo bien. Entonces se dio cuenta de que había hecho los últimos movimientos como un autómata, siguiendo las indicaciones de Alicia. Reparó también en que había sido descortés con ella e intentó iniciar una conversación. Alicia sonrió ante su intento torpe de hablar del tiempo y le dijo:

—No te preocupes, sé qué te pasa, pero irás volviendo poco a poco. Es duro despedirse de ellos y de todo, lo sé, me ha pasado trece veces. Pero se vuelve a la normalidad. Aunque no los acabas de olvidar del todo, pasan a formar parte de tu historia vital, como si fueran parientes que han muerto.

Le miró un momento, melancólica, y luego, con voz más alegre, le dijo,

—Respira hondo y vamos a paso rápido hacia el puerto, te hará bien.

 

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