Lily

Lily


Capítulo 1

Página 3 de 29

Capítulo Uno

Año 1280, Escocia

Lily Ramsay se quedó paralizada, temerosa de hacer cualquier movimiento. Había oído un sonido que le subió por la columna vertebral y recorrió cada uno de los cabellos dorados de su cabeza. Alguien o algo la estaba observando.

Debería haber sabido que no convenía adentrarse tanto en el bosque. Su padre y su madrastra le habían advertido muchas veces que no fuera allí por su cuenta, pues era la hermana del jefe de los Ramsay y eso la convertía en un objetivo probable; pero había decidido ignorar sus consejos.

Ojalá no lo hubiera hecho. Cerró los ojos, se puso de pie y levantó los dos brazos por encima de la cabeza, luego los bajó con un movimiento lento y calmo; inspiró profundamente y soltó el aire.

Una vez que se sintió más tranquila, miró a su izquierda, en la dirección de donde provenía el sonido, pero no se movía ni una sola aguja de pino ni una brizna de hierba. Se giró en la dirección contraria y se dispuso a avanzar tarareando en su mente la canción favorita de su madrastra.

Afortunadamente, ese era también el camino de regreso hacia la seguridad del castillo. Había cabalgado más lejos de lo que pretendía para perseguir a un zorro herido que, por supuesto, había desaparecido nada más entrar en el bosque, lo perdió de vista en cuanto desmontó de su amada yegua, Rayo de Sol. ¿Cuántas veces la habían reprendido por su mente dispersa, sus olvidos y su espíritu libre? Por mucho que lo intentara, no podía evitar dejarse arrastrar por la belleza de la naturaleza y las maravillosas criaturas de Dios, especialmente las que necesitaban de su ayuda. Por desgracia, el zorro no aparecía por ninguna parte, de modo que era hora de regresar a casa.

Contó sus pasos, tal y como su madrastra le había enseñado a hacer para mantener su mente concentrada en la tarea que tuviera entre manos.

El crujido de una rama detrás de ella la puso sobre aviso. ¿Se trataba de un animal o de una persona? Aceleró el paso y echó un vistazo por encima del hombro, pero no había nada.

El rumor y el roce de la maleza y las ramas de los árboles en la cara y los brazos le recordaron que debía reducir la marcha, si no lo hacía, no oiría acercarse a lo que fuera o a quien fuera que la estuviera siguiendo.

¿Por qué se había alejado tanto de las zonas seguras? Recordó las artimañas que había utilizado para burlar a los guardias de la puerta, les había asegurado que daría un pequeño paseo, solo hasta al alcance de la vista, y que no tardaría en regresar. ¿Cómo podía saber que un zorro la despistaría? Montada en su caballo, tiró de las riendas y sonrió dulcemente a los tres guardias sabiendo que estos harían esa misma tontería que hacían todos los chicos cuando ella les sonreía. La miraban embelesados, en sus rostros se dibujaba una amplia sonrisa y no podían apartar la mirada de ella mientras volaba por el prado con su amada Rayo de Sol. Descubrirían su treta, por supuesto, pero ya estaría demasiado lejos para que pudieran alcanzarla.

Nada de eso importaba ahora, lo único importante era aquella carrera desenfrenada. Cuando por fin salió de la espesa arboleda y llegó al claro respiró aliviada, sabía que su montura estaba justo delante. Fue entonces cuando el estómago le dio un vuelco en un instante.

Rayo de Sol no estaba.

—¡Rayo de Sol! ¡Rayo de Sol!

Buscó en los alrededores con la esperanza de que su querida amiga estuviera escondida, pero la yegua no aparecía por ningún lado. Lily giró en círculos sin encontrar ninguna pista y el rumor procedente de los arbustos había regresado.

¡Para! Estás exagerando con tantas preocupaciones. Aquí no hay nada.

Por mucho que intentó convencerse a sí misma, fracasó, porque allí había algo. Sus sentidos no la engañaban. Se dio la vuelta y se apresuró en dirección a la torre sujetándose las faldas y corriendo tan rápido como podía.

¿Por qué había sido tan tonta? Sí, se sentía abandonada por su hermano Torrian ahora que él dedicaba todo su tiempo libre a su dulce esposa, Heather; y sí, temía dejar de ser importante para el clan ahora que Heather había asumido sus funciones. Pero eso no era motivo para ignorar todas las enseñanzas que su padre le había inculcado durante años.

Lily atravesó jadeando el bosque lo más rápido que pudo.

—¡Ayuda! ¡Que alguien me ayude, por favor!

Los ruidos detrás de ella eran cada vez más fuertes y más cercanos. Miró por encima del hombro y vio a un hombre con cota de malla. La sangre fluía aceleradamente por su cuerpo impulsándola hacia adelante, más y más rápido.

—¡Detente! —La voz del hombre llegaba muy lejos, era profunda y amenazante.

Temía volverse a mirar pero se forzó, cerró los ojos y giró la cabeza echando un vistazo solo por un instante.

No había duda, la estaba siguiendo. El yelmo que llevaba en la cabeza solo dejaba ver un flequillo castaño que sobresalía por debajo, pero ocultaba por completo su identidad. La pesada cota de malla que portaba sobre el torso lo retrasaba un poco, aunque no lo suficiente. Sus lágrimas le resbalaban por las mejillas y se le escurrían por la barbilla mientras seguía corriendo. Jamás llegaría a la torre y no había ningún otro sitio al que ir; el prado que tenía delante no ofrecía ningún refugio, no había guerreros que la salvaran ni guardias que cabalgaran en su dirección.

Era inútil. La atraparía y... y...

Sus brazos se agitaban a los lados mientras el miedo erizaba cada uno de los vellos de su piel.

—¡Lily! ¡Detente!

—¡Déjame en paz! ¡Vete! —gritó ella al oír su nombre.

Nada podría haberla animado a correr más rápido que un extraño con armadura llamándola a voces. No lo conocía, de otro modo habría reconocido su voz. No era del clan Ramsay y no llevaba nada encima que lo identificara, como lo hacían la mayoría de los escoceses.

Pudo divisar la gran espada enfundada sobre su hombro.

—¡Lily! ¡Por favor, solo quiero cuidar de ti!

Debía de estar acercándose demasiado, porque podía sentir que el suelo vibraba bajo sus pies a causa de las fuertes pisadas.

—¡Salvadme, por favor! ¡Que alguien me ayude!

El grito se le quedó atrapado en la garganta por el terror, tosió y escupió a la vez y estuvo a punto de perder el equilibrio y caer, pero se recuperó y siguió adelante. Sus pulmones clamaban piedad mientras pugnaban por cada bocanada de aire que podían obtener.

Sintió un espasmo de pavor en el estómago. ¡Por favor, Dios, sálvame! ¡Por favor, mamá, ayúdame! Volvió a mirar a su perseguidor y se permitió un instante de gratitud por aquella armadura, si no la hubiera llevado puesta, ya la habría atrapado. La misma voz apagada llegó hasta sus oídos.

—¡Para! ¡Te digo que te detengas!

Las piernas se le enredaron con las faldas y tropezó amortiguando la caída con una mano antes de dar con el suelo. En cuanto se reincorporó, empezó a correr de nuevo gritando y aullando mientras avanzaba frenéticamente.

Rodeó un grupo de árboles y entrevió aliviada el castillo de los Ramsay en la distancia, tal vez había esperanza para ella. Tenía que huir de él, tenía que hacerlo.

—¡Detente! ¡Te amo! Solo detente... —Los ojos de Lily se abrieron de par en par ante aquella descabellada declaración. ¿Qué la amaba? ¿Quién gritaría algo así en medio de una persecución desenfrenada? El sonido de las botas crujiendo sobre las piedras de las Highlands se hacía cada vez más fuerte. ¿Qué haría él cuando la atrapara? Si caía sobre ella con todos esos atavíos seguramente la aplastaría.

Estaba cada vez más cerca... Por favor, Dios, no volveré a ser una insensata. Haré lo que me aconseje mi padre, ya no me escaparé sola. Por favor, sálvame de este monstruo desconocido.

—¡Ayuda, por favor! ¡Que alguien me socorra! —gritó de nuevo. El hombre estaba casi sobre ella—. ¡No, no! ¡Salvadme!

Solo necesitó un rápido vistazo para confirmar que ya se aproximaba a su lado.

A lo lejos, un jinete solitario apareció procedente del castillo. Deseaba detenerse para recuperar el aliento, pero no podía. Agitó los brazos por encima de la cabeza esperando que aquella figura la viera y que fuera ella la razón por la que avanzaba al galope.

Mientras corría hacia él, se atrevió a echar otra rápida mirada a sus espaldas. Unas lágrimas de alivio corrieron por su rostro, el hombre de la armadura se retiraba y se perdía entre los árboles. Momentos después, lo vio cabalgar alejándose en la distancia.

Aunque aquello no consiguió disipar el miedo que la atenazaba. Corrió hacia el jinete que vestía la manta azul de los Ramsay, sin saber quién era y sin importarle tampoco.

Una vez que el guerrero estuvo cerca, lo reconoció. Su largo cabello oscuro ondeaba detrás de él mientras cabalgaba.

—¡Kyle! ¡Gracias al cielo, Kyle! Me has salvado. —Alzó los brazos hacia él, no sin antes enjugarse las lágrimas.

—¿Dónde diablos está tu caballo, Lily? ¿Has venido hasta aquí caminando sola? ¿¡Qué te ha llevado a ser tan descuidada!?

—Rayo de Sol ha desaparecido, no sé dónde fue. Por favor, Kyle, no me grites. ¿No ves lo alterada que estoy? Solo ayúdame. —La respiración de Lily se entrecortaba mientras miraba fijamente a sus profundos ojos azules.

Kyle la agarró por la cintura y la subió al caballo delante de él. Una vez sentada, soltó las riendas para rodearla con sus brazos y ella se arrojó a ellos aferrándolo y sollozando sobre su hombro.

—¡Oh, Kyle! ¡Estaba tan asustada! —Jugueteó con los hilos de su manga mientras aspiraba excesivamente el aire para poder percibir el reconfortante aroma de Kyle.

—¿Qué te ha poseído últimamente? Tu hermano probablemente azote a los guardias por permitirte salir sola. Tienes que dejar de hablar con esa dulzura a nuestros muchachos, toman malas decisiones cuando tú estás cerca. Es casi el décimo con el que utilizas tus trucos esta semana. Fue una suerte que te estuviera vigilando, tan pronto como salí del solar de tu hermano me di cuenta de que habías desaparecido. ¿Quién sabe dónde estarías ahora si no hubiera venido a buscarte?

Lily sollozó aún más fuerte, se daba cuenta de que cada una de las palabras de Kyle era cierta. Podía utilizar sus artimañas para burlar a cualquier guardia y lo hacía a menudo. Estaba mal y lo sabía, pero, ahora que Heather tenía el control de los almacenes y de las cocinas, le preocupaba que ya no la necesitaran. Aunque la amaba con todo su corazón y era innegable que su nueva hermana era mucho más hábil con los números, la pérdida de sus funciones —y de la atención de su hermano— había dejado un vacío en ella.

Ya no le importaba a nadie. ¿Por qué? Acababa de quedar demostrado, ¿no era así? Había abandonado el castillo sin escolta y a nadie le había preocupado, solo a Kyle. Inspiró profundamente tres veces más y lloró intensamente sobre su hombro empapándole la manta.

Kyle Maule quería retorcerle el pescuezo. Era hermosa, sin duda, pero no era tan tonto como para permitir que hiciera lo que quisiera. Le había jurado a Torrian Ramsay —su amigo y su laird— que la protegería, y, tal como estaban las cosas, probablemente perdería la vida haciéndolo. Era una adorable embaucadora aquella muchacha.

Desde que Torrian se había casado y asumido el cargo de jefe del clan Ramsay, Lily estaba inquieta. Kyle también ocupaba un nuevo cargo como segundo del jefe, por lo que tenía muchas responsabilidades. Lo animaba saber que si su padre pudiera verlo ahora estaría orgulloso de él. No podía arriesgarse a perder esa posición, había trabajado muy duro para conseguirla y haría cualquier cosa por su clan.

Le dio la vuelta a su caballo y se dirigió de regreso al castillo, aún sosteniendo a Lily en sus brazos.

—Lily, debes tener más cuidado.

Ella seguía lloriqueando y balbuceando frases que le llegaban al oído a intervalos… sin utilidad... sin valor… a nadie le importo… casi me secuestran. La túnica del muchacho estaba húmeda por las lágrimas y agradeció que fuera otoño y no pleno invierno. El recuerdo de Lily depositando un beso sobre sus labios afloró en su mente. Había sido hacía unas cuantas lunas, ella salió corriendo de la ceremonia de asunción de Torrian como jefe y él la siguió para averiguar qué la aquejaba.

No tenía ni idea de que lo besaría y, lo que es peor, de que le sabría tan bien. Había besado a muchas muchachas, pero ¿a Lily? Había perdido la cabeza por completo y le devolvió el beso abriendo sus labios con la lengua para poder saborearla plenamente.

Y ese delicioso sabor nunca lo abandonó, lo atormentaba día y noche. Sí, todo en Lily Ramsay era dulce, pero ¿aceptaría su laird a un guerrero para su hermana? Lo dudaba. En cualquier caso, estaba demasiado ocupado con su nuevo trabajo como para ofrecerse para la tierna muchacha, aunque ella hacía que le fuera cada vez más difícil ignorarla.

Lily se echó hacia atrás para mirarlo a los ojos mientras él se las arreglaba para que su caballo diera la vuelta y emprendiera la marcha hacia el castillo.

—¿Quién puede haber sido? ¿Quién querría hacerme daño?

—No tengo ni idea, Lily. Vi a alguien a caballo, pero no estaba cerca de ti y, para cuando llegué, ya se había marchado. ¿Debo recordarte cuántas veces te han advertido que no andes sola? Te pones en peligro, muchacha.

—Pero ya no soy la hija del jefe, solo soy su hermana; a nadie le importa. Por favor, no cuentes nada de esto a mi padre o a mi hermano, prometo no volver a usar ningún truco.

—Lily, si ese hombre iba a por ti, debo informarlo. Tenemos que enviar guardias a patrullar la zona, no puedo ocultarles lo ocurrido.

Sus palabras finalmente lograron calar en su conciencia.

—Kyle, debes haber podido verlo bien, ¿no es así? Yo no lo vi en el bosque, solo oí sus crujidos y, en cuanto empecé a correr, empezó a perseguirme. Era un hombre vestido con una armadura... y... y dijo que me amaba. Estuvo a punto de atraparme, pero entonces te vio, saltó sobre su caballo y se fue. ¿Quién habrá sido?

Mientras Lily hablaba, recorría los antebrazos de Kyle con sus manos.

¿Debía ella seguir tocándolo así? No podía concentrarse en sus palabras cuando sus manos se posaban sobre él. Dejó escapar un gruñido sordo y enseguida se contuvo, enfadado porque había dejado que la muchacha oyera su reacción ante ella.

—No me di cuenta de que llevaba cota de malla, pero estaba a una distancia considerable.

Cierto, cuando Lily estaba cerca no podía ver nada más que a ella. Había intentado refrenar esa tonta atracción, pues era poco probable que se pudiera obtener algo de ella, pero cuanto más lo intentaba, más descentrado se sentía. ¿Había estado tan distraído que se había perdido algo importante? ¿El jinete había amenazado a Lily? Volvió a gruñir.

—¿Por qué haces esos sonidos tan raros, Kyle? —Lo miró con una expresión de extrañeza.

¡Rayos! Lo había oído.

—¿Qué sonidos? —preguntó él intentando mostrarse sorprendido.

—Acabas de sonar como un oso salvaje. ¿Estás enfadado conmigo? —Ella batió las pestañas y él entornó los ojos esperando que fuera suficiente para que abandonara el tema—. ¿Por qué me miras así, Kyle? ¿Ya no te gusto? ¿Tú también eres como los demás?

Él refunfuñó con frustración.

—Lily, dices tonterías, todo el mundo te quiere y tú eres plenamente consciente de ello. ¿A qué estás jugando?

—No sé de qué hablas. —Levantó la barbilla y adelantó su labio inferior.

Si ella se hubiera acercado un poco más, no habría podido evitar mordisquear ese labio. Cerró los ojos para ahuyentar la dulce tentación, pero enseguida decidió que no era una buena idea, ya que iban a caballo.

—¿Qué pasa ahora, muchacha? —preguntó con los ojos abiertos de par en par en cuanto ella comenzó a contonearse y removerse en su sitio.

¿Nunca cesarían sus constantes provocaciones?

Su labio inferior ahora temblaba.

—Estás enfadado conmigo. Siempre estás enfadado conmigo y gritándome, nadie me grita tanto como tú.

—¡Claro que lo hago! —bramó él—. ¿Quién es el encargado de tu seguridad? Siempre ignoras los consejos de todos y haces lo que te da la gana, alguien tiene que vigilarte.

—Mi padre solía ser quien me cuidaba.

—¡Él tiene mala la rodilla! Apenas puede caminar, incluso en un día bueno.

—Y mi hermano también lo hacía.

Si la muchacha hubiera elevado un poco más la voz, le habrían sangrado los oídos.

—Tu hermano es el nuevo jefe y, por si no te has dado cuenta, tiene una nueva esposa y una hija.

Frunciendo el ceño, Lily se giró en la silla de montar apoyándose en él hasta que consiguió sentarse mirando al frente.

—¿¡Qué demonios!? —gritó el muchacho.

Lily meneó su trasero contra él, torturándolo, y él intentó agarrarla por las caderas para evitar que cayera del caballo, pero ella le dio una palmada en la mano.

—Por si quieres saberlo, sí me he dado cuenta de la situación de mi hermano. Llévame a casa, Kyle Maule, y no se te ocurra aprovecharte de mí.

Cruzó los brazos por delante y se separó de él cuanto pudo, su espalda estaba tan rígida como lo estaba su miembro en ese momento. Se pasó la mano por la cara en señal de frustración. Fue entonces cuando ella perdió el equilibrio y cayó contra él lanzando un grito y agitando los brazos en el aire. Kyle elevó una rápida plegaria al Señor para que le diera paciencia.

La muchacha que amaba iba a ser su perdición.

Ir a la siguiente página

Report Page