Lily

Lily


Capítulo 2

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Capítulo Dos

Al día siguiente, a media mañana, Lily se paseaba por el patio. Le molestaba pensar en cómo había acabado su rescate de aquel hombre con armadura. Kyle había desmontado en los establos y había intentado ayudarla a bajar, pero ella le apartó las manos y saltó por su cuenta. Con su mala suerte, las piernas se le doblaron en el momento en que tocaron el suelo y cayó encima de él de todos modos.

El problema era que, aunque le había dicho que no la tocara, deseaba desesperadamente que lo hiciera. Kyle Maule era el único hombre que le interesaba, pero estaba claro que el sentimiento no era mutuo. Él se había esforzado por evitarla desde aquel beso que compartieron durante la ceremonia de asunción de Torrian. Pues bien, ahora se dirigía a las filas para volver a hablar con él. Tal vez hubiera recordado algo sobre el hombre que la había perseguido. Sí, eso era... Necesitaba una razón válida para ir a visitarlo sin que adivinara sus verdaderos motivos. Y el verdadero motivo era simple.

Lo echaba de menos, y después de haber vivido una situación tan turbadora el día anterior, necesitaba unas palabras amables de él, sobre todo porque Rayo de Sol aún no había aparecido. Estaba tan perdida sin ella que no podía pasar el día también sin Kyle.

La jornada anterior no había ayudado a fortalecer sus sentimientos por ella. Él estuvo distante y se marchó en cuanto regresaron a la torre. ¿Nunca hacía nada para relajarse, para disfrutar de un día especial? Ahora ya solo venía a buscarla para gritarle. Sus faldas se zarandeaban a un lado y al otro mientras caminaba por el patio, molesta por el mero hecho de pensar en cómo la había reprendido. ¡No era su culpa que un tonto hubiera decidido perseguirla por el prado!

—Buenos días, dulce Lily —la saludó el armero—. Me alegro de veros a salvo.

—Muchas gracias, Fergus. —Ella sonrió y le hizo una breve reverencia. Fergus era un hombre amable y trabajador.

Luego se encontró con tres muchachos que iban de camino a las filas. No pudo recordar sus nombres en ese momento, pero se detuvo para saludarlos.

—Milady, ¡estáis encantadora hoy!

El primer muchacho chocó con el segundo por no haber vigilado su camino y el segundo le dio un empujón.

—Lady Lily, sois la más bella de todas las muchachas de la tierra de los escoceses.

El tercero le sonrió.

—¡No! Sois la más hermosa de toda Inglaterra. —La miró fijamente mientras pasaba a su lado y ella sonrió a cada uno de los tres.

Apreciaba lo mucho que se afanaban en las filas para su hermano y su padre.

—Sois muy amables por decir cosas tan bonitas sobre mí. Os agradezco por trabajar tan duro para proteger a nuestro clan.

Se sonrojó y siguió su camino, pero notó que el tercer muchacho no seguía a sus compañeros, como si alguien le hubiera clavado los pies en el suelo. Uno de sus compañeros regresó corriendo y le dio un golpe en el hombro.

—¡Vamos, muchacho! Kyle hará que nos quedemos más tiempo si te entretienes. Perdón, lady Lily, pero debemos marcharnos.

Lily anduvo hasta más allá de los edificios del patio con la esperanza de ver brevemente a Kyle, pero supuso que ya estaría en las filas trabajando con los hombres. Le gustaba pasar por allí en los días cálidos, cuando todos estaban sin camisa. Kyle tenía el pecho más bonito de todos: fuerte y musculoso y con la cantidad justa de vello; por supuesto, tan oscuro este como el de su gruesa melena. Se preguntó cómo se verían sus cabellos dorados extendidos sobre los de él...

—¡Vaya, milady! Me alegro de veros sana y salva en nuestras tierras.

Giró la cabeza hacia el carpintero que le había hablado.

—Es agradable estar de vuelta entre mis buenos compañeros de clan. —Le dedicó su más amplia sonrisa esperando que esta ocultara el rubor que se había apoderado de sus mejillas al ser interrumpida en medio de sus pensamientos carnales sobre Kyle.

Cuando pasó por delante de los establos, uno de los muchachos fue tras ella.

—¡Milady! ¿A dónde os dirigís?

—Pensaba en ir a las filas para visitar a mi hermano, estoy segura de que Gregor está allí con Kyle. ¿En qué campo están?

El rostro del muchacho se iluminó.

—¡Vaya! Hoy están fuera de las murallas del castillo. ¿Os acompaño?

Ella se giró y le hizo una reverencia al joven.

—Gracias, Eian. Creo que podré encontrar el sitio por mi cuenta.

Después de detenerse un momento para saludar a los guardias, continuó su camino.

—¡Quítate de en medio, que no puedo ver! —le gritó uno de ellos al otro.

Un tercer hombre se quejó:

—¡No! ¡Quiero ver yo!

—¡A ti te toca verla siempre! Ahora es mi turno. ¡Muévete! Yo le gusto más.

El sonido de la carne contra la carne le hizo fruncir el ceño, cosa que rara vez hacía fuera de la intimidad de su propia cámara. Bueno, eso ya no era una afirmación correcta, últimamente sí que lo hacía asiduamente con Kyle, pero todo era por su culpa. Siguió sin detenerse a comprobar sobre qué discutían los muchachos de la puerta; su mejor conjetura fue que todos debían estar enamorados de la misma joven. ¿Quién sería? Cuando empezaba a barajar las posibilidades, los latidos de su corazón se aceleraron repentinamente y aminoró la marcha. ¡Kyle! Allí estaba él, al final de una fila de guerreros que practicaban sus rutinas. Se había quitado la camisa, tal y como ella esperaba. Suspiró sin preocuparse de que alguien la oyera y se dirigió hacia los hombres para hablar con él. Se cruzó con su hermano por el camino y le hizo un rápido gesto con la mano.

—Buenos días, Gregor.

Él asintió, pero continuó con su entrenamiento.

Indiferente a todos los que la rodeaban, salvo por los ocasionales gritos de «¡Ay!» o «¡Cuidado!» o «¡Mira por dónde vas!», avanzó hasta llegar a su destino. Una vez allí, se cruzó por delante las manos y sonrió.

—Buenos días, Kyle. ¿Podemos hablar?

Él se quitó el casco y la fulminó con la mirada.

—Lily, ¿por qué tienes que venir hasta aquí? ¡Mira lo que les haces a mis hombres!

Ella volvió a fruncir el ceño, aunque esta vez era lo normal, dadas las circunstancias. Se obligó a borrar la mueca de su rostro y le preguntó:

—¿Qué quieres decir, Kyle? No he dicho ni una palabra a ninguno de tus hombres. Hago todo lo posible por no interferir en el entrenamiento de los guardias.

Él puso los ojos en blanco.

—No hace falta hablarles para desconcentrarlos. ¡Míralos! —Hizo un gesto con la mano hacia sus espaldas.

Ella se esforzaba por escucharlo, pero no podía concentrarse estando tan cerca del pecho desnudo de Kyle. Se lamió los labios sin darse cuenta mientras miraba su piel desnuda, la luz brillaba sobre un hilillo de sudor que se deslizaba por su esternón. Levantó la vista hacia él y, por alguna razón, se descubrió disfrutando del hecho de tener que recorrer el camino hacia arriba para encontrarse con sus ojos. Suspiró al ver lo anchos que eran sus hombros, sobre todo cuando él apretó los brazos y sus músculos se tensaron en respuesta. Sí, se deleitó con la exhibición viril frente a ella. ¿Cómo iba a ser capaz de pensar claramente cuando lo tenía tan cerca? Su cabello era un revoltijo oscuro y desaliñado, pero nunca lo había encontrado más atractivo.

Tras un gran esfuerzo, consiguió apartar la vista y observar por encima del hombro hacia la hilera de muchachos con los que acababa de cruzarse. Todos la contemplaban con sonrisas tímidas y sutiles miradas.

—¿Ves lo que quiero decir? —inquirió Kyle. Su voz era ahora un susurro que le producía escalofríos.

Ella volvió a observar al grupo.

—Sí, pero… ¿qué están mirando?

Kyle resopló las palabras con evidente exasperación mientras dejaba caer su espada al suelo.

—No puedes hablar en serio. ¡A ti! ¡Todos te están mirando a ti! —Su voz se había convertido en un grito.

—¿Por qué me miran a mí? —susurró ella frotándose la base de la barbilla.

—¡Arghhhh! ¡Lily! ¿No ves que la mitad de ellos están sangrando por tu culpa? Tu presencia los distrae. ¡Vete, muchacha!

A Lily le temblaba el labio inferior en el momento en que se giró para enfrentarse con él.

—¡Ahí estás! ¡Gritándome otra vez! Kyle Maule, te lo has buscado. No te diré por qué vine aquí, aunque sentí que debía agradecerte por haberme salvado.

—Ya me diste las gracias ayer, Lily. Ahora márchate rápido, por favor.

Lily volvió a fruncir el ceño apretando los labios en un distintivo mohín. ¿Por qué la hacía enfadar tanto? Casi nunca se ponía de mal talante, a menos que él estuviera cerca de ella, podía jurarlo.

—Quizás lo haya hecho, pero he estado tan ocupada que se me olvidó por completo. Solo trataba de hacer lo que corresponde, pero fui una tonta por querer ser amable. —Colocó las manos sobre sus caderas y se inclinó hacia él deseando estrangularlo delante de todos sus hombres.

—¿Ocupada? ¿Y qué es lo que te ha mantenido tan ocupada?

Kyle hizo todo lo posible por ocultar su sonrisa, pero ella se dio cuenta y juró que se arrepentiría de sus palabras.

—¡No te atrevas a burlarte de mí! ¡Tengo mucho que hacer! —Le apuntó al pecho con el dedo deseando deslizarlo y dejarlo caer sobre esa enorme masa de carne, luego alzó el mentón y giró sobre sus talones—. No me quedaré aquí para recibir más insultos tuyos, Kyle.

Se arrebujó las faldas y se marchó, no sin antes tomarse el tiempo de sonreír a todos los guardias a su paso.

¿Hablaba en serio? Notó unas cuantas heridas recientes mientras caminaba por delante de aquellos hombres.

Pero ¿por qué la miraban así?

Kyle le gritó mientras se alejaba:

—¿¡Por qué no vas a ayudar a lady Brenna!? ¡Va a tener que ocuparse de estas heridas y, en su mayoría, son culpa tuya!

Lily se volteó sonriendo a los guardias que aún la miraban y se agachó para recoger un puñado de tierra y lanzárselo a Kyle, quien lo esquivó mientras se reía divertido.

Se fue andando como mejor podía, las botas se le hundían en los pozos del suelo a medida que avanzaba y los ojos se le empañaban porque todo lo que le había dicho Kyle era cierto. No tenía nada que hacer. Nada.

¡Diablos! Casi se había cortado una mano por contemplar a la pequeña ninfa que se paseaba por la hilera de guerreros, a un paso del filo de las espadas. Observó su delicioso trasero mientras se alejaba y se le hundían los pies en la tierra. Tuvo que hacer acopio de todas sus energías para no correr tras ella, cogerla en brazos y llevársela a los establos, donde seguramente habría un montón de heno fresco en alguna parte.

Cerró los ojos con la esperanza de mantener alejados aquellos pensamientos traicioneros. Si no se la quitaba de la cabeza perdería el puesto que tanto le había costado conseguir.

—¡Volved a vuestro entrenamiento, a no ser que tengáis una herida que requiera ser atendida! —ladró a sus hombres.

Tres muchachos se adelantaron corriendo.

—Acompañaré a lady Lily de regreso, luego me detendré para ver qué dice lady Brenna sobre la herida de mi brazo.

Otro se acercó y le dio un codazo.

—¡Claro que no! Yo escoltaré a lady Lily. Necesita a un hombre, no a un chiquillo como tú.

Kyle echó la cabeza hacia atrás y gritó:

—¡Ninguno de vosotros acompañará a lady Lily a ningún sitio! Volved a vuestras posiciones. Y los que os hayáis dejado distraer por su bonita cara tendréis que enfrentaros a mí antes de abandonar los campos.

Se oyeron muchas quejas y hubo más de una mirada de sorpresa. Sí, sabía que parecía que estaba reclamando a lady Lily, pero ¿tan tontos podían ser? Era la hija de un jefe de los Ramsay, ninguno estaba a la altura de sus expectativas. Él solo era el hijo de un guardia, Lily podía tener a alguien mucho mejor que Kyle Maule.

Sin embargo, no podía permitir que se salieran con la suya mirándo a Lily de aquel modo. Aporrearía a cada uno de ellos por atreverse a contemplar a la dulce muchacha como si no fuera más que una ramera.

Kyle se quejó y se pasó la mano por la cara secándose el sudor que le caía por la frente y las mejillas. La verdad era que no podía culparlos, no eran diferentes de los demás muchachos del clan; todos deseaban a lady Lily. Afortunadamente para su salud mental, ella no favorecía a ninguno de ellos, pero temía que muy pronto estuviera comprometida, Torrian había mencionado algo acerca de que ya era el momento.

Se volvería loco al verla desposada con otro.

Tenía que ir tras ella, aunque solo fuera para contarle la buena noticia que había olvidado darle en cuanto la vio.

—¡Gregor, te quedas a cargo por unos momentos! —le gritó al hermano de Torrian—. ¡Volveré enseguida!

Enfundando la espada, apresuró el paso y alcanzó a Lily, que atravesaba ya las puertas rumbo a la torre. La muchacha se detenía a hablar con todos los que encontraba en el camino, sonriendo y conversando afablemente con ellos antes de seguir andando con paso ligero; el mismo comportamiento que la había convertido en el corazón y el alma del clan Ramsay. Pero, aunque era querida por todos, no era consciente de su propio valor.

Ahora que Torrian estaba casado y los deberes habían pasado de manos, Lily pensaba que no tenía nada que hacer. ¿Cómo podía creer tal cosa? Todos los miembros del clan disfrutaban de su presencia, se deleitaban con sus dulces sonrisas, su corazón generoso y genuino y su conversación amable.

De hecho, Lily era una parte tan importante en la vida de los Ramsay que sabía que no tenía ninguna posibilidad con ella. Jamás podría estar a la altura. Además, tenía que concentrarse en ser el mejor segundo del jefe de los Ramsay, no en babear por su adorable hermana. Casi podía oír a su padre diciéndoselo por encima del hombro.

Como si presintiera que estaba detrás de ella, Lily se giró y lo miró fijamente. Sus ojos eran tan verdes como el bosque, algo que nunca dejaba de encantarlo.

—¿Qué pasa, Kyle? ¿Estás herido? —Se llevó la mano al pecho.

Diablos... Le habría encantado que esa mano estuviera sobre su propio pecho. Se obligó a mantenerse centrado y respondió:

—No, pero olvidé decirte que esta mañana encontramos a tu yegua frente a las puertas.

Sus ojos brillaron y dio una palmada antes de correr hacia él.

—¿¡De verdad!? ¿¡Mi Rayo de Sol!? ¿Dónde está? ¡Debo ir a verla!

—Te llevaré.

Kyle le tendió la mano y Lily depositó allí la suya. A él le pareció un acto íntimo el sostener su pequeña mano y disfrutó de ello. No le contó que en la víspera había enviado decenas de hombres en busca de su amada yegua, tampoco que él mismo había rastreado la zona hasta altas horas de la noche después de que todos los demás se hubieran retirado a sus jergones. Fue él quien encontró a Rayo de Sol tumbada en la hierba, exhausta. Después de hablarle con dulzura y darle una manzana, logró convencerla de que regresara.

—Kyle, ¿cómo pudiste olvidar una noticia tan importante? He echado mucho de menos a mi Rayo de Sol. ¿No sabes cuánto ilumina mis días? Supongo que no eres capaz de entender algo así, ¿verdad?

Él asintió.

—En realidad, sí lo entiendo.

Eso era exactamente lo que le producía ver a Lily Ramsay cada día; aunque no lo admitiría ante nadie, ella era su sol.

—¿Por qué? ¿Tienes un caballo predilecto? ¿Hay algún corcel especial que ilumine tus días? ¿Cuál es? Debe ser aquella preciosidad de color castaño. ¿Estoy en lo cierto? ¿Es así?

Lily tenía que correr para seguirle el paso, de modo que él aminoraba la marcha, pero ella estaba tan emocionada que no parecía importarle. Kyle no podía apartar su mirada mientras ella saltaba y correteaba alrededor durante todo el camino hasta el establo. Cuando llegaron, él le abrió la puerta.

—Estaba muy cansada y sucia, pero no parecía estar alterada ni lesionada. Hice que los muchachos la peinaran y le dieran algo de avena. Descansó bien después de eso.

Al igual que lo hizo él una vez que sucumbió al agotamiento.

Atravesaron el establo hasta llegar al último puesto, que estaba reservado para circunstancias especiales y tenía su propia puerta al exterior. En cuanto Lily divisó a su querida yegua blanca corrió hasta ella.

—¡Rayo de Sol! ¿Estás bien?

El animal lanzó un relincho mientras se arrimaba a la muchacha y esta le acariciaba el cuello. Lily extendió los brazos para rodearla en un abrazo.

—¡Oh, querida! ¡Mira tu trenza! Los lazos están casi sueltos, tendré que arreglarlos más tarde. —Pasó la mano por sus crines alisando los mechones enmarañados lo mejor que pudo y volvió a abrazarla con el rostro radiante de alegría—. Estás un poco sucia, Rayo de Sol, pero te acicalaré hasta que quedes resplandeciente.

Ver así a Lily lo volvía loco. ¡Qué no daría por cambiar de sitio con aquel afortunado animal!

—Oh, Rayo de Sol… ¡Te he echado tanto de menos! ¡Lo lamento tanto! —le dijo mientras la acariciaba tiernamente.

La obsequiaba tanto entre besos y suaves murmullos que Kyle tuvo una erección solo de imaginarla besándolo así a él. Apartó la vista a un lado y ella brincó de repente sobresaltándolo.

—¡Oh! Debo traerle algo dulce para que coma de mi mano y acepte mis disculpas.

Tropezó con Kyle cuando volvía por el pasillo hasta el frente del establo llamando a gritos a los muchachos para que le buscasen una manzana. Kyle gruñó por lo bajo, se preguntaba si habría alguna tortura más dulce que ver a Lily tan emocionada por su yegua. Ese condenado animal.

Se pasó la mano por la cara y rogó tener fuerzas al ver cómo los mozos de cuadra se atropellaban unos a otros para atender sus peticiones.

Lily regresó corriendo con una manzana en la mano.

—¡Mira, Kyle! ¿No parece esta la más dulce?

Él asintió consciente de que nunca había respondido a una pregunta con más honestidad. Sí, Lily, rebosante de emoción y felicidad, era la cosa más dulce que había visto jamás. Ella se detuvo junto a él y le dijo:

—Ten, huélela. ¡Tiene el aroma más exquisito! —La muchacha cerró los ojos y se acercó a la manzana aspirando su perfume con una sonrisa. Sus ojos volvieron a abrirse justo después de que él dejara escapar un suspiro—. Debo dársela para que me perdone por mi descuido de ayer.

Kyle no pudo contenerse y dijo:

—¡Oh! ¿Así que admites que fuiste descuidada? No deberías haberte alejado de donde están los guardias. —Hizo un gesto a los muchachos del establo para que volvieran al trabajo y dejaran de estar viendo a Lily embobados.

Con mirada altiva, ella le respondió:

—Kyle, ya me he disculpado dos veces. Por favor, no arruines mi reencuentro con mi dulce yegua.

Pasó junto a él lo suficientemente cerca como para que pudiera percibir su seductor aroma, él solo podía pensar en saborearlo.

—Te dejaré con tu yegua, Lily.

La tortura era demasiado grande, necesitaba alejarse de allí. Se giró para marcharse, pero se detuvo cuando oyó que lo llamaba.

—¡Kyle, espera! —Cuando se volvió, se sorprendió al descubrir que la muchacha estaba casi encima de él. Apoyó las manos en su pecho aún desnudo y se estiró para besarlo—. Gracias por salvar a mi Rayo de Sol. —Posó sus cálidos labios sobre los suyos y a él le costó un enorme esfuerzo no gemir de placer.

Fue un beso casto, pero, al separarse de él y mirarlo a los ojos, Kyle aprovechó el momento y tiró de ella. Le tomó las mejillas y la besó con ternura, pensó que sería lo más adecuado para una muchacha inocente como ella. Era aún más deliciosa de lo que recordaba.

Lily se apretó contra Kyle con las manos apoyadas sobre en su pecho y él la atrajo más cerca, simplemente porque le gustaba que estuviera allí.

Dejó de besarla y la apartó. Por la expresión de su rostro se dio cuenta de que la había desconcertado. Pero ¿qué ocurría con él? Había tomado un casto beso de agradecimiento y lo había convertido en algo carnal.

¡Rayos! Era porque la deseaba con todo su ser.

Pero no podía ser suya, debía tenerlo bien presente.

Un muchacho que se acercaba por el pasillo los interrumpió.

—Lo siento, pero se requiere la presencia de lady Lily en el castillo. Ambos jefes desean verla.

Lily le ofreció la manzana a Rayo de Sol y se quedó cabizbaja. La yegua la mordisqueó y engulló su golosina.

—¿Qué he hecho ahora?

Diablos… La gente tenía que dejar de aplastar el espíritu de su dulce muchacha, incluido él mismo.

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