Lily

Lily


Capítulo 12

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Capítulo Doce

Lily llevaba horas paseándose por su habitación. ¿Cómo iba a poder dormir sola después de lo ocurrido en la feria? Se retorcía las manos en los pliegues de su camisón y se acercaba a la pequeña ventana para mirar fuera. Había oído un ruido, de eso estaba segura, pero ¿qué era? La luna brillaba intensamente sobre ella proyectando sombras en la estancia, algo que normalmente disfrutaba.

Absorta en la contemplación de la luna nocturna, apartó las pieles de la ventana para que la luz bañara su cama y sonrió al ver el polvo de hadas que revoloteaba a su alrededor. Puede que solo fuera fruto de su imaginación, pero, de todos modos, eso la hizo sentirse mejor. Después de haber sido secuestrada y casi asesinada, años atrás, su madre había pasado muchas noches junto a ella en su cama. Cada vez que había luna llena, le contaba que las hadas bailaban en su habitación a la luz de la luna esparciendo su polvo mágico para protegerla. Según decía, el polvo solo podía ser percibido por aquellos que se mantenían silenciosos y observadores.

Incluso le había enseñado a cantar con las hadas, y Lily así lo hizo casi siempre que había luna llena desde entonces. Suspirando, echó la cabeza hacia atrás para permitir que la luz de la luna descendiera sobre su rostro, como si esa luz pudiera derramar magia sobre sus facciones. A menudo había deseado que le entibiara la piel como lo hacían los rayos del sol, pero su madrastra le había explicado que los rayos de luna eran especiales y únicos, y que debían ser apreciados como tales.

Un nuevo sonido la sobresaltó, esta vez procedente del pasillo. ¡Diablos! No había pensado en el hecho de que dormiría sola hasta que su familia regresara. En aquella enorme cama habían cabido Lily, Sorcha y Molly sin problemas. Incluso en su casa, desde que Bethia llegó hacía ya muchos años, siempre tuvo con quien compartir el lecho. Aquella cama gigante estaba vacía y se sentía perdida allí en medio.

Otro golpe resonó en la habitación. Lily se dirigió a la puerta y la abrió tan rápido que Kyle se cayó de espaldas dentro.

Se puso en pie de un salto, con la mano ya dispuesta en la empuñadura de su espada.

—Lily, ¿qué sucede?

Ella suspiró al ver a su verdadero amor, la reconfortaba de una manera que jamás admitiría.

—Perdóname, Kyle. Escuché un ruido y pensé que podría haberte pasado algo.

Él se sacudió el polvo de la manta.

—Te dije que estaría aquí vigilando tu puerta toda la noche, pero debo recostarme en ella para dormir. ¿No podrías abrirla con más cuidado la próxima vez? —Se frotó la nuca—. Al guardia del final del pasillo se le ha caído la copa.

—Lo siento, Kyle. Estoy inquieta. Echo de menos a Sorcha y a Molly.

Kyle la rodeó con sus brazos y apoyó su barbilla sobre su cabeza.

—Sé que lo estás, pero ¿no puedes confiar en que yo te protegeré? Oirás otros sonidos que no podré identificar.

Lily inspiró su aroma cerrando los ojos y esperando poder llevarse su tranquilizador perfume a la cama.

Kyle la condujo de vuelta al lecho, la metió bajo las sábanas y le dio un breve beso en la frente.

—Kyle. —Lily se giró para estar de frente a él.

—Lily... —respondió él exhalando el suspiro más fuerte que ella había escuchado—. Si estoy dentro de la habitación, no podré protegerte. Me distraerías de mi propósito y sé que no quieres eso.

Ella frunció el ceño.

—Sí, ya me lo has dicho varias veces esta noche.

—Muchacha, cierra los ojos y duérmete. Antes de que te des cuenta será de día.

Le dio un casto beso en los labios antes de regresar al pasillo.

Lily rodó sobre su espalda y movió los dedos de los pies entre las gruesas pieles, procurando conservar intacto el aroma de Kyle mientras se concentraba en la calidez de sus labios sobre su piel. Un pensamiento la rondaba, algo malo, pero se esforzó por ignorarlo. Levantó la vista hacia las vigas de madera sobre su cabeza y, en la oscuridad de la noche, todo lo que pudo imaginar fueron ramas de árboles, hordas y hordas de gruesas ramas y densas hojas verdes bloqueando el sol y la luna. Se parecía al árbol al que había estado amarrada hacía tantos años.

Se quedó profundamente dormida con esa imagen plasmada en su mente.

Corría en un bosque. Avanzó hasta que le dolieron las piernas, pero entonces un rostro apareció delante de ella.

Iona, la malvada mujer que la había maltratado cuando era pequeña se reía de ella. La muy tonta pensaba que podía volver a hacerle daño, pero ella no permitiría tal cosa.

Lily se dio la vuelta y corrió en la dirección contraria.

—¡Vete, Iona! ¡Estás muerta!

Se adentró en el bosque, donde los árboles eran densos, donde el sol no brillaba y los rayos de la luna raramente se dejaban ver, pero no se detuvo. Iona no volvería a tocarla.

Una voz la llamaba entre risas. Iona continuó persiguiéndola, chocando contra los arbustos y pisándole los talones.

—Crees que puedes escapar, pero no puedes. ¿Sabes por qué, señorita Lily? —Las lágrimas se acumulaban en sus ojos y se derramaban por sus mejillas mientras Iona continuaba mofándose de ella—. ¡Todos van a abandonarte! Igual que yo te abandoné en aquel árbol. ¿No puedes ver lo que está por venir? Tu madre fue la primera, luego Growley, ahora Torrian te ha hecho a un lado por su esposa. Ya no les importas.

—¡Vete, Iona! ¡Te odio! —gritó ella. Pero Iona no se detuvo.

—Sabes que tengo razón, por eso huyes. Todos te abandonarán. No necesitan a la pequeña Lily. ¿Para qué les sirves? No eres una sanadora, no eres la esposa de un laird, no eres nada para ellos.

—¡Cállate, Iona! Me quieren, eso es lo único que importa.

Mientras corría, las ramas de los árboles desgarraban su delicada piel, pero no sabía a dónde ir. Iona tenía razón, todos la habían abandonado.

Tropezó con una raíz y cayó de bruces al suelo. Intentó levantarse apoyando las manos en la tierra, pero no pudo hacerlo, sus dos manos estaban amarradas a un árbol. ¿Cómo había ocurrido eso?

—Gwyneth no te encontrará esta vez, Lily. —El rostro de Iona apareció justo por debajo de ella con los ojos encendidos de maldad, riéndose con deleite de su fatídico destino—. La visita a los Buchan fue una artimaña para alejarse de ti. Te has convertido en una carga para tus seres queridos.

Hacía tiempo ya que Iona la había atado a un árbol y la había dejado allí. Pero no podía estar ocurriendo de nuevo... ¿O sí? Sí, el suelo debajo de ella se desmoronaba y ahora yacía sobre un viejo madero, tambaleándose en la rama de un árbol. Era exactamente lo que le había sucedido cuando era una pequeña niña.

Temblando, miró hacia abajo.

La copa de otro árbol se abría paso a través de la tierra como si tuviera intenciones malignas, arrasando con todo a su paso. Alcanzó el madero de Lily y la elevó en el aire, más y más alto cada vez.

—¡Nadie podrá encontrarte! —El rostro sonriente de Iona se empequeñecía mientras Lily era catapultada hasta la cima del tupido y verde bosque—. ¡Todos te han dejado! —El árbol se elevaba como si fuera un gigantesco tallo de judías. Las lianas serpenteaban alrededor de sus piernas amenazando con aferrarla y adherirla a la madera—. ¡Torrian te ha dejado y tu papá te ha enviado lejos! —Lily las pateaba para quitárselas de encima cuando un potente grito resonó detrás de ella—. ¡Tus tíos Gwyneth y Logan y tus primas rezan para que aquel hombre extraño te lleve con él!

Una liana consiguió enredarse en su pierna y casi la arrancó del madero. Moriría con toda seguridad. La vegetación se enroscaba alrededor de su tobillo y subía hacia la rodilla. Intentó zafarse, pero, en cuanto la liana dejó de trepar, una nueva le apresó la otra pierna retorciéndose sobre su pantorrilla como una serpiente. Su extremo se sentía sobre la piel como una lengua fría.

Los gritos se detuvieron por un momento mientras miraba en dirección al suelo; las ramas y las lianas se arremolinaban debajo y avanzaban directamente hacia ella.

—Y ahora Kyle también te ha dejado. Abandonó su puesto en cuanto te dormiste. Estás sola. ¡Para siempre!

De repente, una de las lianas la miró con ojos de serpiente y una lengua bífida se lanzó hacia sus labios.

Los gritos comenzaron de nuevo, cada vez más fuertes, hasta que se dio cuenta de algo.

Procedían de ella.

Kyle nunca había escuchado a nadie gritar como lo hacía Lily y el sonido inyectó el miedo directamente en su corazón.

—¡Lily! —la llamó sacudiéndola suavemente—. ¡Lily, despierta! Shh... Vas a desvelar a todo el castillo. ¡Calla, muchacha!

Lily se incorporó en la cama mirando a Kyle como si no supiera dónde se encontraba. Al instante se lanzó a sus brazos tumbándolo en la cama para quedar tendida encima de él.

—Kyle, gracias por salvarme.

Sus mejillas aún estaban húmedas por las lágrimas.

—¿Salvarte? Lily, no te ha pasado nada, solo estabas teniendo un mal sueño.

Ella se sentó y se cruzó de piernas, su respiración era tan acelerada que Kyle estaba seguro de que se había llevado el susto de su vida. Sus ojos parpadeaban incesantemente hasta que al fin se enfocó en su rostro.

Kyle se incorporó y envolvió sus pequeñas manos frías entre las suyas, que estaban cálidas.

—Lily, todo está bien, no ha pasado nada.

Ella se quedó mirándolo fijamente.

—Fue un sueño horrible. Por favor, no me dejes.

—No me iré hasta que vuelvas a estar tranquila.

Ella se puso de rodillas, le aferró los hombros y lo sacudió.

—¡No! ¡Debes prometerlo! Prométeme que no me dejarás esta noche. Prométeme que nunca me dejarás. No lo entiendes... ¡Todos me abandonaron, todos! Mi mamá, Torrian, mi papá, Gwyneth y Logan, Sorcha, Molly, mis hermanas... ¡Todos!

—Yo no te dejaré. —Kyle llevó dos dedos debajo de su barbilla obligándola a mirarlo.

Nuevas lágrimas bañaron sus mejillas.

—Pero lo hiciste. En mi sueño tú también te fuiste, Kyle. Estaba sola, y las enredaderas de los árboles se convertían en serpientes y venían a por mí.

Kyle la atrajo hacia sí y la acomodó en su regazo.

—Lily, fue un sueño, nada más. Tus tíos y tus primas volverán y yo no te dejaré, estaré justo delante de tu puerta.

—¡No! —gritó ella mientras se agarraba de su manta—. ¡No fuera de mi habitación! ¡Debes quedarte aquí, conmigo, en esta habitación! Por favor, Kyle. —Se secó las lágrimas—. Por favor, quédate.

¡Diablos! ¿Cómo iba a rechazarla? Parecía completamente deshecha. No tuvo el valor de apartarla de él.

—Está bien, pero debo dejarte solo por un momento.

Se levantó de la cama para dirigirse a la puerta y el miedo en el rostro de Lily le rompió el corazón. Salió para hablar con sus guardias. Cuando regresó, le dijo:

—Lily, estoy aquí. Solo estoy organizando algo de seguridad extra.

Sus fuertes gritos se habían transformado en silenciosos sollozos y Kyle no sabía cuál de esas dos reacciones era peor. Colocó un baúl delante de la puerta después de echarle el cerrojo, por si acaso alguien intentaba molestarlos.

Se quitó las botas, los calzones y la espada —aunque tuvo cuidado de que estuviera al alcance de la mano— y se metió en la cama. Apoyó la cabeza en la almohada y extendió los brazos hacia Lily.

Ella sonrió, se tumbó a su lado y le susurró:

—Gracias, Kyle. No podría soportar perderte. —Se acurrucó sobre su hombro y cerró los ojos.

—¿Quieres contarme más sobre tu sueño? —preguntó él acariciando su espalda con movimientos rítmicos, esperando así calmarla.

Su corazón seguía acelerado y su respiración necesitaba apaciguarse un poco más. ¿Qué más podía hacer por ella?

—Iona. Era sobre Iona y las ramas de los árboles y la oscuridad y las serpientes, y todo el tiempo ella se reía de mí, me decía que nadie se preocupaba por mí, que estaría sola para siempre. —Se apretó contra su pecho.

Kyle recordó el momento en que Lily había desaparecido. Logan acababa de regresar para presentar a su prometida Gwyneth al clan. Torrian se sentía terriblemente culpable por no haber impedido que aquella estúpida mujer se llevara a su hermana, pero todavía estaba débil a causa de su dolencia infantil.

Fue Gwyneth quien la halló entre los árboles, demasiado enferma para moverse. Según los relatos, Lily y Gwyneth estaban al borde de la muerte cuando las encontraron. Había oído a Logan Ramsay contar la historia una vez y el mero hecho de escucharla le había hecho hervir la sangre de rabia.

—Pero sabes que todo eso falso, ¿verdad?

—Sí, pero fue tan real…

Lily se arrimó más a él y Kyle creía que si se acercaba otro poco su erección la expulsaría de la cama. Se quedó mirando el techo, intentando pensar en otra cosa que no fuera el suave tacto de su dulce muchacha. La presión de sus pechos hacía que le sudara la frente.

Logan Ramsay. Eso era en lo que necesitaba pensar, en Logan Ramsay de pie en la puerta con su espada desenvainada.

Lily se apoyó sobre los codos y le cogió la barbilla para atraer su mirada.

—Kyle, bésame otra vez —le dijo—. Es lo único que me ayudará a olvidar.

—No hay nada que me gustaría más, muchacha, pero...

Se interrumpió con un gruñido, se incorporó y se situó encima de ella. Al principio la besó con ternura, acariciando suavemente su rostro. No quería perturbarla, era muy vulnerable en aquel momento. Se prometió a sí mismo que no se aprovecharía de ella y se apartó un poco para succionar su labio inferior, pero se sorprendió ante el tímido contacto de la lengua de Lily con la suya.

Ese solo acto logró derribar todas sus defensas. ¡Demonios! Era tan hermosa, cariñosa y cálida... Atrapando sus labios con los suyos, ladeó su boca sobre la de Lily para saborearla y provocarla hasta que ella gimió, y eso fue suficiente para llevarlo al límite de cualquier tipo de consideraciones.

Estaba perdido en todo lo que Lily era. Lo sabía, pero ya no le importaba. Todo su autodominio, cuidadosamente construido, todo lo que había hecho para luchar contra su necesidad de estar con ella acababa de desaparecer dejándolo con nada más que una lujuria imposible de saciar. Deseaba a Lily más de lo que nunca había deseado a ninguna mujer.

Dibujó un rastro de besos por su cuello y por el delicado hueso del pecho hasta el valle de sus senos. Para su estupor, ella se aferró a sus brazos y exclamó:

—¡Sí, Kyle! Es lo que quiero, a ti y solo a ti.

—Lily, mi dulce y preciosa Lily, ¿sabes cuántas veces he soñado con esto, con saborear cada centímetro de ti? Me vuelves loco de deseo.

—¡Sí! ¡Más! Quiero todo de ti. ¿No sabes que estamos hechos para estar juntos? Es nuestro destino. ¿Lo entiendes?

Su mirada inocente se cruzó con la de Kyle, él lanzó un gruñido y volvió a apoderarse de sus labios, pero ella interrumpió el beso bruscamente y lo apartó para sentarse.

Tirando de sus lazos, los desató y se levantó el camisón por encima de la cabeza, después lo arrojó a un lado. Él se quedó petrificado, incapaz de moverse, desarmado ante su candidez y su confianza en él. Ella se había entregado por completo a sus emociones, un gesto que lo hizo sentir humilde.

Lily, su preciosa Lily, estaba tumbada en la cama frente a él, con su ropa arrojada a un lado en un arrebato. Ella alzó la barbilla hacia él con una hermosa sonrisa danzando en su rostro.

—¿Puedes sentirlo, Kyle? —Levantó los brazos por encima de la cabeza en un rapto de desenfreno—. ¡Así es como debe ser entre nosotros! Ámame, pruébame para que yo pueda hacer lo mismo contigo. Muéstrame tu auténtico deseo.

Kyle se quedó mirando a Lily embelesado, era la muchacha más bella que había visto en su vida. Su piel brillaba con un suave resplandor que necesitaba experimentar. Se quitó la ropa y se inclinó sobre ella para acariciarle el cuello mientras tomaba sus pechos con las manos; su deseo superaba toda razón.

—Lily, mi Lily… ¿Tienes idea de lo hermosa que eres?

Ella sonrió y pasó las manos por sus musculosos brazos.

—Hazme tuya, Kyle. Puedo sentir lo justo que es que estemos juntos. Enséñamelo todo. Enséñame lo que es el amor, lo que se siente al ser uno con el otro. Enséñame.

Él sabía que debía detenerse, pero no podía. En cambio, llevó los labios a sus pechos, mordisqueando y succionando cada vértice sensible hasta que ella gritó y le clavó las uñas en los hombros. Su apasionada reacción lo estimuló a seguir adelante y todo el deseo reprimido durante tantas lunas por fin cobró vida.

Una pequeña parte de él reconocía que estaba mal, pero su corazón sentía que era lo correcto. Aquello estaba destinado a ocurrir, Lily en sus brazos para siempre, su cuerpo vibrando de deseo y el suyo propio enardecido por la necesidad de fundirse con ella.

—Lily, deberíamos parar —se obligó a decir después de levantar la cabeza desde el hueco de su carne untuosa, mientras acariciaba y rodeaba con las manos sus pechos deliciosamente curvados—. Te juro que tienes la piel más suave que existe, pero debemos parar.

—Nunca, Kyle. Nunca.

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